Surma: las mujeres del plato en el labio.

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El progreso avanza inexorable en Etiopía (de la mano de los intereses y dinero chinos), lo cual está haciendo que el ancestral estilo de vida de muchas etnias esté a punto de desaparecer. Dentro de poco, sólo quedará un folclore postizo para los turistas. La etnia que posiblemente resista más, por lo remoto de su enclave, es la surma.

Los surma, también denominados suri, son una nación seminómada de África Oriental, compuesto por 45.000 personas. Estos aborígenes residen principalmente en las selvas del sudoeste de Etiopía y en un pequeño reducto en la llanura de Sudán del Sur. Este pueblo de nativos tiene una lengua propia, el suri.

Las mujeres surma son mundialmente famosas por lucir un disco de calabaza o un plato de arcilla incrustado en sus labios y orejas (estos últimos también los varones). Cuanto más grande sea el plato, y en consecuencia la deformidad del labio inferior, mayor será la dote matrimonial, normalmente en cabezas de ganado.

No es la única tribu africana que lo hace pero sí la principal. Las féminas de la etnia mursi por ejemplo también llevan estos platos aunque los mursi son una escisión de los surma y tienen mucho en común. La economía suri se basa en el pastoreo, agricultura y caza y elabora algo parecido a la cerveza con fermento de sorgo.

Los hombres se juntan en una lucha con bastones, muy violenta, llamada donga. Se combate para demostrar la virilidad, por venganzas personales y  para ganar esposa. Unos cincuenta participantes luchan de dos en dos hasta que uno gana el torneo. El campeón tiene el respeto de toda la comunidad y el derecho de elegir esposa.

Estos aborígenes destacan en el arte. Ambos sexos usan pequeños ornamentos (cinturones, anillos, brazaletes, etc.) y decoran su cuerpo (pirograbados, dibujos hechos con cicatrices en su propia piel, pintura corporal, y similares). Hoy tiene un carácter decorativo pero en el pasado servía para intimidar a otras tribus de la región.

Nuba: el genocidio invisible.

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Los nuba son un conjunto de veinte grupos étnicos que vive en las Montañas Nuba, en Kardofán, la provincia central de Sudán. Son de raza negra y habitan de forma permanente en las colinas, donde nunca falta el agua. Las colinas son una excelente defensa natural contra influencias externas, como la dominante cultura árabe.

De todas formas, los nuba hablan decenas de lenguas y tienen estilos de vida absolutamente heterogéneos y dispares. Algunos clanes son patriarcados y otros matriarcados y se ocupan de distintos trabajos en función de la pertenencia al grupo. Viven de la agricultura y gustan de practicar el deporte y en especial la lucha.

La lucha es un símbolo de virilidad y los jóvenes que no sean diestros en ella tendrán difícil encontrar esposa. Tras esta práctica subyace la idea de poder obtener una comunidad fuerte. Los nuba son básicamente animistas que practican religiones chamánicas aunque últimamente algunos se convierten al islam.

El régimen islamista de Sudán promueve la esclavitud, el genocidio y la discriminación racial y religiosa. El gobierno de Jartum extermina a los nuba, que han pasado de ser un millón a menos de la mitad. No tienen nada, mueren de hambre y frío hasta el punto de que algunos bajan a los llanos y se ofrecen como esclavos.

Los nuba tuvieron la desgracia de estar justo en medio de una guerra civil por el petróleo librada por decenios entre los islamistas del norte y los secesionistas cristianos de Sudán del Sur. Además, Jartum defiende que las élites árabes se apoderen de los escasos recursos agrícolas del país, algunos en manos de los nuba.

Se trata de una sociedad débil y atrasada que aún vive en pequeñas aldeas con chozas con el techo de paja y va por el mundo semidesnuda y descalza. Es un conjunto de pueblos anclado en el túnel del tiempo y que trata de sobrevivir a un régimen islamofascista que quiere borrarlo del mapa mientras el mundo cierra los ojos.

Hopi: una nación de pacifistas.

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Los hopi, también llamados moqui, son descendientes de los nativos emigrantes del sudoeste americano. Vivían en un grupo pequeño de aldeas autónomas y aún se caracterizan por su espíritu pacifista. Hopi de hecho viene de «hopitu» o «pueblo pacífico». Hoy quedan 12.000 repartidos entre Arizona, Utah y Nuevo México.

Se dedicaban a la agricultura, el textil y la alfarería y las casas, construidas por las mujeres, eran de adobe y arcilla. La nación se dividía en clanes y era obligatorio casarse con personas de otro clan. Eran monógamos, las líneas de descendencia matriarcales y las jóvenes vírgenes lucían un peinado que imitaba una flor de calabaza.

Hoy los hopi hablan inglés y son cristianos pero muchos aún conservan su religión tradicional, donde creen que los espíritus kachina guiaron a los hombres desde el mundo subterráneo a través de una caña introducida profundamente en un agujero excavado por un tejón en la tierra, y desde allí llegaron a la superficie, a la luz.

Los kachina no permiten la violencia ya que el solo gesto de levantarle la mano a alguien golpea el orden natural de su mundo. Para evitar las luchas, los espíritus dividieron a los hopi en dos grupos (calabaza y turquesa), gobernando medio año cada uno de ellos aunque todas las decisiones se toman siempre de una forma conjunta.

Actualmente la tribu hopi es una nación soberana localizada en el noroeste de Arizona. La reserva ocupa parte de los condados Cononino y Navajo y comprende más de 1,5 millones de acres. Conviven con los navajo, pero su relación con ellos es tensa ya que estos últimos les invadieron en varias ocasiones a lo largo de la historia.

Unos 5000 de estos nativos hablan el hopi, una lengua uro-azteca. Son uno de los pocos grupos aborígenes que mantiene su cultura hasta la actualidad: sus poblados son antiguos, algunos con una historia de mil años. Se trata de un pueblo que sólo pide respeto para su estilo de vida y que desea vivir en armonía y paz.

Pueblo: la armonía de la aldea.

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Los indios pueblo son una veintena de etnias amerindias de Nuevo México y Arizona, entre las que destacan los taos, acoma, zuni y hopi. Descienden de los hokoam, anasazi y mogollón y su región ha pertenecido a España, México y desde 1848 a los Estados Unidos. Su economía está basada en la agricultura, cerámica y comercio.

No eran una tribu sino que la unidad básica era la aldea -edificada sobre una plataforma alta para defenderla- con sus sacerdotes y jefes. Su nombre se lo pusieron los colonos españoles en el siglo XVI porque vivían en poblados con casas sólidas y compactas con paredes hechas de piedra y adobe (muy valoradas hoy).

Al haber numerosas subdivisiones dentro de los indios pueblo encontramos desde tribus matrilineales exogámicas a clanes patrilineales endogámicos. Al este de Río Grande la agricultura era de regadío y al oeste de secano. Incluso existen decenas de lenguas y dialectos pueblos no siempre inteligibles, y procedentes de distintas raíces.

La Revuelta Pueblo de 1680 supuso la derrota de los colonos españoles y su expulsión por doce años. En la actualidad estos nativos son mayoritariamente católicos -por la influencia española- pero mezclan esta religión con su animismo tradicional que adora los espíritus de la naturaleza y busca la armonía en el mundo.

El maíz desempeñaba un papel muy importante en su cultura, ya que se le consideraba sagrado y en ocasiones se utilizaba como elemento para hacer plegarias y oraciones. De algún modo representaba una tierra que fructifica a pesar de la pertinaz sequía de un desierto tan árido y polvoriento como Nuevo México.

La aldea pueblo más antigua es Acoma: 1000 años de historia ininterrumpida. Hoy residen tanto en viviendas modernas como antiguas, son ciudadanos americanos y conservan su cultura pero tienen fricciones con los navajo, que les invadieron en el pasado. Los indios pueblo encarnan la vida feliz y sencilla de la aldea.

Tarahumara: el pueblo de las montañas.

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Los tarahuamara son una nación amerindia de México, una de las más importantes del país. Residen en las montañas, en cuevas de peñascos escarpados y en chabolas. No se han visto afectados por el mundo exterior hasta hace poco. Hay unos 120.000 de ellos, con lengua y cultura propias pero en situación de pobreza.

Vivían de cultivar maíz en los valles montañosos y de comer plantas silvestres en invierno. Los colonos españoles les atacaron en el siglo XVI y se replegaron a las montañas. Un siglo después la sierra tarahumara estaba tomada, los misioneros jesuitas establecidos y una gran avalancha de mineros llegaba para explotar la región.

Estos nativos americanos se levantaron en armas en 1646 pero los españoles, con el apoyo de otros grupos amerindios cristianizados, los derrotaron. En 1684 y 1697 otra vez lo intentaron para ser vencidos nuevamente por el hombre blanco. En el siglo XIX los estados de Chihuahua y Sonora expropiaron buena parte de sus tierras.

Hoy viven aislados en pequeñas comunidades alejadas entre ellas, y sólo se reúnen para fiestas o trabajos comunes. Cuando hace calor viven en cabañas y con las nieves se refugian en las cuevas. Las comunidades tienen un gobernador que hace de juez y mediador, entre otros. Mezclan el catolicismo con su fe animista de siempre.

En cuanto a la familia, una joven tarahumara nunca se muestra desnuda después de los 6 años de edad, hasta el punto de hacer el amor con su marido vestida. Los matrimonios son monógamos aunque aún se dan muchos casos de poliginia. Nunca regañan a sus hijos y les  confieren pequeñas responsabilidades desde bien niños.

Estos nativos tienen grandes condiciones atléticas. Correr es su talento. A veces corren tras una bola de madera que lanzan con el pie, tras colocarla con un bastón. Pueden correr días y noches sin parar por cualquier terreno y superando cualquier traba. Y es que se hacen llamar «rarámuri» que significa «los de los pies ligeros».

Nazca: el enigma de los geoglifos.

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Nazca es una antigua cultura amerindia que existió al sur de la actual Lima, Perú, entre los años 100 y 800 aproximadamente. En su época de esplendor llegó hasta Pisco por el norte, Arequipa por el sur y Ayachucho por el este. Era una nación militarista que daba importancia a la guerra y heredera de una etnia anterior: los paracas.

Los nazcas eran un pueblo sedentario que vivía de la agricultura, la pesca, la ganadería, la artesanía, la cerámica y el comercio. Se trataba de una teocracia donde los sacerdotes gobernaban y todo giraba en torno a la religión. A diferencia de otras naciones de la época no existía un líder tiránico ni clases sociales distintas.

Era una cultura fúnebre con grandes necrópolis funerarias, viviendas semisubterráneas y templos piramidales. Los muertos eran enterrados en posición fetal envueltos en una tela. Creían en el más allá y realizaban sacrificios humanos. En ocasiones extraían el cerebro del cráneo y utilizaban las cabezas a modo de trofeo.

Los nazca construían poblados con viviendas y muros de adobe y confeccionaban excelentes tejidos. Eran famosos por su fina cerámica, ornamentada con motivos vegetales, animales y humanos de difícil interpretación . También trabajaron el metal y hasta conocían técnicas como la fundición, el labrado, el repujado o la incisión.

Pero si por algo es mundialmente conocida esta extinta nación es por los geoglifos de Nazca. Se trata de líneas formadas con pequeñas piedras que forman figuras geométricas o dibujos de aves, insectos, peces y vegetales de 50 km de largo por 15 de ancho y que sólo pueden ser apreciadas en su totalidad desde una perspectiva aérea.

Estas líneas se han conservado más de dos milenios gracias al clima seco de la región y constituyen un misterio para la arqueología mundial. Podría ser un calendario agrícola, estar relacionadas con las estrellas o incluso con los aliens… Teorías las hay para todos los gustos pero la respuesta todavía sigue siendo un enigma.

Toltecas: una nación de constructores y guerreros.

Toltecas

Los toltecas fueron una gran civilización -hoy desaparecida- de Mesoamérica. Ellos emigraron del norte del actual México en torno al 700 DC y establecieron una ciudad-estado militar en Tula en el siglo X DC. Se trataba de una nación pretoriana con un gran poderío militar que empleó para sojuzgar a los pueblos vecinos.

Tenían una refinada cultura y dominaban la fundición del metal, el trabajo de la piedra, la destilación y la astronomía, pero al ser una sociedad belicosa orientada más a la guerra que a la paz estaban más interesados en la función de una herramienta que en su forma o estética, así que confeccionaron pocos objetos de lujo.

También la arquitectura y escultura toltecas buscaban más una finalidad práctica que estética. Construyeron colosales guerreros de piedra -de casi cinco metros de alto y varias toneladas de peso- que pretendían inspirar temor. Y es que tolteca significa «maestro constructor» en nahuatl, idioma que compartían con los aztecas.

Compartían con ellos bastantes aspectos culturales y religiosos, como la adoración a Quetzalcoatl. Según una leyenda este dios y sus seguidores -forzados por el dios tolteca Tezcatlipoca- abandonaron Tula en torno al 1000 y se instalaron en la sureña ciudad maya de Chichén Itzá, desarrollándola y convirtiéndola en su capital.

En siglo XII esta civilización amerindia afrontaba su ocaso más doloroso cuando los chichimecas y otros pueblos saquearon Tula. Los toltecas del sur fueron absorbidos por los mayas, a los que habían conquistado anteriormente. El siglo XIII supuso el fin de la decadente potencia tolteca y el ascenso del Imperio Azteca.

En la actualidad en México hay algunas comunidades de neotoltecas que siguen la filosofía de vida de sus ancestros y que creen que los antiguos mesoamericanos tenían una cultura común llamada Toltecayotl. Los neotoltecas buscan un estilo de vida que respete la naturaleza y los animales para recuperar la armonía de antaño.

Zapotecas: la gente de las nubes.

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El pueblo zapoteco fue una de las civilizaciones más brillantes de Mesoamérica. Habitó fundamentalmente en lo que hoy conocemos como Oaxaca (México) y parte de Guerrero, Puebla y el Istmo de Tehuantepec. Aún queda un millón de indígenas zapotecas en México, con lengua y cultura propia, pero malviven la miseria.

Zapoteca significa «pueblo del Zapote». No existe ninguna leyenda concreta acerca del origen y migración de este pueblo. Ellos pensaban que habían nacido directamente en las nubes, y que eran hijos legítimos de los dioses. Por eso se llamaban a sí mismos «ben’ zaa» o «vinizá» que quiere decir «la gente de las nubes».

Su rastro se remonta a hace 2500 años y se desarrollaron fundamentalmente entre 500 AC y 1000 DC. Hacia el 1200 DC ya era una sociedad completamente decadente que apenas podía contener el empuje de mixtecas y aztecas. Finalmente, la llegada de los españoles supuso la puntilla a una civilización moribunda.

Los zapotecas eran sedentarios y vivían de la agricultura. Tenían un panteón de divinidades con Cocijo, dios de la lluvia, a la cabeza. Los sacerdotes tenían gran poder y en ocasiones hacían sacrificios humanos. Estos nativos adoraban a sus antepasados, creían en un paraíso en el más allá y practicaban el culto a los muertos.

Era una sociedad muy desarrollada en arte, arquitectura, astrología y calendarios. Fue el primer pueblo centroamericano -junto con los mayas- en disponer de un sistema de escritura (jeroglíficos). Se asemejaban a olmecas, mayas y toltecas y están considerados la segunda civilización madre de Mesoamérica tras los olmecas.

Monte Albán fue su centro neurálgico, allí se han encontrado grandes templos, tumbas funerarias, orfebrería y estadios para el juego de pelota, entre otros. El idioma zapoteco es una macrolengua, esto es, un conglomerado de muchos idiomas, hablado aún hoy por 800.000 personas en los Estados Unidos de México.

Incas: el más grande imperio precolombino.

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Los incas se instalaron en la que sería su capital, Cuzco, en torno al año 1100. Recogieron muchas costumbres de otros pueblos andinos, como los toltecas, y construyeron un gran imperio que iba desde los actuales Ecuador a Chile. Estaba dividido en cuatro grandes regiones (Chinchansuyo, Cuntinsuyo, Antisuyo y Collasuyo).

Entre las expresiones artísticas más impresionantes de la civilización inca se hallan los templos, los palacios y otros tesoros arquitectónicos como Machu Picchu o el Templo del Sol. Cabe destacar también la construcción de larguísimos puentes colgantes hechos a base de sogas, además de canales de regadío y acueductos.

La vida social orbitaba en torno al parentesco. Los parientes (ayllu) tenían la obligación de ayudarse en las labores diarias y trabajar juntos por el bien común. No había dinero así que usaban el trueque. El pueblo pagaba tributos a su señor -el Inca- con su tiempo de trabajo y existía una seguridad social para enfermos y viudas.

Tenían una religión politeísta, con Viracocha como dios principal, y existían los sacrificios animales y humanos para granjearse el favor de las deidades. El propio Inca era adorado como un dios viviente y por debajo de él se encontraban los nobles, los jefes locales y los campesinos. Destacaban en agricultura, orfebrería y textil.

La muerte del monarca Huayna Cápac en 1525, antes de que pudiera designar sucesor, provocó la división del imperio. Sus dos hijos, los hermanastros Huáscar y Atahualpa, aspiraban al trono. El conquistador español Francisco Pizarro aprovechó esta crisis de gobernabilidad y acabó con el último Inca, Atahualpa, en 1532.

Una vez descabezada la corona, poco pudo hacer el decadente Imperio Inca para impedir su destrucción a manos de los colonos españoles. Los incas ya no existen pero su tremebundo legado cultural todavía hoy perdura y nos recuerda que fueron una de las civilizaciones más sobresalientes de toda la historia de la humanidad.

 

Aztecas: el gran imperio centroamericano.

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Las leyendas mexicas vaticinaban que este pueblo fundaría una gran civilización en una región pantanosa, en el lugar exacto donde vieran un cactus que creciera de una roca y, sobre él, un águila devorando a una serpiente. En 1.325 se cumplió y los aztecas fundaron Tenochtitlán, sobre la cual se edificaría más tarde México DF.

Los aztecas (1.325-1.521) crearon un imperio que se extendió desde los actuales México a Guatemala gracias las alianzas militares de varios pueblos. En el siglo XV era una confederación conformada la triple alianza de Tenochtilán, Texcoco y Tlacopan. Pero menos de cien años después todo el poder estaba en manos del primero.

En 1.520, con el rey Moctezuma II, 38 pueblos pagaban tributo al imperio, pero otros, como los tlaxcaltecas se unieron al conquistador español Hernán Cortés para derrocarle. Moctezuma confundió a Cortés con el dios Quetzacóatl y lo colmó de suntuosos regalos. Un año después Cortés destruyó el imperio desde dentro.

La sociedad se componía de nobles, plebeyos y esclavos. Tenían una religión politeísta y se practicaban sacrificios humanos y animales. Su escritura era pictográfica y tenían un calendario de 18 meses de 20 días con cinco días sueltos considerados aciagos. La educación fortalecía el espíritu de los aztecas desde niños.

Un varón podía casarse con una sola mujer pero podía tener tantas concubinas como pudiese mantener. El divorcio era permitido con una sentencia judicial. Su lengua era el nahuatl y tenían un deporte, la pelota tlachtli, en la que había que hacer pasar una pelota de hule por un anillo macizo colocado en lo alto de la pared.

El Imperio Azteca fue una de las más brillantes civilizaciones de la historia y nos ha dejado como legado impresionantes pirámides y tesoros arquitectónicos. Un pueblo, o mejor, una confederación de muchos pueblos con los mexica a la cabeza, que acabaría desapareciendo para siempre con la llegada del hombre blanco.

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