El negre de la Casa Blanca.

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Quan Barack Hussein Obama guanyà les eleccions presidencials en 2008 el món sancer esclatà d’alegria. En un país com Estats Units, a on la població afroamericana va patir l’esclavitut i la segregació, tenia molt de simbòlic que un negre arribara a la Casa Blanca. Be, en realitat un mulato, perque la mare de Barack era blanca. Siga com siga, molta gent el va vore com el nou John F. Kennedy o el nou Abraham Lincoln. Des del primer moment yo vaig tindre moltes suspicàcies perque sempre desconfie dels polítics que van de messies per la vida.

El temps m’ha donat la raó. Obama és el Premi Nobel de la Pau que li ha declarat la guerra a sèt països (Afganistan, Yemen, Iraq, Paquistan, Somàlia, Líbia, Síria). Va prometre tancar Guantànamo pero ha guantanamisat tot Estats Units en aprovar la Llei d’Autorisacio de Defensa Nacional, la qual sembla treta del programa electoral de Benito Mussolini. Segons esta llei qualsevol que siga sospitós de terrorisme pot ser detingut indefinidament i torturat sense dret a juí ni a advocat ni a habeas corpus i sense necessitat de que hi haja proves en la seua contra.

Les lleis PIPA i SOPA -en l’excusa de protegir els drets d’autor-, i la llei CISPA -en l’excusa de la seguritat nacional- pretenen espiar als ciutadans sense resolució judicial. Gràcies a Julian Assange, Bradley Manning i Eric Snowden hem descobert que vivim en un estat policial i orwellià que mos vigila 24 hores al dia i que recorda al Gran Germà de 1984. Finalment, el Tractat Transatlàntic per al Começ i l’Inversió (TTIP) perseguix que els parlaments nacionals no tinguen sobirania, que governen les multinacionals i la justícia siga impartida per tribunals privats.

El negre de la Casa Blanca, el Premi Nobel de la Guerra, el llop en pell corder, el dimoni en caraceta. «El primer president negre», dien. Per als qui creem en l’igualtat de les persones, això és tan rellevant com el primer president apanollat o el primer d’ulls verts. Quan toca votar, cal votar idees, no anècdotes. I sobretot, cal desconfiar d’eixos candidats que són presentats com a messies abans de temps. Al cap i a la fi, el Messies ya va vindre fa dosmil anys i Ell tenia molt clar que el món no podria canviar fins que les persones tingueren l’amor de Deu dins dels seus cors.

Presidente Obama: ¡declare la guerra a Irán ya!

«Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras» (Mateo 24:6).

A finales de los años 30 del pasado siglo XX, el dictador alemán Adolf Hitler se había convertido en una amenaza para la paz y la estabilidad en el mundo. Entonces hubo muchas voces en la Gran Bretaña que advirtieron de que se le debía parar los pies a Hitler antes de que fuese demasiado lejos. Sin embargo, el primer ministro británico Neville Chamberlain apostó por una política de diálogo y apaciguamiento con el dictador, con la esperanza de evitar la Segunda Guerra Mundial. La historia nos dice que sólo sirvió para dar a Hitler el tiempo que necesitaba para terminar de fortalecer la gran maquinaria de guerra de su país.

En estos días hemos sido testigos de cómo el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad ha desafiado al mundo al anunciar a bombo y platillo que Irán está enriqueciendo uranio, es decir, el paso previo a disponer de la bomba atómica. Ahmadineyad niega el holocausto judío, amenaza con borrar a Israel del mapa y está financiado el terrorismo islamista. El peligro de Irán es grave y es muy real. Que un mandatario racista y antisemita, que un genocida en potencia, pueda disponer de armamento atómico dentro de unos años mientras el mundo, por cobardía, decide mirar a otro lado, me provoca un escalofrío que me recorre el cuerpo.

Hay quien dice que no importa que Irán tenga armas nucleares porque Israel también las tiene. Sólo un inconsciente o un loco puede atreverse a hacer una comparación tan temeraria. Para empezar, Israel necesita armamento nuclear para poder garantizar su supervivencia como nación (mientras que nadie cuestiona el derecho a existir de Irán). Pero lo más importante: Israel es una democracia donde su primer ministro tiene unos poderes limitados (hay una oposición, una opinión pública, una prensa libre, etc.), lo cual garantiza que Israel jamás usará la bomba salvo que sea en un caso de extrema necesidad, de vida o muerte.

Pero Irán es distinto. Es una teocracia donde el ayatolá de turno puede tener un sueño hoy por la noche y ponerlo en práctica mañana mismo sin necesidad de dar explicaciones a nadie. Todos sabemos que Israel no va a usar la bomba atómica porque si no lo ha hecho en medio siglo de guerras contra los árabes no tiene mucho sentido pensar que lo vaya a hacer en los próximos años. Pero ¿podemos decir lo mismo de Irán? Sabemos que colabora con el terrorismo internacional… ¿Qué pasaría si una cabeza nuclear cae en las manos de un comando terrorista? Nunca  más podremos volver a dormir tranquilos ni en Tel Aviv ni en ningún sitio.

Sé bien que una guerra es siempre el último recurso, que es una salvajada, el fracaso de la civilización humana y que por desgracia en todas las guerras son civiles inocentes los que más sufren. Pero también sé que hay situaciones límite en la vida en las que para defender la democracia y la libertad no queda más remedio que tomar las armas. El físico Albert Einstein lo sabía muy bien. Aunque declarado pacifista, era también realista… por eso le pidió al presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt, obtener la bomba atómica antes que Alemania. Los nazis también la habrían logrado de haber tenido dos años más de tiempo.

Todos sabemos cómo acabará esto. Ni la presión diplomática ha logrado nada ni tampoco lo harán las sanciones económicas. Ojalá me equivoque. Le pido al Señor que así sea y que se evite la nefanda calamidad que siempre es una guerra. Pero si no es así, Occidente debe tomar cartas en el asunto. Y si eso implica la guerra, adelante. Lo cierto es que el tiempo va pasando y cada vez los persas están más cerca de disponer de un armamento nuclear letal. Entonces será demasiado tarde. Por eso, le pido al presidente de Estados Unidos, Barack  Obama, que encabece una gran coalición militar contra ese nido de terroristas que es Irán.

Le recuerdo también al entonces senador  de Illinois, Barack Obama, su promesa de 2007 ante el Comité Americano de Asuntos Públicos de Israel de «hacer todo lo que esté en su poder para evitar que Irán disponga de armas nucleares», así como que Israel es el pueblo escogido por Dios. También que si en gran medida los Estados Unidos de América son una nación bendecida es por su gran apoyo al pueblo israelí. Recordemos la promesa bíblica que Jehová hizo a Abram y sus descendientes: «Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré y serán benditas en ti todas las familias de la tierra (Génesis 12:3). Amén.

Gracias al Mossad se han evitado muchos atentados terroristas en el Reino de Valencia, en España y en Europa. En Occidente no necesitamos pseudoprogres llenos de mugre y piojos con sus bunfandas palestinas y su antisemitismo (si por los palestinos fuera, resucitaban Al-Andalus). Lo que necesitamos es forjar una gran unión con Israel, que es un aliado leal y firme y si necesita contar con nuestro apoyo político, diplomático y militar, debe tenerlo. No vamos a consentir un segundo Holocausto. Sería una infamia abandonar a su suerte a Israel a manos de un puñado de teocracias dirigidas por místicos, locos y asesinos sedientos de sangre.

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