Hace menos de cien años era uno de los países más atrasados de Europa. Hoy Finlandia es uno de los líderes mundiales en competitividad, innovación, democracia, transparencia, poca corrupción, derechos sociales, renta per cápita y bienestar. Todo gracias a la apuesta que hizo por la educación en la década de 1960.
Su sistema educativo está considerado el mejor del mundo. Existe una enseñanza pública (99% de centros lo es), gratuita y de calidad hasta la Universidad. Los profesores están altamente preparados y su profesión es muy respetada por la sociedad. Se fomentan los idiomas, se enseña a los alumnos no a memorizar sino a pensar.
Finlandia era sólo un conglomerado de tribus cuando ya existía el Estado Sueco. Fue dominada por Suecia del siglo XIII a 1809, año en que pasó a manos rusas hasta su independencia en 1917. Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) alemanes y soviéticos la atacaron. Finlandia cedió parte de Carelia a la Unión Soviética.
En 1863 el finés fue oficializado junto al sueco. Durante siglos, la administración de justicia y la escuela empleaban lenguas extranjeras. El finés es un idioma muy extraño, emparentado con estonio, húngaro y demás lenguas ugrofinesas (careliano, lapón…). Abundan las palabras muy largas, con muchas diéresis y vocales.
A menudo, Finlandia es considerada parte de Escandinavia. Esto es un error, nada tiene que ver con su cultura (el finés y el sueco por ejemplo son tan distintos como el español y el ruso). Su rico folclore está experimentando un renacimiento en los últimos años. Es una tierra de grandes deportistas, como el atleta Paavo Nurmi.
Suomi o Finlandia quiere decir «el país de los lagos». Gracias a sus 205.000 lagos, el clima es frío pero menos severo que en Suecia o Rusia. Es un país casi virgen, con un 70% de su territorio cubierto por bosques. El 90% de la pequeña población de la república finesa es luterana. Es una nación feliz, todo un ejemplo para el mundo.
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