¿Sabías que el Reino de Valencia perdió su independencia hace 300 años?

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La Guerra de Sucesión (1701-1715) no sólo significó la confrontación entre la dinastía de los Borbones y la de los Austria por hacerse con el trono de las Españas. La derrota de los austracistas en la Batalla de Almansa el 25 de Abril de 1707 significó la pérdida de los Fueros y la desaparición del Reino de Valencia como nación libre y soberana y como estado independiente en Europa y el mundo. A partir de aquel momento se puede hablar con propiedad de que pasamos de ser nacionalmente valencianos a ser nacionalmente españoles. Por la fuerza salvaje de las armas.

Hasta entonces España no había existido como un estado unitario sino como un conjunto de varios estados soberanos con un solo Jefe de Estado, una comunidad de reinos independientes con un solo rey. Así, el Reino de Castilla, el Reino de Aragón, el Reino de Valencia o el Reino de Mallorca, entre otros, eran cuatro naciones plenamente independientes aunque con un solo monarca, al igual que actualmente Canadá, Gran Bretaña, Australia o Nueva Zelanda, entre otros, son cuatro reinos soberanos con una sola reina: Isabel II de Inglaterra.

La victoria de Felipe V de Borbón significó la desaparición de los distintos reinos y la creación de un estado unitario y centralizado (el Reino de España), así como la hegemonía de la etnia castellana sobre las demás lenguas, culturas y pueblos del Estado. Tras 300 años de opresión castellana, la Constitución Española de 1978 y el Estado de las autonomías han pretendido reconocer, aunque tímidamente, la realidad pluricultural y plurilingüística de la sociedad y dotar de autogobierno a las distintas regiones y nacionalidades que componen el Estado Español.

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¿Sabías que el rey de España es también rey de Valencia?

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Apelar al Reino de Valencia no es referirse a una denominación más o menos romántica o nostálgica, sino a una realidad legal y política vigente. Juan Carlos I de Borbón no sólo ostenta el título de rey de España sino otros muchos, entre los cuales figura el de rey de Valencia.

El artículo 56.2 de la Constitución Española de 1978 afirma: «Su título es el de Rey de España y podrá utilizar los demás que correspondan a la Corona».

Así pues, la Carta Magna avala la existencia del título de rey de Valencia, tan legal y oficial como el de rey de España. Valencia continua siendo un reino, lo avala la Constitución, la Corona y la historia.

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Los títulos que ostenta el monarca son:

* Rey de España, de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias (referido al Nápoles y Sicilia), de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla, de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de Murcia, de Menorca, de Jaén, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las Islas Canarias, de las Indias Orientales y Occidentales y de las Islas y Tierra Firme del Mar Océano;

* Archiduque de Austria;

* Duque de Borgoña, Brabante, Milán, Atenas y Neopatria;

* Conde de Habsburgo, Flandes, el Tirol, el Rosellón, y Barcelona;

* Señor de Vizcaya, y Molina;

Títulos secundarios o en desuso:

* Rey de Hungría, Dalmacia y Croacia

* Duque de Limburgo, Lotaringia, Luxemburgo, Güeldres, Estiria, Carniola, Carintia y Wurtemberg

* Landgrave de Alsacia

* Príncipe de Suabia

* Conde Palatino de Borgoña

* Conde de Artois, Hainaut, Namur, Gorizia, Ferrete y Kyburgo

* Marqués de Oristán y Gociano

* Margrave del Sacro Imperio Romano y Burgau

* Señor de Salins, Malinas, la Marca Eslovena, Pordenone y Trípoli.

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Pueblo: la armonía de la aldea.

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Los indios pueblo son una veintena de etnias amerindias de Nuevo México y Arizona, entre las que destacan los taos, acoma, zuni y hopi. Descienden de los hokoam, anasazi y mogollón y su región ha pertenecido a España, México y desde 1848 a los Estados Unidos. Su economía está basada en la agricultura, cerámica y comercio.

No eran una tribu sino que la unidad básica era la aldea -edificada sobre una plataforma alta para defenderla- con sus sacerdotes y jefes. Su nombre se lo pusieron los colonos españoles en el siglo XVI porque vivían en poblados con casas sólidas y compactas con paredes hechas de piedra y adobe (muy valoradas hoy).

Al haber numerosas subdivisiones dentro de los indios pueblo encontramos desde tribus matrilineales exogámicas a clanes patrilineales endogámicos. Al este de Río Grande la agricultura era de regadío y al oeste de secano. Incluso existen decenas de lenguas y dialectos pueblos no siempre inteligibles, y procedentes de distintas raíces.

La Revuelta Pueblo de 1680 supuso la derrota de los colonos españoles y su expulsión por doce años. En la actualidad estos nativos son mayoritariamente católicos -por la influencia española- pero mezclan esta religión con su animismo tradicional que adora los espíritus de la naturaleza y busca la armonía en el mundo.

El maíz desempeñaba un papel muy importante en su cultura, ya que se le consideraba sagrado y en ocasiones se utilizaba como elemento para hacer plegarias y oraciones. De algún modo representaba una tierra que fructifica a pesar de la pertinaz sequía de un desierto tan árido y polvoriento como Nuevo México.

La aldea pueblo más antigua es Acoma: 1000 años de historia ininterrumpida. Hoy residen tanto en viviendas modernas como antiguas, son ciudadanos americanos y conservan su cultura pero tienen fricciones con los navajo, que les invadieron en el pasado. Los indios pueblo encarnan la vida feliz y sencilla de la aldea.

Incas: el más grande imperio precolombino.

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Los incas se instalaron en la que sería su capital, Cuzco, en torno al año 1100. Recogieron muchas costumbres de otros pueblos andinos, como los toltecas, y construyeron un gran imperio que iba desde los actuales Ecuador a Chile. Estaba dividido en cuatro grandes regiones (Chinchansuyo, Cuntinsuyo, Antisuyo y Collasuyo).

Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos, los palacios y otros tesoros arquitectónicos como Machu Picchu o el Templo del Sol. Cabe destacar también la construcción de larguísimos puentes colgantes hechos a base de sogas, además de canales de regadío y acueductos.

La vida social orbitaba en torno al parentesco. Los parientes (ayllu) tenían la obligación de ayudarse en las labores diarias y trabajar juntos por el bien común. No había dinero así que usaban el trueque. El pueblo pagaba tributos a su señor -el Inca- con su tiempo de trabajo y existía una seguridad social para enfermos y viudas.

Tenían una religión politeísta, con Viracocha como dios principal, y existían los sacrificios animales y humanos para granjearse el favor de las deidades. El propio Inca era adorado como un dios viviente y por debajo de él se encontraban los nobles, los jefes locales y los campesinos. Destacaban en agricultura, orfebrería y textil.

La muerte del monarca Huayna Cápac en 1525, antes de que pudiera designar sucesor, provocó la división del imperio. Sus dos hijos, los hermanastros Huáscar y Atahualpa, aspiraban al trono. El conquistador español Francisco Pizarro aprovechó esta crisis de gobernabilidad y acabó con el último Inca, Atahualpa, en 1532.

Una vez descabezada la corona, poco pudo hacer el decadente Imperio Inca para impedir su destrucción a manos de los colonos españoles. Los incas ya no existen pero su tremebundo legado cultural todavía hoy perdura y nos recuerda que fueron una de las civilizaciones más sobresalientes de toda la historia de la humanidad.

 

Apaches: la fiereza hecha pueblo.

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Apache es un término con el que denominamos a un conjunto de naciones indígenas de Norteamérica. Apache significa «enemigo», calificativo que los españoles pusieron a estos nativos americanos, quienes prefieren llamarse a sí mismos  «Ndee» que quiere decir «la gente». Aún hablan lenguas de la familia na-dené.

Proceden del actual Canadá y tras una migración de 500 años se asentaron en el suroeste de los actuales Estados Unidos. Al principio eran familias matriarcales organizadas en bandas sin identidad definida. Luego surgieron tribus (los lipan, mescalero, chiricahua, navajo, jicarilla, los apaches occidentales y los de las llanuras).

Los apaches eran nómadas y fueron los primeros nativos americanos en montar a caballo. Las mujeres buscaban madera, alimento y agua y los hombres invadían y cazaban. Practicaban la poligamia y los matrimonios eran fácilmente rompibles. Creían en los dioses y espíritus de la naturaleza, en rituales, chamanes y en la magia.

Hacia 1600 controlaban una vasta región en la frontera mexicano-useña. Tenían fama de hombres fieros y entablaron un sinfín de guerras contra españoles,  mexicanos, estadounidenses y en ocasiones contra otros pueblos nativos e incluso entre las mismas tribus apaches. Hacia 1700 toda su región era un gran campo de batalla.

Ya en el siglo XIX no pudieron aguantar más y sucumbieron ante Washington. La última banda en caer fue la liderada por Gerónimo, quien fue capturado en 1885. A día de hoy quedan apenas unos 50.000 apaches, principalmente en Arizona, confinados en reservas indias. Viven del turismo y de criar ganado y ovejas.

Las Guerras Apaches (1861-1886) acabaron con la victoria de los ejércitos de Estados Unidos y México y supusieron el fin de los últimos amerindios libres. Pero aún hoy sorprende cómo unos pocos cientos de nativos fueron capaces de poner en jaque a los ejércitos de dos naciones, tal era su coraje, su agresividad y su fiereza.

Dormir con la conciencia tranquila (una reflexión sobre la crisis en España).

No hay palabras para describir la hecatombe que está viviendo España, la más grande de Europa posiblemente tras esa tragedia épica que es Grecia. 25% de paro y 51% de paro juvenil. Cifras dignas del África subsahariana. Dentro de poco estaremos en seis millones de parados y el desempleo sigue creciendo como la espuma. Más de un millón de hogares donde ninguno de sus miembros tiene trabajo. Nuestros jóvenes más preparados (médicos, arquitectos, ingenieros, emprendedores…) hacen las maletas y emigran a Alemania. Como en la postguerra. Docentes y doctores son despedidos a patadas. Las farmacias hace meses que no cobran. A algunas administraciones les han cortado la luz por impago. Los funcionarios cobran las nóminas de milagro. Las perspectivas son de que todo vaya a peor. Pero no pasa ná: hemos ganado el mundial. Semos los mejores.

Cientos de miles de desahucios de gente que ya no puede seguir pagando su casa al banco y la policía viene a quitársela. Lo más fuerte es que después de haberlos dejado de patitas en la calle todavía deben seguir pagando al banco la diferencia. Doscientos españoles intentan suicidarse cada día a causa de las deudas. Clama al cielo ver cómo se echa a familias enteras a la calle mientras que la banca recibe ayudas millonarias de dinero público. Privatizar beneficios y socializar pérdidas. Vamos, lo de siempre en este país de pandereta. Y el gobierno, que no aprueba la dación en pago, el alquiler social o la moratoria para desahucios. Lo llaman crisis pero es lucha de clases y esto sólo se arregla como lo arreglaron los franceses en 1789.  Lo llaman crisis pero es falta de valores, porque si políticos y banqueros tuvieran temor de Dios y creyeran en el infierno no se atreverían a robar ni un céntimo.

Los precios, las tasas, los impuestos y el desempleo suben. Los sueldos, el poder adquisitivo y el consumo caen en picado. Las empresas cierran sin cesar. Esto es el Titanic. Los inspectores de hacienda tienen órdenes de dejar bien tranquilitos a los grandes defraudadores que desvían fortunas a Mónaco y Suiza. Mientras, se aplasta fiscalmente a las familias, a los autónomos, a los pequeños y medianos empresarios, a los currantes, a los que se intenta limpiar un bolsillo que tienen vacío. Lo llaman crisis pero es una estafa. Porque los políticos han traspasado la deuda privada de la banca a los ciudadanos de a pie. Y de la noche a la mañana nos vemos desempleados, en la calle y encima teniendo que pagar cientos de miles de millones de euros por una deuda que no es nuestra. La situación es tan límite que debería haber degenerado en violencia pero inexplicablemente aún no lo ha hecho.

Vas por la calle y sólo ves tristeza en las caras de la gente. Peor lo tienen los inmigrantes. Ellos no tienen a sus familiares aquí para ayudarles o si los tienen, están tan mal o más que ellos mismos, así que cada día ves a más extranjeros (y autóctonos, todo sea dicho de paso) revolver entre la basura en busca de un mendrugo de pan. Los comedores sociales están saturados de neopobres que hasta hace bien poco pertenecían a la clase media. Los derechos laborales están siendo desmontados a velocidad de la luz. La sanidad pública ya está gestionada por empresas privadas. El acceso a la Universidad es cada vez más caro. Pronto la salud será un negocio y estudiar un privilegio para ricos. Pronto pasaremos de ricos, clase media y pobres, a ser ricos, pobres y mendigos. La clase media y el estado del bienestar están cerca de desaparecer para mayor gloria de Adam Smith.

Votamos por ladrones y luego nos quejamos de que nos roban. Llevo años tratando de convencer a la gente de mi alrededor de que no confíe en el PPSOE. Que voten algo distinto, de izquierdas o de derechas, pero distinto. Pero no. «Que éstos son muy pequeños y no van a conseguir nada». «Que tengo que votar por éste porque si no entrará el otro». El voto útil. Miren a qué nos ha llevado el voto útil: a pasar hambre. Esta crisis nos la merecemos. Porque ni Zapatero ni Rajoy son dictadores que han subido al poder por un golpe de estado sino por el voto de millones de idiotas. Y en Valencia llevamos 20 años en que los chavales estudian en barracones en los que cada vez que llueve hay goteras y los electores han refrendado esta política una vez tras otra. En una dictadura no queda más que tragar pero en una democracia un pueblo tiene lo que se merece. Disfruten de lo votado.

Pero como siempre pagan justos por pecadores. Nos dicen que hemos vivido muchos años por encima de nuestras posibilidades. Yo, por más que lo intento, no consigo recordar cuándo he vivido por encima de mis posibilidades. Yo no era de los que compraba un piso ahora para venderlo a los seis meses y sacar plusvalías. Nunca he pedido un préstamo al banco para comprarme un BMW. Vivo de alquiler, mi única pertenencia es un Opel de segunda mano y me he ido de vacaciones dos veces en toda mi vida. Que me digan cuándo demonios viví por encima de mis posibilidades porque no me acuerdo. Ni siquiera he votado nunca por el PPSOE,  verdadero causante de este desfalco. Yo no he tenido nada que ver con esta crisis. No soy cómplice de esta estafa ni por acción ni por omisión. Por eso sé, que ocurra lo que ocurra, esta noche dormiré con la conciencia muy tranquila.

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Mapuches: la nación de mirada triste.

Los mapuches son un pueblo amerindio radicado entre Chile (1 millón de almas) y Argentina (200.000).  Una pena tan antigua como su etnia les acompaña, hay una historia llena de abusos e injusticias a sus espaldas, de discriminación y violencia que aún hoy afectan a una nación de mirada triste que sólo pide vivir en paz.

Desde el 500 DC viven en la Araucanía, territorio compartido lingüísticamente con los extintos cuncos, huilliches y pincuches. Era un pueblo amante de la naturaleza y de la calma hasta que España lo invadió en 1546. Pero el Imperio fue incapaz de sojuzgar a estos indómitos nativos durante la Guerra del Arauco (1536-1810).

Lo peor llegó entre 1861 y 1883. Chile declaró la guerra a esta nación aborigen. Hubo 30.000 muertos, casi el 80% de la población mapuche. De más de 30 millones de hectáreas que constituían su territorio, el gobierno chileno dispuso que se redujeran a 532 mil, menos del 1%. Fue la llamada «Pacificación de la Araucanía».

Vivían de la caza, recolección y agricultura pero sufrieron un acondicionamiento forzoso, ya que se vieron confinados a un territorio tan pequeño (menos de cuatro hectáreas por familia) que no producía lo suficiente para comer, lo que provocó la emigración a la ciudad y el posterior abandono de su viejo y tradicional estilo de vida.

En Argentina las cosas no fueron diferentes: durante la operación «Conquista del Desierto» (1878-1885), el ejército invadió a los indígenas para arrebatarles el control de sus tierras. Miles de mapuches fueron separados por sexo (para evitar procrear) y reasentados en otras zonas del país, para forzar su asimilación cultural.

Actualmente en ambos estados el 90% de los mapuches habita en zonas urbanas. Ahora se organizan para reivindicar sus derechos; exigen el fin de los ataques a su pueblo y de la discriminación racial, recuperar sus tierras injustamente expropiadas, la autonomía política y el respeto a su identidad, lengua y cultura propias.

Castilla: la nostalgia del pasado imperial.

El Reino de Castilla nació en el siglo IX y en la Edad Media fue el principal actor de la Reconquista y aniquilamiento de Al-Andalus. En el siglo XV Isabel de Castilla se casó con Fernando de Aragón, lo que supuso unir las coronas, pese a que la fusión de reinos no se produjo hasta la Guerra de Sucesión en el siglo XVIII.

Muchos hitos y personajes que hoy consideramos españoles fueron en realidad castellanos. Desde el descubrimiento de América por Cristobal Colón hasta el siglo de oro de las letras hispanas pasando por Miguel de Cervantes o el Cid. Castilla es la columna vertebral que sostiene a España y a veces se confunde con ella.

Castilla ha hecho España y Castilla la ha deshecho. Por siglos España se configuró como una Castilla ampliada; un estado centralista y uniformizador donde se persiguieron todas las lenguas distintas de la cervantina. Castilla y España eran sinónimos hasta el punto de que todo aquel que hablara otro idioma era un mal español.

Pero a la vez Castilla ha hecho España y España ha deshecho Castilla. Aquella antigua patria era enorme, por eso fue fragmentada en Castilla y León, Castilla La Mancha, La Rioja y Madrid. El nacionalismo pancastellanista aspira a unirlas, niega su identidad a León y exige anexionar Cantabria y el interior del Reino de Valencia.

El país logró un imperio colonial donde nunca se ponía el sol y aún hoy presume de haber dado al mundo una lengua hablada por más de 400 millones. Pero las sempiternas guerras contra Francia e Inglaterra, la corrupción y la mentalidad del castellanohablante, renuente al cambio y contraria al progreso, trajeron la ruina.

Las viejas glorias pasaron y hoy Castilla es una tierra desértica y tercermundista, una desolada llanura llena de matojos donde los niños nacen con la maleta bajo el brazo. Pero sus nativos -orgullosos por naturaleza- viven en el pasado y se siguen comportando con la altanería de quien cree que aún conserva un imperio colonial.

España: la Yugoslavia ibérica.

España es el estado heredero de aquel Reino de Castilla que una vez fue la más poderosa nación sobre la faz de la Tierra. Por centurias,  dispuso de un imperio colonial donde nunca se ponía el sol pero una decadencia de doscientos años de dictaduras, golpes militares y gobiernos corruptos la catapultaron al Tercer Mundo.

Hoy España es una nación moderna y desarrollada pero muy alejada de su papel de superpotencia de antaño. Todavía persiste en el pueblo español un cierto complejo de inferioridad al saberse incapaz de recuperar Gibraltar o de competir con Francia, Reino Unido, Alemania o Italia. La envidia es el gran pecado nacional.

España es un país artificial, y por tanto tiende a la desintegración: cinco guerras civiles en tres siglos es un signo evidente de anormalidad. Por centurias fue un estado centralista y uniformizador, donde sólo lo castellano tenía cabida. Las distintas lenguas y culturas locales sufrieron un etnocidio que casi les lleva al abismo.

Ahora esta Castilla ampliada recoge los frutos en forma de balcanización: el independentismo crece en Euskadi , Cataluña, Galicia y Canarias. España actúa como cárcel de naciones y les niega el derecho de autodeterminación pues si una sola de sus regiones se separase el efecto dominó reventaría el estado como a una piñata.

En pocos años, el país ha pasado de ser agrario a vivir del turismo y los servicios. Es una nación de católicos no practicantes con un patrimonio arquitectónico, histórico y cultural abrumador.  Patria de fútbol y de toros. Tierra de genios como Francisco de Goya, Pablo Picasso, Luis Buñuel,  Federico García Lorca

España se desangra entre las fuerzas centrípetas del centralismo mesetario y las centrífugas de la periferia separatista. Cada día más vive de espaldas a Latinoamérica y de cara a la Unión Europea (UE). Es una de las diez primeras potencias del globo pero a la vez una patria dividida y un estado frágil como el cristal.

Cuba: la isla cárcel.

Cuba fue hallada en 1492 por el mismísimo Cristobal Colón, descubridor de las Américas.  Por centurias fue una colonia del Imperio Español y sufrió el expolio y latrocinio de sus riquezas en favor de Madrid. Con la Guerra de Cuba de 1898, España perdió sus últimas colonias y la isla fue anexionada por los Estados Unidos.

En 1902 se independizó de Washington. Por entonces, era la tercera economía del continente, una potencia azucarera que exportaba a todo el mundo. Los inicios políticos del nuevo estado fueron convulsos. De 1952 a 1959 gobernó el dictador Fulgencio Batista. Muchos negocios cubanos estaban entonces en manos de gringos.

En 1959 triunfó la revolución marxista en el país de la mano de los guerrilleros Ernesto Che Guevara y Fidel Castro, a la postre autócrata de la isla por medio siglo. Fidel nacionalizó las empresas norteamericanas que operaban allí, y en represalia EEUU sometió a la patria a un bloqueo comercial que perdura aún hoy.

La utopía comunista se convirtió en infierno. Hoy Cuba es un estado totalitario y miserable donde las mujeres se prostituyen para sobrevivir. Es un estado policial donde la mitad de la población vigila a la otra media, una isla cárcel de la que es casi imposible escapar aunque muchos, desesperados, intenten llegar a Florida en balsa.

Fidel ha logrado éxitos en la sanidad pública y la alimentación infantil, pero eso no es excusa para violar derechos humanos. En el campo de la cultura, la perla del Caribe ha dado grandes nombres a la humanidad: José Martí, José Lezama Lima, Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, Celia Cruz

Todo es atrasado allí. Es como si hubieran paralizado el tiempo y se hubieran quedado atrapados en los años 50. Mientras, los cubanos bailan salsa y beben ron para olvidar. No sabemos qué planea para el futuro el actual dictador Raúl Castro pero el sufriente pueblo ya no aguanta más. Está desesperado por ser libre.

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