Surinam no tiene un cantante célebre, ni una estrella del cine, ni una Miss Mundo, ni un Premio Nobel, ni una playa para lucir en postales. Tampoco tiene el petróleo de Venezuela ni los Carnavales de Brasil. Ni si quiera el Papa viajero, Juan Pablo II, viajó jamás allí. Surinam es un país hermoso, pero no lo conoce nadie.
Fue colonia de españoles, británicos y holandeses. El país más joven y pequeño de Sudamérica, independizado de Holanda en 1975, cuenta con sólo medio millón de almas. Hay más, pero están fuera. 350.000 surinameses viven en Holanda. Y no piensan en regresar en las vacaciones sino en ayudar a los suyos a escapar de allí.
Los niños juegan al fútbol con la idea de escapar de la pobreza. Futbolistas de la talla de Edgard Davids, Patrick Kluivert, Clarence Seedorf, Ruud Gullit, Frank Rijkaard, Royston Drenthe o Jimmy Floyd Hasselbaink tienen ascendencia surinamesa, pero todos ellos prefirieron vestir la camiseta de Holanda.
Esta tierra está poblada por descendientes de indios, africanos negros, javaneses, chinos, árabes, amerindios, blancos… La lengua oficial es el holandés, aunque también se habla sranang tongo, que es una mezcla de inglés, holandés y lenguas africanas. Eso por no mencionar los idiomas de cada una de las comunidades locales.
¿Por qué son tan diferentes del resto de sudamericanos? Cuando los europeos se repartían el mundo como si jugaran al Monopoly, los holandeses intercambiaron Nueva Ámsterdam (actual Manhattan) por Surinam. Fruto de tanto lío con las fronteras, esta república reclama territorios a sus vecinos Guyana y Guayana Francesa.
En este país caribeño hay hindúes, protestantes, católicos, musulmanes, judíos… Allí puedes ver una sinagoga justo al lado de una mezquita y no pasa nada. No hay problemas de racismo ni de intolerancia religiosa. Los surinameses se toman con buen humor eso de ser tan distintos en un continente donde todos son iguales.
Esta república forma parte de la región geográfica llamada las Guayanas, que son cinco. Las tres principales son Guyana (antes llamada Guayana Británica), Surinam (antes Guayana Holandesa) y la Guayana Francesa (que aún hoy es una colonia de París). A ellas se le suma otra que pertenece a Venezuela y otra más a Brasil.
Esta tierra poblada originariamente por arawaks y caribes, pasó con el tiempo a ser colonizada por españoles, ingleses, británicos y holandeses. En 1814 Reino Unido se apoderó de las colonias de Demerara, Berbice y Esequibo, que dieron lugar a la Guayana Británica en 1831. Se independizó del Reino Unido el año 1966.
La Guyana es el Gibraltar venezolano. Venezuela reivindica como suyo el Esequibo (que es el 75% del total de Guyana) y Surinam reclama el 7% de Guyana. Este país es casi la mitad de grande que España y tiene menos habitantes que la ciudad de Valencia mas nadie osa invadirlo por miedo a que Londres acuda al rescate.
Guyana significa «tierra de agua». Los nativos la bautizaron así por sus extensas junglas, pantanos y manglares. Es una nación muy pobre que vive de la agricultura. En el pasado mostró sus simpatías por el comunismo, pero ahora se ha reorientado hacia el capitalismo. Hace poco ha descubierto petróleo en sus aguas.
La sociedad se compone de descendientes de indios, africanos (ambos traídos por los ingleses) y amerindios. Indios y negros se odian por motivos raciales. Hay 500.000 guyaneses viviendo en el exterior. El inglés es la única lengua oficial, y a nivel religioso es un puzzle de cristianos (de múltiples denominaciones), hindúes y suníes.
Esta nación vive de espaldas a Latinoamérica y culturalmente tiene más en común con India o Inglaterra. Esta patria caribeña y tercermundista es muy pacífica pero lamentablemente se hizo famosa en 1978 por el suicidio colectivo de más de 900 miembros (la mayoría americanos) de la secta El Templo del Pueblo de Jim Jones.
Los árabes la llamaron Dina Robin, los lusos Isla del Cisne, los holandeses Isla Mauricio, Isla de Francia los franceses. Árabes y malayos la conocen desde el siglo X mas estuvo deshabitada hasta 1638, año en que fue colonizada por Holanda. Luego llegó el colonialismo francés y británico. Se independizó de Reino Unido en 1968.
En el pasado esta ínsula volcánica del Índico fue poblada con esclavos traídos de África para cultivar la caña de azúcar. Hoy es una república independiente. Tiene democracia, elecciones libres y respeto a los derechos humanos, cosa rara en el convulso Continente Negro. Su símbolo nacional es un ave no voladora extinta, el dodo.
La isla ha pasado de vivir de la agricultura a ser una economía emergente con una industria y turismo florecientes aunque la mayor parte de ingresos los obtiene de ser un paraíso fiscal. Eso sí, las diferencias entre ricos y pobres son abismales: o ganas 200 euros al mes o ganas 15.000. A causa de la corrupción, no hay clase media.
Mauricio es una nación paradisíaca en medio del Océano Índico. Su hermosura es tal que la llaman «la isla playa» y «la playa de África». Es un verdadero paraíso tropical; bellas lagunas, playas de arena blanca, palmeras que dan sombra, un sol que acaricia la piel, un mar cristalino, aguas calientes todo el año… Una isla de postal.
Los locales dicen que no son africanos. Su tierra recuerda a Inglaterra o India. Es una sociedad multicultural mezcla de europeos, criollos, indios y chinos. Casi la mitad de la gente es hindú. También hay católicos, islámicos y protestantes. El idioma oficial es el inglés pero el pueblo llano habla en criollo malgache y en francés.
La actual República de Mauricio incluye además de la isla homónima, las de San Brandón, Rodrigues y las Agalea y reclama al Reino Unido y Francia algunas ínsulas y bancos de la zona. Esta pequeña nación tropical tiene 2000 km2 y 1.300.000 habitantes y forma parte de las Islas Mascareñas, junto con la francesa Reunión.
Santa Claus, o Papá Noel, es la distorsión -primero literaria y luego comercial y cinematográfica- de San Nicolás, el generoso Obispo de Myra, patrono de los niños, navegantes y cautivos. En Occidente los niños esperan con anhelo a Santa Claus, que llega cargado de regalos en la noche del 24 al 25 de diciembre. Pero los niños holandeses y belgas tienen mucha suerte porque disfrutan de sus regalos ¡casi un mes antes! Así, Papa Noel llega a Holanda en la víspera de San Nicolás (5 de diciembre), y a Bélgica el día de San Nicolás (6 de diciembre). Lo curioso es que se cree que Santa Claus viene de Valéncia.
Así al menos se cree en Holanda, donde los padres cuentan a sus hijos que San Nicolás viaja desde Valéncia hasta los Países Bajos para traerles regalos si han sido buenos a lo largo del año. De hecho, es tradición que los niños dejen naranjas junto a unas decorativas botas navideñas para darle la bienvenida a este valenciano tan especial. San Nicolás llega en barco (dicen que desde Valéncia, pero también de Alacant e ¡incluso de Madrid!) y una vez desembarcado monta en un gran caballo blanco. Sus ayudantes son unos pajes negros conocidos como Pedritos los Negros que lanzan galletitas a la gente.
Por otro lado en Bélgica también está la tradición de San Nicolás, que viene de Valéncia y regala naranjas a los niños. La fiesta de San Nicolás se celebra además en algunas antiguas colonias neerlandesas y en menor medida en Luxemburgo, Austria, Suiza, Alemania, Polonia y Chequia. Curiosamente en el Reino de Valéncia, por su tradición católica, el pueblo cree más en los Reyes Magos que en el viejito pascuero y del enigmático Papá Noel se piensa que vive en el círculo polar ártico, Finlandia para ser exactos. Sea como sea, sed buenos o de lo contrario estas Navidades Papá Noel os traerá carbón.
Sudáfrica es megadiversa. El 80% de la población es de raza negra y habla lenguas bantúes como el zulú. Hay un 13% de blancos, descendientes de británicos y de holandeses, muchos de los segundos hablan el afrikaans. El resto es mestizo. Aunque el inglés es la lengua común, es el quinto idioma por número de hablantes nativos.
Fue descubierta en 1487 por el marino portugués Bartolomé Díaz. Por siglos fue colonia de los boer primero y de los británicos después, que se disputaron esta tierra para expoliar sus minas de oro y diamantes. En 1961 se independizó del Imperio Británico y erigió un sistema llamado apartheid que avergonzó al mundo entero.
Era un régimen racista donde sólo los blancos podían votar y los negros carecían de derechos. El activista negro Nelson Mandela lideró un movimiento de resistencia pacífica hasta que al fin logró una democracia. Mandela fue presidente entre 1994 y 1995 tras arrasar en las primeras elecciones multirraciales de aquel país.
Nelson, que estuvo 30 años en la cárcel durante el apartheid, no se vengó de los blancos durante su mandato sino que predicó la reconciliación. Pero desde que gobiernan los negros la delincuencia se ha desatado y la economía se ha ido a pique. Se teme que un régimen racista antiblanco se instaure cuando muera Mandela.
Sudáfrica es la nación más desarrollada del continente y el país del mundo que atrae más inmigrantes africanos. Pese a ello es tierra de grandes desigualdades sociales. Algunos negros quieren expropiar sus fincas a los terratenientes blancos y hay separatistas afrikaner que reivindican construir una nación sólo para gente blanca.
La sombra alargada del racismo aún sobrevuela la nación. Hay una gran desconfianza y odio latentes contenidos por la figura colosal del africano más importante del siglo XX. Pero Mandela es anciano ¿qué pasará cuando muera? ¿Se consolidará Sudáfrica como potencia o será incendiada por los conflictos étnicos?
En el siglo XIX la isla de Nueva Guinea fue dividida en dos mitades por los colonos europeos. La parte oriental fue conquistada por los británicos y actualmente es un estado independiente y democrático regido por la reina Isabel II llamado Papúa-Nueva Guinea. La mitad occidental, en cambio, no tuvo tanta suerte.
Papúa Occidental fue colonizada por los holandeses que, tras abandonarla, la acabaron regalando a Indonesia en 1962 con el beneplácito de Estados Unidos como una especie de soborno para que el país con más musulmanes del mundo no se pasara al comunismo ni se aliara con la Unión Soviética en plena Guerra Fría.
En 1969, para legitimar la invasión, se celebró una farsa de referéndum. En lugar de votar los 700.000 papús sólo unos 1000 líderes locales lo hicieron (en representación de todos). Hubieron de votar a mano alzada frente a los militares indonesios, que previamente les habían amenazado de muerte. Ganó el sí a la anexión.
Más de 100.000 papús han sido asesinados por ser independentistas. Todos los días el ejército indonesio viola mujeres, quema genitales a los hombres, impulsa la migración de colonos a la isla, aplasta la cultura local y condena a la extrema pobreza a estos aborígenes a pesar de que tienen la mina de oro más grande del orbe.
Los actuales cuatro millones de papús occidentales están divididos en un sinfín de tribus indígenas y naciones culturales. De hecho hablan unos 700 idiomas, aunque muchos se limitan a una sola aldea. Es un gigantesco laboratorio lingüístico, sociológico y antropológico, una torre de Babel, una macedonia de etnias.
Es un pueblo en pie de guerra contra el criminal Estado Indonesio que lucha con sus escasos medios por la libertad. La mayoría desea un estado independiente, otros fusionarse con Papúa-Nueva Guinea, casi ninguno seguir en Indonesia. Es el mayor genocidio contra un pueblo indígena y mientras el mundo mira a otro lado.
La historia de Moresnet es posiblemente la aventura nacional más rara y curiosa de la era contemporánea europea. Fue un país que existió entre 1815 y 1919; un territorio de forma triangular de sólo 3’5 km2 donde llegaron a confluir las fronteras de cuatro naciones europeas: Moresnet, Alemania, Bélgica y Países Bajos.
Su nacimiento fue singular. Tras las Guerras Napoleónicas, tuvo lugar el Congreso de Viena de 1815 que reordenó el mapa político europeo. Al trazar las nuevas fronteras entre Prusia y Países Bajos, una pequeña región fronteriza en el valle de Moresnet, que tenía una importante mina de zinc, casi llevó a la guerra a los dos reinos.
Finalmente se dividió la región de Moresnet en tres pedazos, uno para Holanda, otro para Prusia y un tercero -donde la mina-, neutral y desmilitarizado. En teoría un condominio gobernado por ambas potencias, en la práctica un estado de facto. Con posterioridad, Bélgica se separó de Países Bajos y pasó a controlar parte de la zona.
Moresnet Neutral tenía gobierno propio. Alcanzó las 2500 almas, la mayoría holandeses, belgas y alemanes. Sólo los habitantes originales y sus descendientes -unos 400- eran neutrales. A ellos se les consideraba apátridas y no debían hacer el servicio militar pero tampoco tenían pasaporte para viajar fuera del minúsculo país.
En 1855 la mina agotó sus reservas y las autoridades crearon un paraíso fiscal lleno de casinos, burdeles, destilerías de alcohol barato y un servicio postal que favorecía el contrabando. La moneda de curso legal era el franco francés, el esperanto el idioma oficial y el miniestado disponía de bandera, himno y sellos propios.
Prusia, que desde 1871 formaba parte de Alemania, consideraba suyo el territorio. Berlín inició una política agresiva hacia Moresnet y sus gentes pidieron la anexión a Bélgica. En 1914 Alemania invadió la micronación pero acabada la guerra, el Tratado de Versalles de 1919 estableció la anexión formal de Moresnet a manos belgas.
Si en la Antigüedad Atenas se convirtió en el cerebro del mundo, en la actualidad tal honor corresponde, desgraciadamente, a los Países Bajos. Holanda es el país con más ateos de Europa (55% de la población) e impulsa políticas inmorales que después son copiadas por Occidente como si de un signo de modernidad se tratase.
Holanda es famosa por legalizar la prostitución, el cannabis, el gaymonio y lesbimonio, la eutanasia, el aborto libre o el cambio de sexo. Y ahora cada vez más voces reclaman legalizar tener sexo con niños de 12 años, con animales, la pornografía infantil, la prostitución a partir de los 16 o poder ir desnudo por la calle.
Pero frente a ese Amsterdam ateo de fumaderos y escaparates donde se exhiben rameras como mercancias, se encuentra el cinturón bíblico de Rotterdam (que por cierto tiene el mejor puerto de Europa) y que promueve políticas conservadoras y neutralizar el totalitarismo islamista que los inmigrantes trajeron consigo en la maleta.
Holanda es el laboratorio sociológico de Europa… Su degeneración provoca un efecto contagio que se extiende imparable como mancha de aceite. El presente holandés es el futuro europeo: cierre de iglesias por falta de fieles, auge del ateísmo, la inmoralidad y el relativismo; y el islam como amenaza a la democracia liberal.
Por otro lado, este poderoso y pacífico reino es conocido popularmente por sus molinos de viento, zapatos de madera, tulipanes y paseos en bicicleta. Su aporte a la cultura es sobresaliente con figuras como Erasmo de Rotterdam, Baruch Spinoza, Rembrandt, Vincent Van Gogh, Marco Van Basten o Johann Cruyff.
Los Países Bajos es una de las patrias más potentes y desarrolladas del globo, con una economía altamente productiva, gran nivel de bienestar y un compromiso inquebrantable con la democracia y los derechos humanos. Es una gran nación con una gran historia pero es también el cáncer que está descristianizando Europa.
Son muy parecidos a los ingleses, a los alemanes y a los holandeses y a la vez muy distintos de todos ellos. Son los frisones. Aunque Frisia se encuentra en Holanda, mantiene vínculos históricos con la Frisia Oriental, en Alemania. Al mismo tiempo, cultural y lingüísticamente tiene que ver con Inglaterra. Se parece a todos y a ninguno.
Este pueblo tiene lengua propia: el frisón occidental. Está emparentada con el frisón oriental y frisón del norte que se hablan en Alemania ya que Frisia perteneció al Imperio Germánico hasta 1860 cuando se unió a Países Bajos. Es la lengua más parecida al inglés. Un dicho reza: ¡Como la leche al queso, el inglés al frisón!
El frisón occidental parecía condenado a extinguirse ante el avance del holandés pero a finales del siglo XIX renació. En 1937 se aceptó como lengua opcional en la primaria y en 1995 como primordial. En 1938 se creó la Academia del Frisio. También se tradujo la Biblia. Actualmente, se trata de potenciar la lengua, que es oficial.
Los frisones tienen sus propias tradiciones. Cuando se hielan los lagos de la zona, practican el patinaje sobre hielo. También existe una gran tradición por la pelota valenciana y por el fierljeppen, un deporte autóctono muy divertido y parecido al salto de pértiga que consiste en conquistar una distancia horizontal lo más larga posible.
Otra práctica es el wadlopen, que consiste en cruzar a pie el mar de Frisia cuando baja la marea en verano hasta llegar a las islas Ameland o Schiermonnikoog. Las vacas y caballos frisones, con manchas de color blanco y negro, son otro rasgo de identidad en esta tierra de histórica tradición ganadera como es la adorable Frisia.
Frisia es un país agrícola que disfruta de un alto nivel de vida, ideal para practicar el turismo rural, disfrutar de sus prados y contemplar sus numerosos molinos de viento. Frisia es un ancestral reino con fuerte identidad propia repleto de cosas típicas absolutamente maravillosas; una nación cultural que lucha por volver a ser estado.
Si la Torre de Babel cobra algún significado en la actualidad es, sin duda, en el Estado de Papúa-Nueva Guinea. Aunque cuenta solamente con apenas siete millones de habitantes, habla más de 800 idiomas, el 10% de lenguas de todo el mundo. Una espectacular macedonia de etnias que sólo tiene en común el idioma inglés.
Es un país megadiverso, un estado multicultural y plurinacional donde existen cientos de tribus cada una con su propio idioma, cultura, religión y costumbres. En muchos casos un idioma se limita a una sola aldea. Se debe a que el país es extenso y muchas comunidades hayan vivido aisladas sin mantener contacto con otras.
Desde el punto de vista lingüístico, sociológico y antropológico, Papúa-Nueva Guinea es el laboratorio de investigación más grande del mundo. Y esto se debe a que los colonos holandeses, alemanes, británicos y australianos no mostraron un especial interés en imponer la cultura occidental sobre el estilo de vida y tradición locales.
La isla de Papúa está dividida en dos mitades. Está la Papúa libre, un reino con Isabel II como jefa de estado cuya independencia nadie discute. Y la Papúa ocupada, antigua colonia holandesa conquistada por Indonesia en 1963. Desde entonces los indonesios cometen un genocidio contra el pueblo papú que ansía ser libre.
Hablar de que Papúa es una nación propiamente dicha cuando sus habitantes son incapaces de entenderse los unos con los otros es ridículo. Sin embargo, existe un clamor por la autodeterminación para unificar las dos Papúas y así poner fin de una vez por todas a una era de colonialismo, opresión y derramamiento de sangre.
Los papús nunca destacarán en nada importante. Nunca serán una potencia industrial o un gran imperio. Sólo un conglomerado de tribus que todavía vive en la Edad de Piedra. Pero no es justo que sean masacrados por el solo hecho de ser débiles. Son seres humanos. Los pueblos de Papúa merecen ser libres y vivir en paz.
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