Los pigmeos son el pueblo indígena más antiguo del África Central. Al parecer se separaron de otras tribus africanas hace miles de años y con el tiempo divergieron mucho de ellas. Se trata de un pueblo de cazadores y recolectores que es mundialmente conocido por su baja estatura (los varones miden menos de 150 cm.).
Este pequeño tamaño es fruto de una mutación para adaptarse al medio. Ya que ellos viven en la selva, allí un cuerpo pequeño consume menos energías y resiste mejor las elevadas temperaturas. Por extensión, se denomina inapropiadamente pigmeos a humanos menudos de otros continentes e incluso a los animales enanos.
Estos aborígenes están dispersos a lo largo y ancho de una decena de estados africanos, fundamentalmente en la República Democrática del Congo, donde el 10% de sus habitantes es de origen pigmeo. Además, están divididos en numerosas etnias (Twa, Aka, Baka, Binga, Efé, Asúa, Gok, Kango, Kola…), lo que dificulta su unión.
Pese a la dispersión territorial y cultural conservan algunas palabras comunes, como la que se refiere al espíritu de la selva, Jengi, lo que hace pensar que en el pasado todos hablaban un mismo idioma. Dependiendo de zonas, los hay católicos, musulmanes o animistas. Su música vocal usa contrapunto, polifonía y yodel.
Los pigmeos son considerados subhumanos por los bantúes que gobiernan la región. Todavía sufren genocidio, esclavitud y discriminación. Existe la creencia de que acostarte con una mujer pigmea te cura el Sida y comerte a un hombre te da poderes mágicos. En el pasado eran exhibidos como animales en los zoos de Europa.
Hoy en día todavía quedan unos 500.000 pigmeos en la selva tropical del África Central. Pero su número se está reduciendo drásticamente. Muchos países ni siquiera los reconocen como ciudadanos y les niegan derechos. La pobreza, la deforestación y la asimilación cultural están destruyendo su identidad y estilo de vida.
Los joijoi son un pequeño pueblo nómada que habita el África del sudoeste desde el siglo V. Vive fundamentalmente en Botsuana y Namibia. Joijoi sinifica «los hombres de los hombres», aunque son más conocidos como hotentotes, término peyorativo puesto por los holandeses que significa «tartamudos» y que ha caído en desuso.
Estos aborígenes están estrechamente relacionados con los san o bosquimanos. Ambos pueblos son ramas de un mismo árbol étnico. Tanto los joi como los san hablan lenguas joisanas, que se caracterizan por hacer extraños chasquidos con la lengua. Se usa la denominación «joisán» para referirse conjuntamente a todos ellos.
En la antigüedad, los joi y los san controlaron casi toda el África Austral. Pero los colonos europeos y los pueblos bantúes los despojaron de sus tierras y los redujeron a la esclavitud. En 1908 los alemanes mataron 10.000 nama (una tribu joi) por levantarse contra el dominio colonial. Fue el primer genocidio del siglo XX.
Como los san, los joijoi son de baja estatura (promedio de 1,50 m), poseen piel oscura y grandes párpados para protegerse de la luz y vello sólo en la cabeza. Tienen una piel arrugada que refleja el calor en mayor proporción que otros pueblos. Las mujeres almacenan mucha grasa en las nalgas para épocas de escasez.
Tracionalmente la joi ha sido una sociedad de clanes, con un jefe y concejales electos en sufragio universal masculino. Al casarte, debías hacerlo con alguien de otro clan, lo que favorecía las alianzas. Era una sociedad muy jerárquica, donde los ricos tenían muchas cabezas de ganado, lo cual les dotaba de gran riqueza y prestigio.
Pero ahora estos nativos están entrando en la modernidad poco a poco. Aún hay muchos que son pastores nómadas, pero la mayoría hoy es granjera y obrera. Aunque siguen siendo animistas, en Namibia muchos se convirtieron al islam. Tienen una gran colección de historias folclóricas, muchas parecidas a las de los bantúes.
Los san o bosquimanos son el pueblo indígena por excelencia del sur de África. Se trata de 100.000 personas repartidas entre Botsuana y Namibia principalmente, y en Angola, Sudáfrica, Zambia y Zimbabue en menor medida. Son nómadas que habitan en el desierto del Kalahari y que viven de recoger frutos y sobre todo de la caza.
Es un conjunto de etnias de religión animista que tiene en común las lenguas khoe, caracterizadas por hacer extraños chasquidos con la lengua. Podría tratarse de la raza más antigua del mundo, ya que algunos genetistas sostienen que los primeros humanos que colonizaron África y el resto del orbe descenderían de ellos.
Al ser nómadas todos dependen de todos y todos cuidan de sí. A veces sacrifican a los recién nacidos que no pueden sobrevivir a los duros desplazamientos. Los ancianos son muy respetados, los matrimonios suelen ser monógamos y la mujer es tenida en cuenta bastante más que en otras sociedades aborígenes de su entorno.
A comienzos de los 80, se descubrieron diamantes en la reserva bosquimana y en 1997, 2002 y 2005 el gobierno de Botsuana perpetró tres grandes desalojos de nativos mediante amenazas, engaños y llevándoselos en camiones. Sus hogares fueron desmantelados, se cerró la escuela, el centro de salud y el suministro de agua.
A pesar de que los tribunales declararon ilegales tanto las expulsiones como la negación del uso del pozo que necesitan para beber, el gobierno hace lo imposible por negarles el agua. La idea es que estas tierras sean explotadas por los buscadores de diamantes y disfrutadas por turistas ricos en costosos safaris de lujo.
Los bosquimanos fueron esclavos de los batsuana y los bantúes antes de ser esclavos de los ingleses, holandeses y alemanes y antes de ser expulsados y confinados en la reserva. Y ahora también los quieren echar de allí. Es el llanto amargo de un pueblo que se sabe en peligro de extinción. Tiene motivos para llorar.
Los masai son un pueblo aborigen ubicado entre el sur de Kenia y el norte de Tanzania. Se trata de 400.000 personas divididas en varias tribus (arusha, baraguyu, samburu, kisongo…) pero unidas por una lengua y cultura comunes. Suelen ser nómadas que viven del pastoreo, aunque algunos pocos cultivan la tierra.
La estructura social se encuentra muy jerarquizada. Hay distintos clanes en función de sus profesiones. Dependiendo al que pertenezcas tienes más o menos derechos. También hay cargos como guerreros, jefes de familia o ancianos. Estos últimos son los jefes políticos y religiosos. Cada clase tiene derechos y deberes propios.
A los 16 años los muchachos se someten a la ceremonia del paso a la edad adulta que incluye la circuncisión, y por la cual se convierten en guerreros durante unos años. A partir de ahí compartirán muchas facetas de la vida con sus compañeros de ritual. Son los denominados grupos de edad, un pilar básico en esta nación indígena.
Conforme van pasando los años, los varones dejan de ser guerreros y pasan a otro escalafón superior de la sociedad (siempre de forma grupal). Su ascenso en la pirámide social culminará cuando lleguen a la categoría de ancianos; entonces ellos detentarán el poder. El destino viene fijado por el colectivo, no hay libertad individual.
Las niñas también pasan por su ceremonia, que incluye la ablación. Sus padres las comprometen para casarse desde muy jóvenes. No obstante, pueden tener sexo con quien deseen. El marido puede tener varias esposas, a las que debe tratar por igual. Y la esposa puede tener sus amantes, incluso con el conocimiento del marido.
Los masai adoran al dios creador Ngai, ante el que llevan a cabo ofrendas y rezos para que les bendiga. Para ellos no existe el más allá, por tanto no tiene sentido honrar a los muertos, que son abandonados a su suerte en la llanura. Los masai se niegan en rotundo a integrarse en la sociedad y conservan su ancestral estilo de vida.
En el siglo XIX la isla de Nueva Guinea fue dividida en dos mitades por los colonos europeos. La parte oriental fue conquistada por los británicos y actualmente es un estado independiente y democrático regido por la reina Isabel II llamado Papúa-Nueva Guinea. La mitad occidental, en cambio, no tuvo tanta suerte.
Papúa Occidental fue colonizada por los holandeses que, tras abandonarla, la acabaron regalando a Indonesia en 1962 con el beneplácito de Estados Unidos como una especie de soborno para que el país con más musulmanes del mundo no se pasara al comunismo ni se aliara con la Unión Soviética en plena Guerra Fría.
En 1969, para legitimar la invasión, se celebró una farsa de referéndum. En lugar de votar los 700.000 papús sólo unos 1000 líderes locales lo hicieron (en representación de todos). Hubieron de votar a mano alzada frente a los militares indonesios, que previamente les habían amenazado de muerte. Ganó el sí a la anexión.
Más de 100.000 papús han sido asesinados por ser independentistas. Todos los días el ejército indonesio viola mujeres, quema genitales a los hombres, impulsa la migración de colonos a la isla, aplasta la cultura local y condena a la extrema pobreza a estos aborígenes a pesar de que tienen la mina de oro más grande del orbe.
Los actuales cuatro millones de papús occidentales están divididos en un sinfín de tribus indígenas y naciones culturales. De hecho hablan unos 700 idiomas, aunque muchos se limitan a una sola aldea. Es un gigantesco laboratorio lingüístico, sociológico y antropológico, una torre de Babel, una macedonia de etnias.
Es un pueblo en pie de guerra contra el criminal Estado Indonesio que lucha con sus escasos medios por la libertad. La mayoría desea un estado independiente, otros fusionarse con Papúa-Nueva Guinea, casi ninguno seguir en Indonesia. Es el mayor genocidio contra un pueblo indígena y mientras el mundo mira a otro lado.
El 1 de Abril de 1999 un suceso político llamó la atención del mundo: la decisión de Canadá de crear un territorio federado de 2.000.000 de km2 para apenas 22.000 nativos americanos. La gigantesca región, secesionada de los Territorios del Noroeste, está poblada por inuits y se llama Nunavut (que significa «Nuestra Tierra») .
Ocupa un espacio zigzagueante y descomunal de tundra y archipiélagos helados. Posee casi todas las islas árticas de Canadá e importantes recursos pesqueros. Nunavut satisface un sueño de autonomía largamente anhelado por los inuit y supone, como con Groenlandia, el reconocimiento a los derechos de un pueblo nativo.
En 1996 las tribus oka, ipperwash y nativos de Gustafsen Lake mantuvieron fuertes enfrentamientos con el ejército canadiense. Un informe de la Comisión Real sobre pueblos aborígenes de Canadá propuso avanzar hacia la libre determinación o en su defecto al autogobierno. Otawa cedió a las exigencias de las tribus.
Una de las etnias más beneficiadas fue el pueblo inuit. Los mal llamados esquimales pasaron de ser invisibles en Canadá a poder gobernarse por ellos mismos. El control de la región da una enorme libertad a esta etnia cifrada allí en 31.000 almas. Las lenguas inuktikut e inuinnnaqtun son oficiales junto a inglés y francés.
Los nunavutienses viven en esa inhóspita y gélida tierra desde hace 4000 años. Por milenios estos inuit han observado detenidamente el clima, los paisajes, los océanos y los sistemas ecológicos de su entorno. Con este íntimo conocimiento de la flora y la fauna se han adaptado a uno de los entornos más duros y fríos del globo.
Hoy los nunavutienses disfrutan de internet y telecomunicaciones toda vez que conservan sus tradiciones de cacería, pesca, arte, escultura y tradiciones de canto y danza, las cuales incluyen la danza del tambor y el canto gutural. Por el momento viven muy felices con su autonomía y no se plantean independizarse del Canadá.
Los inuit ya no son lo que eran. Han cambiado mucho en poco tiempo. Hoy ninguno de ellos te ofrece a su esposa, como muestra de hospitalidad, para que te acuestes con ella. Cada vez menos viven en iglús y cada vez más tienen internet y móviles. Ahora son cristianos evangélicos y no creen en el espíritu del viento y del mar.
Estos estereotipos que aún perduran provienen de los colonos británicos del siglo XIX. Pero ellos odian que les llamen esquimales (que significa «devorador de carne cruda») y se identifican como inuit («la gente» en la lengua inuktikut). Son los habitantes de ese infierno helado que es el Ártico donde nunca jamás hace calor.
Son unos pocos miles que viven dispersos desde hace milenios entre las actuales Rusia, Alaska, Canadá y Groenlandia. Es el pueblo indígena que dispone de más territorio del planeta a pesar de su baja densidad poblacional. En lo económico, viven de la pesca de ballenas así como de cazar osos y focas para luego vender sus pieles.
El inuit es un diasistema que consiste en una cadena ininterrumpida de decenas de lenguas que son mutuamente inteligibles entre sí siempre que estén próximas geográficamente pues las más alejadas entre sí de la cadena son ininteligibles. Usan silabario, así como el alfabeto latino, con la excepción de Siberia, que usa el cirílico.
La familia es la unidad social básica. Los matrimonios son por lo general monógamos aunque excepcionalmente se practica la poliginia y la poliandria como vestigios del pasado. La vida comunitaria es muy importante y ser excluido del grupo un estigma social. En ocasiones hay violentos enfrentamientos entre clanes.
Los inuit son un conjunto de muchos pueblos, de muchas naciones que comparten una historia, una cultura y una tradición comunes. Por lo general, en todos lados avanzan satisfactoriamente en el autogobierno, la defensa de sus derechos y el respeto hacia su identidad así que pueden mirar con optimismo al futuro.
Los actuales quechuas son los descendientes de los incas precolombinos que fueron colonizados por el conquistador español Francisco Pizarro. Es un pueblo de cultura milenaria. Se trata de seis millones de personas diseminadas a lo largo y ancho de la geografía de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile.
Su alto nivel de dispersión los ha atomizado en muchos pequeños grupos. Este hecho comporta que difícilmente puedan colaborar juntos para defender sus derechos. A diferencia de sus primos hermanos los aymara, con los que culturalmente tienen mucho en común, los quechua no reivindican un estado propio.
El quechua es una de las familias de lenguas más extensas de la América precolombina. Existe una gran controversia acerca de si es un solo idioma o varios, pues existen decenas de variantes muy diferenciadas. El quechua es oficial a nivel estatal en el Ecuador, Perú y Bolivia y a nivel regional en Argentina y en Chile.
Es un pueblo supersticioso que combina el catolicismo con una cosmogonía indígena de dioses de la naturaleza y espíritus benefactores. Mantienen ritos paganos donde bailan en torno a hogueras al son de sus flautas y pequeñas guitarras para mejorar las cosechas. Han permanecido fieles a sus tradiciones por siglos.
Estos nativos americanos son agricultores. Viven de cultivar patatas, comercian con artesanía y usan la llama como animal de carga. Su vestimenta y folclore son muy conocidos… las mujeres llevan chal y grandes faldas superpuestas y los hombres se cubren con coloridos ponchos. El sombrero es otra prenda de uso común.
Esta nación cultural sufre de persecución. Solamente en Perú se asesinaron a más de 50.000 en los años 80 y se esterilizaron a más de 200.000 mujeres en los 90. Los quechuas sobreviven en una situación de atraso y extrema pobreza en un ambiente árido en el que en el mejor de los casos las condiciones de vida son muy duras.
A orillas del lago Titicaca vive un antiguo pueblo de cultura milenaria: los aymaras. Sus raíces parecen remontarse al año 200 AC, al desaparecido reino de Tiwanaku. Los aymara vivieron divididos históricamente en varios señoríos, agrupados a su vez en dos grandes territorios: Urcosuyo al norte y Umasuyo al sur.
Antaño fueron colonizados por incas y españoles. Desde 1800 hasta nuestros días los aymaras viven entre Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Sufren altos índices de pobreza material, falta de oportunidades y pérdida de identidad cultural. Se trata de una región árida y polvorienta devastada por la sequía, el analfabetismo y el atraso.
Hay un creciente nacionalismo autóctono. Algunos proponen crear una república aymara que aglutinaría parte de los cuatro estados donde viven. Otros apuestan por hacer de Bolivia una nación colla (los collas son los aymaras bolivianos). Su enemistad con la etnia camba, del oriente boliviano, es de sobra conocida por todos.
La civilización aymara nunca construyó centros urbanos ni grandes monumentos arquitectónicos pero sí sitios sagrados de adoración y grandes necropólis funerarias, que hoy reliquias arqueológicas de gran valor. En lo económico, viven del cultivo de la patata y de la ganadería de llamas. Es tradicional el consumo de coca.
Sus áridas montañas son la guarida de los dioses Achachilas, Pachamama y Tunupa. Se trata de un pueblo que combina el catolicismo romano con una cosmogonía indígena heredada de sus ancestros, una sociedad supersticiosa que cree en espíritus protectores y en el poder de la madre naturaleza por encima de todo.
Los aymara son una nación sin estado, un pueblo con un territorio, cultura y pasado comunes. Al estar diseminado a lo largo y ancho de varios países, su unión resulta complicada. Pero están hartos de emigrar y de vivir en extrema pobreza por lo que cada vez más se reunen para reivindicar sus derechos con una sola voz.
Bolivia es la Bélgica americana: un estado artificial compuesto por dos pueblos antagónicos. En el altiplano occidental están los collas: el Tíbet suramericano, una tierra pobre y atrasada de campesinos amerindios bajitos que hablan quechua y aimara. En el llano oriental, los cambas: gente alta, criolla y que sabe hablar inglés.
Nació en 1825 de la mano del libertador Simón Bolivar, que la salvó del yugo de España. No obstante, fue su triunfo más infausto. El país es el segundo más pobre de Latinoamérica, sólo por detrás de Haití. Es un desierto que se despuebla a toda velocidad, una fábrica de emigrantes que viajan al extranjero en busca de un empleo.
Como Bolivia siempre fue débil militarmente sus vecinos le arrebataron el 53% de su territorio original. Argentina y Perú le dieron un buen bocado vía diplomacia, Brasil le robó muchas tierras tras derrotar a Bolivia en la Guerra del Acre (1899-1903) y Paraguay hizo lo propio tras vencer en la Guerra del Chaco (1932-1935).
Pero el gran trauma que aún no ha superado el desgraciado pueblo boliviano es la Guerra del Pacífico (1879-1883) en la que Chile le anexionó la costa y dejó al país sin salida al mar. Desde entonces el pueblo vive conmocionado, guarda odio eterno hacia Chile y recuerda aquella dramática pérdida como si hubiese ocurrido ayer.
El despedazamiento del país todavía puede continuar y podría ocurrirle lo que a Checoslovaquia. Collas y cambas se odian a muerte y lo lógico sería dividir Bolivia en dos estados independientes: una nación camba, compuesta por Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija y una colla, con Potosí, Chiquisaca, Cochabamba, La Paz y Oruro.
Bolivia se define como estado plurinacional y reconoce 37 lenguas oficiales. Desde 2006, el gobierno indigenista de Evo Morales apela a la cosmovisión amerindia y a un nacionalismo colla que pretende transformar Bolivia en un Collasuyo donde los blancos y mestizos no tengan cabida. Bolivia camina hacia la nación colla.
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