Antártida: el continente olvidado.

La Antártida fue el último continente en ser descubierto. Tal honor recae en el marino valenciano Diego Ramírez de Arellano, que lo logró en siglo XVII. Es más grande que Oceanía y que Europa, pese a ello sigue siendo el gran olvidado pues a menudo se suele hablar de «los cinco continentes», cuando en realidad hay seis.

Tiene 14.000.000 de km2. Si fuera un país sería el segundo más grande del orbe, sólo superado por los 18.000.000 de Rusia. Cuando llega el invierno, los hielos la hacen crecer hasta los 30.000.000 de km2, por lo que la llaman el continente pulsante. A diferencia del Polo Norte no hay población humana nativa en el Polo Sur.

En la Antártida a lo sumo ves algunas expediciones temporales de científicos. La climatología es tan hostil que un asentamiento humano permanente es una quimera. Rara vez se supera los 0º en alguna región puntual. Es más, en 1983 los rusos registraron en la estación Vostok la temperatura más baja de la Tierra: -89,3º.

La Antártida es el continente donde menos llueve y donde más huracanados son los vientos. También la más grande reserva de agua dulce del planeta, pero a causa del calentamiento global sufre grandes deshielos en su parte occidental que hacen subir el nivel del mar. A su vez, la región central incrementa su masa de hielo.

Para evitar que el continente blanco fuera víctima de otra desenfrenada carrera colonial, las potencias firmaron el Tratado Antártico en 1959 que establece que la Antártida pertenece a toda la humanidad, la destina a fines científicos pacíficos y deja en punto muerto las reclamaciones territoriales de muchas naciones del globo.

Por encima de todo su gran valía radica en ser un territorio virgen con una flora y fauna únicas. Eso y que la Antártida representa uno de esos raros casos en que las naciones dejan sus mezquinas ambiciones de lado en pro del beneficio común. Es la gran victoria del internacionalismo; el triunfo de la cordura en detrimento de la guerra.