Falacia atea: El cristianismo no es una verdad absoluta.

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«Puede que el cristianismo sea una verdad para ti pero no lo es para mí». «Eres un poco arrogante al pretender que tú tienes la verdad ¿no crees?». «Cada uno tiene su verdad. Tú tienes la tuya y yo tengo la mía». «No me impongas tus valores, no seas intolerante», «La verdad absoluta no existe». «Piensas así porque te has criado en un país cristiano pero si hubieras nacido en Arabia Saudita defenderías el islam». «Puede que el cristianismo sea bueno para ti, pero no lo es para mí». ¿Cuántas veces hemos escuchado argumentos de este estilo? Los escépticos quieren hacernos creer que el cristianismo es en el mejor de los casos una verdad a medias, válida sólo para algunas personas, situaciones o circunstancias. Pero la realidad es que el cristianismo es la verdad que ha sido revelada a los humanos por Dios. Es una verdad total, universalmente válida para toda persona, tiempo o lugar pero las humanas filosofías que la cuestionan son todas falsas como vamos a ver.

Subjetivismo.

El subjetivismo («lo que es verdad para ti puede no serlo para mí») es autodestructivo porque cuando se afirma cosas tales como «No existe la verdad absoluta, cada uno tiene su verdad» está haciendo una afirmación insostenible. Porque si pretende ser cierta para todo el mundo, entonces sería una verdad absoluta (la misma verdad absoluta que defiende que no existe) y por tanto un argumento falso. Si por el contrario se trata únicamente de una verdad subjetiva entonces no es válida para todo el mundo, valdría para el relativista pero no para el cristiano. Se llegaría al absurdo de que cuando el cristiano dijera que Dios existe y el ateo dijera que Dios no existe ambos deberían tener razón. Nadie estaría equivocado nunca. El profesor Norman Geisler afirma que el relativismo impediría incluso la capacidad de aprender, ya que para aprender hay que moverse de una creencia absolutamente falsa a una creencia absolutamente cierta.

Relativismo moral.

El profesor J.P. Moreland explica que el relativismo moral sostiene que todos debieran actuar de acuerdo con el propio código de la sociedad del individuo y que esto implica que las proposiciones morales no son sencillamente verdaderas o falsas. Pero este planteamiento relativista es falaz. No es verdad que todas las culturas sean igual de respetables (no es lo mismo una nación como Islandia en la que una mujer puede ser primera ministra que una como Afganistán, donde no puede ir a la escuela). No es cierto que echar ácido sulfúrico en la cara a una mujer en Bangladesh, la ablación del clítoris en Suazilandia, la pedofilia en Arabia Saudita o el aborto libre en Holanda sean moralmente aceptables por más que allí estén que socialmente aceptados. Por encima de diferencias culturales, religiosas  o espaciotemporales siempre será una verdad absoluta que está mal causar daño a un inocente o que debemos tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen.

Posmodernismo.

Para el posmodernismo la verdad no existe objetivamente: se trata de un producto de la cultura de las personas. El filósofo William Lane Craig replica: «Declarar que ‘la verdad es que no hay verdad’ es tanto contradictorio como arbitrario. Porque si esa declaración es verdad, no es verdad, puesto que no hay una verdad. El llamado deconstruccionismo por consiguiente no puede impedir deconstruirse a sí mismo. Además, tampoco hay razón para adoptar la perspectiva posmoderna en vez de, digamos, los puntos de vista del capitalismo occidental, del chovinismo masculino, del racismo blanco y así por el estilo, puesto que el posmodernismo no tiene más verdad en sí mismo que esas perspectivas». Para el profesor Gene Veith: «No creer en la verdad es autocontradictorio. Creer es pensar en que algo es verdad; decir ‘es cierto que nada es cierto’ es una tontería intrínsicamente sin sentido. La misma declaración -‘no hay una verdad absoluta’- es una verdad absoluta’.

Escepticismo.

Es la creencia de que cualquier conocimiento confiable o absoluto es imposible y de que cualquier aspecto de lo sobrenatural es inaccesible a cualquier individuo. Su máximo exponente fue el filósofo David Hume. Pero el escepticismo se autoderrota. Para el profesor Gordon Clark «escepticismo es la posición de que nada puede ser demostrado y ¿cómo, preguntamos, puede uno demostrar que nada puede ser demostrado?» Según Geisler «la afirmación misma de que toda la verdad es imposible de conocer es presentada como una afirmación de la verdad. Como una afirmación de la verdad con el significado de que no puede hacerse ninguna afirmación de la verdad, se traiciona mortalmente a sí misma». Según San Agustín si dudamos de la verdad ya estamos reconociendo una verdad (el hecho mismo de dudar) y además se puede estar seguro, como mínimo, del principio de no contradicción. Así pues, el escepticismo total ha demostrado ser falso.

Agnosticismo.

Su gran valedor fue el filósofo Immanuel Kant. Es la creencia de que el hombre o no conoce o no puede conocer la realidad, y por consiguiente la verdad. En teología, la teoría es que el hombre no tiene forma alguna de saber si Dios existe o no. Para Geisler se trata de otra filosofía autoderrotista ya que por un lado dice que no se puede conocer la realidad pero esta afirmación se presenta en sí misma como un conocimiento de la realidad, esto es, afirma tener conocimiento de aquello que denuncia que es imposible de conocer. Para el apologista Ravi Zacharias «no es posible dar por sentado alguna cosa acerca de la realidad final a menos que uno sepa algo de la realidad final». El filósofo H.A. Prichard nos explica que es imposible que cualquier realidad dependa de nuestro conocimiento, o de cualquier conocimiento, ya que la realidad es en sí misma un hecho previo al conocimiento que podamos tener o no de ella. El agnosticismo se traiciona a sí mismo.

Misticismo.

Sostiene que el conocimiento directo de Dios, de la verdad espiritual o de la realidad última se puede alcanzar mediante la intuición inmediata o la percepción (lo subjetivo) y de modo distinto de la percepción sensorial ordinaria o del uso del razonamiento lógico. Para el budismo zen la realidad es una ilusión pero ¿cómo puedes decir tal cosa de la realidad sin conocerla? Y si es así ¿no es esta misma afirmación ilusoria? Para los panteístas las percepciones sensoriales son falsas pero si es así ¿por qué se ponen en guardia si les amenazas con un cuchillo? Para el hinduismo todas las religiones son verdaderas… aunque se contradigan. «La mayoría de los místicos admite que un ámbito de la verdad no es realmente verdadero después de todo; sólo es verdadero desde cierta perspectiva, una perspectiva que finalmente es falsa. Pero esto es una contradicción ya que la verdad no puede contradecirse a sí misma y todavía ser verdadera» -dicen Clark y Geisler-.

Conclusión:

«Una persona no puede funcionar o vivir mucho si actúa consistentemente como si la verdad fuera en arreglo a la perspectiva y no objetiva. Ella puede emitir cheques sin fondos porque su cuenta de banco tiene dinero «para ella», beber veneno que «para ella» es limonada, caer en el hielo delgado del lago que «para ella» es grueso, o ser arrollada por un autobús que «según ella» no está avanzando «hacia ella». Para una persona que quiere funcionar eficazmente y vivir en el mundo, la correspondencia entre la verdad objetiva y la realidad debe importar en algún sentido», dice el escritor y apologista cristiano Josh McDowell. Pero por más que los escépticos insistan en lo contrario, la verdad es la verdad y la verdad absoluta existe. Es una verdad absoluta que la Tierra es esférica. Eso es una verdad absoluta hoy y era una verdad absoluta cuando el 99% de la gente pensaba que era plana. Porque la verdad no se decide votando ni depende de la moda.

Dios existe, esto es una verdad absoluta hasta para el ateo que dice no creer en Él. El infierno existe y allí irá la gran mayoría de personas a causa de su incredulidad y pecados. Esto es una verdad absoluta aunque se haya vuelto un tema tan tabú en nuestros días que ni siquiera en las iglesias se hable de ello. Detrás de tanta filosofía y relativismo lo que hay de fondo es gente quiere vivir su vida como le dé la gana, sin afrontar las consecuencias de sus actos, sin que nadie -ni siquiera su Creador- les juzgue. Mucha gente está instalada en una vida de pecado, y se goza en ella como un cerdo en el barro, y como no quiere cambiar su actitud pues simplemente decide negar al Todopoderoso y tratar de autoengañarse pensando que nadie le va a juzgar nunca por su maldad. Pero la Tierra era esférica aun cuando se decía que era plana. Y el Señor existe aunque el ateo diga que no. Así que más le valdría ponerse a bien con su Hacedor, antes de que sea demasiado tarde.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Los discípulos se lo inventaron todo y convirtieron a Jesús en un mito.

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No pocos escépticos y amigos de la teoría de la conspiración se atreven a afirmar que Jesús existió como un profeta, como un hombre, y que tras su muerte fueron los discípulos los que comenzaron a exagerar los hechos, agrandar la leyenda y acabar convirtiendo a un simple maestro en la divinidad que realmente nunca fue.

Pero en verdad nada de esto tiene sentido. Pensemos que los apóstoles vivieron codo a codo con Jesús. Si se hubiera tratado de un farsante, deberían haberlo abandonado. Ellos tenían la firme convicción de que era el mesías, el que iba a libertar al pueblo de Israel. Sin embargo, su muerte en la cruz fue un palo para ellos.

Tras su crucifixión, los apóstoles pensaban que todo había terminado. Se sintieron tristes, decepcionados y lo que es peor aún: aterrorizados. Fueron a esconderse a sus casas con el rabo entre las piernas. Tenían un temor más que justificado de que tras su líder, ellos podrían ser los próximos en ser apresados por los soldados romanos.

Si ellos sabían que todo era una mentira, ya sea que Jesús mintió al decir que Él era el Hijo de Dios o bien que nunca hubiera dicho tal cosa y hubieran sido los apóstoles los que lo hubieran querido convertir en un dios después de muerto… ¿Qué sentido tiene hacer esto si sabían que era una mentira? ¿Qué ganaban con ello?

¿Qué ganaban con ir pregonando que Jesús era el mesías (si ellos sabían que no era así)? Los apóstoles no montaron una de esas sectas que exigen favores sexuales a sus adeptas. Ni tampoco se lucraron económicamente como hacen hoy los pseudopastores de la teología de la prosperidad sino que eran pobres como ratas.

Pedro, Andrés, Santiago hijo de AlfeoFelipe, Simón y Bartolomé fueron crucificados.  Mateo y Santiago (Jacobo), hijo de Zebedeo, asesinados a espada. Judas Tadeo, muerto por las flechas enemigas. Juan, de  muerte natural. Santiago, hermano de Jesús, apedreado. Tomás, atravesado por una lanza.

No ganaron fama ni gloria ni dinero ni sexo ni nada. Al contrario. ¿Por qué? ¿Por qué complicarse la vida con una mentira? El escritor Josh McDowell se pregunta: ¿Quién moriría por una mentira? Es cierto que hay gente que ha dado su vida por una causa falsa, por una mentira… ¡pero porque pensaba que era verdad!

¿Qué pudo suceder para que unos tipos que se sentían aterrorizados, decepcionados, fracasados y con la moral por los suelos de repente cobraran coraje y comenzaran a predicar a Cristo? ¿Qué pudo ocurrir para que el feroz anticristiano Pablo se convirtiera en el más ardiente cristiano de la noche a la mañana?

Si la resurrección de Jesucristo nunca hubiera ocurrido (si esto hubiera sido falso), los apóstoles lo habrían sabido. Por tanto, habrían muerto por una mentira sabiendo que era mentira. Totalmente ilógico. Sólo ver a Jesús resucitado de entre los muertos pudo infundirles el ánimo de volver a predicar aún a riesgo de sus vidas.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: La Biblia no es un documento histórico fiable.

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¿Es la Biblia un cuento chino? La gente por lo general no es consciente de la enjundia de este libro de libros que es la Santa Biblia. Siempre se habla de Herodoto como el padre de la historiografía pero la realidad es que Moisés es el más antiguo de los historiadores y Génesis el documento más antiguo sobre ciencia humana. Los Salmos son unos cánticos preciosos escritos mucho antes del nacimiento de Homero y la Biblia un excepcional documento histórico muy anterior a la ciudad de Troya. Esdras -un contemporáneo de Confucio– fue el que comenzó a ordenar todos los libros del Antiguo Testamento hasta conformar el canon actual. Y podríamos citar muchos más, pero no es necesario. ¿Son confiables los documentos bíblicos? Para saber si un documento histórico es fiable o no, el escritor Josh McDowell dice que debemos aplicarle tres pruebas que, de acuerdo al historiador C. Sanders, son los principios básicos de la historiología. Son la prueba bibliográfica, la prueba de las evidencias internas y la de las externas.

1) Prueba bibliográfica. Se trata de un examen de la transmisión textual mediante el cual los documentos llegaron a nosotros. En otras palabras ¿cómo de confiables son las copias que tenemos en relación con el número de manuscritos y el intervalo de tiempo transcurrido entre el original y la copia existente? Tenemos escritos de Tucídices, Herodoto, Aristóteles, César, Tácito o Tito Livio y de cada una de estas obras nos han llegado unos pocos manuscritos (en algunos casos menos de diez) y el manuscrito más antiguo es posterior en torno a mil años (a veces más) a los escritos originales que nunca llegaron a nuestras manos. En contraste, del Nuevo Testamento existen hoy existen más de 20.000 copias manuscritas, redactadas en su mayoría por testigos oculares de primera mano y datadas en el siglo I DC, es decir, sólo unas pocas décadas después de que ocurrieran los hechos. ¿Cómo es posible que nadie dude ni por un instante de la veracidad de esos autores clásicos y sin embargo se ponga en tela de juicio la Biblia?

2) Prueba de las evidencias internas. Trata de determinar si un documento es fieble y hasta qué punto. La crítica literaria todavía sigue la máxima de Aristóteles: «El beneficio de la duda se debe atribuir al documento mismo, no al crítico». En este sentido, no se debe asumir que hay fraude o error en un texto, a menos que el autor se contradiga a sí mismo o aporte aspectos inexactos respecto de hechos conocidos. La proximidad geográfica y cronológica de los testigos a los acontecimientos de la vida de Jesús confirma su fiabilidad.  Los apóstoles hablaban frente a espectadores no siempre amistosos y les decían «como vosotros mismos sabéis» (Hechos 2:22) pero no eran contradichos. Los evangelistas relatan muchos incidentes que, de haber sido inventores, los hubieran encubierto: la huida de los apóstoles tras el arresto de Jesús, la negación de Pedro, el hecho de que Cristo no hizo milagros en Galilea, etc. Finalmente, los datos que se aportan (monarcas, fechas, sucesos, gobiernos…) concuerdan con los de la sociedad de su tiempo.

3) Prueba de las evidencias externas. ¿Cuáles son las fuentes que existen, fuera de la literatura que se está analizando, que comprueban su exactitud, confiabilidad y autenticidad? Varios son los autores clásicos que se refieren a Cristo, como Flavio Josefo, Tácito, Suetonio,  Plinio el Joven o Luciano. También amigos del discípulo Juan como Papias, arzobispo de Hierápolis o Ireneo, obispo de Lyon. Todos los yacimientos arqueológicos encontrados en Israel, Palestina, Egipto y alrededores no hacen sino conformar la veracidad de la Biblia. Los masoretas transmitieron las Escrituras de generación en generación con un cuidado escrupuloso, punto por punto y coma por coma, hasta el extremo de que los descubrimientos de los rollos del Mar Muerto en 1947 nos confirman que el Antiguo Testamento actual es en esencia el mismo de hace 2000 años. También hay testimonios paganos, como los jeroglíficos egipcios, con la Piedra de Rosetta a la cabeza, o las inscripciones de Palestina, así como las de Asiria y Babilonia, entre otras.

La conclusión es clara: la Santa Biblia no es solamente la Palabra de Dios sino también la fuente historiográfica más importante de toda la Antigüedad. Tanto es así que, si a pesar de toda la abrumadora cantidad de pruebas, decidimos descartar este libro como una fuente fiable, por esa misma regla de tres, y con más razón todavía, deberíamos descartar toda la literatura de la Antigüedad al completo y los libros de historia no podrían existir. No se puede aplicar un patrón o prueba a la literatura secular, y otro distinto a la Biblia. Tenemos que aplicar la misma prueba, sea literatura secular o religiosa. De lo contrario, estamos recurriendo a una doble vara de medir. Si se es honesto, se verá la hipocresía que supone aceptar la biografía de Alejandro Magno, redactada por Plutarco en su obra Vida de Alejandro el siglo I DC (cuatrocientos años de distancia del biografiado) y luego negar validez a los Evangelios, escritos por testigos oculares a los pocos años de vida de Jesús. Nada, salvo el prejuicio y la cerrazón, explica esta actitud.

Bibliografía consultada:

McDowell, Josh. Más que un carpintero. Editorial Unilit. 1997.

Young, Edward J. Una introducción al Antiguo Testamento. Grand Rapids: Editorial Tell. 1977.

Vidal, César. Por qué soy cristiano. Planeta. 2008.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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¿La Virgen María fue virgen durante toda su vida?

Agradecimientos a Luis Alberto Saavedra, de Lima (Perú).

El tema que a continuación vamos a abordar es para mí uno de los más difíciles pues a menudo provoca amargas controversias. Advierto que mi intención no es en absoluto polemizar u ofender a nadie. Antes al contrario: me dispongo a escribir este artículo desde el mayor de los respetos y consideraciones que  me merece la que sin lugar a dudas ha sido la mujer más extraordinaria que haya pisado este planeta en toda la historia de la humanidad. Me refiero, como no podía ser de ninguna otra manera, a la Virgen María.

La Biblia cuenta que el ángel Gabriel se apareció a María, una doncella desposada con José, para anunciarle que iba a traer al mundo a Jesús, quien sería llamado Hijo de Dios. María era virgen así que la concepción sería milagrosa. También relata la Palabra que un ángel se apareció en sueños a José, que pretendía abandonarla, para convencerlo de que no lo hiciese pues el hijo engendrado era del Espíritu Santo (Lucas 1:26-38) y (Mateo 1:18-25). Esto es lo que dice la Biblia. Veamos ahora qué dicen los hombres.

Existen dos grandes interpretaciones sobre la virginidad de María: la católica y la protestante. Comencemos por la primera. El Estado Vaticano sostiene la tesis de la virginidad perpetua de María. Es decir que María no sólo era virgen en el momento en el que se quedó embarazada de Jesús por obra del Espíritu Santo sino que siguió siendo virgen durante toda su vida, incluso después del nacimiento de Cristo e incluso a pesar de que, recordemos, era una mujer que estaba casada con el carpintero José.

Esto puede provocar a priori extrañeza (¿qué clase de esposa es la que no se acuesta con su propio marido y la que permanece virgen aun estando casada?). A menudo la explicación más recurrente por parte de la Iglesia Católica es la de que José debía ser un hombre anciano, y por lo tanto sexualmente impotente, lo cual explicaría que no mantuviese relaciones con María. No existe no obstante ni siquiera un solo texto bíblico que pueda sostener esa tesis, por lo queda en el campo de la especulación de los hombres.

La cosa se complica todavía más si vemos que el eclesiástico Tribunal de la Rota -dependiente del Vaticano- considera nulo un matrimonio donde no haya existido la consumación (es decir, que el marido y la mujer se hayan acostado juntos por lo menos una vez). En este sentido, el Tribunal de la Rota puede declarar nulo un matrimonio canónico «si se da impotencia para el acto conyugal tanto por parte del hombre como de la mujer». Y según la tesis católica, José era impotente y  no se acostaba con su mujer.

La Rota también lo juzga nulo «si teniendo suficiente discreción de juicio para entender las obligaciones esenciales del matrimonio y aún queriéndolas cumplir, es incapaz de cumplirlas por una causa de naturaleza psíquica (por ejemplo, es incapaz de guardar la fidelidad, de vivir unido de por vida, de llevar una vida sexual normal, de educar y alimentar a sus hijos, etc)».  No hay ninguna duda de que un matrimonio donde los cónyuges no se acuestan el uno con el otro dista mucho de llevar una vida sexual normal.

Así pues, según la tesis católica María fue virgen durante toda su vida porque su marido era anciano y supuestamente impotente (aunque no exista ningún texto bíblico que lo corrobore). Sin embargo, la propia Iglesia Católica declara nulo de pleno derecho un matrimonio donde no se practique el sexo, por lo que si aplicáramos las propias normas católicas a la pareja que nos ocupa tendríamos que declarar nulo este matrimonio y en consecuencia llegar a la conclusión de que María fue una madre soltera.

La visión protestante del asunto es, en mi humilde opinión, más racional, menos complicada y no contradictoria: María era virgen en el momento de quedarse embarazada de Jesús (es el Espíritu Santo y no un varón quien la preña), pero en el momento de casarse con José ya pasó a practicar una vida sexual normal con su marido (algo que además no sólo no es pecado sino bueno a los ojos de Dios). Esto no invalida el milagro de la concepción virginal de Cristo ni tampoco el matrimonio de María con su esposo.

María no sólo habría tenido una vida marital normal sino que además habría tenido más hijos (y esta vez concebidos de forma natural con su marido y no de forma milagrosa como con Cristo). ¿Pero acaso hay pasajes de la Biblia que sustenten esta teoría? Sí, los hay. Los cuatro evangelistas sostienen en varias ocasiones que Jesús tuvo hermanos y hermanas (Marcos 3:31-35), que éstos no creían en Él como mesías (Juan 7:2-5), e incluso sabemos el nombre de los hermanos varones de nuestro Señor (Marcos 6:3-4).

Lucas 1:34 dice:  “Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón”. En otras palabras, María afirma que no ha tenido relación sexual con hombre alguno. En Mateo 1:25 leemos:  “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús”. Aquí la Biblia resalta que José no tuvo relaciones sexuales con María hasta que nació Jesús. O sea que después del nacimiento, sí tuvo sexo. Además se refiere a Jesús como «primogénito», esto es, el hijo mayor. De ser hijo único habría dicho «unigénito».

Yo, personalmente, me inclino más por la visión protestante, la cual considero más sensata, no contradictoria y con base bíblica. En cualquier caso, tanto los cristianos que defienden la virginidad perpetua de María como los que apoyamos la tesis de su virginidad temporal, coincidimos en dos cosas: que la concepción de Jesús fue un fenómeno milagroso al ser María doncella, y que es sin duda una mujer tan pura, tan maravillosa y extraordinaria que fue elegida por el mismísimo Dios para engendrarse en su vientre.