Los tres pueblos más inteligentes de Europa.

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Hay tres pueblos en Europa a los que admiro profundamente. Ellos son los más inteligentes. No digo que sean los más simpáticos, los más solidarios o los más amables. De hecho, ninguno ganaría nunca un concurso de popularidad. Pero sí son los más inteligentes; los que mejor saben adaptarse al entorno, los que más astutamente saben defender lo suyo. Habrá quien les acuse de egoísmo, saqueo o incluso rapiña. Pero los pueblos inteligentes defienden lo suyo antes que lo de fuera. Su moneda, su soberanía, sus intereses. En cambio, los pueblos estúpidos piensan en el interés colectivo antes que en el suyo propio. Los primeros son dominantes, los segundos se dejan dominar. Tenemos mucho que aprender de ellos.

Suiza. Un estado confederal en el que cada cantón tiene autogobierno y hacienda propia. Una democracia directa que hace que el pueblo tenga siempre la última palabra y pueda tumbar las decisiones de un Gobierno que no respete la voluntad popular. Una neutralidad que le ha permitido vivir en paz mientras, a su alrededor, las naciones del mundo se mataban unas a otras como hormigas. El primer paraíso fiscal de la historia moderna (desde 1934); una patria que se enriquece a costa de las demás, y que, sorprendentemente, las demás lo permiten. AELC en vez de UE y franco suizo en vez de euro. La saludable práctica de aprender idiomas. Un 3% de paro y un sueldo mínimo equivalente a 2400 € al mes.

Israel. Una patria para los judíos. El pueblo escogido. La élite de la humanidad. Una cultura empresarial que favorece al emprendedor y que fomenta la innovación. Una ciencia que hace florecer frondosos vergeles en medio del desierto más árido. Banca y comercio. Gente culta y preparada. Un país pequeño capaz de mantener a raya a 1500 millones de musulmanes que querrían borrarlo del mapa. Un ejército que gana todas las guerras porque no puede permitirse el lujo de perder ninguna. Una potencia nuclear. El mejor servicio secreto del mundo.  Una alianza estratégica con Washington. El sueño hecho realidad de convertir un pequeño pedazo de tierra en una de las naciones más poderosas del globo.

Inglaterra. Fíjese bien: digo Inglaterra, no Reino Unido. La nación más poderosa de Europa, la que siempre sale triunfante de todas las guerras. Una mentalidad forjada en el protestantismo, la democracia, el liberalismo y el capitalismo. Un pueblo que sabe reinventarse a sí mismo: primero Inglaterra, luego Reino Unido, Imperio Británico y ahora la Commonwealth. Una reina que lo es de dieciséis estados soberanos. La Revolución Industrial. Más Premios Nobel por habitante que los Estados Unidos. Esperar y ver. Divide y vencerás. La Angloesfera y la OTAN. El inglés como lengua franca. Londres, centro financiero internacional. La libra esterlina. El gran acierto de no entrar en el euro y el de votar a favor del Brexit.

Jordania: la verdadera Palestina.

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Esta tierra fue colonizada por árabes en el siglo VII. Después vendrían cruzados, mamelucos, otomanos y británicos. En 1920 Reino Unido creó el Mandato Británico de Palestina, del cual segregó a Transjordania en 1922. En 1946 Transjordania se independizó por primera vez en su historia y en 1950 mutó su nombre.

En su corta historia al país le ha dado tiempo a perder varias guerras contra Israel, firmar la paz (1994), federarse con Irak durante seis meses (1958), dominar Cisjordania (1949), renunciar a ella en favor de Palestina (1988) y sobre todo a practicar la hospitalidad acogiendo a miles de refugiados palestinos, iraquíes y sirios.

Jordania debe su nombre al río Jordán. La economía se funda en el turismo, como el que genera el Mar Muerto y la ciudad de Petra, hogar de los antiguos nabateos. Es un país desértico con muy poca agua y escasos recursos mas también un oasis y estabilidad en medio del hervidero de conflictos que es Oriente Próximo.

Los jordanos son árabes y practican el islam suní. Esta nación es una monarquía donde el rey goza de grandes poderes. La familia real es beduina de la dinastía hachemita. La élite beduina -una minoría social- también controla el ejército. Debido a su vecindad, el reino es muy sensible a la eterna lucha entre Palestina e Israel.

Jordania es el auténtico estado palestino. Antes de llamarse Jordania, se llamaba Transjordania y antes de eso Palestina. No hay ninguna diferencia étnica entre un palestino y un jordano. Incluso las banderas de ambos países son una fotocopia. Jordania es Palestina y Palestina es Jordania. Son dos nombres para una misma cosa.

El Reino de Jordania podría ser la solución para el conflicto de Oriente Próximo: un estado para los palestinos. Es una patria bastante grande como para acoger en su seno a todo el pueblo palestino que, dicho sea de paso, es el mismo que el jordano. Los palestinos podrían retornar a su verdadero hogar y los judíos vivir en paz.

¿Qué harías tú si Hamás lanzara cohetes sobre tu casa?

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En las últimas semanas estamos asistiendo a un terrible baño de sangre en Gaza. Más de un millar de muertos en una guerra Hamás-Israel que ya dura casi un mes. La muerte de civiles palestinos, en especial la de niños inocentes, es algo terrible. Todo el mundo acusa a Israel de genocidio. Pero lo que no saben es que Gaza tiene más de 5000 habitantes por km2. Esto es una densidad poblacional superior a la de Pekín, por ejemplo. Si de verdad los judíos quisieran perpetrar un genocidio liquidarían 5000 personas cada cinco minutos, no 1400 en casi un mes. Los ataques son selectivos aunque no existe por desgracia el proyectil que no mate civiles, pero el día que se invente estoy seguro de que Israel lo usará pero Palestina no.

¿Qué harías tú si Hamás lanzara cohetes sobre tu casa? ¿Regalarles un pastel? Recuerdo que esta guerra la comenzó Hamás al lanzar cientos de proyectiles sobre Israel. Recuerdo que desde 1948 todas las guerras en las que ha participado Israel han sido defensivas. Recuerdo que Hamás ha rechazado el alto el fuego varias veces. Recuerdo que Hamás es una banda terrorista que usa civiles como escudos humanos y les obliga a permanecer en un edificio incluso cuando el ejército israelí avisa con antelación de que lo van a atacar para que los civiles lo desalojen. Recuerdo que los terroristas de Hamás lanzan cohetes desde casas, hospitales y escuelas y luego se hacen las víctimas cuando los hebreos bombardean tales lugares.

Los únicos culpables de la muerte de niños palestinos son los propios palestinos. Más de un millón de veces Israel ha hecho a Palestina la oferta de paz por territorios y más de un millón de veces Palestina ha elegido ir a la guerra. Mañana mismo Palestina podría recuperar los territorios ocupados si quisiera. Bastaría con reconocer la existencia del Estado de Israel y comprometerse a no atacarlo. Así lo hizo Egipto hace décadas y recuperó la Península del Sinaí y desde entonces no ha habido ningún problema entre ambas naciones. Pero los palestinos, pudiendo elegir la paz, prefieren hacer la guerra. ¡Malditos hipócritas y cobardes! ¡Que no lloren luego la muerte de sus hijos porque son ellos mismos quienes los están matando!

¿Sabías que se puede leer el Padre Nuestro en valenciano en un convento de Jerusalén?

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En las afueras de Jerusalén, en el Monte de los Olivos, se encuentra el Convento del Padre Nuestro, erigido en el lugar donde Nuestro Señor Jesucristo enseñó a sus discípulos la forma en que debían orar al Señor. Los muros del jardín y el claustro de este convento están decorados con azulejos de cerámica que reproducen esta bella oración en 140 lenguas diferentes. El valenciano tiene su Padre Nuestro propio, a muchos metros de distancia del catalán. También figura una versión en mallorquín y en occitano, entre otras. Además, el Convento ha puesto en marcha una página web para recoger esta oración en todos los idiomas y dialectos posibles. Actualmente hay cerca de 2000 versiones, el valenciano entre ellas.

Los judíos siempre tienen la culpa de todo.

Hamás lanza cientos de cohetes contra Israel. Israel se defiende. Ése ha sido el comienzo de esta nueva guerra en Oriente Próximo. Hay que recordarlo una vez más a los antisemitas, aquéllos que le niegan al pueblo israelí su derecho a la legítima defensa. Como siempre para los perroflautas, la pseudoizquierda, los islamistas y otros prodigios de la multiculturalidad, Israel es el culpable de todo. Incluso cuando el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha ofrecido cesar los bombardeos sobre Gaza a cambio de que Hamás deje de lanzarle misiles. Y Hamás ha respondido lanzando más misiles. Si los árabes bajaran las armas, ya no habría más guerra. Si los judíos bajaran las armas, no habría más Israel. Pero no pasa nada. Los judíos son los malos. Ellos tienen la culpa de todo. Faltaría más.

Yo me pregunto qué pasaría si a una nación cualquiera le atacara un país vecino. ¿Tendría derecho a defenderse? Y en caso de hacerlo ¿sería un estado nazi, criminal y genocida por defenderse? Pues ésta es la acusación que siempre pende sobre Israel. Como siempre ya hay contertulios que afirman que los judíos son nazis y Netanyahu Adolf Hitler. Por defenderse. Los judíos parecían más simpáticos al mundo cuando estaban en la cámara de gas, pero ahora no van a consentir que nadie les mande allí de nuevo. Tienen derecho a defenderse contra aquellos islamistas que hablan de borrar a Israel del mapa y de echar a los judíos al mar. Los mismos que si pudieran nos esclavizarían a los europeos para imponer la sharia en nuestra tierra, el burka a nuestras mujeres y devolvernos a la Edad de Piedra.

La propaganda antisemita no cesa: «Gaza es el mayor campo de concentración del mundo» -te dicen-. Curioso campo de concentración el que tiene cafeterías, salas de baile y videoclubs. Igualito que Auschwitz. Otros se quejan de que es un combate desigual, pero Israel no tiene la culpa de que sus enemigos sean como son. ¿Qué quieren? ¿Que les pase la mitad de su armamento y digan: «ale, ya estamos igualados, ya podemos pelear»? Esto es una guerra, no un duelo de espadachines. Pronto acusarán de genocidio a los israelíes. Pero la densidad poblacional de Gaza es mayor que la de Pekín. Si se quisiera cometer un genocidio sería facilísimo. Pese a ello, las bajas palestinas son y serán muy pocas (para la enorme población de la franja), lo cual evidencia que los ataques son muy selectivos.

Pese a todo hay y habrá bajas de inocentes, que siempre son los que más sufren en todas las guerras. Pero muchos ocultan que Hamás dispara a propósito contra objetivos civiles israelíes, y luego se rasgan las vestiduras cuando Israel mata por accidente a un civil palestino. Incluso cuando saben que es práctica común de los terroristas refugiarse en colegios, hospitales y otras infraestructuras civiles para vender «un genocidio» made in Pallywood. Muchos antisemitas dicen que Israel está financiada por Estados Unidos… pero callan el que Palestina está financiada por Irán y Arabia Saudita. Otros dicen que Israel sólo existe gracias al apoyo militar angloamericano… Y me pregunto yo ¿dónde estaban los angloamericanos en todas las guerras que Israel ha tenido que enfrentar solo contra las naciones árabes?

No voy a decir yo que criticar a Israel, o al Gobierno de Israel, sea necesariamente antisemitismo. Pero sí lo es acusar de nazi a un país atacado por defenderse. Sí que lo es negar el derecho a la autodefensa a una nación atacada. Oigo cosas alucinantes a diario… Como que la culpa de la crisis en España es de los judíos o que 15 millones de judíos controlan un planeta de 7000 millones de personas ¡Ni el Imperio Romano llegó a tanto! Nada nuevo… Es el antisemitismo de siempre. Ahí está el Holocausto, los Protocolos de los Sabios de Sión, el Caso Dreyfus o los bulos de que los judíos secuestraban bebés y se los comían en tiempos de los Reyes Católicos. Siempre son los culpables de todo. Ya sabemos que los únicos judíos que caen simpáticos son los judíos muertos. Pues bien, que sigan cayendo mal toda la vida.

Falacia atea: La Biblia ha sido mal traducida o manipulada por los cristianos.

Los ateos más desinformados a menudo aducen que la Biblia que nos ha llegado a nuestros días ha sido manipulada. Quién sabe qué contaba en realidad la Biblia original (perdida con el paso de los siglos); posiblemente nos diría que Jesús fue solamente un profeta, un hombre, pero la Iglesia Católica arregló las Escrituras para que nos creyéramos que es Dios y mantener en pie su negocio. O quién sabe: quizás Jesús fuera un revolucionario premarxista o un homosexual o quizás se casó con María Magdalena y tuvieron hijos o ¡cuantas barbaridades más!

La verdad es que hasta hace relativamente poco los cristianos no teníamos argumentos de peso para poder neutralizar estas sospechas, por otro lado razonables. Pero todo cambió en el año 1947, cuando tres pastores pertenecientes a la tribu beduina Tàamireh, llamados Jalil Musa, Jum’a Mohamed y Mohamed ed Dhib descubrieron de manera fortuita manuscritos ocultos en una cueva de Qumrán (Israel). Sin quererlo, estos pastores nómadas habían hecho uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de todos los tiempos.

Con los años, se encontraron más documentos en varias cuevas, once en total, celosamente guardados en jarras de barro que contenían un buen número de textos en hebreo, arameo y griego. Hay 800 documentos, datados entre el siglo II AC y el 70 DC.  Entre ellos, varias copias de la Biblia. Hasta el descubrimiento de Qumrán, los manuscritos bíblicos más antiguos de los que disponíamos databan de los siglos IX-X DC, por lo que cabía sospechar que en ellos se podrían haber manipulado textos, añadiendo, quitando o alterando palabras o frases del original.

Esto desató la imaginación de los más conspiranoicos que soñaban con que las Biblias de Qumrán nos confirmarían que Jesús era un impostor. Pero con los hallazgos, los científicos han demostrado que los textos bíblicos encontrados coinciden con exactitud minuciosa con los medievales, aunque son casi mil años anteriores, y que las pocas variantes que presentan coinciden en gran parte con algunas ya atestiguadas por la versión griega de los Setenta o por el Pentateuco samaritano. Es decir, que las Biblias actuales son idénticas a las de hace 2000 años.

Algunos ateos dicen que la Biblia está mal traducida. Cierto es que tiene algunos pequeños errores de traducción. No muchos por otro lado, y ninguno de ellos afecta a lo esencial sino a cosas de orden menor. Por  esto es normal ya que al traducir de un idioma a otro es inevitable que algo de significado se pierda por el camino; ocurre en el 100% de los casos.  Pero las versiones actuales son fieles a las antiguas; la prueba es que los rollos del Mar Muerto son públicos, disponibles en internet, y si fueran distintos de la Biblia actual ya lo habría denunciado algún ateo.

Otra acusación similar la hacen los musulmanes. En la tradición islámica se cuenta que los cristianos manipularon la Biblia y por ello el arcángel Gabriel encomendó al profeta islámico Mahoma escribir el Corán, que supuestamente es el mensaje original de Dios sin la manipulación judeocristiana. El Corán nos cuenta una historia similar a la de la Biblia pero con cambios notables: Moisés fue musulmán, Ismael el hijo prometido, Judas Iscariote fue el crucificado, Jesús no era Dios sino un hombre, etc. Los escritos de Qumrán desmienten todo esto.

Pero es más: la Biblia no sólo no ha sufrido manipulación alguna en los últimos dos milenios, sino que el propio Mahoma la creía válida. De hecho en el Corán se aceptan como fiables las escrituras judías y cristianas: «Él le enseñara la Escritura, la Sabiduría, la Torá y el Evangelio» (Sura 3:48) y «¡Creyentes! Creed en Alá, en Su Enviado, en la Escritura que ha revelado a Su Enviado y en la Escritura que había revelado antes. Quien no cree en Alá, en Sus ángeles, en Sus Escrituras, en Sus enviados y en el último Día, ese tal está profundamente extraviado»  (Sura  4:136).

Y añade: «¿Buscaré, pues, a otro diferente de Alá como juez, siendo Él Quien os ha revelado la Escritura explicada detalladamente? Aquellos a quienes Nosotros hemos dado la Escritura saben bien que ha sido revelada por tu Señor con la Verdad. ¡No seáis, pues, de los que dudan! La Palabra de tu Señor se ha cumplido en verdad y en justicia. Nadie puede cambiar Sus palabras. Él es Quien todo lo oye, todo lo sabe» (Sura 6:114-115). Si la Biblia hoy es igual que hace 2000 años, y hace 1400 Mahoma la consideraba fiable, entonces ¿en qué momento se manipuló?

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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La aplastante superioridad de la civilización occidental.

Por los artículos que escribo, a menudo recibo  acusaciones de «fascista», «racista», «xenófobo», «ultraderechista» y cosas por el estilo. Y lo entiendo, porque hoy en día nadar contracorriente, atacar lo hipócritamente correcto conlleva que te cuelguen de forma automática el sambenito de «facha». El problema es que el vocablo «fascista» ha sido desprovisto de su significado original y hoy en día sirve para acusar a todo aquel que no te dé la razón o para definir todo aquello que a uno no le gusta, así que me importa un bledo si me lo llaman. A mí, con todo, me divierte mucho, pues provengo de una familia republicana y socialista y encima mi esposa es negra. Así que cuando dicen que soy de extrema derecha me da la risa.

Algunos lectores me acusan de «chovinista» porque casi siempre escribo acerca de Europa. Esto  también me resulta divertido porque es como decir que el literato Gabriel García Márquez es chovinista porque ambienta sus novelas en Latinoamérica. Cojonudo por él. Cada uno escribe de lo que le rota. Yo vivo en Europa y me gusta Europa. Supongo que si viviera en África escribiría cosas de aquel lugar pero ya que vivo en el Viejo Continente, pues hablo acerca de mi entorno más próximo. ¿Que Europa ha escrito las páginas más brillantes de la historia? Pues sí señor. Y las más sangrientas también. ¿Que las naciones europeas tienen una historia impresionante? Pues sí señor. ¿O acaso no ha ido usted a la escuela?

¿Que en Europa se vive mejor que en cualquier otra parte del mundo? Pues sí señor. Y si no, pregúntele a un turco por qué prefiere emigrar a Alemania antes que a Arabia Saudita. O a un marroquí por qué prefiere ir a España antes que a Argelia. A ver qué contestan. En Europa tenemos un alto nivel de vida y de bienestar (no sé si lo tendremos por mucho más tiempo, que pienso que no, pero todavía lo tenemos). En la actualidad en Europa se vive mucho mejor que en cualquier otro continente. Quien no quiera ver la realidad o es idiota o está ciego. Y por más que se empeñen algunos, no todas las culturas son igual de valiosas. Pretender comparar Islandia con Pakistán, como si ambas fueran iguales, es de locos.

Con todo, diré que yo más que «europeo» me siento «occidental». ¿Qué es Occidente? Es una idea. No es un lugar en el mundo, no son unas coordenadas geográficas, es una comunidad de valores. Los valores judeocristianos, grecolatinos y la Revolución Francesa. Eso es Occidente. Yo me siento identificado con eso. Y en consecuencia me siento mil veces más próximo ideológicamente a Canadá o Nueva Zelanda que a Turquía o Bielorrusia, por muy europeas que sean. Y me siento mil veces más cercano a un iraní con mentalidad occidental que a un valenciano que odia ser lo que es. Porque no se trata de nacionalidades. Ni de colores de piel. Se trata de ideas. Y las ideas son el motor que hace mover el mundo.

La civilización occidental nació en Europa, es cierto, pero no es patrimonio exclusivo del Viejo Continente. Ahí están los Estados Unidos de América por ejemplo. O Australia. O cada día más Corea del Sur. Cualquier nación del mundo puede ser occidental, así esté en el Oriente del planeta. Porque ser occidental no tiene nada que ver con ser europeo, ni de raza blanca ni con vivir en el Oeste del mundo. Tiene que ver con una mentalidad. Tiene que ver con la defensa de la democracia, la libertad y los derechos humanos. Con dar el poder al pueblo. Con el legado de Atenas, Roma, Israel y Francia. Yo animo a todos los pueblos del mundo a que abracen la cultura occidental porque no existe ninguna otra que sea mejor.

Puede que el fascismo, el nazismo o el comunismo nacieran en el Occidente geográfico, pero desde luego eran radicalmente antiooccidentales porque chocaban de lleno con el espíritu libertario de la Revolución Francesa. Yo no voy a negar que en Occidente se han escrito muchas páginas bochornosas de la historia. O que nuestro estilo de vida adolezca de fallas dignas de sonrojo. Pero aún así, la civilización occidental es, con todos sus defectos, que los tiene y muchos, la mejor del mundo. Pero con muchísima diferencia. Yo no creo en razas superiores pero sí en civilizaciones superiores. Y desde luego una nación donde una mujer puede conducir un coche es mejor que una donde si comete adulterio la lapidan hasta morir.

Sin ánimo de menosprecio, y aún reconociendo que todas las culturas son fascinantes y que de todas ellas sin excepción se puede aprender algo valioso (aun de la más atrasada), yo no me escondo: creo en la incontestable y aplastante superioridad de la civilización occidental. Como mentalidad, como comunidad de valores. Es mejor que cualquier otra. Y si alguien no se lo cree, pues que compare la nómina de Premios Nobel de los países occidentales con la de los que no lo son. La mentalidad occidental es la que mejor funciona en el mundo, la que ha traído más progreso, más prosperidad y más libertad. Lástima que hayan tantos occidentales a los que les han lavado el cerebro para odiarse a sí mismos y a lo que son.

Falacia atea: Si Dios existiera haría milagros gigantescos para que todos creyéramos en Él.

Los ateos y los escépticos en general se quejan de que Dios no da señales de vida. En los tiempos bíblicos hacía milagros espectaculares pero hoy no los vemos. Si en aquella época la gente necesitaba de fenómenos sobrenaturales para creer en una realidad sobrenatural, también lo necesitamos en la actualidad. Y a mí no me cabe ninguna duda de que si viéramos milagros gigantescos hoy, esto convertiría a algunos incrédulos, pero es una falacia muy común pensar que los convencería a todos.

La fe de las personas, aun de las creyentes, es muy pequeña. Hace miles de años Dios abrió el Mar Rojo para que los judíos lo atravesaran… pero cuando Moisés se retiró al desierto 40 días, pensaron que había desaparecido, se olvidaron del Dios que les salvó de los egipcios y construyeron un becerro de oro. Habían visto cómo Yahveh estaba de su lado y era capaz de abrir el mar pero en cuanto saltó la mínima duda del paradero de Moisés ¡toda la fe de los judíos se derrumbó en un instante!

Dios les protegió en su travesía por el desierto, los alimentó con maná caído del cielo y les condujo a la tierra prometida… pero como estaba habitada por pueblos poderosos ¡tuvieron miedo y dijeron que era preferible dar la vuelta para volver a ser esclavos de Egipto! Vieron milagros portentosos en vivo y en directo pero ¡pensaban que Dios no podía derrotar a los lugareños de la región! ¿Podrá Dios abrir el mar y a la vez ser incapaz de vencer a un país diminuto? Así lo creían los judíos.

¿Y qué me dices de los apóstoles? Conocieron en persona a Jesús, predicaron codo a codo con Él, le acompañaban a todas partes, vivían con Él. Vieron con sus propios ojos cómo curaba ciegos, sanaba leprosos, hacía andar a los paralíticos y hasta resucitaba muertos… pero cuando fueron a crucificarlo, todos menos Juan corrieron como gallinas a esconderse. Estaban desmoralizados por su muerte. Y Tomás no creyó que hubiese resucitado. Seguramente a mí me habría pasado igual.

Da igual que Dios abra el Mar Rojo una vez o doscientas. Da igual que resucite a un muerto o a mil. Podrías estar al lado del mismísimo Dios, ser testigo de primera mano de milagros gigantescos y aún así… al mínimo contratiempo, dudar y tener miedo. Porque le pasó a los judíos. Porque le pasó a los apóstoles. Porque los seres humanos somos así. No tenemos remedio. Dios quiere que creamos para ver, y nosotros queremos ver para creer. Y a veces, ni aún así creemos, que es lo más triste.

Si un ateo es testigo de un milagro pequeño, buscará una explicación científica. Si es testigo de un milagro gigante para el que no hay explicación posible, entonces negará lo sucedido y dirá que ha sido un fraude, un sueño o una alucinación. Por eso es falso pensar que si Dios se sacara conejos, jirafas o incluso elefantes de su chistera, a la humanidad no le quedaría más remedio que creer. Siempre habría quien lo rechazara, porque el Señor no fuerza a nadie a creer. No obliga. Somos libres.

Ciertamente, Dios podría dar señales incontestables de su presencia. Podría escribir en el cielo con letras gigantes: «Soy Dios. Arrepentíos o pereceréis». Pero la historia dice que cree en Él solamente quién de verdad quiere creer. Y que más que una revelación externa, Dios se hace presente en las vidas de las personas con una revelación interna. Es decir,  a aquella persona que realmente desee con honestidad, con sinceridad, conocerle, el Señor se va a revelar en su corazón sí o sí.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Palestina: la herida del mundo árabe.

En 1947 Naciones Unidas aprobó un plan para la partición del Mandato Británico de Palestina en dos estados: uno para los judíos y otro para los palestinos. Esto desató las iras de la población local, que vio impotente cómo unos colonos judíos recién llegados se hacían con la mitad de su tierra. Desde entonces luchan por su patria.

Pero a los palestinos, más que una reivindicación territorial, les mueve un odio antisemita. La prueba es que protestan porque los judíos les quitaron un trozo de su tierra, pero no lo hicieron cuando en 1922 los británicos separaron de Palestina la región de Transjordania, territorio cuatro veces mayor que el actual Estado de Israel.

El país lleva decenios de guerras, terrorismo, intifadas, conflictos y tensiones con su vecino. Israel propone dos estados para dos pueblos. Pero Palestina quiere un estado sólo para palestinos y otro para judíos y palestinos, con la esperanza de que en un futuro una mayoría demográfica árabe pueda tumbar Israel desde dentro.

Palestina declaró su independencia formal en 1988. Desde entonces ha logrado el reconocimiento de más de un centenar de naciones. Nunca antes existió como país independiente. Pese a ello, hoy es un pueblo con fuerte consciencia nacional que acusa a Israel de ocupación y que reivindica ser miembro pleno de Naciones Unidas.

Por décadas Kuwait dio trabajo y refugio a los palestinos y donó millones a su causa pero cuando Irak lo invadió, hicieron una fiesta. Igual con el 11-M en España, el estado occidental más propalestino del mundo. Y niegan al Sáhara la libertad que quieren para ellos. Es un pueblo desagradecido que paga con la traición.

Palestina es la herida por la que se desangra el mundo árabe, que ve en ella una humillación occidental. El pueblo palestino es, como el judío, víctima y verdugo a la vez. No quiere la paz y por eso no llega. Pasan las décadas y el conflicto se estanca. Israel gana terreno y Palestina se difumina en el horizonte camino de la nada.

Oblast Autónomo Hebreo: el precursor de Israel.

El pueblo judío siempre fue una minoría incómoda en todas partes. Así que ¿qué hacer con ellos? El dictador Adolf Hitler planeó asentarlos en Madagascar. Algunos judíos estudiaron crear una patria en Argentina o en las inmediaciones de Sudáfrica pero el padre del sionismo, Thedor Herzl, apostó por hacerlo en Palestina.

Antes, en 1918, se creó en la Unión Soviética el Distrito Autónomo Hebreo. Moscú quería dotar a cada minoría de un territorio con autonomía cultural dentro de un marco comunista. Y de paso neutralizaba dos amenazas: el judaísmo, que iba contra el ateísmo oficial, y el sionismo, que chocaba con el internacionalismo de la URSS.

La idea era crear una nueva Sión soviética, donde una cultura hebrea proletaria podría crecer. El idioma oficial sería el yidis y unas nuevas arte y literatura socialistas reemplazarían la religión como máxima expresión de cultura. En 1934 el Distrito se convirtió en república autónoma dentro de Rusia: nacía el Oblast Hebreo.

El Oblast estaba situado en el extremo oriental de Rusia: la idea era poblar con nuevos asentamientos la frágil frontera con China y a la vez mantener alejados a los judíos de los centros de poder. Antes, el dictador Stalin estudió la posibilidad de asentarlos en Ucrania o Crimea pero se encontró con un fuerte rechazo en la zona.

La URSS fomentó la emigración a la zona y la cultura yidis. Era una tierra desértica de clima inhóspito pero muchos colonos iniciaron una nueva vida allí. Pero pronto se desataron persecuciones soviéticas contra los judíos; entre eso, el Holocausto nazi y la fundación de Israel en 1948 los judíos comenzaron a irse de allí.

El Oblast Autónomo Hebreo aún existe, la lengua yidis sigue siendo oficial y se enseña en las escuelas, pese a que ya sólo el 1% de la población local es judía (en sus buenos tiempos, llegaron a superar el 30%). A modo de anécdota, quedará para la historia que este curioso experimento fue el precursor del actual Estado de Israel.

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