¿Por qué los protestantes rechazan la presencia literal del cuerpo y la sangre de Cristo en la eucaristía?

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Pregunta de Josep Lluís Ruano.

Ibi, Reino de Valencia. España.

«26 Mientras comían, tomó Jesús el pan, lo bendijo, lo partió y dio a sus discípulos, diciendo:

-Tomad, comed; esto es mi cuerpo.

27 Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo:

-Bebed de ella todos, 28 porque esto es mi sangre del nuevo pacto que por muchos es derramada para perdón de los pecados. 29 Os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre» (Mateo 26:26-29).

La transubstanciación es, según la doctrina católica, el acto sagrado que se produce espiritualmente durante la consagración eucarística de la misa, donde el pan (la oblea) y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Cristo por intercesión divina. Todo ello se basa en los versículos anteriores, que, dicho sea de paso, sirven también a las iglesias ortodoxas para defender «la presencia real» de Cristo en el pan y el vino. Los protestantes, en cambio, entendemos esto de forma figurada.

Si interpretamos de forma literal las palabras de Cristo, entonces debemos aceptar también que, cada vez que participan de la eucaristía, los católicos y ortodoxos se convierten literalmente en caníbales y vampiros y nadie puede decir con la Biblia en la mano que tales prácticas sean agradables a los ojos de Dios. Puestos a ser literalistas, en 1 Corintios 11:25 Cristo dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre». Así pues ¿cuál de las dos es? ¿La copa que es el pacto o el vino que es la sangre?

La transubstanciación parte de una interpretación equivocada de la Santa Biblia. Las palabras de Jesús «esto es mi cuerpo» y «esto es mi sangre» deben ser tomadas simbólicamente. De igual modo que cuando Jesús dijo: «Yo soy el pan» (Juan 6:41), «Yo soy la vid» (Juan 15:5), «Yo soy la puerta»  (Juan 10:7,9), «Yo soy el camino»(Juan 14:6), «Yo soy el buen pastor» (Juan 10:11-12), «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mateo 5:13), «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5:14), etc, etc.

Si hay presencia literal del cuerpo y la sangre de Cristo en la comunión, desde luego el apóstol Pablo no se enteró. En 1 Corintios 11.26 Pablo -después de que haya ocurrido la supuesta metamorfosis- dice: «todas las veces que comáis de este pan y bebáis de esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga». En Corintios 11:26-28 habla por tres veces de «comer el pan» y «beber de la copa». En ningún momento menciona nada de «comer de esta carne» o «beber de esta sangre».

¿Entonces quién tiene la razón? Dejemos que Cristo, quien es Dios, nos desvele el misterio. En Mateo 26:29 después de que Jesús hubiese dicho «esto es mi sangre» se refiere a los contenidos como «fruto de la vid». Si la transubstanciación del vino en la sangre hubiera ocurrido -ya que tanto la Iglesia Católica Romana como las iglesias ortodoxas afirman que ocurrió en ese preciso momento- entonces Jesús nunca se hubiera referido a ella como «fruto de la vid» sino más bien como la «sangre».

Si Dios condena las imágenes ¿por qué entonces ordenó hacer dos querubines de oro y una serpiente de bronce?

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Pregunta de Josep Lluís Ruano.

Ibi, Reino de Valencia. España.

Cuando alguien acusa a los católicos de idolatrar imágenes, vírgenes y santos, a menudo recurren a dos pasajes de la Santa Biblia para defender su política de venerar imágenes y esculturas. En el primero Yahvé ordena a Moisés construir dos querubines de oro (Éxodo 25:18-20) y en el segundo le ordena hacer una serpiente de bronce (Números 21:4-9). ¿Por qué mandaría el Señor tal cosa? ¿Se contradice Dios a sí mismo cuando prohíbe hacer imágenes (Éxodo 20:3-5)? ¿Los querubines y la serpiente son comparables a las imágenes a las que los católicos rinden culto con mariana devoción en sus procesiones? No. Hay cinco diferencias claras.

1) Los querubines fueron hechos para uso decorativo u ornamental y la serpiente para mostrar al pueblo el poder de Dios en un caso muy concreto.
2) Ambos fueron instituidos por Dios.
3) En ningún caso funcionaron como mediadores entre Dios y su pueblo.
4) Estas figuras no fueron hechas para que la gente las adorara, las venerara, les rindiera culto e se inclinara ante ellas, porque en tal caso se convierten en ídolos, y detrás de cada ídolo se esconde un demonio.
5) Dios no prohíbe todas las esculturas e imágenes, porque si no Él mismo se contradeciría. El Señor no tiene ningún problema con una imagen (una foto, un cuadro, una escultura, una obra de arte, un dibujo, un tebeo, un film, etc) siempre que ésta sea considerada un mero objeto que no incumpla el punto anterior.

No está de más recordar el Segundo Mandamiento de la Ley de Dios que Yahvé entregó a Moisés: «No te harás imagen ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas ni debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni las honrarás (…)» (Éxodo 20:4-5). Un mandamiento por cierto que la Iglesia Católica oculta en sus propios y manipulados Diez Mandamientos. Lo más increíble de todo esto es que la misma Biblia católica dice: «Por esto, queridos hermanos, huid de la idolatría» (1 Corintios 10:14) y Cristo dijo: «¿Por qué me llamáis «Señor, Señor» y no hacéis lo que yo digo?» (Lucas 6:46).

Polonia: la nación mártir.

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Polonia proviene de «pole» (campo) y de «polano» (campesino). El nombre es muy apropiado ya que se trata de un histórico pueblo de labradores. Pero sobre todo es un país milenario en constante lucha por su identidad e independencia, símbolo de la insurrección por excelencia y del irrenunciable derecho a ser una nación libre.

Polonia es una gran llanura sin defensas naturales situada entre dos potencias. Fue atacada mil veces, repartida como un pastel, incluso hubo épocas en las que dejó de existir. Invadida por franceses, suecos, prusianos, alemanes, austríacos, austro-húngaros, rusos, soviéticos o turcos, es un auténtico milagro que exista hoy.

El 95% de los polacos es católico, en parte porque la Iglesia Católica ha estado del lado del pueblo cuando ha sido invadido; aquí patria y religión son una misma cosa. Esta sociedad ha sufrido muchísimo y se ve a sí misma como una nación mártir. El polaco Juan Pablo II fue el primer Papa no italiano en casi cinco siglos.

Antes el 35% de la población pertenecía a minorías étnicas pero en 1945 la Unión Soviética se anexionó el oriente de Polonia (donde vivían ucranianos, bielorrusos y lituanos) y a cambio le dio parte de Alemania. Los polacos expulsaron a los alemanes y el resultado actual es una patria algo menor pero homogénea en un 98%.

Aunque se ha desarrollado bastante la industria y la minería, Polonia es todavía un país muy rural y muy contaminado. Es también un estado fuertemente centralista en el que tan sólo Silesia reclama autogobierno y en el que además del polaco, se habla el kashubo, una lengua en peligro de extinción al oeste de Gdansk.

La nación mártir tiene la segunda lengua y literatura eslavas más importantes, tras el ruso. Además, la cultura polaca ha dado al mundo talentos de renombre. Por ejemplo Jan Kochanowsky, Nicolás Copérnico, Frédréric Chopin, Marie Curie, Lech Valesa o Roman Polanski son algunos de sus hijos más ilustres.

¿Sabías que la mitad de los Papas no italianos en 500 años es de Valencia?

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Agradecimientos a Joan Ignaci Serrano de Vinalesa (Reino de Valencia).

La figura del Papa es una de las más importantes del mundo, por lo que conlleva como líder espiritual de la Iglesia Católica y como Jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Históricamente los Papas han nacido en Roma o en la Península Itálica. De hecho, desde 1455 hasta 2005 ha habido 56 Papas. Tan sólo cuatro de ellos han sido no italianos y la mitad nació en el Reino de Valencia.

El primero de los valencianos fue Anfós de Borja (Xàtiva, La Costera,1378), quien fue Papa entre 1455 y 1458 bajo el nombre de Calixto III. El segundo -y último hasta la fecha- nació en Xàtiva en 1432; se trata de Rodrigo de Borja, más conocido como Alejandro VI, Papa entre 1492 y 1503. Ambos fueron líderes inmorales y corruptos -en un tiempo en que todos los Papas lo eran- pero también grandes mecenas de la cultura. En aquel tiempo se hablaba valenciano en la corte papal de los Estados Pontificios.

Los otros Papas no italianos han sido el holandés Adrian Boeyens, Adriano VI (1522-1523) y el polaco Karol Wojtyla, Juan Pablo II (1978-2005).

Con la llegada incluida de Juan Pablo II en los tiempos modernos, sólo hubo cuatro Papas nacidos fuera de la Península Itálica en 500 años (entre los siglos XV y el XX) y dos eran valencianos. Esto muestra la gran importancia del Reino de Valencia y de su papel en la historia.

¿Es Pedro la roca sobre la que se edifica la Iglesia?

“13Al llegar Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:

—¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?

14 Ellos dijeron:

—Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas.

15 Él les preguntó:

—Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

16 Respondiendo Simón Pedro, dijo:

—Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

17 Entonces le respondió Jesús:

—Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18 Y yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no la dominarán. 19 Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos. 20 Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era Jesús, el Cristo. 21Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día. 22 Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirlo, diciendo:

—Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!

23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro:

—¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (Mateo 16:13-23).

*    *    *

A partir de este pasaje del Evangelio de Mateo, el Vaticano sostiene que Cristo es el fundador de la Iglesia Católica, que edifica sobre Pedro, que sería el primer Papa de la historia. El catolicismo romano considera que su Iglesia es la única válida, la única instaurada por Jesucristo, que fuera de ella no existe la salvación y que es un hecho lastimoso que los hermanos separados (léase, los cristianos evangélicos) no reconozcan un hecho tan palmario y notorio como que la Iglesia se edifica sobre la figura de Pedro (y claro, por añadidura sobre sus sucesores de Roma).

¿Pero es esto así realmente? Los católicos argumentan que Jesús cambia el nombre de su discípulo Simón bar  Jonah en Cefas o Pedro, pero actúa igual en todos los cambios onomásticos registrados en la Biblia (Abram-Abraham, Saray-Sara, Jacob-Israel, Oseas-Josué (que es lo mismo que Jesús dicho sea de paso), etc. Esa mutación implica una nueva realidad, una nueva función. Simón bar Jonah se convertirá en aquel que primero manifestará al mundo quién es la piedra angular del Templo de Dios (lo cual no significa que él sea la roca o piedra).

Debemos aclarar que Petros (Pedro en griego) no es lo mismo que Petra (piedra, roca en griego). Sin embargo, Pedro fue un apóstol muy importante. Recibió de Jesús el ministerio de las llaves del Reino, es decir, la facultad de abrir el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, como leemos en Hechos, donde es Pedro quien predica a los judíos en Pentecostés y días sucesivos, y es también él quien recibe la comisión de visitar y bautizar al gentil Cornelio con su familia. Pero tampoco esto lo convierte en la piedra sobre la que se asienta la iglesia de Cristo.

¿Por qué Pedro no es la roca? Si Pedro fuera la piedra sobre la que se asienta la Iglesia, entonces poca estabilidad tendría.  Tengamos en cuenta que sólo un poco más tarde (versículo 23) Jesús llama a Pedro “Satanás” y “tropiezo” porque no ponía su mira en las cosas de Dios sino en las de los hombres. ¿Sería el cimiento de la Iglesia un hombre pecador como cualquier otro y que negó a Cristo por tres veces? Deuteronomio 32:4 profetiza: «Él es la Roca, cuya obra es perfecta». ¿Se refiere a Pedro? Parece que no porque desde luego su obra distaba mucho de ser perfecta.

Si Pedro hubiera sido la roca sobre la que  edificar la Iglesia, llama la atención que tan importante acontecimiento no sea nombrado por Marcos (8:27-30) y Lucas (9:18-20) . Ningún Evangelio sinóptico afirma que la piedra, la roca o el fundamento sobre el que se edifica la Iglesia sea Pedro. Tampoco Juan lo afirma. Ni Pablo. Ni Judas.  Es más; fijémonos en que Jesús no dice “Tú eres Pedro y sobre ti edificaré mi iglesia” (como interpretan los católicos) sino “Tú eres Pedro y sobre esta roca edificaré mi iglesia”. La cuestión entonces es ¿quién o qué es esta roca?

No es otra que la confesión que Pedro hace en el versículo 16: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Esta confesión -que Jesús es Dios- es la piedra angular, la roca, sobre la que se sostiene la Iglesia. Pablo lo confirma en 1 Corintios 15:14: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe”. Es decir, todo el peso, toda la esencia del cristianismo pasa por creer que Jesús es Dios. Si Jesús no resucitó, entonces no era Dios y por lo tanto el cristianismo sólo sería una farsa y los creyentes estaríamos engañados por una mentira.

Dice Pablo: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a elementos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:6-8). Es llamativo como el apostol Pablo llama a los creyentes -es decir, a la Iglesia- a estar sobreedificados en Jesucristo. En ningún momento menciona nada sobre Pedro.

El fundamento sobre el que plantaba Pablo era Jesucristo, no Pedro, o dicho de otro modo, el fundamento era colocado cuando Cristo era predicado, por eso convenía anunciarlo en cuantos lugares resultara posible: “…con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; de manera que desde Jerusalén y por los alrededores hasta Ilírico, todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé en predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiera sido anunciado, para no edificar sobre fundamento ajeno…” (Romanos 15:19-20).

En Efesios 2:9-22 dice Pablo: “Por eso, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. En él todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. Otra vez se repite la misma idea: la piedra angular es Cristo -no Pedro- y sobre ella somos edificados los creyentes, esto es, la iglesia.

Y añade: «Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo, como perito arquitecto, puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:10-11). Dice la Iglesia Católica Romana que «el Señor hizo a Pedro, y solamente a él, la piedra de su Iglesia» (Catecismo 881). Pero dice el Señor que el fundamento de su Iglesia es Jesucristo y que nadie puede cambiarlo (1 Corintios 3:11). ¿A quién haremos más caso entonces? ¿A Dios? ¿O a Roma?

¿Quién es la roca entonces? Sólo hay una persona que califica para suministrar el fundamento sólido al bendito edificio, el cual permanecerá aún ante las Puertas del Hades: Jesús el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Su divinidad es la roca sólida, el fundamento inconmovible sobre el cual descansa la Iglesia. No Pedro, un gran apóstol pero pecador al fin como todos los hombres. Los escritos apostólicos, dirigidos a las comunidades de Roma, Efeso, Colosas y Corinto, no dejan la menor duda de que la Iglesia primitiva  se encuentra edificada sobre Jesús y sobre nadie más.

Finalmente y por si no quedase claro, Pablo nos desvela el misterio de quién es la famosa roca: “No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, y todos pasaron el mar; que todos, en unión con Moisés, fueron bautizados en la nube y en el mar, todos comieron el mismo alimento espiritual y todos bebieron la misma bebida espiritual, porque bebían de la roca espiritual que los seguía. Esa roca era Cristo” (1 Corintios 10:1-4). Así pues, la piedra o la roca sobre el que se edifica la Iglesia es la de la divinidad del Señor Jesús.

FUENTE: Biblia Reina-Valera 1995.

¿Es bíblica la tradición católica?

¿Cuál es la diferencia fundamental entre la Iglesia Evangélica y la Católica? Básicamente que la primera se guía exclusivamente por la Biblia y la segunda por la Biblia y la tradición. Con tradición nos referimos a esa enorme cantidad de añadiduras, leyes, prescripciones, prohibiciones y mandatos que cada católico sincero está obligado a guardar. Ahora bien, ¿es bíblica la tradición católica? No. No solamente estos añadidos no aparecen mencionados en la Biblia ni siquiera una sola vez, sino que incluso alguno de ellos está expresamente prohibido por Dios.

Por supuesto que cada religión y secta tiene todo el derecho del mundo a establecer las doctrinas y costumbres que considere oportunas. Pero no tiene ningún derecho a llamarlas «cristianas» o «bíblicas» cuando en realidad no lo son. La propia Palabra de Dios advierte de su inmutabilidad y de que no acepta añadidos que la adulteren: «Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro» (Apocalipsis 22:18). La Biblia es eterna y no necesita actualizarse con costumbres paganas que nada tienen que ver con ella.

Nuestro Señor Jesús advirtió: «¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?» (Mateo 15:3). Y añadió: «Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres» (Mateo 15:7-9). A continuación ponemos un listado de tradiciones católicas -que no cristianas- que no tienen respaldo bíblico ya que no aparecen mencionadas en la Palabra de Dios ni una vez.

Los llamados Sacramentos y sus rituales en general.

El bautismo de los niños y el «Santo Crisma».

La Primera Comunión.

La Confirmación.

La confesión de los pecados a los sacerdotes.

Las absoluciones como las entiende Roma.

Comulgar sin la especie del vino.

La Transubstanciación de la hostia en Jesús.

La Custodia, el Sagrario.

La Extremaunción.

El Sacramento del Orden.

El Celibato.

El Vaticano como centro de la cristiandad.

El papado y toda la curia.

La jerarquía de la iglesia.

Prelaturas, abadías y prefecturas.

Exigir o recibir dinero del gobierno.

Las encíclicas papales.

El obispado como lo entiende Roma.

El sacerdocio ministerial.

Tribunales eclesiásticos.

Frailes, monjas y ermitaños.

Nuncios y legados de la sede apostólica.

Arzobispos, Cardenales.

Dejarse llamar «Padre» o «Santo Padre» (prohibido por el mismísimo Jesús en Mateo 23:9).

Los conventos y todas las órdenes religiosas.

El uso del latín.

El culto a María.

La virginidad de María después del parto.

La Inmaculada Concepción.

La Asunción de María.

Su mediación universal.

El culto a los santos.

Las catedrales.

El altar y su bendición.

Los trajes clericales, ornamentos sagrados.

El báculo y el anillo.

La mitra, la tiara, el palio.

Las torres y campanas.

Las reliquias.

Hacer imágenes y venerarlas (expresamente prohibido en los Diez Mandamientos, Éxodo 20).

Ejercicios espirituales.

Rezos (repeticiones) (los prohíbe Jesús en Mateo 6:7).

El Rosario.

Hacer el Via Crucis.

Hacer la señal de la cruz.

Llevar escapularios, crucifijos, vírgenes, etc.

Encender cirios para los difuntos.

Todo tipo de procesiones.

Los Santos de cada día y ocasión.

La liturgia en general.

El año litúrgico con sus ritos en general.

Celebraciones varias (Navidad, Epifanía, Cuaresma, Miércoles de Ceniza, Domingo de Ramos, Semana Santa, abstinencia de carne los viernes, el Corpus Christi, el Sagrado Corazón y Todos los Santos).

El Purgatorio.

El limbo.

Las beatificaciones y canonizaciones.

La construcción de los templos sobre los sepulcros.

Celebrar misa por los muertos.

Fuente: Biblia Reina-Valera 1960 y Folleto Los inventos de la Iglesia Católica Romana. ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre… las prácticas, creencias y dogmas siguientes? La tradición. Pablo Lafuente.

Baviera: la autonegación.

Enclavado en el corazón mismo de Europa, existe un pueblo con una cultura diferencial: el Estado Libre de Baviera. Es el lander más grande, rico y poblado de la República Federal Alemana. Por siglos fue nación soberana pero el viejo Reino de Baviera, Prusia y otros muchos estados se unieron para crear Alemania en 1871.

Mientras que en el mundo ha habido  una explosión de nacionalismos en los últimos 200 años, Baviera ha sufrido el proceso inverso. En la primera mitad de siglo XX experimentó fuertes sentimientos independentistas, en la segunda mitad regionalistas y ahora ni eso queda. Esa llama nacionalista se ha apagado con el tiempo.

Tiene una lengua propia, el bávaro, que por motivos políticos en la actualidad es oficialmente un dialecto del alemán. Pero en realidad es un idioma distinto. De hecho, cuando un bávaro sale hablando  en los noticieros de la televisión, ponen subtítulos en alemán porque de lo contrario nadie es capaz de entender lo que dice.

La católica Baviera tiene más en común con Austria que con la protestante Alemania. Pero su folklore es la imagen oficial germana: sus fiestas de la cerveza, sus mujeres de trenzas rubias, escotes generosos y faldas largas, sus hombres con sombrero y pantalón corto y su Bayern de Munich son conocidos en el mundo entero.

Esta tierra es la sede central de numerosas sociedades y empresas de renombre mundial. Tiene una poderosa actividad industrial, automovilística y financiera. Su tasa de desempleo es la mitad que la alemana. Es el primer destino turístico del país. Es el estado más rico de Alemania y su musculatura económica, digna de un titán.

Baviera ha pasado de ser una región separatista a convertirse en la columna vertebral de Alemania. Y ha sido  a base de renunciar a su identidad propia en un lamentable proceso de autonegación y pérdida de la conciencia colectiva, a base de diluirse hasta finalmente desaparecer, asimilada, dentro de la poderosa nación alemana.

Católicos no practicantes y vegetarianos no practicantes.

Según las encuentas y sondeos oficiales el 75% de la sociedad valenciana es católica. Y yo digo que eso es mentira. Lo que hay es un 75% de bautizados, que no es lo mismo. Es decir, un 75% de bebés que en su día fueron bautizados sin que, lógicamente, nadie les pidiera su opinión y que en el mejor de los casos después tomaron la primera comunión porque ese día te hacen regalos y se casaron por la Iglesia porque hacerlo por el juzgado es muy frío. Hay que acabar ya de una vez con el mito de la Valencia católica porque católicos, lo que se dice católicos, en este país llamado Reino de Valencia se cuentan con los dedos de la mano y sobran dedos.

Valencia es un país de católicos no practicantes, que es no ser nada. Es como si yo me declaro vegetariano no practicante… Como hamburguesa y jamón y luego digo que soy vegetariano. Aquí un tío te dice que está a favor del aborto, del gaymonio y lesbimonio, que piensa que Satanás no existe pero la reencarnación sí… y luego te dice que es católico. Menuda empanada mental lleva esta gente. Su máxima expresión de catolicismo consiste en ir a rezar a una estatua de madera o ponerse histérico cuando sacan a pasear la imagen de la Virgen, como quinceañeras en un concierto de Alejandro Sanz. Y ahí se acaba la cosa, que ya de por sí es muy triste.

El filósofo danés Soren Kierkegaard ya alertaba de la irracionalidad que supone que una Iglesia sume creyentes que no creen. Aunque eso no es algo que le importe mucho a la Iglesia Católica, que tiene el dudoso honor de haber quemado más Biblias a lo largo de la historia que el comunismo. Aquí si los católicos creen o no en Jesús es lo de menos. Porque de lo que se trata es de dinero. De poder decirle al Estado: «Somos importantes, representamos a tanta gente, así que suelta subvenciones para nuestros colegios concertados, ONG, visitas papales y demás prebendas». Pasta, eso es todo. No son discípulos de Cristo sino los mercaderes del templo.

La Iglesia Católica es como Telefónica… es muy fácil darse de alta pero imposible darse de baja. No hay manera humana de que te borren de su club, por más que se lo pidas. Si te bautizaron de bebé ya te consideran católico para toda la vida, así te hayas convertido al ateísmo o al islam. Yo mismo soy protestante y la Iglesia me cuenta como católico a la hora de reclamar pasta a la Generalitat. Porque aquí católicos practicantes no lo son ni los obispos… No hay más que ver cómo arengan en contra del aborto y después pierden el culo para ir a votar a un partido abortista como el Partido Popular (PP). Por suerte, cada vez engañan a menos gente.

Vaticano: la última teocracia de Europa.

Los Estados Pontificios nacieron en 752 y aún existen bajo la denominación de Vaticano. Por siglos fueron un tenebroso reino que auspició la Inquisición y mil guerras, y un nido de  inmoralidad y corruptelas impropio de hombres de Dios. Pero de todas aquellas aventuras bélicas ya sólo nos queda el recuerdo lejano del ayer.

El Vaticano es la moderna versión de los viejos Estados Papales. Se independizó en 1929 tras la firma de los Pactos de Letrán celebrados entre la Santa Sede y el Reino de Italia, que en 1870 había conquistado los Estados Pontificios. Hoy es una diminuta ciudad-estado, un micropaís cuya superficie es más testimonial que otra cosa.

Es la última teocracia de Europa (ya que su jefe de estado es el Papa, líder de la Iglesia Católica) y el único país con el latín como lengua oficial (también lo es el italiano). Dicho así, puede sonar tan medieval como Irán o Arabia Saudí pero nada tiene que ver pues actualmente es una nación pacífica y defensora de la vida.

Con 0,4 km2, es el estado con territorio más pequeño del orbe (sólo le supera la Orden de Malta, que carece de suelo propio). Tiene 900 habitantes. Sólo 300 tienen nacionalidad vaticana, que no se obtiene por nacer sino por concesión, se añade a la de origen y al fin se retira cuando se deja de realizar funciones para el país.

El Vaticano es desde luego un país muy sui generis ya que más que una nación en sí, es en realidad una excusa para que el Papa pueda gozar de las ventajas, protección y trato de privilegio que disfruta un jefe de estado. Realmente se trata de un soporte temporal para reforzar las actividades eclesiásticas de la Santa Sede.

Pero el poder del Vaticano radica en ser el epicentro de 1.200 millones de católicos en el mundo. Puede que la Iglesia predique un Evangelio idólatra y contaminado y que no pocas veces sus actuaciones hayan quedado en entredicho pero a obras de caridad nadie le gana en toda la Tierra. Tiene clarísimo que la fe sin obras está muerta.

¿Qué dice la Biblia acerca del purgatorio?

Para la Iglesia Católica el purgatorio es un estado transitorio de purificación y expiación donde, tras la muerte, las personas que han muerto sin pecado mortal, pero que han cometido pecados leves sin haber sido perdonados o graves ya perdonados en su vida pero sin satisfacción penitencial del creyente, tienen que purificarse de esas manchas a causa de la pena temporal contraída para poder acceder a la presencia de Dios. La estancia en ese lugar es transitoria, por lo que todo aquel que entra allí tarde o temprano acabará entrando también en el cielo. Las plegarias por los muertos y las indulgencias pueden acortar la estadía de uno o varios sitios queridos que estén en ese estado. El purgatorio es dogma de fe desde 1254, fruto del primer Concilio de Lyon, en los tiempos del Papa Inocencio IV.

Ahora bien, ¿qué es lo que dice la Palabra de Dios sobre este asunto? En las más de mil páginas de la Biblia la palabra «purgatorio» no aparece mencionada ni una sola vez. Tampoco existe ningún fragmento que afirme que existe un tercer lugar, estado de conciencia o dimensión donde van a parar aquellos que no han sido suficiente malos como para ir al infierno pero tampoco suficientemente buenos como para ganarse el cielo. Ni mucho menos se afirma que el espíritu de una persona muerta vaya a ir al cielo por más rezos o donativos a la iglesia que hagamos. En ningún momento se menciona nada así. No lo menciona Dios padre, ni Dios hijo, ni los profetas, ni los evangelistas ni los apóstoles. Y sería muy presuntuoso pensar que un Papa, por sabio que sea, pueda corregir al mismísimo Dios.

Es más… si todo esto fuera posible, invalidaría el sacrificio de Jesucristo por nosotros. Cristo es enviado a la Tierra para salvarnos de nuestros pecados ya que nadie que tenga pecado puede entrar en el cielo. Si salvar el alma de un difunto fuera tan sencillo como rezar unos cuantos padrenuestros entonces ¿para qué vino Cristo al mundo? Se podía haber ahorrado ser crucificado ya que con nuestros rezos es más que suficiente para obtener  la salvación. No existe base bíblica alguna para sostener la existencia del purgatorio. De hecho, fue un invento de la Iglesia Católica Romana para convencer a la gente de que si pagaba dinero podía salvar las almas de sus familiares. El dinero recaudado se empleó para financiar  las campañas políticas y militares de los sumos pontífices de la Edad Media.

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