Falacia atea: La ciencia lo demuestra todo; lo explica todo, lo puede todo.

Agradecimientos a César Andrés Cazal de Asunción, Paraguay.

Los ateos, en su necedad, idolatran la ciencia humana, la han puesto en los altares y la adoran como a una nueva divinidad. Existe la creencia bastante extendida de que la ciencia humana puede solucionar todo y si no puede ahora lo hará en el futuro. Es tan sólo cuestión de tiempo.

El doctor Peter Atkins, químico ateo, llegó a afirmar que la ciencia es omnipotente y puede explicarlo todo.En el fondo subyace la falacia de hacer ver que el ateísmo es sinónimo de intelectualidad y ciencia, y que creer en Dios resulta ilógico ya que parte del miedo a la muerte y no del juicio racional.

Pero hay un buen número de cosas que la ciencia no puede demostrar y que sin embargo son aceptadas racionalmente por todo el mundo. El filósofo cristiano William Craig nos enumera cinco de ellas:

1) Las verdades lógicas y matemáticas no pueden ser probadas con la ciencia, de hecho la ciencia presupone la lógica y las matemáticas por lo que pretender demostrarlas mediante la ciencia sería razonar circularmente.

2) Verdades metafísicas. «Existen otras mentes como la mía», o «el mundo externo es real» o «el pasado no fue creado hace cinco minutos con apariencia de pasado» son creencias racionales pero que la ciencia no puede probar.

3) Creencias éticas sobre valores. No puedes probar con la ciencia si lo que hicieron los científicos nazis en los campos de concentración fue malo en contraste con lo que se hacía en las democracias.

4) Los juicios estéticos. No son accesibles al método científico porque tanto «lo bello» como «lo bueno» no pueden ser probados por la ciencia.

5) Finalmente, la propia ciencia no puede ser justificada con el método científico. La ciencia está permeada de muchos presupuestos. Por ejemplo, toda la Teoría Especial de la Relatividad se basa en la suposición de que la velocidad de la luz es constante en una dirección entre dos puntos A y B, pero eso no puede ser probado estrictamente. Simplemente aceptamos eso para que la teoría tenga validez.

Ninguna de estas creencias puede ser  probada científicamente y sin embargo todos las aceptamos y seguimos siendo racionales.

Además, hay determinadas cuestiones sobre las cuales la ciencia simplemente no es competente para demostrar si son ciertas o falsas. El matemático Kurt Gödel enunció el Teorema de la Incompletez que afirma que existen aseveraciones cuya verdad/falsedad no vamos a poder demostrar nunca.

Gödel parte de la base de que todo sistema intelectual está basado en una serie de axiomas que damos por válidos… Entonces, para que el sistema no tenga fallos ni contradicciones debe contar con un finito número de axiomas, lo cuál lo convierte en incompleto ya que no podrá explicar otros interrogantes que escapan al sistema. Por contra, si ampliamos el sistema para que sea capaz de explicar un mayor número de interrogantes, entonces aparece una serie de paradojas y contradicciones que invalidan el sistema.

Dicho con palabras sencillas: la ciencia humana no puede demostrar la existencia de Dios. Que haya un Dios puede ser una tesis verdadera o falsa, pero en ambos casos es indemostrable científicamente. Que la ciencia no pueda probar la presencia de un Ser Superior no prueba la ausencia de Éste, sino más bien lo limitado de nuestra ciencia; algo que muchos ateos, por orgullo, se niegan a admitir.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Si hubiera un Dios nos daría pruebas irrefutables de su existencia.

Uno de los argumentos que los ateos repiten con más fuerza es la falta de señales visibles, indiscutibles, acerca de la existencia de Dios. Al fin y al cabo si hay un Creador ¿qué le costaría hacer algo lo suficientemente contundente para que a nosotros, sus criaturas, no nos quedara ni la más mínima duda acerca de que Él existe?

Dice la Biblia que quien viendo la creación niega la existencia de Dios es un necio. Además, también en nuestros días asistimos a algunos milagros cotidianos. Pero o bien la incredulidad humana es demasiado grande o bien esas señales no son lo suficientemente indiscutibles, porque nos seguimos preguntando si Dios existe o no.

Yo soy un gran aficionado a la lectura de tebeos. Uno de mis personajes favoritos es el mutante Magneto, un supervillano cuyo gigantesco poder para controlar el electromagnetismo es sólo comparable a su extraordinaria ambigüedad moral.  Si alguien así existiese en la vida real, podría conquistar el planeta entero en pocas horas.

En la película X Men  III: The Last Stand , inspirada en los cómics de X Men, se puede ver multitud de escenas espectaculares. Una me impactó especialmente: con sólo apuntar con su mano, Magneto arranca de sus cimientos el Golden Gate de San Francisco y hace que sobrevuele la ciudad, flotando como si fuera un globo.

Por supuesto Magneto es un personaje de ficción. Pero si fuese real, si viésemos a alguien capaz de hacer flotar en el aire un puente de miles de toneladas o de otras cosas semejantes… claramente diríamos de él que es Dios…. Porque al fin y al cabo ¿quién más podría tener poder suficiente para obrar prodigios de semejante calibre?

El ser humano tiene hambre de Dios. Anhela contemplar una señal indiscutible que le certifique que hay un Creador. En la lógica humana, hay que ver para creer. Pero Dios no tiene lógica humana. Tiene lógica divina, que funciona justo al revés que la nuestra. Para el Señor hay que creer para ver. Y ahí entra en juego la fe.

Decía el célebre científico Blaise Pascal que cuando Cristo vino al mundo debía obrar milagros lo suficientemente explícitos como para que la gente creyera en Él como mesías pero al mismo tiempo que no fuesen tan exageradamente explícitos como para que absolutamente todo el mundo se percatara de Él que era Dios mismo.

Jehová no es un mago que se saca conejos de la chistera. Él podría hacer que el Golden Gate flotara por encima de nuestras cabezas y otras cosas aún mucho más impresionantes para que no nos quedara ninguna duda al respecto de su existencia. Pero entonces ya no habría lugar para la fe. Y Dios nos pide creer para ver.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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¡Dios salve a Hungría!

¿Qué pasa cuando los cristianos votan por un partido genuinamente cristiano? Pues que se promulgan leyes cristianas. Llegan de Hungría noticias alentadoras de cómo una nación puede rebelarse en medio de una Europa atea, inmoral y relativista. Recientemente se ha modificado la Constitución Húngara gracias a los votos del partido conservador Fidesz del primer ministro Viktor Orban, que gobierna el país con una mayoría de casi tres cuartas partes del Parlamento nacional.

El nuevo texto reconoce la importancia histórica y cultural del cristianismo en Hungría, dice que el matrimonio es «la unión de un hombre con una mujer», no penaliza expresamente la discriminación por motivos de orientación o sexual y llama a proteger al ser humano desde el momento de la fecundación. O sea, que el aborto, la investigación con células madre embrionarias, el gaymonio y el lesbimonio se van al carajo. El país pasará de llamarse «República Húngara» a «Hungría».

«Que Dios bendiga a los húngaros». Con este simbólico saludo comienza la Constitución magiar, que entrará en vigor en 2012. Por supuesto, esto no ha sentado nada bien en esa camarilla de masones y anticristianos que es la Unión Europea (UE), que se rasga las vestiduras por la nueva Carta Magna aunque por otro lado, jamás llamó la atención a Hungría por ser la Meca del cine porno. Confío en que el pueblo húngaro no se arrodille ante las presiones fascistas de la UE.

El primer ministro Orban es un gran hombre, muy valiente (pues se enfrenta nada menos que a Alemania) y estará en mis oraciones por lo que ha hecho en su país. Ojalá tuviésemos en toda Europa más políticos íntegros como él. Por desgracia, aquí los cristianos votan por partidos políticos que fomentan el aborto, la telebasura y el homosexualismo. Es por ello que un gigantesco maremoto de inmundicie se abre paso a través de nuestras ciudades y barrios para inundarlo todo.

Católicos  y evangélicos deben unirse en defensa de los valores cristianos que  le son comunes (obviamente, en el resto de cosas no) porque existe, de hecho, una alianza (antinatura, pero alianza) de ateos y musulmanes para descristianizar Europa. Es muy triste que el voto católico o el evangélico no se diferencie en nada del voto ateo, homosexual o islamista. Si no empezamos a votar en conciencia, muy pronto los cristianos seremos perseguidos y hasta encarcelados por nuestra fe.

Falacia atea: Dios no existe porque nadie explica su origen.

El escritor ateo Richard Dawkins explica en su libro El espejismo de Dios lo que el mismo llama «su argumento central» . Dawkins considera que no puedes inferir que existe un Diseñador del Universo basándote en la complejidad del Universo porque eso nos lleva a otra pregunta: ¿quién diseñó al Diseñador? y por tanto esto deja la complejidad cósmica y biológica sin explicación válida (un argumento que, como veremos, si lo diéramos por válido destruiría la ciencia). El profesor William Lane Craig replica que para aceptar que una explicación es la mejor, no necesitas tener la explicación de la explicación y pone dos ejemplos al respecto.

El primero es que si unos arquéologos excavan en una región y encuentran artefactos tales como puntas de flecha, vasijas o hachas de guerra la explicación más lógica es que fueron construidos por alguna tribu perdida. Y que los arqueólogos no sepan nada de esta tribu, de ningún modo invalida su tesis. De igual modo, añade el profesor de filosofía William Craig a modo de segundo ejemplo, si los astronautas encontraran artefactos tecnológicos en la cara oculta de la luna, estaría justificado pensar que los creó un ser inteligente incluso aunque no tuvieran ni la más remota idea acerca de quién los puso allí o de cómo fueron diseñados.

«No necesitas tener una explicación para la explicación para reconocer que una explicación es la mejor. Podemos considerar que el diseño inteligente es la mejor explicación para la complejidad biológica sin necesidad de teorizar sobre el diseñador. Esa pregunta puede ser dejada para un debate posterior. Si para reconocer que una explicación es la mejor, necesitáramos una explicación para la explicación, esto nos llevaría a una regresión al infinito. Necesitarías una explicación para la explicación de la explicación y así hasta el infinito con lo que nunca tendrías una explicación para nada y acabarías destruyendo la ciencia», dice Craig.

Yo lo veo de este otro modo: Supongamos que encontramos La Mona Lisa, que su pintor es anónimo y que nos preguntamos por su origen. ¿Qué hipótesis es más plausible? ¿Pensar que lo hizo un artista desconocido o que el cuadro se pintó él solo y a sí mismo por casualidad? Lógicamente la primera. Y porque no sepamos el nombre del pintor, su nacionalidad o en que año pintó el cuadro, no deja de ser la más razonable. No conocemos el origen exacto de Dios (tampoco a qué dedica su tiempo libre por ejemplo) pero aún así la idea de que alguien inteligente diseñó el cosmos es más racional que pensar que el universo se autocreó a sí mismo por azar.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Si el Universo tuvo un creador, también Dios debe tenerlo.

Cuando uno le expone a los ateos que el Universo no pudo haberse originado a sí mismo, y que necesariamente ha de ser la obra de un Ser Superior a menudo replican que si el Cosmos tuvo un creador, entonces, por la misma regla de tres, también debe tenerlo Dios. ¿Quién creó al Señor? ¿Una especie de Súperdios quizás?

Pensemos por un momento en un autor y su obra: Leonardo da Vinci y la Mona Lisa. Cuando Leonardo pintó este cuadro decidió dotarlo de unas características concretas: supongamos por un momento que empleó nueve colores y un tamaño de medio metro de alto. Los datos son inventados, es tan sólo un ejemplo.

Quizás nos preguntemos ¿por qué nueve colores? ¿Por qué no empleó siete o catorce? ¿Y por qué medio metro de alto? ¿Por qué no un metro? Pues porque a Leonardo le dio la gana. Así de simple. Él, como artista, decidió dotar a su cuadro de unas características muy concretas que le dan un formato y que a su vez lo limitan.

Ahora bien ¿qué le parecería que alguien dijera «como el cuadro mide medio metro de alto Leonardo también debe medir como máximo medio metro, porque de lo contrario no cabría en el cuadro». O «si el cuadro tiene un máximo de nueve colores, entonces es imposible que Leonardo pueda vestir con ropas de diez colores».

Sería absurdo. Es Leonardo el que determina los límites de la Mona Lisa. No a la inversa. Es el artista el que limita al cuadro. Es el autor el que limita la obra. Es el creador el que limita la creación. Nunca al revés. De igual modo es Dios el que establece los límites del Universo, no el Universo el que establece los límites de Dios.

Creer que el espacio y el tiempo pueden limitar al inventor del espacio y del tiempo es tan absurdo como pensar que Da Vinci forzosamente debe caber dentro del marco de su cuadro. Que el Universo tenga unos límites determinados no significa en absoluto que deban afectar al Dios que ha creado el Universo y sus límites.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: El Universo es fruto del azar.

Los ateos nos dicen que Dios no existe, que el Universo es el fruto del azar. Un día hubo una gran explosión, transcurrieron muchos millones de años de evolución y hasta aquí hemos llegado. Los humanos existimos no por un propósito divino, sino por una combinación aleatoria de factores. Digamos que nos tocó la lotería y eso es todo. Todo cuanto existe se debe a una descomunal casualidad. Simple azar.

Podría ser. Por poder ser podría ser. Pero creo que existe más o menos el mismo porcentaje de probabilidades de que eso sea cierto como el de que tengas en el suelo un lienzo en blanco con unos botes de pintura al lado, por casualidad tropieces con uno de ellos, por casualidad la pintura de los botes se desparrame sobre el lienzo y por casualidad se pinte sola la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci.

O si se prefiere ver de otro modo: por casualidad tropiezas con uno de los botes de pintura, por casualidad la pintura de los botes se desparrama sobre el lienzo y por casualidad se forman unos manchurrones que cien mil millones de años después acaban pintando la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci. Los milagros que Dios no hace, mira por donde los acaba haciendo el azar y la evolución. Paradojas de la vida.

Si estuviéramos hablando de uno de esos cuadros  de arte abstracto que hacen ahora, uno de esos que consiste en cuatro manchas absurdas que hasta un niño de ocho años sería capaz de pintar, yo podría asumir que surgió por azar. Lo que no puedo aceptar es que me digan que la Mona Lisa es casual. Mentira, porque tiene un nivel de perfección, de inteligencia y de detalle que nunca puede salir por azar.

De igual modo si tuviéramos un universo caótico donde las estrellas se encienden y se apagan, los planetas vuelan sueltos dando tumbos y Júpiter y Saturno se acaban estrellando uno contra otro como dos trenes que impactan frontalmente, yo podría asumir que el Cosmos surgió por chiripa. Difícilmente puede haber un Creador detrás de una chapuza tal. Un Universo así sería sin duda producto del azar.

¿Pero es así el Universo? No. Primero, es extremadamente complejo (agujeros de gusano, viajes en el tiempo, múltiples dimensiones, quizás un multiverso…). Y segundo, es extremadamente ordenado: no es anárquico  sino que obedece a leyes físicas concretas y a cuatro poderosísimas fuerzas (electromagnética, gravitacional, fuerte y débil) que hacen que esté cohesionado y se mantenga en orden.

Es extremadamente complejo y pese a ello extremadamente ordenado. ¿Cuántas posibilidades hay de que algo así sea casual? Usemos la lógica, por favor. Ninguna de las cosas que en esta vida salen por casualidad cuentan con un alto nivel de perfección. Menos aún con alto nivel de perfección y alto nivel de orden. ¿Será el cosmos la excepción? La autocreación del Universo es un cuento de hadas para adultos.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Dios es comparable a los unicornios y otros seres imaginarios.

«Dawkins compara con frecuencia la creencia en Dios con una creencia infantil en Santa Claus o el Ratoncito Pérez, diciendo que es algo que todos deberíamos superar. Pero la analogía es imperfecta. ¿Cuánta gente conocen que empezase a creer de adulta en Santa Claus?» Alister McGrath (teólogo).

En este debate interminable acerca de la existencia o no de Dios, muchos creyentes afirman que los ateístas no pueden demostrar la inexistencia del Señor. Y éstos a su vez responden que resulta imposible probar que un ser imaginario no existe. Por ejemplo, no podemos demostrar la inexistencia de seres de fábula como Santa Claus, los unicornios, los dragones o la tetera voladora, y este hecho no los convierte en seres reales. Igual ocurre con Dios, en opinión del escritor Richard Dawkins.

El articulista de BiblicaMente.org advierte de la trampa que supone comparar a Dios con archiglifos voladores y otros seres de fantasía. La cuestión es que hay algo que resulta indiscutible que sí existe: la realidad; es decir, el Universo, la Tierra, las personas… Por lo tanto, el auténtico quid del debate es argumentar acerca de las causas, de los orígenes, de los fundamentos de ese Universo que está ahí. ¿Qué explicación emplean los ateos para justificar esta realidad que podemos ver?

Dice así: «Y si los creyentes afirmamos que la realidad es originada y sustentada por ‘Dios’, los ateos afirman que la realidad es originada y sustentada por el azar y la necesidad. En el fondo, demostrar la inexistencia de Dios es equivalente a demostrar la posibilidad de que el azar y la necesidad sean capaces de generar el Universo y conseguir un nivel de evolución capaz de producir seres semejantes a los humanos.  Y en esto tampoco los ateos han tenido éxito. Ni lo tendrán   jamás».

¿Qué es más lógico? ¿Pensar que Dios creó el Cosmos o que éste nació él solito por pura casualidad? «Tengo la convicción de que es muchísimo más factible demostrar que el fundamento de la realidad está una entidad inteligente (a la que habitualmente llamamos Dios) que no en la capacidad de la ‘nada’ para generar la existencia del Universo pilotada exclusivamente por el azar y la necesidad (cosa que afirma Stephen Hawking, pero sin aportar demostración)» -añade BiblicaMente-.

Y concluye: «Así, pues, en el futuro evitad el error de pedir la demostración de la ‘inexistencia de Dios’. Mejor solicitar la demostración de que el azar y la necesidad son capaces de generar el Universo (o los Universos). Ésta sí es una afirmación de los ateos, que en buena lógica deben demostrar». El razonamiento es impecable. La realidad existe, de eso no hay duda, y ver en el azar su causa es algo nunca demostrado y además menos racional y menos lógico que la tesis de que haya un Creador.

Para leer  el estupendo artículo original de BíblicaMente pinche aquí.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Dios es malvado porque creó el mal.

 

Circula en internet un espectacular vídeo publicitario del Congreso Razón y fe que la Universidad de Lima organizó en 2009. En él se ven imágenes en blanco y negro de un maestro de escuela que está hablando en alemán a sus alumnos y les dice que va a probar que si Dios existe es malo. El maestro les explica que si Dios lo ha creado todo, en ese caso también ha creado el mal, lo cual le convierte en un ser perverso. Entonces uno de los niños se pone en pie y le pregunta al maestro si existe el frío. El mentor, sorprendido, le responde que sí, que naturalmente que existe.

El niño le replica que según las leyes de la física el frío no existe, que lo que nosotros entendemos como frío es en realidad ausencia de calor. Acto seguido le pregunta a su profesor si existe la oscuridad, a lo cual responde afirmativamente. Nuevamente el niño le aclara que la oscuridad como tal no existe, que realmente es ausencia de luz y que así como no existe la oscuridad tampoco existe el mal, que Dios no ha creado el mal y éste es el resultado de que el hombre no tenga el amor de Dios en su corazón. El niño se sienta en el pupitre. Su nombre es Albert Einstein.

No sé si la anécdota es real o ficticia. Lo que sí sé es que muchos acusan Dios de malvado porque entre otras cosas creó al demonio. Pero el Señor jamás creó ningún demonio. Creó ángeles y un tercio de los cuales decidió rebelarse contra el orden del Señor. Fueron creados como ángeles pero se convirtieron en diablos por voluntad propia. De igual modo tampoco creó la maldad, que es ausencia de bien. ¿Qué sentido tiene que los humanos nos apartemos voluntariamente de Dios (como hicieron los demonios) y luego le culpemos del mal que se extiende por el orbe?

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: El sunami de ateísmo y el fin de los tiempos.

En Europa, un auténtico sunami de ateísmo se abre paso y está arrasando con absolutamente todo. En España el 15% del total de la población es atea, porcentaje que se dispara hasta el 40% en el caso de la juventud. En absolutamente todas las encuestas sobre valores que se hacen a los jóvenes, la respuesta es que conceptos como Dios, religión o iglesia tienen escasa o ninguna importancia sobre ellos. Ahora mismo ya hay naciones en Europa donde hay más ateos que creyentes -en Holanda, el 55% de los holandeses no profesa ninguna religión-. En estados como Chequia o Ucrania se dispara la apostasía sin ningún freno.

En Alemania, la patria del pastor Martín Lutero, uno de cada tres ciudadanos no cree en Dios. A modo de anécdota, contaré que hace unos años en Alzira (Valencia) se montó una iglesia bautista y al cabo de un tiempo tuvo que cerrar por falta de fieles. Alzira tiene 45.000 habitantes. En Francia o Portugal a las parroquias católicas ya sólo acuden ancianos y las catedrales sólo son visitadas por turistas, como si de un museo se tratase. El ateísmo avanza imparable, sin freno ni remisión. Como cuando un buque petrolero naufraga en mitad del mar y una apestosa mancha de aceite de desparrama sin límite y ensucia todo lo que toca.

La fiebre del ateísmo recorre el mundo. En el Reino Unido se hacen campamentos de verano para niños ateos. Los libros de autores antirreligiosos como Michel Onfray o Richard Dawkins son superventas en las librerías de Europa. En España circulan autobuses con carteles que dicen: “Dios probablemente no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”. Cada vez más personas reclaman a la Iglesia Católica que les borre de sus registros de bautismo. En EEUU los ateos demandan que el lema nacional In God we trust no aparezca en el Capitolio ni en las monedas… ¿Qué es lo que está pasando? ¿Acaso el mundo se está volviendo ateo?

El ateo en su necedad niega a Dios y piensa que el creciente ateísmo es fruto del progreso, que la descristianización de la sociedad es fruto de la modernidad. Se cree muy sabio pero se equivoca. En la Biblia ya se profetizó todo esto. La apostasía generalizada es un signo de la cercanía del fin de los tiempos. Vivimos en el tiempo de la apostasía final y de los falsos profetas. La inmoralidad, los abortos, la homosexualidad, el ateísmo, las falsas doctrinas y la maldad sólo irán en aumento hasta la aparición del Anticristo. El amor de muchos se enfriará y la fe decaerá. Todo esto es necesario que ocurra antes de la segunda venida de Cristo.

Pablo, hablando sobre este asunto, dijo: “¡Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:3). Y añade: “Pero el Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos apostatarán de la fe escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4:1). Jesús dijo: «Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:11-12). Los ateos no descubren nada que la Biblia no advirtiera hace miles de años.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Brasil: el país del futuro.

El escritor Stefan Zweig escribió: «Brasil es el país del futuro». Muchos, irónicos, añadieron: «Y lo seguirá siendo toda la vida». Lo cierto es que el actual Brasil tiene poco que ver con el de aquellas películas de denuncia social que mostraban a la corrupta policía carioca abusando de los niños de las favelas a finales de los años 90.

Ahora  la corrupción se combate, la pobreza decrece, la economía va viento en popa, la riqueza se distribuye y las diferencias sociales se achican. Tanto es así que Brasil se ha convertido en el gran gigante económico de América del Sur y organizará los primeros Juegos Olímpicos celebrados en Latinoamérica en el año 2016.

Y todo ha sido fruto de la gestión de un presidente honrado, Lula da  Silva. Nunca el país había crecido tanto. El mundo habla de milagro económico brasileño. Ahora la incógnita radica en si se convertirá en una gran potencia o en si naufragará por falta de tecnología y de mandatarios que estén a la altura de Lula.

Brasil es el quinto país en extensión y demografía del mundo, el estado con más católicos de la Tierra pero donde la revolución evangélica ya ha logrado que más del 30% de la población sea protestante. Es una nación con una espiritualidad a flor de piel donde prolifera todo tipo de religiones y sectas y el ateísmo casi no existe.

Brasil es una nación de mujeres calientes, la patria de la samba, el carnaval y la fiesta, el país de los mejores futbolistas del planeta como Pelé o Romário da Souza y cracks del baloncesto como Oscar Schmidt. Una tierra de cantautores como Joâo Gilberto o Caetano Veloso o escritores de la talla de Jorge Amado.

En Brasil el portugués suena tan dulce que enamora. Se respira como en ningún lado gracias al pulmón del Amazonas. Y se juega al fútbol como los ángeles. Brasil es maravilloso, todo el mundo lo sabe, pero ahora es también potencia emergente, un gigante que despierta. Si será algún día el país del presente sólo el tiempo lo dirá.

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