Tailandia: el burdel de Asia.

Allá por el año 1350 Rama Tibodi fundó en la ciudad de Ayutthaya un primer reino thai con el nombre de su capital, que durante décadas mantuvo enfrentamientos tanto con sus vecinos camboyanos, birmanos y chinos como también con los colonos europeos que pretendían asentarse en la región; a saber, Reino Unido, Países Bajos y Portugal.

En 1767 Ayutthaya cayó en manos de caudillos birmanos y permaneció en su poder hasta que, en 1782, el general Pya Taksin promovió una insurrección popular que logró expulsar a los invasores y se proclamó rey. A su muerte le sucedió otro general, Pya Chakri, que reinó como Rama I y fue el fundador de la dinastía que aún reina hoy.

Tailandia (antes llamada Siam) fue el único país indochino que no fue colonizado, eso sí, a costa a ceder enormes porciones de sus territorios a Francia y Reino Unido. Durante la Segunda Guerra Mundial se alineó con Japón con la idea de recuperarlos, pero poco antes de acabar la guerra dio un giro radical y se pasó al bando de los aliados.

Como estado independiente, su historia es desastrosa. En teoría es una monarquía parlamentaria al estilo europeo pero en la práctica el Ejército es el verdadero poder en las sombras. Una serie de golpes de estado acabaron en su día con lo que era un embrión de democracia, y en la actualidad es una dictadura disfrazada con elecciones amañadas.

Tailandia es ciertamente un país hermoso. Tiene grandes templos budistas, religión que profesa el 95% de la población en su versión theravada. El tailandés es el idioma oficial, aunque se hablan otras muchas lenguas. Y el boxeo tailandés es el deporte nacional, además de ser un arte marcial nativo que es bien conocido en el mundo entero.

Pero si por algo es famosa esta nación es por el turismo sexual ya que se ha convertido en el paraíso de los pedófilos, que vienen desde todo el mundo para acostarse con los niños y niñas thai, que desesperados por el hambre se ofrecen por unos pocos dólares. La policía lo sabe pero mira a otro lado y se lleva su parte. Es Tailandia el burdel de Asia.

Myanmar: un país secuestrado por su ejército.

El primer estado unificado en el actual territorio de Myanmar fue el Reino de Pagan, allá por el siglo IX. La actual Myanmar (también conocida como Birmania) nació como la unificación de una serie de pequeños reinos y principados. Pero tras tres guerras anglobirmanas (1824-26; 1852-53 y 1885) el Imperio Británico se anexionó el país.

Tras una breve ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, Myanmar se independizó de Londres en 1948. La República duró poco porque en 1962 el general Ne Win derrocó del poder al presidente U Nu mediante un golpe de estado. Estableció una dictadura comunista controlada por los militares que persiste aún hasta el día de hoy.

En 1989 la Junta militar rebautizó Birmania como Unión de Myanmar. Debido a las multitudinarias manifestaciones que reclaman libertad -destacan las de 1988 y 2007- el Gobierno ha virado de una dictadura tradicional a las elecciones amañadas. La Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, hija del héroe nacional Aung San, es un icono de la democracia.

Myanmar es una auténtica macedonia cultural con más de un centenar largo de etnias. Los burma son la mayoría que ostenta el poder y margina al resto de pueblos de la unión. Desde 1948 el Estado está en pie de guerra contra las minorías étnicas (karen, kachin, shan, arakan, rohingya, rakhine, lahu…) en una guerra civil que no se acaba nunca.

El otro gran foco de resistencia es el budismo theravada. Históricamente este país siempre fue un bastión del budismo (sus templos son espectaculares). Los monjes promueven una resistencia pacífica contra un Estado claramente hostil con la religión. La cultura es una mezcla de influencias birmanas, tailandesas, camboyanas, indias y chinas.

Y hasta aquí llega de momento la historia de Birmania o Myanmar: un país secuestrado por su ejército. Es el choque entre un pueblo llano sediento de libertad y un Estado totalitario que promueve la más dura represión, intolerancia y violación de los derechos humanos contra todo aquel ciudadano que se atreva a cuestionar el sistema establecido.

Camboya: el corazón de Indochina.

El Reino de Funán se estableció en el territorio de la actual Camboya en el siglo I y conquistó casi toda Indochina. Bajo diferentes denominaciones (Imperio Jemer o Imperio de Angkor primero, y Reino de Kambuya más tarde) mantuvo su dominio sobre la mayor parte de la Península Indochina… ¡ni más ni menos que hasta el siglo XVII!

En esa época entró en un fuerte declive y sus vecinos, Siam (actual Tailandia) y Vietnam la invadieron y se la habrían repartido como un pastel de no ser porque otro invasor, Francia, la convirtió en un protectorado. Japón ocupó Camboya durante la Segunda Guerra Mundial y luego coronó a Norodom Sihanuk, un rey de paja leal a Tokio.

Aquel monarca títere resultó no serlo en absoluto. Pese al regreso de los franceses, consiguió la independencia del país en 1953 y con su diplomacia logró contener a chinos, soviéticos y americanos. En 1970, no obstante, un golpe de Estado lo desalojó del poder y poco después la Guerra de Vietnam se extendió a Camboya (de 1977 a 1991).

El capítulo más traumático de la historia reciente de Camboya corresponde al período de Pol Pot. Este dictador comunista, líder de los Jemeres Rojos, gobernó Camboya entre 1975 y 1979. En sólo cuatro años exterminó al 50% de la población camboyana, que pasó de seis millones a tres. Vietnam intervino y desalojó del poder a este loco genocida.

En la actualidad el Reino de Camboya es una monarquía parlamentaria. El 95% de la población es de etnia jemer, y su idioma es uno de los más antiguos del mundo. Con el paso de los siglos Camboya ha transitado del hinduismo al budismo theravada. Su cultura, su literatura y su arquitectura han influido a toda la región, tras tantos siglos de dominio.

De todas las naciones de Indochina, Camboya es la más sobresaliente. Es la que tiene una historia más apasionante. La que ha tenido el imperio más grande y más duradero. La que más ha sufrido y ha hecho sufrir. La que más ha influido a sus vecinos en cultura y religión. Y ahora se erige como un faro que ilumina el largo camino hacia la democracia.

Laos: la joya del Mekong.

En el siglo XIV nació el Reino de Lang Xang (o Reino del Millón de Elefantes), que duró hasta 1707, cuando se dividió en dos estados: Luang Prabang y Vientiane. En el siglo XIX fueron conquistados por Siam (hoy Tailandia), en el XX por Francia; luego por Japón y otra vez por Francia. Así surgió Laos, que proclamó su independencia en 1949.

Esta proclama fue más teoría que otra cosa porque París seguía gobernando de facto. Pero tras la Guerra de Indochina (1946-1954), los colonos franceses fueron barridos del mapa. Laos, Camboya y Vietnam del Norte surgieron como estados soberanos. También Vietnam del Sur, que pasó a ser un estado títere de los Estados Unidos de América.

La Guerra Civil de Laos (1963 a 1975) fue en realidad un capítulo dentro de la Guerra del Vietnam (1954-1975). En Laos se enfrentaron monárquicos y comunistas, y numerosas potencias extranjeras intervinieron (Tailandia, Estados Unidos, Unión Soviética, China, etcétera). Como en Vietnam, también en Laos venció la hoz y el martillo.

Hoy Laos es una de las pocas dictaduras comunistas que quedan en el mundo. Su economía sigue siendo planificada pero ha dado algunos pasos para favorecer la iniciativa privada. Es el país más pobre de toda Indochina. El pueblo vive de la agricultura, pero en los campos todavía hay cerca de cuatro millones de minas antipersona.

En cuanto a la cultura, la mayoría de la sociedad es de etnia lao y habla este idioma. El francés sigue siendo empleado por la administración y en las colinas habitan numerosas etnias cada una con su propia lengua. El budismo theravada es la principal religión. Es un país rural y montañoso donde muchos niños ni siquiera asisten al colegio.

Como Laos es el único país de Indochina sin acceso al mar, se vuelca con el río Mekong. Este caudaloso río aporta recursos hídricos y pesqueros, y navegación fluvial, pero también actúa como frontera natural con Tailandia y es el verdadero eje vertebrador de la nación. De hecho Laos es conocido, popularmente, como la joya del Mekong.

Vietnam: orgullosos, independientes, indómitos.

Vietnam es una nación muy antigua. Surgió como una escisión de China en el 221 A.C., y aunque un siglo después fue reabsorbida, se volvió a independizar de Pekín en 939. La primera gran dinastía reinante, los Ly, gobernó dos siglos y forjó un gran sentimiento nacionalista. Entre los siglos XIII y XVI el país vivió su expansión y apogeo.

En el siglo XVII comenzó su declive con profundas luchas intestinas y divisiones internas. París comenzó a ambicionar estas tierras y no paró hasta convertir Vietnam en un protectorado francés. Tras una intentona independentista en 1945, en 1954 Vietnam se partió en dos (norte comunista independiente y sur de corte capitalista y dominio francés).

De 1955 a 1975 Washington atacó Vietnam del Norte y apoyó el del Sur, temeroso de una reunificación que dejara el país en manos de los comunistas. Tras dos décadas de guerra, Estados Unidos sufrió la mayor derrota de su historia y Vietnam se reunificó en 1976. Luego fue a la  guerra con Camboya (1977-1991) y repelió una invasión china (1979).

La República Socialista de Vietnam ha pasado de ser un estado dictatorial comunista empobrecido por las guerras y carente de beneficios sociales (sin pensiones de jubilación, sin sanidad pública…) a un modelo similar al chino (comunista de nombre, pero ultraliberal en lo económico) que ha hecho del país una economía en crecimiento veloz.

El idioma oficial es el vietnamita aunque sigue existiendo una cierta élite ilustrada que habla francés, como un vestigio sin duda de la época colonial. Hay una mayoría social budista y una minoría cristiana, aunque ambas controladas de forma férrea por un estado totalitario. A nivel cultural, son famosos sus espectáculos de marionetas sobre el agua.

La sociedad vietnamita tiene un espíritu orgulloso, independiente, indómito. Se trata de un pueblo muy nacionalista, muy celoso de su cultura propia, que se ha pasado la vida haciendo frente a grandes imperios invasores que han fracasado en su intento de sojuzgarlo. Pero Vietnam sólo quiere ser Vietnam. Sólo quiere que lo dejen vivir en paz.

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