Un any de l’invasió d’Ucrània.

Ara fa un any que la Federació Russa invadí Ucrània. Tots els qui deyen que açò seria una desfilada militar, una guerra rellamp que acabaria en un més instalant un règim porrito en Kiev s’equivocaren. També erraren tots els qui asseguraven que les sancions occidentals destruirien el rublo. La propaganda ha fallat. Ni el president d’Ucrània, Volodímir Zelenski, va pegar a fugir ni el de Rússia, Vladímir Putin, estava malalt i en fase terminal. Ans al contrari; tots dos han demostrat ser uns líders molt capaços i dignes oponents.

L’imperialisme rus està fòra de tot dubte. En 2014, com a resposta a l’Euromaidan, Moscou s’anexionà la península de Crimea; entre 2014 i 2022 alimentà una guerra a baixa escala en el Donbàs; i fa uns mesos s’anexionà les Repúbliques de Donestk i Lugansk. És una llarga tradició de Moscou -primer en l’Imperi Rus i en acabant de l’Unió Soviètica- la de considerar a Ucrània com una part integral del seu territori que no té dret a existir ni a decidir. Els ucranians patixen als seus germans majors com a mínim des del sigle XVII.

Pero per a ser honests, esta invasió és fruit d’una estratagema americana. Han arraconat a Putin fins que no ha tingut més alternativa que atacar Ucrània. Perque Kiev planejava ingressar en la OTAN i instalar en la frontera ab Rússia llançaderes de missils nuclears que podrien fer de Moscou un holocaust atòmic només cinc minuts despuix d’apretar el botó. Putin no podia permetre açò, igual que John F. Kennedy no podia permetre la crisis dels missils de Cuba de 1962. Si et posen entre l’espasa i la paret, simplement o mates o mors.

Si som realistes, no pareix gens provable que Ucrània -que ha perdut el 20% de la seua població des del començament de l’invasió- puga véncer a Rússia, que, en més de 6.000 caps nuclears, és la primera potència atòmica del món. Més be, dona la sensació de que, si Rússia se sent extremadament acorralada per Occident, es capaç de marcar-se el seu propi Hiroshima i Nagasaki particulars per a posar punt i final a este joc abans d’hora. I dubte que la OTAN estiga disposta a arrossegar al món a la Tercera Guerra Mundial per salvar Ucrània.

De fet, pareix que a Ucrània li ha tocat el paper de corder de sacrifici que cal degollar en l’altar. Un simple peó en una partida d’escacs al que Washington abandonarà quan deixe de ser útil. De moment la guerra l’està guanyant Estats Units i l’està perdent Europa. Perque ara que Rússia és el roïn de la película, Europa ya no li compra gas natural a Moscou sino a Estats Units, liquat i molt més car, això sí. Perque d’açò va esta película. Del gas. Obliden les banderes. Ací no hi ha ni bons ni roïns. Ací tots es mouen pel vil metal.

Vietnam: orgullosos, independientes, indómitos.

Vietnam es una nación muy antigua. Surgió como una escisión de China en el 221 A.C., y aunque un siglo después fue reabsorbida, se volvió a independizar de Pekín en 939. La primera gran dinastía reinante, los Ly, gobernó dos siglos y forjó un gran sentimiento nacionalista. Entre los siglos XIII y XVI el país vivió su expansión y apogeo.

En el siglo XVII comenzó su declive con profundas luchas intestinas y divisiones internas. París comenzó a ambicionar estas tierras y no paró hasta convertir Vietnam en un protectorado francés. Tras una intentona independentista en 1945, en 1954 Vietnam se partió en dos (norte comunista independiente y sur de corte capitalista y dominio francés).

De 1955 a 1975 Washington atacó Vietnam del Norte y apoyó el del Sur, temeroso de una reunificación que dejara el país en manos de los comunistas. Tras dos décadas de guerra, Estados Unidos sufrió la mayor derrota de su historia y Vietnam se reunificó en 1976. Luego fue a la  guerra con Camboya (1977-1991) y repelió una invasión china (1979).

La República Socialista de Vietnam ha pasado de ser un estado dictatorial comunista empobrecido por las guerras y carente de beneficios sociales (sin pensiones de jubilación, sin sanidad pública…) a un modelo similar al chino (comunista de nombre, pero ultraliberal en lo económico) que ha hecho del país una economía en crecimiento veloz.

El idioma oficial es el vietnamita aunque sigue existiendo una cierta élite ilustrada que habla francés, como un vestigio sin duda de la época colonial. Hay una mayoría social budista y una minoría cristiana, aunque ambas controladas de forma férrea por un estado totalitario. A nivel cultural, son famosos sus espectáculos de marionetas sobre el agua.

La sociedad vietnamita tiene un espíritu orgulloso, independiente, indómito. Se trata de un pueblo muy nacionalista, muy celoso de su cultura propia, que se ha pasado la vida haciendo frente a grandes imperios invasores que han fracasado en su intento de sojuzgarlo. Pero Vietnam sólo quiere ser Vietnam. Sólo quiere que lo dejen vivir en paz.

¿Sabías que en Xàtiva hay colgado un retrato de Felipe V boca abajo?

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La urbe valenciana de Xàtiva (La Costera) participó activamente en la Guerra de Sucesión (1701-1714), que acabó con la instauración de la Casa de Borbón en España. El Reino de Valencia apoyó al pretendiente de la Casa de los Austria, el archiduque Carlos de Austria, frente a su rival, Felipe V de Borbón, hecho que provocó que éste útimo ordenara en 1707 la abolición de nuestros Fueros «por justo derecho de conquista» (lo que supuso el fin de Valencia como un reino independiente) y que comportó una durísima represión, espolio y castellanización contra el pueblo valenciano. Xàtiva fue una de las ciudades que más activamente defendió al candidato austracista, a la postre perdedor de la contienda sucesoria. Como represalia, en 1707 Felipe V de Borbón ordenó, entre otras muchas medidas represoras, incendiar y destruir Xàtiva así como expulsar a sus habitantes de la ciudad.

Las tropas borbónicas, comandadas por Claude Lasier, degollaron sin piedad, cortaron cabezas y abrieron en canal a los setabenses, niños, ancianos, mujeres y hombres. Acto seguido, le prendieron fuego a la ciudad con sus supervivientes. Se dice que Xàtiva ardió completamente durante 8 días (de ahí el apelativo de socarrats (chamuscados) que se da popularmente a los setabenses). La ciudad pasó de 12.000 habitantes en 1707 a sólo 400 al año siguiente (y tardó casi 80 años en volver a su anterior nivel demográfico). Para colmo Xàtiva fue rebautizada como Colonia Nueva de San Phelipe, en honor al autor de la masacre. Xàtiva cambio su nombre y no lo recuperó hasta que las Cortes de Cádiz lo restituyeron en 1811 en su forma castellanizada (Játiva). Volvió a cambiarse oficialmente a su forma valenciana por un decreto del Consell de 7 de enero de 1980.

Felipe V es un personaje de infausto recuerdo para los setabenses. Por eso hoy, en el Museu de l’Almodí (Museo del Almudín) de Xàtiva, hay un retrato de Felipe V pintado por Josep Amorós que está colgado boca abajo, como justo desaire a aquel monarca. Según las investigaciones del historiador Germán Ramírez, la idea de ponerlo boca abajo data de entre 1956 y 1957 y fue iniciativa de Carles Sarthou, cronista oficial de Xàtiva. Pero más allá de estas versiones, hay otras: que fue el primer director del museo desde su creación en 1919, Josep Carchano, quien tuvo la idea aunque no la llevó a cabo pues falleció en 1937; que en 1940 ó 1943 se le dio la vuelta al cuadro por orden de Sarthou, dato que no cuenta con testimonio alguno.  Sea como sea, los setabenses están encantadísimos con el retrato de Felipe V boca abajo, un antirrey al que le guardan un rencor eterno.

Carelia: la Cachemira europea.

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Carelia es un área geográfica repartida entre Finlandia (regiones de Carelia del Norte y Carelia del Sur) y Rusia (República de Carelia (donde se encuentra, con mucha diferencia, la mayor parte de esta patria) y Oblast de Leningrado). Es una de las tierras más disputadas de todo el mundo. Algo así como la Cachemira europea.

Su historia es un continuo mover de fronteras. Suecia y la República de Nóvgorod lucharon por Carelia y por Ingria en el siglo XIII. El Tratado de Nöteborg en 1323 dividió Carelia entre las dos potencias. En el Tratado de Stolbovo de 1617 Suecia se hizo con la mayor parte de la Carelia rusa y miles de carelianos emigraron a Rusia.

El Tratado de Nystad de 1721 entre Rusia y Suecia concedió la mayor parte de Carelia a Rusia. En la Guerra de los Sombreros (1741-1743) los rusos se hicieron con casi toda Carelia. Tras la Guerra de Finlandia (1808-1809), Rusia le arrebató a Suecia Finlandia y luego incorporó la Carelia a Finlandia, que era territorio ruso.

En 1917 Finlandia se independizó de Rusia y la frontera se confirmó mediante el Tratado de Tartu de 1920. Tras el final de la Guerra Civil Rusa (1917-1923) y el establecimiento de la Unión Soviética en 1922, la Carelia oriental se convirtió en la República Autónoma Carelia en 1923 dentro de Rusia, que era parte de la Unión Soviética.

Tras la Guerra de Invierno (1939-1940), la Unión Soviética se anexionó casi toda la Carelia finesa. 400.000 huyeron. Finlandia recuperó la Carelia rusa por tres años (1941-1944) en la Guerra de Continuación. Al acabar la Segunda Guerra Mundial en 1945, casi toda Carelia era soviética. Desde 1991 es de la Federación Rusa.

Políticamente hablando los carelianos son rusos y culturalmente fineses. De hecho, el idioma careliano es similar al finés. Además de los dos citados, hablan también ruso y sueco. Moscú y Helsinki se lo disputan pero al pueblo careliano le haría feliz reunificar sus tierras y gozar de un estado independiente donde vivir en paz.

¿Qué harías tú si Hamás lanzara cohetes sobre tu casa?

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En las últimas semanas estamos asistiendo a un terrible baño de sangre en Gaza. Más de un millar de muertos en una guerra Hamás-Israel que ya dura casi un mes. La muerte de civiles palestinos, en especial la de niños inocentes, es algo terrible. Todo el mundo acusa a Israel de genocidio. Pero lo que no saben es que Gaza tiene más de 5000 habitantes por km2. Esto es una densidad poblacional superior a la de Pekín, por ejemplo. Si de verdad los judíos quisieran perpetrar un genocidio liquidarían 5000 personas cada cinco minutos, no 1400 en casi un mes. Los ataques son selectivos aunque no existe por desgracia el proyectil que no mate civiles, pero el día que se invente estoy seguro de que Israel lo usará pero Palestina no.

¿Qué harías tú si Hamás lanzara cohetes sobre tu casa? ¿Regalarles un pastel? Recuerdo que esta guerra la comenzó Hamás al lanzar cientos de proyectiles sobre Israel. Recuerdo que desde 1948 todas las guerras en las que ha participado Israel han sido defensivas. Recuerdo que Hamás ha rechazado el alto el fuego varias veces. Recuerdo que Hamás es una banda terrorista que usa civiles como escudos humanos y les obliga a permanecer en un edificio incluso cuando el ejército israelí avisa con antelación de que lo van a atacar para que los civiles lo desalojen. Recuerdo que los terroristas de Hamás lanzan cohetes desde casas, hospitales y escuelas y luego se hacen las víctimas cuando los hebreos bombardean tales lugares.

Los únicos culpables de la muerte de niños palestinos son los propios palestinos. Más de un millón de veces Israel ha hecho a Palestina la oferta de paz por territorios y más de un millón de veces Palestina ha elegido ir a la guerra. Mañana mismo Palestina podría recuperar los territorios ocupados si quisiera. Bastaría con reconocer la existencia del Estado de Israel y comprometerse a no atacarlo. Así lo hizo Egipto hace décadas y recuperó la Península del Sinaí y desde entonces no ha habido ningún problema entre ambas naciones. Pero los palestinos, pudiendo elegir la paz, prefieren hacer la guerra. ¡Malditos hipócritas y cobardes! ¡Que no lloren luego la muerte de sus hijos porque son ellos mismos quienes los están matando!

Azerbayán: la primera nación islámica, democrática y laica.

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Azerbayán es un país singular dentro del mundo islámico. Fue la primera patria de la media luna en tener óperas, teatros y obras de teatro. En 1918 nació como una república, la primera laica y democrática en una nación mahometana. Existe en esa tierra un gran apoyo al secularismo, el constitucionalismo y la tolerancia religiosa.

La actual República de Azerbayán se independizó de la Unión Soviética en 1991. Antes de eso, esta tierra fue colonizada por albanos, turcos, persas, mongoles y rusos. Formó parte de la efímera República de Transcaucasia. Azerbayán es una nación joven, heredera de los kanatos (principados) de Ereván, Najichiván y Lankarán.

El país tiene graves problemas de cohesión territorial. Tras la Guerra del Alto Karabaj (1988-1994) perdió esa región, que se independizó, y parte del territorio azerí fue ocupado por Armenia (hasta hoy). Cuenta con un exclave, Najicheván, separado del resto del país al estar Armenia en medio, que podría perder en el futuro.

La economía nacional es rica en hidrocarburos. Antes de que se descubrieran los yacimientos de Texas, a Bakú le correspondía más de la mitad de la producción mundial de petróleo y más del 95% del soviético. Pese a ello, una diáspora de un millón de azeríes reside en el extranjero desde la guerra y no quiere o no puede volver.

Hablan el azerí, que está emparentado con el turco. El azerí usa el alfabeto latino (antes usó el persa, el árabe, el túrquico y el cirílico). Aparte, se habla más de una docena de idiomas nativos. El islam es la fe mayoritaria desde el siglo VII y el chiísmo desde el XVI, pero la identidad se basa en la etnia. Beben alcohol y comen cerdo.

Esta república, enclavada en las montañas del Cáucaso y bañada por las aguas del Mar Caspio, tiene un pie en Europa y otro en Asia. Es una encrucijada de culturas; de los turcos heredaron la lengua, de los persas la religión y de los rusos el laicismo. Cuenta con una literatura, arte, música, gastronomía y folclore muy ricos.

Osetia del Sur: mirando al norte.

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El topónimo de Osetia del Sur nace en el siglo XIX. Se refiere a las montañosas regiones georgianas de Racha, Imereti y Shida Kartli, con gran población oseta emigrada en el siglo XVII desde Osetia -antigua Alania-, en Rusia, en el Cáucaso Norte. Entre 1918 y 1920 quiso unirse a la Rusia soviética pero Georgia castigó tal hecho.

En 1922 el dictador Josip Stalin convirtió a Osetia del Sur en una región autónoma dentro de la Georgia soviética y le añadió la llanura adyacente, con la ciudad de Tsjinval, habitada por georgianos. En 1989 los surosetas se autoproclamaron república autónoma dentro de Georgia, pero Tiflis lo declaró ilegal.

En el año 1990 los diputados de Osetia del Sur proclamaron una república independiente pero Tiflis anuló su autonomía. Entre 1991 y 1992 los georgianos fueron a una guerra contra los secesionistas surosetas pero éstos vencieron con el apoyo de los militares rusos y pasaron a convertirse en estado independiente de facto.

En 2008 Georgia fue a una nueva guerra contra Osetia del Sur y Abjasia, pero éstas, apoyadas por Moscú, vencieron otra vez y obtuvieron reconocimiento formal de un reducido número de estados. Rusia usa ambos países como punta de lanza para desestabilizar a Tiflis y detener el avance de Occidente hacia sus fronteras.

Los surosetas tienen de idioma oficial el osetio, el ruso y el georgiano, su cultura auna elementos de los tres pueblos y profesan el cristianismo ortodoxo. Es una república muy pobre que depende de la ayuda de Moscú. En 1992 y 2006 llevó a cabo dos referéndums y el pueblo expresó su voluntad de unirse a Osetia y a Rusia.

Los surosetas han actuado como colonos pues se instalaron en tierras georgianas y luego se las arrebataron al país anfitrión. Es un caso extrañísimo: Osetia del Sur quiere ser rusa, Moscú prefiere que sea independiente y Georgia la reclama como propia. En absoluto podemos descartar su ingreso en la Federación Rusa en el futuro.

 

Checoslovaquia: un divorcio amistoso.

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Al término de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio Austro-Húngaro reventó como una piñata y se desintegró en una decena de naciones. Una de ellas fue Checoslovaquia, un estado artificial creado de la noche a la mañana en 1918 y que, cosa inusual, se disolvió de una forma democrática, pacífica y amistosa en 1993.

Pretendía ser una nación dual: de un lado la parte dominante, Chequia, -rica, industrial y centralista- y del otro la dominada, Eslovaquia -rural y pobre-. Chequia estaba formada a su vez por dos pueblos (Bohemia y Moravia) donde la voz cantante la llevaba Bohemia, que en la practica gobernaba a los otros dos socios.

La extinta Checoslovaquia fue un estado comunista bajo la órbita soviética ya desde su nacimiento. En 1939 los nazis la invadieron y la dividieron en dos: el Protectorado de Bohemia y Moravia (que se anexionaron), y la República Eslovaca Independiente (que era un estado títere). En 1945 se reunificaron de nuevo.

El pueblo no quería comunismo y exigía libertad, pero las protestas populares fueron abortadas durante la Primavera de Praga (1968) cuando los tanques soviéticos invadieron la patria. Años más tarde, la Revolución del Terciopelo (1987) dio paso a un estado en transición hacia el capitalismo y la democracia liberal.

En los 90, los reclamos autonomistas eslovacos se volvieron independentistas. La Asamblea Federal votó la disolución pacífica del país el 25 de noviembre de 1992, por un estrecho margen y sin referéndum. Chequia y Eslovaquia nacieron como repúblicas independientes el 1 de enero de 1993. Era presidente nacional Václav Havel.

Los idiomas checo y eslovaco -los cuales son muy similares y se entienden entre sí- en su día fueron reducidos de la noche a la mañana a dialectos del checoslovaco, un engendro artificial al estilo del serbo-croata o el catalán-valenciano, pero tras la partición en dos estados pasaron de dialectos a ser lenguas independientes otra vez.

Croacia: un cuento de hadas con final feliz.

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Croacia es un país centroeuropeo, mediterráneo y danubiano. Tiene el tamaño de Cataluña y Valencia juntas y una belleza que enamora: verdes llanuras, montañas nevadas, playas soleadas y una costa adriática llena de casitas con tejados rojos digna de un cuento. Su patrimonio arquitectónico lo convierte en un museo al aire libre.

El antiguo Reino de Croacia fue un estado soberano durante cientos de años. Su esplendor corresponde a los reinados de Pedro Kresimir IV y Demetrio Zvonimir. No obstante, se vio atrapado en medio de dos grandes imperios: Austria-Hungría y Turquía, además de Venecia, quienes lo sometieron durante siglos.

Tras caer el Imperio Austro-Húngaro en 1918 formó parte de Yugoslavia. Pero durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los fascistas croatas se aliaron con los nazis y ejecutaron 800.000 serbios. Croacia se independizó de Belgrado el mismo día que Eslovenia, lo que desató la infausta Guerra Civil Yugoslava (1991-1995).

Desde su independencia le va de bien en mejor. Ha pasado a convertirse en una economía emergente con una industria y un turismo en expansión; es miembro de la Unión Europea (UE) y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y el antiguo idioma serbocroata pasó a mejor vida pues hoy el croata es oficial.

Es un pueblo muy católico que ha sufrido y hecho sufrir mucho. Su relación con los serbios, de fe ortodoxa, siempre fue de competición y rivalidad. El actual estado croata básicamente es heredero de tres naciones: Reino de Croacia (el interior), República de Ragusa (costa) y la efímera República de Krajina (la zona serbia).

Los tiempos de la guerra ya son sólo un mal recuerdo. Hoy Croacia es famosa en el mundo por sus grandes deportistas como Kresimir Cosic, Drazen Petrovic, Toni Kukoc o Davor Suker. Bajo la cegadora luz del Mediterráneo el pueblo reposa en la playa con una copa de buen vino croata y sonríe feliz al saberse al fin libre.

¿Sabías que Blasco Ibáñez profetizó la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial?

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A finales del siglo XIX y hasta mediados de siglo XX hubo una creencia muy extendida en Occidente: que había una raza llamada aria que era superior a las demás y que su máximo exponente, Alemania, se acabaría adueñando de toda Europa tarde o temprano. No pocos literatos -de dentro y fuera de Alemania- temían a ese país, al que creían un pueblo superior.

Y no era para menos. Desde su nacimiento a finales de XIX, Alemania se convirtió rápidamente en la nación más poderosa de Europa. Su riqueza y prosperidad, su industria pesada y alta tecnología, sus inventores y músicos y sobre todo sus audaces gobernantes y su temible ejército asombraron a todo el mundo y extendieron la creencia de que era una nación invencible.

Cuando empezó la Primera Guerra Mundial en 1914 todos daban por vencedora a Alemania. El rápido e imparable avance de sus tropas hizo pensar al mundo que era sólo cuestión de tiempo que acabaran conquistando todo el continente. La otrora poderosa Francia estaba siendo absolutamente humillada por el ejército germano y nadie apostaba un céntimo por su victoria.

En medio de este conflicto, el escritor valenciano Vicent Blasco Ibáñez publicó Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1916). Esta obra, ambientada en la Primera Guerra Mundial, finalizaba con la victoria gala. Tal apuesta, en pleno 1916, era una temeridad propia de un loco. Contra todo pronóstico, Francia vencía dos años más tarde. Alemania se rendía y la Gran Guerra llegaba a su fin.

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