
Sales a la calle y sólo encuentras amargura en las caras de la gente. Te encuentras con algún conocido y le preguntas qué tal le va y te dice que bien… mientras te mira con unos ojos que delatan una tristeza infinita. Ya es algo cotidiano ver colas de gente a la puerta del Cáritas, a la espera de que le den un par de bolsas de comida. A todas horas te encuentras con personas que van escarbando por los contenedores de la basura a ver si hay algo de suerte y el supermercado de la esquina ha tirado allí algunos alimentos caducados con los que poder llenar la panza. Somos los subcampeones del continente en malnutrición infantil, hasta el punto de que las becas del comedor escolar son la única oportunidad de tomar un plato de caliente una vez al día para muchos niños. Dicho así, parece que estuviera pintando un retrato de África pero no, todo esto está pasando en España.
Me encuentro con jóvenes universitarios que emigran a Londres a fregar letrinas porque aquí no hay futuro; padres de familia que llevan ya seis años en el paro y que han perdido toda esperanza de volver a tener un empleo algún día; jubilados a los que no se garantiza el futuro de sus menguantes pensiones. Cada vez más hombres tienen que ir a robar pimientos y melones a los campos porque a esto les ha empujado los recortes del Gobierno. Cada vez más mujeres normales se dedican a la prostitución porque no les queda ninguna otra salida. Y además los bancos -a los que los gobiernos del PPSOE han dado 200.000 millones de euros de dinero público que nunca devolverán- echan a las calles a familias enteras por no poder seguir pagando la hipoteca. Pero no les basta con quitarles la vivienda; los desahuciados deben seguir pagando al banco la diferencia que quede por saldar.
Veo a políticos robando a manos llenas, abriendo cuentas en paraísos fiscales porque casi con toda seguridad saldrán de rositas. En el peor de los casos cuatro años al talego y luego a vivir la dolce vita con la pasta que nunca devolverán. Veo grandes multimillonarios tributando al 1% en las SICAV mientras que la clase media está abrumada de impuestos y mucha gente debe trabajar en negro porque de lo contrario las cuentas no le salen. Veo a las mafias eléctricas invocando el fraude del déficit taritario para subir el precio de la luz cuanto y cuando les dé la gana. Veo niños estudiando en barracones prefabricados que se inundan cuando llueve. Veo un sabotaje intencionado de la sanidad pública para privatizarla y venderla a precio de saldo al amiguete de turno. Veo como con cada nueva ley perdemos derechos civiles, laborales y sociales que nos costaron siglos de lucha ganar.
Yo quiero vivir en un país digno, con igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades para todo el mundo, donde se garantice el estado del bienestar y se incentive la inversión privada. Yo no quiero vivir en un país en el que tener un empleo significa ser un esclavo y tener que estar eternamente agradecido a tu patrón. Yo quiero una nación industrial y avanzada, que invierta en I + D, y no que se conforme con servirle copas a los turistas británicos. Quiero una sociedad moderna, próspera, pacífica, culta e igualitaria, no una colonia de Alemania. Pero para ello, la gente debe asumir su culpabilidad. No podemos echar pestes de los políticos y luego olvidar que somos los ciudadanos quienes los elegimos. Elección tras elección, votamos por ladrones y luego nos quejamos de que nos roban. Tenemos lo que nos merecemos. Tenemos lo que hemos elegido. A disfrutar de lo votado.
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