Orania: no es país para negros.

En 1990, cuando el Apartheid agonizaba, un grupo de 40 familias bóer lideradas por Carel Boshhoff fundó en el interior de Sudáfrica una colonia llamada Orania. Tiene 2.500 habitantes, todos blancos,  cuenta con su estación de radio y moneda propia. Allí hay mucho empleo y seguridad ciudadana. Pretende ser el germen de un futuro estado afrikáner.

Los detractores de Orania acusan a sus habitantes de ser racistas de extrema derecha, unos nostálgicos de la segregación racial. Lo cierto es que Hendrik Verwoerd, el ideólogo del Apartheid, es recordado allí como un ídolo y Frederik de Klerk, el último presidente blanco, como un traidor por haber concedido el voto a los negros a cambio de nada.

Por su parte, los residentes sostienen su deseo de preservar su herencia lingüística y cultural, y protegerse de los altos niveles de criminalidad, y que buscan el derecho a la autodeterminación según dispone la Constitución. Orania emerge como un refugio para blancos en una Sudáfrica en la que los granjeros bóers son asesinados y expropiadas sus tierras.

Por supuesto la cosa no es tan sencilla como parece. Para empezar en la actualidad la mayoría de hablantes de afrikaans es negra. Además solamente una minoría de los bóers apoya crear un país sólo para blancos. Y por si fuera poco los sudafricanos blancos están diseminados por toda la república y no son mayoría en ninguna región, lo que dificulta la secesión.

La idea de una nación de mayoría blanca en África no es nueva. Transvaal y Orange fueron un primer intento. En las postrimerías del Apartheid se planteó partir Sudáfrica: el 90% del territorio para los blancos y el 10% para los negros, repartidos en dos países pequeños.  Aún hoy se reivindica un estado afrikáner, pero sin acuerdo sobre dónde fundarlo.

Los afrikáners son los descendientes de los colonos holandeses, o bóer, los cuales hablan el afrikaans, una lengua criolla derivada del holandés. Orania está construida sobre 8.000 hectáreas de tierras de cultivo a lo largo del río Orange. En Sudáfrica existe otra colonia afrikáner, Kleinfontein, cerca de Pretoria, aunque esta aldea es todavía más pequeña que Orania.

Estado Edó: un esplendoroso legado cultural.

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El Imperio de Benín nació en el siglo XII y perduró hasta que fue anexionado por el Imperio Británico en 1897. A lo largo de sus 700 años llegó a ser uno de los estados más desarrollados de África, aunque basó su prosperidad en la venta de esclavos a los europeos. En el siglo XVII, en la cumbre de su apogeo, llegó a ocupar unos 90.000 km2.

El Reino de Benín desarrolló el arte escultórico más importante de África, con preciosas figuras de bronce y marfil. Sus murallas llegaron a tener 16.000 km de extensión (es la estructura humana más larga jamás construida por el hombre, cuatro veces mayor que la Gran Muralla China) y protegían un territorio de más de 6.500 km2.

En la actualidad aquel viejo imperio forma parte de Nigeria y su nombre es Estado Edó. Su capital es Benín City (no confundir con la República de Benín). Pese a que Nigeria es una república federal, el Estado Edó es un reino y su monarca es el oba de Benín, un rey muy querido y respetado por el pueblo, y una voz muy autorizada en el país.

Las viejas glorias quedan ya muy lejanas y a día de hoy el Estado Edó es muy pobre, tanto es así que muchos jóvenes emigran a Europa en busca de oportunidades. La gente ansía ganar dinero a toda costa, aunque sea por medios deshonestos. Un refrán local lo dice todo de su forma de ser: «Si el dinero llega a casa, no preguntes de dónde salió».

En el Estado Edó se habla inglés, edó y otras muchas lenguas. El edó es el idioma nacional y su salud es mejor que la de muchas lenguas minoritarias europeas. La gente lo habla más que el inglés y es muy habitual escuchar el edó en radios, televisiones, discos, cantantes, festivales, series y hasta películas. La Biblia se ha traducido a ese idioma.

La sociedad mezcla creencias cristianas y animistas, por lo que los adivinos o babalaos son tan respetados como los pastores. Días antes de Navidad el pueblo celebra el Igué, su fiesta grande, un espectacular festival de música, danzas y llamativos vestidos multicolor. Sin duda, el Estado Edó atesora uno de los mayores legados culturales de África.

Cabilia: el orgullo de ser bereber.

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Su nombre tradicional, Tamurt Idurar, significa «el país de las montañas». Y es que allá mismo, en las montañas, en la cordillera del Atlas y a orillas del Mar Mediterráneo, se encuentra un indómito e irreductible pueblo bereber, la Cabilia, al noreste de la República de Argelia. Es una histórica región aislada, marginada y pobre.

Los bereberes son los pieles roja del Magreb. Pero en el siglo VII llegaron los colonos árabes y con ellos el islam. La reina bereber Kahena lideró la resistencia contra los invasores pero finalmente éstos conquistaron la Cabilia. Por allí han pasado dinastías como los fatimíes y los ziríes y colonos como los otomanos y franceses.

El cabilio es un pueblo con lengua y cultura propia. Los lugareños hablan el idioma cabilio, que es una lengua bereber, y se resisten a emplear el árabe. También utilizan el francés, como vestigio de un pasado colonial. El 95% profesa el islam suní, aunque, curiosamente, los movimientos nacionalistas son de corte laico.

Pese a ello, tanto árabes, como franceses y argelinos forzaron la arabización de los cabilios. Por ejemplo, en su día se primó el derecho árabe sobre el bereber, se asignaron apellidos árabes a los cabilios y se fomentó un proceso de marginación política y económica y una sustitución lingüística y cultural para borrar su cultura propia.

Es éste un pueblo muy reivindicativo. En 1980 los nativos protestaron contra las leyes de arabización de Argelia. Hubo alborotos y huelgas contra un sistema educativo arabizante. Desde la Primavera Bereber de 1980 los cabilios han sido los grandes impulsores del reconocimiento de la cultura y lenguas bereberes en toda África.

Hoy el cabilio se estudia en las escuelas y los idiomas bereberes son reconocidos como nacionales en Argelia, pero no como oficiales. Los cabilios son ciudadanos de segunda y claman por la independencia. Desde 2001 viven en un estado de desobediencia civil constante en protesta por la marginación y la miseria. La lucha continua.

Argelia: un pueblo abierto al mundo.

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Por el territorio de la actual Argelia han pasado bereberes, árabes, omeyas, fatimíes, ziríes, almohades, mudéjares… Tras la conquista musulmana -siglo VII- se impuso el árabe y el islam allí. Por siglos fue un puzzle de tribus y reinos de taifas dominado por españoles y turcos y luego una colonia francesa de 1830 a 1962.

Argelia nació ese año como nación independiente tras una cruenta guerra (1954-1962), cuyo recuerdo es un trauma nacional. Los franceses habían transigido con la secesión de varias de sus colonias, pero hicieron lo imposible por retener a Argelia por la fuerza y cometieron auténticas monstruosidades en el intento.

Desde 1963 fue una dictadura comunista que promovió la arabización de los bereberes y nacionalizar empresas. En 1989 llegó la democracia y tres años después los islamistas ganaron las elecciones pero el ejército las suspendió, tras lo cual hubo miles de muertos. El militar es el auténtico poder en la sombra hasta hoy.

El árabe clásico es el idioma oficial del estado, pero la gente habla árabe argelino (distinto del clásico), lenguas bereberes (reconocidas como nacionales, pero no como oficiales) y francés. Hay un 70% de árabes frente a 30% de bereberes, y el 70% habla francés como segunda lengua. El 99% de los argelinos profesa el islam suní.

Argelia lo tiene todo para ser una potencia regional: es una de las naciones más modernas de África;  el estado más grande del continente desde la partición de Sudán en 2011; tiene petróleo, gas y otros recursos; una población muy joven y un inmenso potencial turístico por explotar. Pero el país no despega; es corrupto y pobre.

El norte fértil occidentalizado o el sur árido tradicional. Árabes o bereberes. Magreb o Mediterráneo. Playa o desierto. Comunismo o islam. Cerveza o sharia. Existen muchas Argelias dentro de Argelia. Pero en general, se trata de gente abierta al mundo. Y solidaria… Que se lo pregunten a los refugiados saharauis de Tinduf.

Rif: un pueblo marginado.

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El Rif es una región montañosa en el norte de Marruecos, aislada y desfavorecida. Los bereberes han sido los pobladores tradicionales de esa zona, hasta la fecha de hoy. En 710 Salih I ibn Mansur fundó el Reino de Nekor en el Rif. Duró hasta 1019. La colonización árabe -siglo VII- supuso arabizar su cultura y la llegada del islam.

De 1912 a 1956 fue protectorado español. Los rifeños obtuvieron una gran victoria sobre los españoles en la Batalla de Annual (1921), lo que derivó en una breve independencia (1921-1926). En 1956 llegó la independencia definitiva, pero también el retorno a Marruecos, al que, contra su voluntad, pertenecieron por siglos.

El rey Hassan II de Marruecos condenó al Rif al ostracismo político, al etnocidio lingüístico y cultural, para tratar de asimilarlo y hacer olvidar su historia. Pese a ello, todavía existen muchos rifeños puros, apegados a sus raíces, que apenas han sido alterados por los colonos franceses, españoles y marroquíes en todo este tiempo.

Rif es una palabra árabe que quiere decir orilla o margen. Y es que el país tiene excelentes playas y un inmenso potencial turístico desaprovechado. Allí es legal el cultivo del quif o cannabis, pero no transformarlo en hachís ni el narcotráfico. Es una zona pobre y abandonada por el Gobierno, que malvive del pastoreo y la droga.

Muchos rifeños tienen aspecto europeo, con piel, pelo y ojos claros. Se dividen en tribus llamadas cabilas. Practican el islam suní y tienen un idioma propio, el rifeño, que es una lengua bereber. También se habla árabe, francés y español. La marginación persiste pero ahora al menos se permite aprender el rifeño en la escuela.

Cabe aclarar que no debemos confundir la región política de Rif -de la cual hablamos- con las montañas del Rif, una región geográfica mayor que cuenta con el mismo nombre. El Rif político comprende cinco provincias marroquíes (Alhuceima, Nador, Driouch, Berkane y Taza) y reclama la ciudad española de Melilla.

Marruecos: el último reino en el Magreb.

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Por aquí han pasado bereberes, árabes, almorávides, almohades… Marruecos como tal nace en 1666, cuando la dinastía alauita unió bajo su mando diversos reinos hasta entonces divididos. En el siglo XIX fue colonizado por Francia y España, pero se independizó en 1956. Rabat se anexionó el Sáhara Occidental en 1975.

La historia del país es la de una familia real que por siglos lo ha gobernado como si fuera su cortijo. Es la única corona superviviente del Magreb y lo es gracias a su gran capacidad de adaptación. Pasó de monarquía absolutista a parlamentaria y últimamente ha abierto bastante la mano en cuanto a las libertades y derechos civiles.

La Familia Real alauita controla todos los negocios allí. Marruecos es como una empresa y el rey su propietario. Para distraer a la gente de su atraso y su miseria, a menudo se apela al sueño expansionista de un Gran Marruecos que incluiría no sólo el Sáhara Occidental, sino también las Islas Canarias, Mauritania, Ceuta y Melilla.

Es un estado situado en el Magreb, bañado por el Mediterráneo y por el Atlántico, y una de las naciones más bellas y modernas de toda África. Pese a ello, hay gran pobreza y corrupción y oleadas de marroquíes emigran a España y Francia buscando una vida mejor. La economía es eminentemente artesanal, pesquera y agrícola.

En esta patria predomina la cultura árabe. En el pasado hubo un intento de arabizar a los bereberes -los pieles roja del Magreb- y borrar su identidad, pero fue infructuoso. Desde su independencia, Marruecos vive un florecimiento de la cultura propia y mantiene una gran rivalidad política con sus vecinos, Sáhara y Argelia.

El árabe clásico y el bereber son oficiales, el francés se usa en la enseñanza y mucha gente domina también el español. Hay una poliglosia en la que el árabe clásico y el francés son lenguas de primera y el árabe popular y el bereber de segunda. El islam llegó a la región en 682 y el 98% de este pueblo es musulmán suní.

Mauritania: el bastión de la esclavitud.

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Por el territorio que corresponde a la actual Mauritania han pasado infinitud de pueblos: bafours, soninké, bereberes, árabes, wagudianos… Fue colonizada por Francia en 1902 y se independizó en 1960.  Durante el tiempo del imperialismo perteneció al África Occidental Francesa y apenas fue desarrollada por los colonos galos.

Hoy es un país pobre y corrupto. La esperanza de vida es de 53 años y la edad media de 17, lo que habla de una impresionante explosión demográfica. Poca gente sabe leer y escribir. El 20% de la población vive con menos de un euro diario. Es éste un régimen islamofascista que no respeta libertades ni derechos civiles.

Hay fuertes tensiones entre quienes conciben Mauritania como una nación árabe y los que desean una sociedad más plural. Se habla árabe (oficial y nacional), francés (lengua franca no oficial), fulani, soninké y wólof (idiomas nacionales), además de otras muchas lenguas locales. El 99% de mauritanos es musulmán suní.

Mauritania es el gran bastión de la esclavitud, que no se prohibió hasta 1980 pero aún hoy se esclavizan negros. Es el país con mayor porcentaje de esclavos del mundo (entre un 10% y un 20% del total de la población). Los dueños compran, venden, alquilan, regalan o dan en herencia a los esclavos y el Estado hace la vista gorda.

La República Islámica de Mauritania es un país de África Occidental invadido por el desierto del Sáhara excepto en una pequeña banda litoral. Las gentes del desierto son nómadas dedicados al comercio y la ganadería. Muchos residen en jaimas que se montan y desmontan. Son muy hospitalarios y viven como clanes tribales.

Aunque el 90% de su territorio es desierto puro y duro casi toda la población se concentra en la costa y se dedica a la pesca. Hace muy poco, en sus aguas se ha descubierto petróleo y gas. Es éste un pueblo que vive de espaldas al desierto y de cara al mar, sabedor de que los océanos de arena son la muerte y los de agua la vida.

Casamance: la promesa incumplida.

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La Casamance es el área de Senegal justo al sur de Gambia, en la zona del río homónimo. Es una región de clima subtropical con hermosas montañas y playas de gran atractivo para el turista. Es un país pequeño que arrastra un gran sufrimiento a causa de una promesa incumplida; es un pueblo que anhela ser libre.

Fue sometida a la colonización portuguesa y francesa. Su frontera fue delimitada en 1888 cuando Portugal perdió su dominio en favor del Senegal francés. Casamance conserva un criollo luso, y tiene tiene más en común con Portugal o con Guinea-Bisáu (nación que apoya su independencia) que con Senegal o Francia.

No son éstas las únicas diferencias. Los diola son el grupo étnico dominante en Casamance, pero sólo son el 4% del total de la población de Senegal, dominada por los wólof. Por si fuera poco, existen muchos cristianos en Casamance, cosa que choca con Senegal, sociedad que mayoritariamente abraza la bandera del islam.

El conflicto de Casamance comienza en 1982 y dura hasta la actualidad. Se trata de una guerra civil de baja intensidad que se ha librado entre el Gobierno de Senegal y el Movimiento de Fuerzas Democráticas de Casamance.  Enfrenta a ambos por la independencia de la región. ¿Pero cuáles son las raíces históricas del conflicto?

En 1960, poco antes de la independencia senegalesa, el primer presidente de Senegal, Léopold Senghor, prometió a los líderes de Casamance que si se unían a su país por 20 años, luego ellos tendrían su propia independencia. Confiaron en Senghor -un reputado intelectual de la causa negra- pero éste incumplió su promesa.

En 1982 comenzaron las manifestaciones independentistas en Casamance y en 1985 se formó un brazo armado. En todo este tiempo ha habido miles de muertos, decenas de miles de desplazados y varios altos el fuego efímeros. Aún hoy, Senegal niega a Casamance la autodeterminación e incluso la autonomía. El conflicto continúa.

Gambia: la Costa de la Sonrisa.

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Es una república del África Occidental rodeada completamente por Senegal excepto en la desembocadura del río Gambia, que va a parar al Atlántico y da nombre al país. Fue parte de los imperios de Wagudu y de Shongai. Es el estado más pequeño del África continental, llamado la pequeña Jamaica por su afición al reggae.

Por siglos fue un gran mercado de esclavos, manejado por Portugal, Curlandia o Reino Unido. Casi tres millones de siervos fueron enviados desde esta región a las colonias de América. Famoso es el esclavo Kunta Kinte. En el siglo XVIII y XIX Francia y Reino Unido lucharon por Gambia y los británicos se llevaron el gato al agua.

Sus caprichosas y alargadas formas se deben a un acuerdo en 1889 entre ambas potencias por controlar la ribera del país. Se cuenta que las fronteras fueron trazadas por los cañonazos a babor y estribor de un barco británico que navegaba por el río Gambia, que es eje vertebrador de esta tierra, la cual es muy fértil y muy llana.

En 1965 se independizó del Reino Unido. En este tiempo ha tenido una relativa estabilidad política, a excepción de un corto período de dictadura militar en 1994. En 1982 formó junto con Senegal la Confederación de Senegambia, desaparecida en 1989. Gambia, en teoría democrática, es en realidad una dictadura corrupta y pobre.

En cuanto a la economía, esta patria no tiene oro ni petróleo ni coltán -bienes que poseen otras naciones africanas pero que disfruta una pequeña minoría- pero tiene paz y la goza todo el mundo. La agricultura de subsistencia emplea al 75% de la población y la pesca y el turismo constituyen sus principales fuentes de ingresos.

Gambia es una macedonia de etnias, cada una con lengua y cultura propia.  El inglés es el idioma oficial.  Hay un 90% de musulmanes suníes y se persigue a homosexuales y brujos. Pese a haber sufrido tanto a lo largo de la historia, destaca la extrema amabilidad de sus gentes, lo que ha valido el mote de la Costa de la Sonrisa.

Senegal: un canto a la negritud.

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Senegal es una república del África Occidental y debe su nombre al río homónimo. Combina zonas desérticas con otras donde se concentra gran población. El islam se instaló en la zona en el siglo XI y hoy el 95% de locales son musulmanes, muchos sufíes. Senegal es la heredera del Imperio Wólof, que existió de 1360 a 1890.

Portugal, Holanda e Inglaterra compitieron por el control de la región desde el siglo XV, la cual era un gran centro de esclavos. Finalmente Francia se hizo con la colonia. En 1959 Senegal y Sudán francés formaron la Federación de Mali, que se convirtió en un estado independiente y se disolvió ese mismo año en Senegal y Mali.

Dakar es la capital y se encuentra en el punto más occidental del país. Es una ciudad mundialmente famosa por el rally París-Dakar.  Antes, San Luis fue la capital del África Occidental Francesa y del propio Senegal. Fue una de las más importantes urbes del continente hasta que la capitalidad se mudó a Dakar en 1902.

Léopold Senghor, un gran poeta nacional que cantó a la negritud, fue elegido su primer presidente. Senegal y Gambia pretendieron crear la Confederación de Senegambia en los 80 pero apenas duró.  Y pese al separatismo de la sureña región de Casamance, Senegal es una de las democracias más consolidadas de África.

En cuanto a la economía, el país tiene minería, agricultura y pesca. Sufre un elevado desempleo crónico y hay grandes desigualdades. Tiene una alta tasa de natalidad, y es una nación pobre, corrupta y atrasada que vive gracias a la ayuda exterior. El acceso a la educación, a la salud, a la luz y al agua potable es difícil y caro.

Es un estado multiétnico, con muchas lenguas y culturas. El francés es el idioma oficial y la gente lo usa mucho, pero el wólof es el idioma nacional. Senegal es un canto a la negritud; una gente orgullosa de su sol, su desierto, sus playas, sus raíces, su cultura y raza, que narra historias que mantienen viva la tradición de un pueblo.

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