Tonga: el pequeño reino del Pacífico.

Tonga es un grupo de casi 180 islas independientes, situadas en el océano Pacífico, entre las Islas Fiji y las Islas Cook. Entre el siglo XV y XVII fue un imperio poderoso en la región, bajo la denominación de Imperio Tu’i Tonga. Los viajeros europeos (españoles, holandeses y británicos) entraron en contacto con ellos cuando ya este imperio agonizaba.

Los británicos se llevaron el gato al agua y colonizaron las islas, aprovechándose de los conflictos tribales. En 1845 se reunificó Tonga gracias al rey Taufa’Ahau. Y en 1970, bajo el mandato de la reina Salote Tupou III, Tonga se independizó de Reino Unido. Hasta hace poco era una monarquía feudal pero a principios de siglo XXI ya dejó de serlo.

Tonga es un pequeño reino de sólo 700 km2 y 100.000 habitantes. Pequeño, pero reino al fin y al cabo. Es una monarquía parlamentaria con un peso enorme de la Corona. Y es que, junto al rey que es el jefe de Estado, ha habido varios miembros de la Familia Real que han sido primeros ministros. Incluso algunos han sido primeros ministros y luego reyes.

La economía tongueña es bastante pobre. Sus problemas son semejantes a los de otras naciones del Pacífico: un estado pequeño; con recursos naturales limitados; alejado de los grandes mercados mundiales y con necesidad de importar prácticamente todo. La agricultura, la pesca y el turismo son las principales fuentes de empleo en el diminuto país.

Aunque de raíces polinesias el pueblo está bastante occidentalizado. El tongano y el inglés son idiomas oficiales. Ya no se adora a los dioses de antaño; hoy predominan protestantes, mormones y católicos. Tampoco disparan flechas a los visitantes, porque se pretende fomentar el turismo. La artesanía de Tonga tiene fama de ser la mejor del Pacífico.

La base de la sociedad es el clan o familia en sentido amplio, en la que las mujeres siempre ocupan una categoría superior a la de sus hermanos. Así, el rango más importante de la familia corresponde a la hermana mayor del padre a la que siguen el resto de las hermanas del padre y tras ellas, sus hermanos, siempre por riguroso orden de edad.

Orania: no es país para negros.

En 1990, cuando el Apartheid agonizaba, un grupo de 40 familias bóer lideradas por Carel Boshhoff fundó en el interior de Sudáfrica una colonia llamada Orania. Tiene 2.500 habitantes, todos blancos,  cuenta con su estación de radio y moneda propia. Allí hay mucho empleo y seguridad ciudadana. Pretende ser el germen de un futuro estado afrikáner.

Los detractores de Orania acusan a sus habitantes de ser racistas de extrema derecha, unos nostálgicos de la segregación racial. Lo cierto es que Hendrik Verwoerd, el ideólogo del Apartheid, es recordado allí como un ídolo y Frederik de Klerk, el último presidente blanco, como un traidor por haber concedido el voto a los negros a cambio de nada.

Por su parte, los residentes sostienen su deseo de preservar su herencia lingüística y cultural, y protegerse de los altos niveles de criminalidad, y que buscan el derecho a la autodeterminación según dispone la Constitución. Orania emerge como un refugio para blancos en una Sudáfrica en la que los granjeros bóers son asesinados y expropiadas sus tierras.

Por supuesto la cosa no es tan sencilla como parece. Para empezar en la actualidad la mayoría de hablantes de afrikaans es negra. Además solamente una minoría de los bóers apoya crear un país sólo para blancos. Y por si fuera poco los sudafricanos blancos están diseminados por toda la república y no son mayoría en ninguna región, lo que dificulta la secesión.

La idea de una nación de mayoría blanca en África no es nueva. Transvaal y Orange fueron un primer intento. En las postrimerías del Apartheid se planteó partir Sudáfrica: el 90% del territorio para los blancos y el 10% para los negros, repartidos en dos países pequeños.  Aún hoy se reivindica un estado afrikáner, pero sin acuerdo sobre dónde fundarlo.

Los afrikáners son los descendientes de los colonos holandeses, o bóer, los cuales hablan el afrikaans, una lengua criolla derivada del holandés. Orania está construida sobre 8.000 hectáreas de tierras de cultivo a lo largo del río Orange. En Sudáfrica existe otra colonia afrikáner, Kleinfontein, cerca de Pretoria, aunque esta aldea es todavía más pequeña que Orania.

Sicilia: la isla mafiosa.

Junto a la bota italiana, y bañada por las aguas de tres mares -el Tirreno, el Jónico y el Mediterráneo- encontramos la hermosa isla de Sicilia. Por aquí han pasado mil y un pueblos: griegos, cartagineses, romanos, árabes, bizantinos, normandos, aragoneses, angevinos, españoles… Es una joya muy cotizada que pertenece a Italia desde el año 1861.

Los sicilianos viven de espaldas al mar. Se replegaron hacia el interior huyendo de los invasores y se volvieron hoscos. En Sicilia, como en Cerdeña o Nápoles, surgieron clanes para regular la vida diaria frente a una administración siempre extranjera. Con el tiempo estos clanes devinieron en organizaciones criminales que controlan la droga y el juego.

La mafia está absolutamente incrustada en la sociedad siciliana y nadie ha podido acabar con ella en siglos. Los capos forman parte de la alta sociedad y los jueces que no son sobornados suelen acabar muertos. La Cosa Nostra nació aquí y, a través de la emigración, extendió sus ramificaciones a Estados Unidos, como vemos en El Padrino.

Sicilia es la mayor isla del Mediterráneo. También es la región más grande de Italia y una de las más pobladas, con cinco millones de almas. Y pese a ello es una de las más marginadas por el Estado: es una tierra pobre donde los jóvenes no tienen otra que emigrar. Pese a ello sufre una presión migratoria procedente de África absolutamente brutal.

La lengua siciliana fue denigrada en el pasado a la condición de vulgar dialecto del italiano. Pero desde 2011 se vuelve a enseñar en las escuelas la lengua propia, muy estigmatizada incluso por los propios sicilianos. Algunos hijos ilustres de esta tierra son los autores Luigi Pirandello y Salvatore Quasimodo o el arquitecto Giovanni Battista Vaccarini.

El volcán Etna es el mayor de Europa y de vez en cuando da algún que otro disgusto. Pero si el fuego trae muerte, también puede albergar vida. Junto al volcán mismo vemos naranjos, limoneros, almendros, olivos, viñedos y huertas. Retratada en los films de Visconti y Rossellini, Sicilia es una isla de gran belleza donde el tiempo transcurre lento.

Cerdeña: la isla de las seis lenguas.

La historia de Cerdeña es la de una isla preciosa que ha ido pasando de mano en mano con el paso de los siglos. Tras la desintegración del Imperio Romano una legión de pueblos la han ocupado: vándalos, godos, bizantinos, sarracenos, genoveses, pisanos, pontificios, aragoneses, españoles, austríacos y finalmente los italianos desde el año 1861.

Las constantes invasiones han forjado una particular idiosincrasia sarda. Primero, la población se ha refugiado en el interior y alejado de la costa (para evitar ataques piratas). Y segundo, el sardo, como el siciliano, tiende a desconfiar del Estado -siempre una potencia extranjera- y a autorregular la convivencia mediante acuerdos entre las familias.

Cerdeña es la tercera región más grande de Italia y a la vez la tercera menos densamente poblada. La economía es bastante pobre, basada sobre todo en servicios y agricultura, y el abandono se nota en la falta de infraestructuras de una tierra dejada de la mano del Estado. Escasea el empleo, los viejos se quedan, los jóvenes emigran y el nacionalismo crece.

Cerdeña es la isla de las seis lenguas. El sardo se habla en casi toda la ínsula; es una lengua muy conservadora, la más parecida al latín. Históricamente fue menospreciada hasta considerarla un mero dialecto del italiano, que goza de todos los privilegios en Cerdeña. Pero recientemente ha sido reconocida como lengua propia y se busca su promoción.

Los otros cuatro idiomas se hablan en zonas muy concretas y son testimonio del papel de Cerdeña como encrucijada de caminos en la historia. Al norte el sasarés y el gallurés, ambos emparentados con el corso. En L’Alguer, el alguerés (que se parece bastante al catalán). Y finalmente el ligur tabarquino, en las diminutas islas de Sant’Antiòccu y San Pé.

Parece que el tiempo se hubiera detenido en aquella tierra. Todo allí tiene sabor añejo. Hasta su curiosa bandera: una cruz de San Jorge con las cabezas de cuatro reyes moros muertos en la Batalla de Alcoraz, en 1096, cerca de Huesca, que acabó con victoria cristiana. Esta flámula fue otorgada a la isla por la Corona de Aragón, a la que perteneció por siglos.

Uiguristán: los «turcos» de China.

Empezando por el nombre de esta región sin litoral china todo es un lío. Oficialmente se llama Región Autónoma Uigur de Sinkiang (o Xinjiang). Esto significa literalmente «nueva frontera» en clara referencia al nacionalismo expansionista chino. Los locales prefieren términos históricos o étnicos como Turquestán Oriental, Turquestán chino o Uiguristán.

Su historia es un rosario de invasiones que nunca acaba. Han tenido que hacer frente a chinos, turcos, mongoles, manchúes, rusos… En breves períodos de su historia los uigures han logrado ser independientes, eso sí, más como una confederación de tribus nómadas que como un estado unificado. Actualmente pertenecen a la República Popular China.

Y esto es un problema. Porque culturalmente Uiguristán tiene más que ver con Turquía y con Asia Central que con China. Esta tierra es un batiburrillo étnico (uigures, kazajos…) mientras que el 90% de chinos son de etnia han. Unos hablan uigur y otros mandarín. Finalmente, los uigures son musulmanes y el comunismo chino les ha represaliado por años.

Los uigures muy pronto serán una minoría en su propia tierra. En pocos años, la etnia han (que es la mayoritaria en China pero minoritaria en Uiguristán) se ha instalado en la región, pasando del 6% al 40% del total de la población, lo que supone un asentamiento de colonos en toda regla, planificado por el Gobierno, como el que se hizo antes en el Tíbet.

Los uigures están viendo como su lengua -muy parecida al uzbeko- y su cultura -que es túrquica- están siendo poco a poco sustituidas por las de China. Los conflictos étnicos con los han son más que habituales. El independentismo crece entre buena parte de la sociedad, al mismo tiempo que aumenta la represión y la violación de los derechos humanos.

Sinkiang tiene una extensión de 1.600.000 km2, lo que la convierte en la mayor región de China, con un sexto del total de su superficie y un cuarto de sus fronteras. Cuenta además con petróleo, gas y recursos minerales. Los uigures están en lucha por su independencia pero Pekín está más que dispuesta a hacer lo imposible para que esto no llegue a suceder nunca.

Macao: el casino del mundo.

Macao es un país muy pequeño con una gran historia que contar. Es una de las dos Regiones Administrativas Especiales de China (la otra es Hong Kong). Portugal se la devolvió a China en 1999, bajo la fórmula de «un país, dos sistemas» que otorga a Macao un autogobierno enorme, aunque su identidad viene marcada por siglos de presencia europea.

Pero comencemos por el principio. Los comerciantes portugueses se asentaron en Macao en 1550. En 1557 la Dinastía Ming le alquiló Macao a Portugal como puerto comercial en pago a la ayuda de los lusos contra la piratería en la zona. Lisboa administró Macao (aunque seguía siendo china) hasta 1887 cuando pasó a ser, oficialmente, una colonia lusa.

Curiosamente Portugal tenía dificultades para proteger un territorio tan distante de la metrópoli, así que en 1967 y 1974 ofreció devolvérselo a China, que inmersa en plena ebullición maoísta, rehusó tener un territorio capitalista en su interior. Finalmente, tras la devolución británica de Hong Kong a China en 1997, Portugal hizo lo propio dos años después.

Macao fue el primer enclave europeo (y la última colonia europea) en Asia. También la única región de administración lusa no dominada por Castilla el tiempo que Portugal y las Españas se unieron. Es el territorio más densamente poblado del mundo, con 650.000 habitantes en 28,2 km2. Sus rascacielos son de infarto puesto que sólo puede crecer a lo alto.

La pequeña Macao es una de las regiones más ricas del mundo, con una altísima renta per cápita. Tiene una enorme tradición comercial, aunque su puerto se ha visto superado por el de Hong Kong. Su economía depende fuertemente del juego y del turismo. De hecho, Macao ha sobrepasado a Las Vegas o Mónaco como el centro de juego más grande del mundo.

Al igual que en Hong Kong, en Macao se habla el cantonés y existe la libertad religiosa. Disfruta del mismo nivel de autogobierno y sufre el autoritarismo de la dictadura china por igual. Pero existe una diferencia clave: Hong Kong quiere ser independiente y Macao no. Y aunque la gente demanda más democracia, por ahora Macao no se plantea salir de China.

Hong Kong: sed de libertad.

El caso de Hong Kong es fascinante. Pertenece a China desde el siglo III A.C. pero durante el siglo XIX y XX fue una colonia británica (ocupada por Japón entre 1941 y 1945). Los británicos forjaron la actual identidad hongkonesa, fuertemente basada en la democracia, el capitalismo, el total respeto a la propiedad privada y el liberalismo económico.

En el año 1997 Reino Unido devolvió Hong Kong a China, que trató de ganarse su favor con la política de «un país, dos sistemas». Así Pekín se encargaría de la defensa y la política exterior, mientras que Hong Kong mantiene su propio sistema legal, fuerza de seguridad pública, sistema monetario, política aduanera y política de inmigración entre otras.

El autogobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong es muy grande. Por ejemplo, los hongkoneses tienen su propio pasaporte diferente del chino, su selección participa en los Juegos Olímpicos separada de la de China, incluso tiene su propia liga de fútbol, donde los jugadores hongkoneses y chinos participan con nacionalidades distintas.

Los hongkoneses, no obstante, se sienten agraviados ya que viven bajo la dictadura china. Aunque hay elecciones, en la práctica el gobernador local es un títere puesto a dedo desde Pekín. Cada vez más jóvenes universitarios protestan en las calles en favor de una democracia real, y la negativa china hace que el independentismo crezca en la región.

El pueblo sufre además un grave problema de sustitución lingüística ya que habla el idioma cantonés pero las autoridades chinas lo consideran un simple dialecto del mandarín y quieren hacerlo desaparecer. Frente a la política atea de Pekín, en Hong Kong hay libertad religiosa y sus ciudadanos practican el confucianismo, el cristianismo, el islam…

Hong Kong está masificado con siete millones de habitantes. Sus rascacielos, sobre todo por la noche, son de película. Si se independizara pasaría a ser uno de los estados más ricos del mundo (es la capital económica de China y la segunda bolsa de Asia, tras Tokio), pero también uno de los más superpoblados de la Tierra. Hong Kong tiene sed de libertad.

Tahití: la isla de las mujeres exóticas.

Tahití es una bellísima isla bañada por el Pacífico. Los nativos son de raíces polinesias, pero están habituados al contacto con los europeos. Por allí han pasado marinos portugueses, españoles, británicos y franceses. Actualmente pertenece a la Polinesia Francesa, colectividad de ultramar formada por más de cien islas de la que Tahití es la mayor.

Aunque Tahití pertenece a Francia, tiene muy poco de europea. En la práctica es una colonia de París, marginada en cuanto a infraestructuras se refiere. El tahitiano decae frente al francés, la única lengua oficial. A veces Francia hace ensayos nucleares cerca de Tahití. El enfado crece entre la población y el independentismo gana adeptos poco a poco.

Tahití es una pequeña isla de apenas 1000 km2. Tiene unos 170.000 habitantes, pero casi todos se concentran en Papeete, la capital. La ínsula es montañosa y volcánica, de geografía caprichosa. Es muy famosa por sus arrecifes de coral y playas de ensueño, a los que acuden los turistas en busca de sol y buceo. Sus gentes tienen fama de ser amables y buenas.

Pero Tahití es conocida, por encima de todo, por la belleza exótica de sus féminas. En 1790 los marineros del Bounty, prendados de su hermosura, se llevaron consigo unas cuantas mujeres y fundaron Pitcairn. Y el artista francés Paul Gauguin practicaba el sexo libre con las nativas, lo que despertaba en él la necesaria inspiración para pintar sus cuadros.

Aunque hoy en día la mayoría de la sociedad es protestante, todavía perviven los mitos y leyendas. Los ari’i, considerados como descendientes de dioses polinesios, se invierten del mana (poder, potencia sobrenatural). Llevan tradicionalmente cinturones de plumas rojos, símbolo de este poder. Los tatuajes son habituales y tienen reminiscencias religiosas.

Las féminas confeccionan collares florales, y aman la artesanía, la música, la danza y el canto. Según la tradición, si uno -hombre o mujer- tiene pareja, debe lucir una flor detrás de la oreja izquierda. Los varones compiten entre ellos en lanzamiento de jabalina, surf, carreras de remo y levantamiento de piedras. En 2012 Tahití fue campeona de Oceanía de fútbol.

Tayikistán: la pequeña Persia.

La belleza de esta nación recuerda a la del Tíbet. Inmensas montañas (con abominable hombre de las nieves incluido) cubren el 93% de este país, el más pequeño de Asia Central que tiene la mitad del territorio por encima de los 3.000 metros.  Sus primaveras floridas son un estallido de color. El clima oscila, según zonas y épocas, de los 50º a -60º.

No por estar más metido en las montañas el país se ha librado de mil invasiones, pues era un punto de paso en la Ruta de la Seda. Macedonios, persas, árabes, mongoles, rusos, soviéticos y otros muchos imperios han dejado en la zona la huella de su bota opresora. Tayikistán se independizó en 1991, tras la desintegración de la otrora temible Unión Soviética.

De 1992 a 1997 la república sufrió una Guerra Civil que enfrentó al gobierno -herederos de los viejos comunistas- con los islamistas, guerrilleros apoyados desde Afganistán. La guerra se saldó con 50.000 muertos y el triunfo gubernamental. El Estado procura que el extremismo religioso no se dispare en una sociedad donde los musulmanes suponen el 98%.

A diferencia de sus vecinos de Asia Central, los tayikos no son un pueblo túrquico sino los primos hermanos de los iraníes ya que tienen una lengua, una cultura y una historia íntimamente relacionadas con Persia, hoy Irán. De hecho, tras tantos años de alienación soviética, la nación trata de volver a sus raíces profundizando en el islam y la cultura persa.

De las cinco repúblicas del Asia Central, Tayikistán es la más pobre con diferencia. Aún hay nomadismo y unas tasas de desempleo y de pobreza absolutamente espantosas. Sólo el 6% del territorio nacional es tierra cultivable, y allí se produce algodón destinado a la exportación. Las madres crían solas a sus hijos mientras que sus maridos trabajan en Rusia.

Tayikistán es tierra de contradicciones. Quiere alejarse de Rusia, que le ha dado lo mejor de su teatro y su ballet. Es sunita pero quiere acercarse al Irán, chiita, a quien considera su madre patria. El gobierno pretende imponer el secularismo pero en las calles aumenta el fundamentalismo. Es un rompecabezas extraño donde no todas las piezas parecen encajar.

Kirguizistán: la Suiza de Asia.

El Kirguizistán es una nación sin litoral que por sus admirables paisajes montañosos es conocida como «la Suiza de Asia». Al igual que el resto de repúblicas de Asia Central, el Kirguizistán está en una zona de paso de rutas comerciales entre grandes imperios, por lo que ha tenido que hacer frente a invasiones de mongoles, chinos, rusos y soviéticos entre otros.

Después de la Revolución Rusa de 1917 y pese a resistirse unos años, los kirguizes pasaron a formar parte de la República Soviética Autónoma del Turkestán, que también incluía parte de lo que hoy es Kazajistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, pero no fue hasta 1936 cuando se convirtió en una república de pleno derecho de la Unión Soviética.

Tras la independencia de Moscú en 1991, Kirguizistán pasó a ser un estado-nación inestable con numerosos conflictos étnicos, revueltas populares, gobiernos de transición, problemas económicos… La democracia real llegó en 2010 pero sigue siendo frágil y en cualquier momento podría irse al garete, sobre todo porque vive rodeado de dictaduras feroces.

Se trata de una república laica que hasta el momento ha podido mantener a raya al islamismo. El kirguís es idioma oficial pero en las montañas del norte continúa hablándose ruso. Su obra literaria más destacada es un extenso poema épico -20 veces más largo que la Odisea– que cuenta las aventuras del héroe patrio por excelencia: Manas.

La sociedad está dividida en numerosos clanes, cada uno con sus costumbres propias.  Aún hay trovadores que cantan leyendas orales. El nomadismo es una práctica habitual, así como el rapto de novias, una especie de secuestro consensuado en que el novio se lleva a la novia si los padres de ésta se oponen a la boda o si piden mucho dinero al novio.

Los kirguizes son los primos-hermanos de los turcos. Es uno de los pueblos túrquicos que moran en Asia Central, junto con Kazajistán, Uzbekistán y Turkmenistán. Su lengua está emparentada con el turco pero su cultura es un pupurri de las distintas señas de identidad de los pueblos invasores que a lo largo de los siglos dejaron su huella en la zona.

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