¿Sabías que Cataluña se enriqueció en el siglo XIX a costa de empobrecer a Valencia?

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España tuvo una industrialización tardía. Entre 1840 y 1930 aproximadamente. Durante este tiempo el Estado Español desarrolló la industria (fundamentalmente textil) en Cataluña y Vizcaya. Como se tratataba de una industria ineficiente y poco competitiva, el Gobierno instauró fuertes aranceles y medidas proteccionistas para que los productos extranjeros resultaran demasiado caros y así vizcaínos y catalanes contaran con un mercado español cautivo. En el libro España contra Cataluña. Historia de un fraude de Jesús Lainz (2014), se recoge que en el año 1837 el célebre escritor francés Stendhal escribió: «Es digno de  mención que en Barcelona se predica la más pura de las virtudes, el beneficio de todos, y al mismo tiempo se quiere disfrutar de privilegios: divertida contradicción. Estos señores quieren leyes justas, con la excepción de la ley de aduanas, que debe estar hecha a su antojo. Los catalanes exigen que cada español que usa telas de algodón pague cuatro francos al año porque en el mundo hay una Cataluña. Es preciso que el español de Granada, Málaga o La Coruña no compre, por     ejemplo, los tejidos de algodón ingleses, que son excelentes y cuestan un franco la vara, y se sirva de los tejidos catalanes, muy inferiores y que cuestan tres francos la vara».

El periodista, político y escritor valenciano Vicent Blasco Ibáñez, presidente de Unión Republicana e izquierdista hasta la médula, escribió: «Valencia, que ha sido la Cenicienta del Mediterráneo, en cuyo puerto impera la más honda miseria, por culpa de Barcelona, que lo absorbe todo, que es el verdugo de Levante, que quiere convertir toda España en huevo para tragarse hasta la cascara, que envía a nuestra ciudad sus productos libremente, sin que sufran ningún impuesto a su entrada, y en cambio la pasa, la naranja y la legumbres valencianas pagan un enorme tributo municipal al entrar en Barcelona; Valencia, cuya agricultura muere por imposición del industrialismo catalán, porque catalanes y vizcainos han conseguido la confección de unos infames aranceles que nos tapian los mercados internacionales para la exportación de nuestra fruta, sometiéndonos a una pérdida anual de mas de cien millones de pesetas, que se traduce en hambre y congojas en el campo y languidez en la vida comercial de la ciudad». Es un fragmento de su artículo La lepra catalanista, publicado en El Pueblo. Diario Republicano de Valencia, 13-6-1907. ¿Será Blasco Ibáñez, como todos los que criticamos el catalanismo, otro fascista anticientífico de la extrema derecha?

¿Sabías que el catalanismo es un movimiento imperialista y racista ya desde sus más tempranos inicios?

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El catalanismo es un nacionalismo expansionista, imperialista y racista desde su nacimiento a finales del XIX. Para muestra, un botón. El ideólogo catalán Enric Prat de la Riba en un artículo titulado Greater Catalonia (publicado en La Senyera, 12-1-1907) dijo: «Después de siglos de abatimiento e inconsciencia, sabemos que lo que ser catalanes significa. En un primer momento, este despertar fue provincianismo, fue regionalismo, porque provincia y región es el principado de Cataluña, como región es Mallorca, como región es Valencia. Hoy es ya una intuición de ser suprarregional, ya es nacionalismo, ya es afirmación de la personalidad catalana, ya no acaba en las fronteras de nuestra vieja provincia, sino que va más allá, hasta tocar  las palmeras de Murcia y, atravesando el mar, florece en los cielos de Mallorca. No tenemos  aún un nombre común (…) Mientras tanto, hagamos como los ingleses con su Greater Britannia, flor de imperio a punto de abrirse: hablemos de la Cataluña grande, que no es sólo el Principado, ni Mallorca, ni el Rosellón, ni Valencia, sino Valencia y Mallorca y el Principado y el Rosellón, todos a la vez. Todos somos unos, todos somos catalanes».

Este mismo ideólogo, Prat de la Riba, había escrito en 1906 una de las obras más referenciadas del catalanismo, La nacionalitat catalana, en la cual defendía que la aspiración de un nacionalismo político es conseguir un estado propio. Ahora bien ¿a qué tipo de nacionalismo hacía referencia Prat de la Riba? ¿A uno pacífico y democrático como el de India o a uno invasivo y agresor como el de Reino Unido? Dejemos que sea el propio autor el que nos lo aclare: «El imperialismo es el modo triunfal de un nacionalismo: del nacionalismo de un gran pueblo. (…) Dominar por la fuerza de la cultura servida y sostenida por la fuerza material, es el imperialismo moderno, el imperialismo integral, el de las grandes razas fuertes de ahora (…) El imperialismo [es] un aspecto del nacionalismo, un momento de la acción nacionalista: el momento que sigue al de plenitud de vida interior, cuando la fuerza interna de la nacionalidad, acumulada, irradia, sale de la madre, anega y fecunda las llanuras de su entorno». El catalanismo ha sido imperialista desde sus inicios; anhela una Gran Cataluña, un Imperio Catalán, camuflado bajo el eufemístico nombre de países catalanes.

Otro gran ideólogo del catalanismo es Antoni Rovira i Virgili, quien en su libro El nacionalismo catalán (1917) explicita la unidad lingüística para lograr la unidad política de los territorios deseados. «Cuando el dominio geográfico de un idioma nacional está netamente delimitado, coincide, en efecto, con el territorio de esta nacionalidad. (…) Unidos por el común origen, por la común historia y por el común lenguaje, los catalanes, los valencianos, los mallorquines y los roselloneses son un mismo pueblo, una nación única. (…). Y hoy, en Cataluña, ya no se dice mucho valencianos y mallorquines, sino catalanes de Valencia y catalanes de Mallorca. (…) Las Islas Baleares son la Cataluña insular, como el Principado y el Reino de Valencia son la Cataluña peninsular, como el departamento francés de los Pirineos es la Cataluña ultrapirenaica. [El catalanismo] es completa y fundamentalmente pancatalanista. (…) La raíz más profunda del pancatalanismo es indudablemente la comunidad del idioma. Porque el idioma es el lazo vivo que une a todos los catalanes de la amplia Cataluña nacional (…). Por la comunidad del idioma se llegará a la futura unidad política».

Ésta es la clave del proyecto catalanista: la lengua. De ahí el empecinamiento de los catalanistas en catalanizar las lenguas aragonesa, balear y valenciana y atribuir a estos idiomas una supuesta catalanidad que realmente no tienen. Este es el Caballo de Troya con el que el imperialismo catalán pretende colonizar las tierras vecinas. Con la excusa de la lengua se llega a afirmar que la paella es «gastronomía catalana» o la Lonja de Valencia «gótico catalán», aunque poco tengan que ver estas cosas con el idioma. Son numerosos los intelectuales del catalanismo que han defendido la existencia de la «raza catalana» como Valentí Almirall, Francesc Pi i Margall, Bartomeu Robert, Pompeu Gener, Josep Torras i Bages, J.Narcís Roca, Miquel dels Sants Oliver, Joan Maragall, Jaume Bofill, Doménec Martí, Josep A. Vandellós, Josep Puig i Cadafalch, Pere Martir Rossell, Carles Pi o Alexandre Cortada entre otros muchos. Los famosos países catalanes no es más que otra forma de referirse a la Gran Cataluña, cuyo nacionalismo odioso, imperialista y racista recuerda mucho a la Gran Serbia de Slobodan Milosevic y la Gran Alemania de Adolf Hitler.

¿Sabías que un valenciano catalanista es como un judío nazi?

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“Un valenciano que se considera catalán es como un judío admirador de Adolf Hitler”. Así de contundente se expresó el historiador, literato y periodista César Vidal. Y es que el pancatalanismo tiene muchas semejanzas con el nacional-socialismo y con la figura del dictador alemán. El nazismo quería exterminar a los judíos y borrarlos de la faz de la Tierra y el pancatalanismo desea aplicar «la solución final» a la lengua y cultura valencianas. El nazismo basaba su doctrina en una historia manipulada basada en mitos, leyendas y falsedades tal y como lo hacen hoy día los catalanistas con su historia inventada. Hitler nació en Austria pero traicionó a su patria ya que se sentía alemán. De hecho fue el artífice de que Austria fuera anexionada por Alemania. Hay algunos valencianos como el autor Joan Fuster o el editor Eliseu Climent que como Hitler piensan que lo mejor que le puede ocurrir a Valencia es desaparecer para que sea absorbida por Cataluña. Hitler decía: “En Austria hablan alemán, son alemanes”. Con esa excusa acabó invadiendo un país que hablaba checo. También el pancatalanismo emplea la excusa del idioma para intentar devorar países vecinos que no hablan catalán.

España: la Yugoslavia ibérica.

España es el estado heredero de aquel Reino de Castilla que una vez fue la más poderosa nación sobre la faz de la Tierra. Por centurias,  dispuso de un imperio colonial donde nunca se ponía el sol pero una decadencia de doscientos años de dictaduras, golpes militares y gobiernos corruptos la catapultaron al Tercer Mundo.

Hoy España es una nación moderna y desarrollada pero muy alejada de su papel de superpotencia de antaño. Todavía persiste en el pueblo español un cierto complejo de inferioridad al saberse incapaz de recuperar Gibraltar o de competir con Francia, Reino Unido, Alemania o Italia. La envidia es el gran pecado nacional.

España es un país artificial, y por tanto tiende a la desintegración: cinco guerras civiles en tres siglos es un signo evidente de anormalidad. Por centurias fue un estado centralista y uniformizador, donde sólo lo castellano tenía cabida. Las distintas lenguas y culturas locales sufrieron un etnocidio que casi les lleva al abismo.

Ahora esta Castilla ampliada recoge los frutos en forma de balcanización: el independentismo crece en Euskadi , Cataluña, Galicia y Canarias. España actúa como cárcel de naciones y les niega el derecho de autodeterminación pues si una sola de sus regiones se separase el efecto dominó reventaría el estado como a una piñata.

En pocos años, el país ha pasado de ser agrario a vivir del turismo y los servicios. Es una nación de católicos no practicantes con un patrimonio arquitectónico, histórico y cultural abrumador.  Patria de fútbol y de toros. Tierra de genios como Francisco de Goya, Pablo Picasso, Luis Buñuel,  Federico García Lorca

España se desangra entre las fuerzas centrípetas del centralismo mesetario y las centrífugas de la periferia separatista. Cada día más vive de espaldas a Latinoamérica y de cara a la Unión Europea (UE). Es una de las diez primeras potencias del globo pero a la vez una patria dividida y un estado frágil como el cristal.

Cataluña: de pueblo oprimido a pueblo opresor.

De la fusión de una docena de condados nació Cataluña, históricamente vinculada al Reino de Aragón. Tras la Guerra de Sucesión (1701-1715), una Cataluña derrotada fue sometida a un feroz proceso centralista y castellanizador. Los regímenes autoritarios posteriores intentaron acabar con su identidad sin éxito.

A finales del siglo XIX, Europa era una caldera de nacionalismos y de aquella época nace el actual catalanismo como reacción a la opresión castellana. La República Catalana fue proclamada en 1640, 1873, 1931 y en 1934 pero tuvo una vida efímera ya que en todos los casos fue sofocada de inmediato por el Estado Español.

En el Congreso de la Lengua Catalana de 1906 nació el catalán como idioma independiente del lemosín. Ese año el ideólogo Enric Prat de la Riba estableció que el pancatalanismo debía ser un movimiento imperialista. En 1917 otro ideólogo, Antoni Rovira i Virgili, apuntó a la anexión lingüística previa a la territorial.

El nacionalismo expansionista catalán recuerda en voracidad a la Gran Serbia y la Gran Alemania. Cataluña reclama como suyas las tierras vecinas que hablen catalán o alguna lengua parecida (Rosellón, Andorra, Arán, Aragón Oriental, Valencia y Baleares) y las somete a un etnocidio que desata la ira de la población local.

La cultura catalana eclosionó en el siglo XX con cantantes como Joan Manuel Serrat, Montserrat Caballé o Josep Carreras, artistas como Salvador Dalí o Antoni Gaudí, o literatos como Josep Carner o Josep Pla. Pero el gran tesoro cultural, elemento diferenciador y símbolo de identidad nacional es la lengua.

El catalán es un pueblo trabajador y de hábiles negociantes que goza de una economía poderosa fruto de su tesón. Tiene una fuerte consciencia nacional y está llamado a independizarse. Pero también es un pueblo que ha pasado de oprimido a opresor, y que le hace a sus vecinos lo mismo que critica que España le hace a  él.

Baleares: la bella violada.


El Reino de Mallorca -hoy conocido como Islas Baleares- fue fundado por Carlo Magno en 799. Mallorca, bajo el reinado de Mohamed ben Ganya Ibn Ishaq conquistó el norte de África y dominó desde Orán hasta Tuzer, en Túnez, y se fundaron grandes escuelas de juristas. El rey Jaime I de Aragón la libertó en 1229.

Durante la época cristiana Mallorca vivió una época de esplendor: en 1300 el rey Jaime II hizo el primer plan de concentración poblacional de Europa; el rey Sancho I creó, para los hombres de la mar, el primer sistema de seguridad social del mundo, y en 1374 Mallorca se presentó ante las murallas de Barcelona para asaltarla.

Fue un país de comerciantes y poetas, donde florecía la cultura. El escritor Ramon Llull maravilló al mundo y la comunidad judía impulsó la Escuela Mallorquina de Cartografía, que fue la más famosa hasta su disolución en la Edad Moderna y que dio al mundo grandes cartógrafos, cosmógrafos y hombres de ciencia.

Tras la Guerra de Sucesión (1701-1715), Mallorca perdió su independencia para convertirse en una triste región española. Hoy son los criados de los catalanes y alemanes. El idioma balear se encuentra prohibido y es sustituido por el catalán. El español, el catalán, el inglés y hasta el alemán gozan de un mejor trato que el balear.

Es una potencia turística de primer orden, pese a lo cual sus suculentas riquezas se marchan a Madrid. Es la autonomía española más exprimida fiscalmente pero en cambio recibe tan pocas inversiones del Estado que sus habitantes a menudo deben desplazarse a la Península en busca de servicios de los que carecen en las islas.

La escritora Hella Schlumberger comparó a Baleares con una mujer violada. El etnocidio que sufre en silencio el pueblo balear clama al cielo. Pero los baleares tienen un carácter sumiso, manso, aborregado y no reaccionan frente a los ultrajes. El antaño glorioso reino es hoy una triple colonia de Madrid, Barcelona y Berlín.

Aragón: un gran reino venido a menos.

El Reino de Aragón nació en 1035 por la unión de los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza en la figura del rey Ramiro I. Durante la Edad Media fue potencia en el Mediterráneo y en el siglo XIII el rey Jaime I libertó naciones del yugo del islam. Aragón forjó estados soberanos que tenían en el rey su nexo de unión.

Así, el rey de Aragón, también lo era de Valencia, Mallorca, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Nápoles, señor de Montpellier, conde de Barcelona, Berga, Besalú, Cerdaña, Conflent, Ampurias, Gerona, Manresa, Osona, Pallars, Ribagorza, Rosellón y Urgel y duque de Atenas y Neopatria, entre otros. Unidad en la diversidad.

En el siglo XV Fernando II de Aragón se casó con Isabel de Castilla, lo que supuso la unión de coronas (no de territorios). Desde entonces la hegemonía castellana fue a más hasta que, en virtud de los Decretos de Nueva Planta, Aragón desapareció como país independiente para integrarse en el Reino de España en 1707.

Hoy es una región empobrecida y marginada por el Estado. El 50% de su población vive en la ciudad de Zaragoza, ya que fuera casi no hay empleo. Tiene dos lenguas propias, el altoaragonés y el aragonés oriental (este último en peligro de anexión por el catalán). El catalanismo se quiere apropiar de su legendaria historia.

Aragón ha sido generoso con el mundo, tanto como colectivo como por su rico acerbo de individualidades. Escritores como María Moliner, pintores como Francisco de Goya, cineastas como Luis Buñuel, científicos como Miguel Servet o Santiago Ramón y Cajal o patriotas como Agustina de Aragón son prueba.

Aragón siente una obsesión identitaria con el río Ebro hasta el punto de negarse a compartir sus excedentes con nadie. Los aragoneses son un pueblo valiente, bravo, muy suyo. Han salido perjudicados al juntarse con castellanos y catalanes pero siguen atesorando casta, coraje y pundonor suficientes para reeditar viejas glorias.

Per qué el valencianisme deuria recolzar l’independencia de Catalunya.

Tradicionalment el valencianisme, per ser majoritariament regionaliste i favorable a l’unitat d’Espanya, s’ha mostrat visceralment contrari a l’independencia de Catalunya.  El problema radica en que a l’estar Catalunya dins d’Espanya, el pancatalanisme s’espandix sense remissio: primer fon Balears, despres Valencia, ara Arago. A voltes per a frenar un cancer toca amputar. El valencianisme deuria recolzar la secessio de Catalunya com un paradoxal pero possible antidot front a la forta catalanisacio que ara patim els valencians. A continuacio presente quatre raons:

1) Una Catalunya independent tindria sobre Valencia la mateixa influencia que Portugal puga tindre sobre Galicia. Ben poca, per no dir nula. El gran drama que tenim els valencians és compartir estat ab els catalans. Si quan el president catala Lluïs Companys declarà l’Estat Catala no s’haguera malograt eixe proyecte, hui Catalunya no estaria com està, dins d’Espanya i usant a Valencia com a moneda de canvi en les seues negociacions ab Madrit. Una Catalunya independent mai hauria pogut forçar a la Moncloa a posar la AVL o TV3 en Valencia per posar un cas.

2) Una Catalunya independent per supost tractaria de conseguir el seu somi de països catalans, pero és més que provable que l’Estat Espanyol per a evitar una possible secessio de Valencia apostara per marcar diferencies respecte a Catalunya; és dir, l’unitat de les llengües que ara es manté per interessos politics es trencaria per les mateixes raons. És provable que per a evitar que Catalunya s’emportara a Valencia de la mà, els nostres governants teledirigits des de Madrit promocionaren un Idioma Valencià independent i agitaren l’anticatalanisme més dur.

3) Per supost hi  hauria valencians catalanofils, pero molts d’ells emigrarien a Barcelona per a viure en el seu somiat estat catala. Els que quedaren serien una minoria que aniria diluint-se en el pas del temps frut de les politiques descrites en el punt anterior. És més senzill que Valencia siga un satelit de Catalunya si les dos estan dins del mateix estat (Espanya) que si Catalunya se separa, o Valencia, o les dos. La frontera sempre marca distancies. Si Alemanya no ha pogut absorvir Austria ni Colombia a Veneçuela, més dificil encara seria crear uns països catalans.

4) Una Catalunya independent serviria als valencians per a saber realment cóm es viu millor, si dins d’Espanya o fòra. Si els vaticinis apocaliptics de Madrit que afirmen que un Republica Catalana aniria a la bancarrota es compliren (cosa improvable, mira Andorra), hauriem encertat quedant-nos dins d’Espanya. Per contra, si una Catalunya independent va cada volta millor mentres que una Valencia espoliada fiscalment s’afona per haver de mantindre andalusos, extremenys i companyia, els catalans nos harien mostrat que l’independencia és el cami.

FONT: Som nº 251. Juliol 2011.

TV3: una televisió al servici de l’Imperi.

Cada quatre anys els valencians assistim a un deja vu que es repetix en puntualitat britànica. Sempre que arriben les eleccions autonòmiques, el Partido Popular (PP) arbora la seua Real Senyera i comença a sancionar a Acció Cultural del País Català (ACPC) pels repetidors illegals de TV3 que té instalats en el nostre regne.

A voltes ocorren coses molt divertides: com impondre una multa i dies després concedir a Acció Cultural una subvenció que supera la quantia de la sanció. En el fondo, és tot una maniobra de pressió per part de la Generalitat Valenciana per a obtindre per part de l’Estat un nou múltiplex per a obtindre més canals afins al règim.

Alguns grupúsculs han clamat en contra del tancament dels repetidors i la prensa més sensacionalista ho ha tildat d’atac contra la llibertat d’expressió. Dic grupúsculs perque la catalana ací no la veu ningú. En giner de 2011 TV3 tingué una quota de pantalla del 0,3% en Valéncia. Canal 9 per contra no es pot vore per allà.

Com explica l’autor José Donís, TV3 s’ha emitit en Valéncia durant més de 25 anys. Canal 9 se va emetre en Catalunya durant un any i set mesos, desde el 19 d’Agost de 2008 fins al 19 de Març de 2010. Abans de que els catalans apagaren la senyal, Canal 9 tenia una audiència de 0,6% allà per un 0,5% de TV3 ací (Febrer 2010).

Pero la qüestió de fondo és que TV3 és una televisió colonial que no respecta les nostres senyes d’identitat i mos engloba en l’entelèquia imperialista dels països catalans. El mapa de l’orage a on TV3 mostra a Valéncia, Balears, Aragó Oriental, Andorra i El Rosselló com si foren parts integrants de Catalunya és senzillament delirant.

Ningú permetria que Marroc instalara repetidors en Ceuta i Melilla per a dir a estos pobles que són marroquins. ¿Per qué hem de consentir que els catalans posen la seua televisió colonial en el nostre territori per a que mos insulten des d’ella? ¿Per qué el PP no defén als valencians i únicament ataca TV3 quan toca votar?

¿Per qué els catalanistes, que van de demòcrates per la vida, no defenen l’instalació de repetidors de TeleMadrid en Catalunya?  ¿Ni denuncien que Canal 9 no es puga sintonisar allà dalt? Este malensomi és un deja vu que torna cada quatre anys. Pero als caradures que el protagonisen mos toca aguantar-los tots els dies.

Prejuicios.

Inauguramos una nueva sección en la web: Biografía. Allí podréis saber más de mí.

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Tengo 30 años y soy escritor. He publicado tres libros, traducido un cuarto y escrito cientos de artículos. Suelo decir las cosas con crudeza, sin preocuparme lo más mínimo de si ofenden o no a la gente. Todo arranca de cuando tenía 17 años. Entonces leí una cita que me impresionó. «Prefiero molestar con la verdad a adular con la mentira». La dijo Lucio Anneo Séneca, el pensador romano. Aquella filosofía iba a inspirar toda mi vida y obra desde entonces hasta nuestros días.

Hablar con tanta dureza me ha valido todo tipo de piropos. Racista, xenófobo, fascista, ultracatólico, judío, homófobo, homosexual, farsante… Hasta terrorista me han llegado a decir. A mí no me importa lo más mínimo. Como si quieren decir que desayuno niños en vez de madalenas. Por un oído me entra y por otro me sale. Tan sólo me sorprende que la gente me perciba de esta manera cuando la realidad es que mi ideología política se encuentra en las antípodas de lo que me acusan.

Mi novia es negra. Ahora ella vive aquí en Valencia. Antes lo hacía en Cataluña. Pasear por Barcelona de la mano de una africana es duro. Ven juntos a una mujer negra y a un hombre blanco e inmediatamente piensan que se trata de una prostituta y su cliente. O que si son pareja, ella está con él por los papeles. Casi nadie se para a pensar que quizás se trate de una pareja mixta que se ama y ya está. Esa posibilidad es inconcebible para la gente. Los prejuicios son demasiado fuertes.

Ser cristiano no te libra de ser pecador. Entre mis muchos defectos figura el de tener prejuicios. A menudo hago juicios de valor de las personas sin conocerlas. En general mis predicciones se aproximan bastante a la realidad aunque otras veces me he llevado sorpresas. Pero ahora escucho lo que la gente dice de mí. O de mi novia. Nos juzgan sin conocernos y lo peor es que se equivocan. Me toca beber de mi propia medicina. Me pregunto si esto será un castigo de Dios por mis prejuicios.

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