Hopi: una nación de pacifistas.

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Los hopi, también llamados moqui, son descendientes de los nativos emigrantes del sudoeste americano. Vivían en un grupo pequeño de aldeas autónomas y aún se caracterizan por su espíritu pacifista. Hopi de hecho viene de «hopitu» o «pueblo pacífico». Hoy quedan 12.000 repartidos entre Arizona, Utah y Nuevo México.

Se dedicaban a la agricultura, el textil y la alfarería y las casas, construidas por las mujeres, eran de adobe y arcilla. La nación se dividía en clanes y era obligatorio casarse con personas de otro clan. Eran monógamos, las líneas de descendencia matriarcales y las jóvenes vírgenes lucían un peinado que imitaba una flor de calabaza.

Hoy los hopi hablan inglés y son cristianos pero muchos aún conservan su religión tradicional, donde creen que los espíritus kachina guiaron a los hombres desde el mundo subterráneo a través de una caña introducida profundamente en un agujero excavado por un tejón en la tierra, y desde allí llegaron a la superficie, a la luz.

Los kachina no permiten la violencia ya que el solo gesto de levantarle la mano a alguien golpea el orden natural de su mundo. Para evitar las luchas, los espíritus dividieron a los hopi en dos grupos (calabaza y turquesa), gobernando medio año cada uno de ellos aunque todas las decisiones se toman siempre de una forma conjunta.

Actualmente la tribu hopi es una nación soberana localizada en el noroeste de Arizona. La reserva ocupa parte de los condados Cononino y Navajo y comprende más de 1,5 millones de acres. Conviven con los navajo, pero su relación con ellos es tensa ya que estos últimos les invadieron en varias ocasiones a lo largo de la historia.

Unos 5000 de estos nativos hablan el hopi, una lengua uro-azteca. Son uno de los pocos grupos aborígenes que mantiene su cultura hasta la actualidad: sus poblados son antiguos, algunos con una historia de mil años. Se trata de un pueblo que sólo pide respeto para su estilo de vida y que desea vivir en armonía y paz.

Tarahumara: el pueblo de las montañas.

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Los tarahuamara son una nación amerindia de México, una de las más importantes del país. Residen en las montañas, en cuevas de peñascos escarpados y en chabolas. No se han visto afectados por el mundo exterior hasta hace poco. Hay unos 120.000 de ellos, con lengua y cultura propias pero en situación de pobreza.

Vivían de cultivar maíz en los valles montañosos y de comer plantas silvestres en invierno. Los colonos españoles les atacaron en el siglo XVI y se replegaron a las montañas. Un siglo después la sierra tarahumara estaba tomada, los misioneros jesuitas establecidos y una gran avalancha de mineros llegaba para explotar la región.

Estos nativos americanos se levantaron en armas en 1646 pero los españoles, con el apoyo de otros grupos amerindios cristianizados, los derrotaron. En 1684 y 1697 otra vez lo intentaron para ser vencidos nuevamente por el hombre blanco. En el siglo XIX los estados de Chihuahua y Sonora expropiaron buena parte de sus tierras.

Hoy viven aislados en pequeñas comunidades alejadas entre ellas, y sólo se reúnen para fiestas o trabajos comunes. Cuando hace calor viven en cabañas y con las nieves se refugian en las cuevas. Las comunidades tienen un gobernador que hace de juez y mediador, entre otros. Mezclan el catolicismo con su fe animista de siempre.

En cuanto a la familia, una joven tarahumara nunca se muestra desnuda después de los 6 años de edad, hasta el punto de hacer el amor con su marido vestida. Los matrimonios son monógamos aunque aún se dan muchos casos de poliginia. Nunca regañan a sus hijos y les  confieren pequeñas responsabilidades desde bien niños.

Estos nativos tienen grandes condiciones atléticas. Correr es su talento. A veces corren tras una bola de madera que lanzan con el pie, tras colocarla con un bastón. Pueden correr días y noches sin parar por cualquier terreno y superando cualquier traba. Y es que se hacen llamar «rarámuri» que significa «los de los pies ligeros».

Toltecas: una nación de constructores y guerreros.

Toltecas

Los toltecas fueron una gran civilización -hoy desaparecida- de Mesoamérica. Ellos emigraron del norte del actual México en torno al 700 DC y establecieron una ciudad-estado militar en Tula en el siglo X DC. Se trataba de una nación pretoriana con un gran poderío militar que empleó para sojuzgar a los pueblos vecinos.

Tenían una refinada cultura y dominaban la fundición del metal, el trabajo de la piedra, la destilación y la astronomía, pero al ser una sociedad belicosa orientada más a la guerra que a la paz estaban más interesados en la función de una herramienta que en su forma o estética, así que confeccionaron pocos objetos de lujo.

También la arquitectura y escultura toltecas buscaban más una finalidad práctica que estética. Construyeron colosales guerreros de piedra -de casi cinco metros de alto y varias toneladas de peso- que pretendían inspirar temor. Y es que tolteca significa «maestro constructor» en nahuatl, idioma que compartían con los aztecas.

Compartían con ellos bastantes aspectos culturales y religiosos, como la adoración a Quetzalcoatl. Según una leyenda este dios y sus seguidores -forzados por el dios tolteca Tezcatlipoca- abandonaron Tula en torno al 1000 y se instalaron en la sureña ciudad maya de Chichén Itzá, desarrollándola y convirtiéndola en su capital.

En siglo XII esta civilización amerindia afrontaba su ocaso más doloroso cuando los chichimecas y otros pueblos saquearon Tula. Los toltecas del sur fueron absorbidos por los mayas, a los que habían conquistado anteriormente. El siglo XIII supuso el fin de la decadente potencia tolteca y el ascenso del Imperio Azteca.

En la actualidad en México hay algunas comunidades de neotoltecas que siguen la filosofía de vida de sus ancestros y que creen que los antiguos mesoamericanos tenían una cultura común llamada Toltecayotl. Los neotoltecas buscan un estilo de vida que respete la naturaleza y los animales para recuperar la armonía de antaño.

Zapotecas: la gente de las nubes.

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El pueblo zapoteco fue una de las civilizaciones más brillantes de Mesoamérica. Habitó fundamentalmente en lo que hoy conocemos como Oaxaca (México) y parte de Guerrero, Puebla y el Istmo de Tehuantepec. Aún queda un millón de indígenas zapotecas en México, con lengua y cultura propia, pero malviven la miseria.

Zapoteca significa «pueblo del Zapote». No existe ninguna leyenda concreta acerca del origen y migración de este pueblo. Ellos pensaban que habían nacido directamente en las nubes, y que eran hijos legítimos de los dioses. Por eso se llamaban a sí mismos «ben’ zaa» o «vinizá» que quiere decir «la gente de las nubes».

Su rastro se remonta a hace 2500 años y se desarrollaron fundamentalmente entre 500 AC y 1000 DC. Hacia el 1200 DC ya era una sociedad completamente decadente que apenas podía contener el empuje de mixtecas y aztecas. Finalmente, la llegada de los españoles supuso la puntilla a una civilización moribunda.

Los zapotecas eran sedentarios y vivían de la agricultura. Tenían un panteón de divinidades con Cocijo, dios de la lluvia, a la cabeza. Los sacerdotes tenían gran poder y en ocasiones hacían sacrificios humanos. Estos nativos adoraban a sus antepasados, creían en un paraíso en el más allá y practicaban el culto a los muertos.

Era una sociedad muy desarrollada en arte, arquitectura, astrología y calendarios. Fue el primer pueblo centroamericano -junto con los mayas- en disponer de un sistema de escritura (jeroglíficos). Se asemejaban a olmecas, mayas y toltecas y están considerados la segunda civilización madre de Mesoamérica tras los olmecas.

Monte Albán fue su centro neurálgico, allí se han encontrado grandes templos, tumbas funerarias, orfebrería y estadios para el juego de pelota, entre otros. El idioma zapoteco es una macrolengua, esto es, un conglomerado de muchos idiomas, hablado aún hoy por 800.000 personas en los Estados Unidos de México.

Aztecas: el gran imperio centroamericano.

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Las leyendas mexicas vaticinaban que este pueblo fundaría una gran civilización en una región pantanosa, en el lugar exacto donde vieran un cactus que creciera de una roca y, sobre él, un águila devorando a una serpiente. En 1.325 se cumplió y los aztecas fundaron Tenochtitlán, sobre la cual se edificaría más tarde México DF.

Los aztecas (1.325-1.521) crearon un imperio que se extendió desde los actuales México a Guatemala gracias las alianzas militares de varios pueblos. En el siglo XV era una confederación conformada la triple alianza de Tenochtilán, Texcoco y Tlacopan. Pero menos de cien años después todo el poder estaba en manos del primero.

En 1.520, con el rey Moctezuma II, 38 pueblos pagaban tributo al imperio, pero otros, como los tlaxcaltecas se unieron al conquistador español Hernán Cortés para derrocarle. Moctezuma confundió a Cortés con el dios Quetzacóatl y lo colmó de suntuosos regalos. Un año después Cortés destruyó el imperio desde dentro.

La sociedad se componía de nobles, plebeyos y esclavos. Tenían una religión politeísta y se practicaban sacrificios humanos y animales. Su escritura era pictográfica y tenían un calendario de 18 meses de 20 días con cinco días sueltos considerados aciagos. La educación fortalecía el espíritu de los aztecas desde niños.

Un varón podía casarse con una sola mujer pero podía tener tantas concubinas como pudiese mantener. El divorcio era permitido con una sentencia judicial. Su lengua era el nahuatl y tenían un deporte, la pelota tlachtli, en la que había que hacer pasar una pelota de hule por un anillo macizo colocado en lo alto de la pared.

El Imperio Azteca fue una de las más brillantes civilizaciones de la historia y nos ha dejado como legado impresionantes pirámides y tesoros arquitectónicos. Un pueblo, o mejor, una confederación de muchos pueblos con los mexica a la cabeza, que acabaría desapareciendo para siempre con la llegada del hombre blanco.

Arapahoe: los comerciantes de las praderas.

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Los arapahoe son una nación amerindia históricamente asentada en un principio en el actual estado de Minessota y con posterioridad en el este de las Grandes Praderas de Norteamérica, concretamente en las zonas de Colorado y Wyoming. A día de hoy unos 5000 nativos de esta etnia residen en los Estados Unidos de América.

Su nombre significa «comerciantes» -trataban con pieles de animales- o «gente con muchos tatuajes» según las versiones. Ellos se llamaban a sí mismos «inva in» que significa «nuestro pueblo».  Establecieron una alianza permanente con los cheyenne, pero a diferencia de éstos,  resultaron ser amistosos con el hombre blanco.

Lucharon junto con los cheyennes contra otras tribus rivales (dakotas, kiowas y comanches,  shoshones, utes y pawnes). Después se aliaron con los cheyennes y los sioux en las guerras contra los blancos hasta su derrota en 1.867 y posterior exilio a Oklahoma. La Masacre de Sand Creek (1.864) es de aciago recuerdo para ellos.

Tenían una vida nómada; emigraban a menudo, siempre tras los bisontes, y vivían en tipis. Podían desmontar un poblado entero en sólo una hora. Su arte y rituales religiosos, como la danza del sol, eran de los más avanzados de las Grandes Llanuras. Tenían mucha fe en los espíritus de la naturaleza e incluso tenían profetas.

Todavía hoy conservan sus raíces: muchos viven en reservas -una en Wyoming y otra en Oklahoma- y algunos hablan el idioma arapahoe. Le dan mucha importancia a la vida familiar y es muy frecuente ver a los padres jugando con los niños y compartiendo tiempo de calidad con ellos. También cazan y pescan juntos.

Pero como ocurre con las demás tribus amerindias, este pueblo aborigen se ha occidentalizado mucho en los últimos tiempos. La mayoría habla inglés y profesa el cristianismo y en cuanto a la economía la principal fuente de ingresos es los casinos. Es el difícil equilibrio entre la tradición secular y el moderno estilo de vida americano.

Cherokee: la integración de un pueblo.

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Los cherokee vivían en comunidades pequeñas cerca de los ríos, en aldeas con casas de madera y su lengua era el iroqués.  Cada tribu tenía dos jefes, uno para la paz y otro para la guerra, aunque las decisiones se tomaban de forma democrática. Vivían en el sureste americano, en una región del tamaño de Andalucía.

Era una sociedad matrilineal, y el parentesco se tomaba de la familia de la madre. Únicamente se permitía el matrimonio entre miembros de distintos clanes. Era una nación pacífica que tan sólo empezó a tener conflictos con la llegada de los hombres blancos, con los españoles primero (año 1.540) y con Estados Unidos después.

Ésta siempre fue la más prooccidental de todas las naciones amerindias. No vivían en tipis ni arrancaban cabelleras. En el siglo XVIII eran una democracia y hasta tenían constitución y leyes propias. En esta época el jefe Sequoyah inventó un sistema de escritura para el idioma cherokee y hasta se llegó a publicar un períodico.

Pero con la fiebre del oro, Washington les robó sus tierras. Se les sacó de Georgia para reasentarlos en Oklahoma y Arkansas. De 1.831 a 1.838 17.000 nativos fueron forzados a andar un éxodo de 1.200 km. 4.000 de ellos murieron por el camino. Aquello fue su «Sendero de lágrimas». Una minoría fue a Carolina del Norte.

Esta última se ha hecho rica, gracias a que su territorio fue declarado Parque Nacional de las Montañas Great Smokies y esto genera mucho turismo. En Oklahoma está la Nación Cherokee, donde reside el grueso de los 320.000 nativos (la nación amerindia más grande del país), integrados en el estilo de vida americano.

Mientras que la mayoría de nativos americanos vive confinada en reservas presa del alcoholismo, la desesperación y el desempleo, los cherokee montan negocios y estudian en la Universidad. Han sabido adaptarse a la modernidad sin abjurar de sus raíces y tradiciones. El futuro es halagüeño. Tienen motivos de sobra para sonreír.


Sioux: los señores de las llanuras del norte.

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Los sioux fueron una de las grandes tribus de las praderas, entre el río Mississipi y las Montañas Rocosas. La familia sioux incluye a los assiniboin, dakota, hidatsa, mandan, osage y winnebago. Estas siete tribus a su vez se dividen en santees (sedentarios y agrícolas), los nakota y los teton (que son guerreros y cazadores de búfalos).

Provienen de los bosques y los constantes choques con sus enemigos ojibwa las forzaron a vivir como nómadas en las praderas, siempre tras el rastro de la manadas de búfalos.  Llegaron a atesorar un inmenso imperio que comprendía parte del actual estado de Minessota, Dakota, Wisconsin, Iowa, Missouri y Wyoming.

En el siglo XIX un aluvión de mineros y buscadores de oro penetró en sus tierras. Hubo una tremenda guerra entre nativos y colonos -incluyendo la mítica batalla de Little Bighorn donde el jefe Toro Sentado mató al general George Custer. Pero en 1890 el ejécito norteamericano acabó por derrotar a los sioux en Wouded Knee.

La familia era la unidad social básica y de gobierno. Un clan era una extensa familia patriarcal dentro de la cual no se podían casar. Un hombre podía tener varias esposas pero los hijos pertenecían al clan de la madre, quien era la dueña de todas las propiedades de la familia. La separación era posible con una causa válida.

Vivían en tiendas cónicas llamadas tipis. Tenían leyes muy duras como la que castigaba el adulterio con la amputación o deformación de un miembro. Creían en un dios omnipotente, el Gran Misterio, y tenían visiones religiosas, como en el baile del fantasma. Los ancianos sabían de medicinas naturales y hierbas curativas.

Estos amerindios en ocasiones han sido llamados también dakota (que significa «amigo») y actualmente residen en diversas reservas dispersas por el sur de Canadá y norte de los Estados Unidos. La lengua sioux (hablada actualmente por 33.000 de sus 170.000 miembros) se divide en tres variantes (nakota, lakota y dakota).

Cheyenne: los hombres perro de las llanuras.

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Los cheyenne son una nación amerindia radicada en las Grandes Llanuras de Estados Unidos. Está compuesta actualmente por dos tribus, los sotaeo’o y los tsitsistas. Cheyenne significa «pueblo de una lengua extranjera» o «pequeño Cree» según otra versión. Se trata de un pueblo pacífico al que le obligaron a hacer la guerra.

En los siglos XVII y XVIII fueron de los Grandes Lagos a lo que hoy es Minessota y Dakota del Norte. Los lakota y ojibwa los  forzaron a emigrar hacia el oeste. A mediados del siglo XIX habían pasado de sedentarios a nómadas y de pescar y sembrar a recolectar y cazar. También fueron a Wyoming, Colorado y Dakota del Sur.

Buscaban experiencias religiosas con alucinógenos y practicaban «la danza del sol». En sus visiones los animales poseían el pensamiento humano, que les confería habilidades especiales. Estos aborígenes eran famosos por sus «flechas de medicina» y considerados como temibles «hombres perro» a partir de uno de sus mitos.

En 1830 los cheyenne se dividieron en dos grupos: los del sur, situados a lo largo del margen superior del río Arkansas y que se unirían después con los arapahoe y los del norte, en el río Plata. Hasta que llegaron los buscadores de oro a su territorio (año 1850) mantenían una relación pacífica y cordial con el hombre blanco.

Muchos hombres, mujeres y niños inocentes fueron masacrados por el ejército americano, lo cual desató una cruenta guerra entre estos pacíficos nativos y los colonos atacantes. Al final, los cheyenne se rindieron en 1877 y fueron reasentados en el Territorio Indio (Oklahoma) donde sufrieron varias epidemias, hambre y frío.

Hoy los cheyenne del norte viven en una reserva en Montana y los del sur, junto a los arapahoe del sur, en el centro de Oklahoma. Su población total combinada alcanza las 20.000 almas. La lengua cheyenne es hablada por menos del 10% de su gente. Siempre agredido desde el exterior, por fin este pueblo puede vivir en paz.

Mapuches: la nación de mirada triste.

Los mapuches son un pueblo amerindio radicado entre Chile (1 millón de almas) y Argentina (200.000).  Una pena tan antigua como su etnia les acompaña, hay una historia llena de abusos e injusticias a sus espaldas, de discriminación y violencia que aún hoy afectan a una nación de mirada triste que sólo pide vivir en paz.

Desde el 500 DC viven en la Araucanía, territorio compartido lingüísticamente con los extintos cuncos, huilliches y pincuches. Era un pueblo amante de la naturaleza y de la calma hasta que España lo invadió en 1546. Pero el Imperio fue incapaz de sojuzgar a estos indómitos nativos durante la Guerra del Arauco (1536-1810).

Lo peor llegó entre 1861 y 1883. Chile declaró la guerra a esta nación aborigen. Hubo 30.000 muertos, casi el 80% de la población mapuche. De más de 30 millones de hectáreas que constituían su territorio, el gobierno chileno dispuso que se redujeran a 532 mil, menos del 1%. Fue la llamada «Pacificación de la Araucanía».

Vivían de la caza, recolección y agricultura pero sufrieron un acondicionamiento forzoso, ya que se vieron confinados a un territorio tan pequeño (menos de cuatro hectáreas por familia) que no producía lo suficiente para comer, lo que provocó la emigración a la ciudad y el posterior abandono de su viejo y tradicional estilo de vida.

En Argentina las cosas no fueron diferentes: durante la operación «Conquista del Desierto» (1878-1885), el ejército invadió a los indígenas para arrebatarles el control de sus tierras. Miles de mapuches fueron separados por sexo (para evitar procrear) y reasentados en otras zonas del país, para forzar su asimilación cultural.

Actualmente en ambos estados el 90% de los mapuches habita en zonas urbanas. Ahora se organizan para reivindicar sus derechos; exigen el fin de los ataques a su pueblo y de la discriminación racial, recuperar sus tierras injustamente expropiadas, la autonomía política y el respeto a su identidad, lengua y cultura propias.

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