Sandžak: ¿un futuro Kosovo?

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Los Balcanes se parecen mucho a las matrioskas, esas muñecas rusas que se descomponen en piezas cada vez menores. Tras la Guerra Civil de Yugoslavia (1991-1995) se independizaron Eslovenia, Croacia, Macedonia (1991) y Bosnia-Herzegovina (1992). Sólo Serbia y Montenegro se quedaron en una Yugoslavia menor.

Finalmente Serbia y Montenegro se separaron amistosamente  en 2006. Era el entierro del cadáver yugoslavo y parecía el punto final a las divisiones, pero entonces se entró en una segunda fase: la fragmentación de Serbia. Y es que tras la secesión de Kosovo (2008), Serbia podría perder en un futuro Vojvodina y Sandžak.

Sandžak es una pequeña región repartida a partes iguales entre las repúblicas de Serbia y de Montenegro y hace frontera con Bosnia-Herzegovina, Albania y Kosovo. En su día reclamó ser una república más dentro de Yugoslavia y en la actualidad algunos locales demandan autonomía y los más radicales un estado soberano.

Podríamos estar -o no- ante un nuevo Kosovo. Su población se compone de serbios, montenegrinos, bosniacos y musulmanes étnicos. Es un territorio de mayoría islámica dentro de dos estados de mayoría cristiana, lo cual podría ser el detonante para una nueva ofensiva secesionista, como ya ocurrió en Kosovo y Bosnia.

Esta tierra histórica debe su nombre al Sanjak de Novi Pazar, un antiguo distrito otomano. Entre 1878 y 1909 perteneció al Imperio Austro-Húngaro, y a partir de entonces al Imperio Otomano. En 1912 la región fue dividida entre los reinos de Montenegro y Serbia. Su ciudad más poblada es Novi Pazar, de unas 100.000 almas.

A medida que la mayoría islámica (bosniacos y musulmanes étnicos) ha ido creciendo en Sandžak se han agudizado los conflictos étnicos con los ortodoxos (serbios y montenegrinos). Ambos sectores se acusan mutuamente de discriminación y la tensión crece. La situación es muy inestable y puede ocurrir de todo.

Yugoslavia: el fracaso de la multiculturalidad.

De las cenizas de la Primera Guerra Mundial nació en 1918 el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que luego se denominaría Yugoslavia. Era un estado artificial creado de la noche a la mañana bajo el liderazgo de Belgrado; un puzzle de razas, etnias, lenguas, culturas y religiones forjado bajo el lema de que la unión hace la fuerza.

Pero las tensiones afloraron pronto. En la Segunda Guerra Mundial los croatas se aliaron con los nazis y asesinaron 700.000 serbios. Después, con la llegada del mariscal Josip Broz Tito y el advenimiento de la dictadura comunista, el país se mantuvo unido y las diferencias culturales y resentimientos aparcados por un tiempo.

Yugoslavia llegó a tener 25 millones de habitantes. Era la locomotora económica de la Europa Suroriental y lideraba a los países no alineados.  Su selección de baloncesto fue campeona europea, mundial y olímpica. El país era mostrado como un ejemplo de convivencia. Pero todo eso era sólo un espejismo que duraría poco.

La Guerra Civil Yugoslava (1991-1995) desintegró esta patria tras un mar de genocidios. El centralismo promovido por el nacionalista serbio Slobodan Milosevic provocó la secesión de Eslovenia, Croacia, Macedonia (1991) y Bosnia-Herzegovina (1992). Sólo Montenegro se quedó junto a Serbia en una Yugoslavia menor.

En 1999 la OTAN declaró la guerra a Milosevic por sus crímenes contra los kosovares. Montenegro acabó abandonando a Serbia en 2006, poniendo fin a Yugoslavia. La independencia de Kosovo respecto de Serbia en 2009 fue el epílogo a una historia teñida de sangre e independentismos que acuñó un nuevo verbo: balcanizar.

Los estados multiculturales suelen fracasar. La convivencia pacífica de distintas religiones, lenguas y culturas es sólo posible bajo el puño de hierro de un dictador. No habría separatistas si no hubiese separadores. Los estados artificiales están condenados a desaparecer… Son las lecciones de la extinta Yugoslavia para la historia.

Serbia: el orgullo nacionalista.

El pueblo serbio fue históricamente traicionado por Occidente. En su día sufrió la invasión del genocida Imperio Otómano. Las potencias europeas, temerosas de los turcos, abandonaron a su suerte a los serbios, que sucumbieron en la Batalla de Kosovo de 1389 y padecieron la despiadada opresión turca hasta finales del siglo XIX.

Aquella invasión islámica y la traición de Occidente fueron la raíz de todos los males posteriores. Serbia desarrolló un nacionalismo excluyente y fanático para asegurar su supervivencia frente al islam y al imperialismo. Las dos Guerras Balcánicas (1912-13 y 1913) confirmaron al país como una potencia en el sur de Europa.

El asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria-Hungría en Saravejo desencadenó la Primera Guerra Mundial (1914-18). Serbia se apoderó de los pueblos de alrededor y juntos constituyeron Yugoslavia en 1918. En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los nacionalistas croatas asesinaron más de 700.000 serbios.

Tras la dictadura comunista de Josip Broz Tito, llegó la Guerra Civil Yugoslava (1991-1995), la Guerra de Kosovo (1999), la ruptura con Montenegro (2006) y la independencia de Kosovo (2009). Los serbios cometieron espantosos genocidios. Con tanta guerra, se desintegró Yugoslavia y naufragó definitivamente la potencia serbia.

En los Balcanes se expían los pecados con el ritual del derramamiento de la sangre. Pese a ello, Serbia destaca poderosamente en el campo de la cultura (Kornelije Stankovic, Vuk Stefanovic Karadzic o Emir Kusturica) y del baloncesto (Dragan Kikanovic, Drazen Dalipagic, Radivoj Korac, Dejan Bodiroga…).

El nacionalismo étnico llega a su máxima crudeza en Serbia: una sucesión infinita de guerras por la bandera, la patria y la religión… Es la salida lógica de un pueblo repudiado por Occidente y agredido por el islam: confiar sólo en sí mismo. A Serbia no le quedó más remedio que ser como es. Y Europa tiene buena parte de culpa.

Montenegro: la fiebre independentista.

Montenegro ha experimentado un radical giro de 180º en su forma de pensar. La antaño consciencia nacional de lealtad y vocación unionista ha dejado paso en muy poco tiempo a una fiebre nacionalista desbordante. Montenegro se independizó de Serbia en 2006, es decir, hace ahora tres años. ¿Y qué tal le ha ido?

En sólo tres años de soberanía, el Producto Interior Bruto (PIB) del nuevo estado ha crecido un 84%, el sueldo medio se ha doblado, el paro ha descendido del 32 al 10%, el país ya no depende de las inversiones rusas y serbias, apunta a la Unión Europea (UE) y el montenegrino, antes considerado dialecto, es ahora idioma oficial.

El primer ministro montenegrino, el nacionalista Milo Djukanovic, es considerado poco menos que un rey y es que el cambio ha sido tan radical que si el referéndum de autodeterminación de 2006 se repitiese hoy, muchos proserbios que entonces votaron contra la independencia hoy lo harían a favor.

Montenegro es el ejemplo más palmario de lo que ocurre con un país cuando suelta el lastre: que despega. El lastre era Serbia, a la que Montenegro ha sido leal históricamente, hasta que la gente se quitó la venda de los ojos y se dio cuenta que no tenía sentido alguno pertenecer a un país problema como lo fueron Yugoslavia y Serbia.

El pueblo montenegrino recuerda por su gran lealtad y voluntad de sumar al pueblo valenciano. Pero, como los valencianos, también los montenegrinos tienen un límite a su enorme paciencia. El  hartazgo de tanta humillación y centralismo acabó empujando a ser independentista a una ciudadanía que jamás lo fue.

Montenegro es hoy una de las patrias más jóvenes pero con más porvenir de Europa y el espejo en que se miran los nacionalistas de todo el continente. En el futuro volverá a ser un estado rico y próspero pero en el presente  ya goza de la mayor de las fortunas de las que puede disfrutar cualquier pueblo: la de ser una nación libre.

Una nova nacio lliure està a punt de naixer.

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I es dira Montenegro. L’Unio Europea (UE) exigia dos requisits per a validar la seua secessio de Servia. Que al manco el 51% del poble votara en el referendum d’autodeterminacio i que el Sí a l’independencia superara el 55%. Els dos s’han cumplit. 55,4% per al Sí i una participacio de més del 86%. Montenegro, un païs que té el tamany de Murcia, 670.000 habitants i Podgorica de capital, obte aixina la sobirania despres de que Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina i Macedonia ho feren als 90. Montenegro fon sobirana entre 1878 i 1918.

Els montenegrins sempre han estat per l’unio en Servia. De fet, en 1992 votaren en referendum continuar units. Pero els permanents conflictes interns han multiplicat l’independentisme en l’opinio publica. El poble s’ha cansat de tants problemes i el primer ministre Milos Djukanovic -abans unioniste- s’ha convertit en el pare de la nacio. Es confirma la disolucio de Servia i Montenegro (hereua de Yugoslavia) i ara Servia, per autoritaria i centralista, es queda sola i sense eixida a la mar. Que prenga nota Madrit per lo que puga ocorrer aci.

El dret d’autodeterminacio és una cosa que no deu espantar a ningu. En els països del nostre entorn s’ha donat. De fet, en 1946 el poble feroes decidi en un plebiscit que les Illes Feroe s’independisaren de Dinamarca (encara que el govern danes anulà la votacio). Actualment, Dinamarca no es nega a l’independencia feroe. En Chipre es feu un referendum en 2004 per a vore si es reunificava l’illa. I arraïl de les negociacions del govern d’ Espanya en ETA es posa sobre la taula l’exigencia del dret d’autodeterminacio per a Euskadi i el poble vasc.

La ONU avala el dret d’autodeterminacio per al Sahara Occidental. Tal dret està expressament reconegut per les lleis per a l’illa de Bouganville (Papua-Nova Guinea) i per als estats federats que componen Etiopia. Una de les ultimes nacions en independisar-se en el planeta fon Timor Occidental, que es separà d’Indonesia arraïl del referendum de 1999. Quebec ha plantejat el seu proyecte d’estat lliure associat en les consultes de 1980 i 1995. I en el món hi ha un bon grapat d’estats “de fet”: Abjasia, Palestina, Taiwan, Somalilandia, Puntlandia, etc.

Si fem paralelismes entre Yugoslavia i Espanya, Eslovenia sería Euskadi i Croacia Catalunya. És dir, dos pobles que tenen molt clara sa identitat. Montenegro és més com Galicia o Valencia; un poble historicament fidel, lleal i partidari com el que més de l’unitat estatal pero que en el pas del temps comença a vore que no té sentit continuar en un païs-problema, que més val sol que mal acompanyat. Montenegro ha pegat un gir de 180º: d’unionistes a separatistes. Algo comença a canviar. El germen independentiste s’escampa i pot arribar aci.

 

FONT: Llengua Valenciana Blogspot. 23-5-2006.

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