Gabón es un país prácticamente desconocido. No tiene la historia de Egipto, los diamantes de Botsuana, las hambrunas de Somalia, las guerras del Congo Democrático o los paisajes de Kenia. No tiene a priori nada que la haga salir en los noticieros o la sitúe en el mapa. No por casualidad la gente sabe apenas nada de él.
Su territorio fue visitado por lusos y otros europeos desde el siglo XV. Los galos lo colonizaron en el siglo XIX, y lo incluyeron en el África Ecuatorial Francesa, pero se independizó en 1960. Desde entonces dictadura, unipartidista primero y con elecciones farsa después. Hoy gobierna Ali Bongo, hijo del autócrata Omar Bongo.
La cultura gabonesa es poco conocida. Eclipsada quizás por los ritmos tribales de Camerún o el Congo Democrático, Gabón dispone de músicos de renombre. Hay literatos como Jean-Baptiste Abessolo o cineastas como Imunga Ivanga. El folklore, la tradición oral, la artesanía y las máscaras son algunos de sus puntos fuertes.
El idioma oficial es el francés aunque también se hablan lenguas minoritarias. Los fang (también presentes en Guinea Ecuatorial y Camerún) son la etnia mayoritaria (35%). Les siguen los bantúes (29%), los eshiras (25%) y los franceses (9%). Los myene son la aristocracia nacional. La sociedad es cristiana en su mayoría.
Tiene la renta per cápita y el índice de desarrollo humano más altos del África Subshariana, lo que no le salva de ser pobre. Su selva tropical es la más densa y virgen de África pese a que la deforestación avanza rápido. El Gobierno de Libreville ha invertido bastante en educación pero la sanidad aún es el talón de Aquiles.
Su poca población (apenas 1.500.000 habitantes), abundantes recursos minerales y la inversión privada extranjera han hecho de la República Gabonesa una de las naciones más prósperas de la zona. El petróleo, la madera, el manganeso y el uranio son la principal fuente de riqueza y la agricultura la que más empleo genera.
La República del Congo es otra más de esas naciones del Continente Negro que se encuentran sumidas en la pobreza. El país debe su denominación al caudaloso río Congo y especialmente a la etnia bantú de los Bakongo, a la que pertenece el 50% de la población. No debe confundirse con su vecina, la República Democrática del Congo.
Los europeos la visitaron ya en el siglo XV. Allí compraban a los aborígenes de las costas los esclavos que ellos habían capturado antes en el interior. Luego, el colonialismo francés fue especialmente salvaje con los nativos, cuya explotación y maltrato llegó incluso a escandalizar a la insensible opinión pública gala del siglo XIX.
Se independizó del Imperio Francés en 1960. Fue el primer país comunista de África, al establecer una dictadura marxista-leninista de 1970 a 1991. En 1992 llegó la democracia multipartidista pero las diferencias políticas entre los candidatos desembocaron en una guerra civil (1997-1999) que terminó con 14.000 muertos.
El francés es el idioma oficial y la lengua de la élite. Sin embargo, el pueblo llano prefiere las lenguas locales. Hay un gran número de católicos y protestantes y una minoría de animistas. Existen además decenas de etnias bantúes, cada una con su identidad y cultura propias. Destaca la artesanía así como la música y danzas tribales.
A pesar de contar con grandes recursos naturales y de ser una patria escasamente poblada, la corrupción impide al pueblo salir de la pobreza. La agricultura de subsistencia genera la mayor parte de empleo y la madera y el petróleo son las principales exportaciones. La mayoría del territorio se encuentra cubierto por la selva.
La capital del país es Brazzaville, que lleva ese nombre en honor al explorador Pierre Savorgnan de Brazza. Esta ciudad fue además la capital de la África Ecuatorial Francesa, una federación de colonias que entre 1910 y 1958 incluía los territorios de los actuales Camerún, República Centroafricana, Chad, Congo y Gabón.
Cabinda es un pequeño exclave de 7000 km2 y 350.000 habitantes situado en África Occidental. Oficialmente es una provincia de Angola pese a estar separada de esta nación y ubicarse justo en medio de los dos Congos. Los portugueses la descubrieron en el siglo XV. Franceses y holandeses también se asentaron en sus costas.
Portugal reclamó la soberanía de Cabinda en el Tratado de Simulambuco de 1885, por el que los reinos de Cacongo, Loango y Ngoio se convertían en protectorados de Lisboa. Tras la Conferencia de Berlín de 1885, Portugal cedió a Bélgica la cabindeña desembocadura del río Congo para que el Congo Belga pudiera salir al mar.
El Tratado de Alvor de enero de 1975 -firmado por lusos y angoleños- integró Cabinda en Angola, pero fue rechazado por los cabindeños, que jamás lo firmaron y lo consideraron ilegal. El 1 de agosto de 1975 Cabinda se independizó de Portugal pero en noviembre fue invadida por las tropas angoleñas apoyadas por Cuba.
El exclave produce 900.000 barriles de petróleo al día (el 60% de la producción angoleña) pero es una de las provincias más pobres del estado. En 1996, un acuerdo estipuló que al menos el 10% de los impuestos generados por el petróleo de Cabinda debe reinvertirse allí, pero debido a la corrupción esto beneficia a pocos.
Los cabindeños están hartos de que el gobierno comunista no electo de Angola expolie sus riquezas y exigen una república independiente. Las petroleras apoyan su derecho a la autodeterminación. El exclave mantiene un gobierno en el exilio y una lucha armada contra el Estado que le ha costado la vida a más de 30.000 personas.
Cabinda es a Portugal lo que el Sáhara Occidental a España: la mayor canallada de la historia de la política exterior de ese país. Histórica y geográficamente, la Cabinda -heredera de los reinos de Cacongo, Loango y Ngoio- no pertenece a Angola, pese a lo cual Portugal se la regaló en Alvor como si de bananas se tratase.
Angola es un estado del suroeste de África. Su población es bantú. Desde el siglo XV fue una colonia de los portugueses, quienes practicaban intensamente la trata de esclavos, pero en 1975 se independizó de Lisboa. Pese a contar con petróleo, diamantes y grandes recursos naturales, es una de las naciones más pobres del orbe.
Angola libró la Guerra de la Independencia (la más larga de África, 1961 a 1975) contra la metrópolis. Recién independizada, y en el contexto de Guerra Fría, se enfrascó en su propia Guerra Civil (otra vez la más larga de África, de 1975 a 2002). La primera dejó unos 50.000 cadáveres, la segunda más de 1.500.000 muertos.
Cuarenta años de guerras han causado estragos. La mayoría de la gente vive de una agricultura de subsistencia, que genera el 85% de empleos. Pese a ello, hay muchos campesinos que se niegan a arar sus tierras pues hay millones de minas antipersona diseminadas por doquier listas para explotar en cuanto alguien las pise.
Angola tiene una de las rentas per cápita más bajas del planeta y la esperanza de vida al nacer más baja de la Tierra: sólo 38 años. El 60% de la población vive en la pobreza. Y eso a pesar de que en los últimos años el país ha crecido mucho económicamente pero la omnipresente corrupción ha hecho que se beneficien pocos.
Pese a que existe un gran número de lenguas locales, el idioma nacional es el portugués. En él escribieron grandes literatos como Agostinho Nieto, Pepetela o Luandino Vieira, entre otros. La mayoría de la población es católica, aunque el protestantismo ha crecido mucho. También las religiones animistas están muy presentes.
Desde 1975 hasta hoy siempre ha gobernado el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA), un partido marxista que hasta 1992 mantuvo un régimen unipartidista y desde entonces vence en comicios farsa. José Eduardo dos Santos -apoyado por Cuba- manda desde 1979 y es el último petrodictador de África.
La República de Zambia es un estado sin salida al mar ubicado en el centro sur de África. Su nombre proviene del río Zambeze, el más importante de la nación. Visitada por los portugueses en el siglo XVIII, la actual Zambia fue explorada en el siglo XIX por David Livingstone y conquistada por el colono Cecil John Rodhes.
En 1953 el Reino Unido creó una gran federación en África: la colonia de Rodesia. Las diferencias políticas hicieron no obstante que entre 1964 y 1965 se desintegrara en tres naciones: Malaui (antes llamada Niassalandia), Zimbabue (llamada Rodesia, y antes de eso Rodesia del Sur) y Zambia (antes Rodesia del Norte).
El primer presidente de la Zambia independiente fue Kenneth Kaunda, conocido como el Gandhi africano por su lucha no violenta en favor de los derechos humanos. Zambia apoyó a la resistencia de Zimbabue, entonces llamada Rodesia, cuyo gobierno promovía un régimen racista inspirado en el apartheid de Sudáfrica.
Hoy el cobre supone el 90% de las exportaciones y la mayor fuente de ingresos. La agricultura de subsistencia genera el 85% del total de empleos. El 60% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. La esperanza de vida es de 40 años. Hay altas tasas de Sida y mortalidad infantil. Sólo 12 médicos por cada 100.000 almas.
El idioma oficial es el inglés, pese a que se hablan más de setenta lenguas locales. De acuerdo a la Constitución de 1996, Zambia es un estado cristiano, aunque hay una gran pluralidad de religiones tradicionales. La cultura autóctona pasa por música, danzas, cantos, gastronomía, artesanía, cerámica y cestería, ente otras artes.
El territorio de la actual Zambia fue poblado por los joi y los san desde tiempos inmemoriales, aunque actualmente la mayoría es bantú. El país no destaca en casi nada ni tiene una gran epopeya nacional que contar, pero ama profundamente la paz, lo cual ya es mucho decir en un continente tan dado a conflictos étnicos y guerras.
Mozambique -en África Oriental- fue explorado por el navegante Vasco da Gama en 1498 y colonizado por Portugal en 1505. Tras siglos de esclavismo, expolio y saqueo se independizó de Lisboa en 1975 -después de una Guerra de Independencia de 1964 a 1974- con la firme determinación de regir su propio destino.
Pero no comenzó con buen pie. Tras la secesión llegó la Guerra Civil (1977-1992) entre el gobernante Frelimo, un partido marxista apoyado por Unión Soviética y Cuba y la opositora Renamo, ayudada por Sudáfrica. Todavía hoy quedan más de dos millones de minas antipersona activas, como secuela de aquella fatídica lucha.
Mozambique es muy pobre. Su índice de desarrollo humano y su esperanza de vida son bajísimos y su mortalidad infantil una de las más altas del planeta. Pero desde que acabó la guerra se ha pasado de una dictadura marxista a una democracia, y ha mejorado la economía y la calidad de vida. Frelimo gobierna aún.
El 99% de mozambiqueños es de origen bantú. Desde el punto de vista religioso, el país es un verdadero pupurri de católicos, protestantes, musulmanes, animistas y ateos. Existen muchas lenguas locales aunque la más extendida y la única oficial es el portugués pese a que, irónicamente, casi nadie lo habla como lengua materna.
En este idioma destacan literatos de la talla de José Craveirinha, Mia Couto o Paulina Chiziane. El pintor Malangatana Valente y el escultor Alberto Chissano son artistas de renombre internacional. Las esculturas de marfil, las máscaras, las músicas y las danzas son elementos culturales de los nativos bantúes.
Sus enormes recursos naturales son su mayor potencial de futuro. Mozambique es del tamaño de Turquía y tiene la mayor llanura costera del continente. El 45% del territorio nacional es válido para el cultivo. Dispone de bosques, selvas, sabanas, ríos, montañas, praderas… Todo un mundo de posibilidades en un país casi virgen.
En el sur del Continente Negro, a orillas del lago Malaui, se encuentra una pequeña nación homónima, sin salida al mar, antiguamente conocida como Nyasalandia. El topónimo de Malaui proviene de Maravi, una de las tribus bantúes que poblaron la región. Esta tribu se instaló en la zona en torno al siglo XV.
En 1891 el país fue colonizado por los británicos, quienes lo gobernaron hasta 1964, año de su independencia. Tras la secesión, la república se configuró como una dictadura gobernada por Hastings Banda. Actualmente Malaui es un estado pacífico, democrático y multipartidista de política exterior favorable a Occidente.
Malaui es uno de los estados más subdesarrollados y densamente poblados de África. Es rural y agrícola. Tiene una escasa esperanza de vida, una alta tasa de mortalidad infantil y de contagio de Sida. No obstante, en los últimos años el país experimenta notables avances en los campos de la economía, la educación y la salud.
A falta de otros recursos, vive de la agricultura. El 70% de las exportaciones es tabaco. Tener tierras es sinónimo de riqueza, por eso aumenta la deforestación. Pese a ello el 9% de la superficie total de la patria está protegida, el 36% sigue arbolada y el de Malaui es el lago con más especies endémicas de peces del mundo.
Los idiomas oficiales son el inglés y el chichewa aunque existe una gran pluralidad cultural, lingüística y religiosa en la república. Las raíces tribales de los malauís son muy fuertes y se mezclan con las influencias coloniales. Destaca la presencia de danzas, músicas y máscaras. Tiene varios literatos de renombre en África.
La República de Malaui está en un proceso de construcción nacional. Todo allí está por hacer, incluso su identidad patria. Aunque existieron conflictos étnicos en el pasado, en el siglo XXI han disminuido notablemente y el concepto de nacionalidad malauí comienza a cobrar fuerza. Poco a poco se va forjando una nación.
La actual República Unida de Tanzania es el matrimonio de dos naciones que libremente decidieron casarse pese a tener poco en común. La primera y mayor de ellas es Tanganica (antigua África Oriental Alemana), que fue colonia de los alemanes primero y de los británicos después. Se independizó pacíficamente en 1961.
Su esposa es la siempre bella Zanzíbar, que fue conquistada por los británicos en 1896 tras una guerra de 38 minutos -la más corta de la historia-. Zanzíbar se independizó en 1963 y le dio el «sí quiero» a Tanganica en 1964. Tanzania es la fusión de nombres de ambos países y proviene de Azania, que significa «Tierra de negros».
Zanzíbar es pequeña e insular, Tanganica grande y continental. Una es islámica y se gobierna por la sharia, la otra una mezcla de cristianos, musulmanes y animistas regidos por legislación colonial. La primera tiene influjos árabes, persas y comoerenses, la segunda es esencialmente bantú. Una comercia, la otra es agrícola.
Zanzíbar y Tanganica se parecen lo que un huevo a una castaña. Esto provoca que la federación diste mucho de ser perfecta. A menudo sus sistemas jurídicos chocan (a veces incluso se impiden extradiciones de un sitio a otro) y se procura un reparto equilibrado de poder de ambos pueblos en el Gobierno y el Parlamento nacional.
No obstante, Tanzania es uno de los estados más tranquilos de la región. No hay conflictos étnicos internos y sólo ha habido una guerra (que acabó en victoria) contra Uganda (1979) en respuesta a la invasión del caudillo de aquel país, Idi Amin Dada. El país es pobre y atrasado y ha pasado de dictadura a comicios farsa.
Tanzania es un estado multicultural. Hay más de un centenar de etnias – la mayoría de origen bantú-, cada una con su propia identidad, lengua y cultura. Pese a que el inglés es el idioma de la oficialidad y de la educación formal, poquito a poco es abandonado por la juventud en favor del suajili que habla el pueblo llano.
La República de Kenia se encuentra en el este de África, a orillas del lago Victoria. Su nombre se debe al monte Kenia, un lugar tradicional para el pueblo y segunda montaña más alta del continente tras el Kilimanjaro de Tanzania, que también se encuentra, aunque parcialmente, en Kenia. Tiene gentes de muchas culturas y orígenes.
Fue colonia de los alemanes primero y de los británicos después. En 1963 se independizó del Reino Unido. En este tiempo ha habido dictaduras, golpes de estado, conflictos étnicos y acusaciones de fraude. No obstante, los sucesivos gobiernos han huido de extremismos y se han caracterizado por la moderación política.
Existen más de 40 etnias en Kenia. Hay suajilis en la costa, pastores en el norte y otros pueblos en el centro y oeste del estado. Todo ello resulta en la ausencia de una cultura única y claramente identificable. No obstante, las lenguas, culturas y razas son muy semejantes y tienen nexos de unión. Sólo el inglés y el suajili son oficiales.
Es éste un pueblo que ha olvidado sus raíces. Las estrategias de divisionismo practicadas por colonizadores y líderes locales han hecho que los kenianos apenas conozcan su propia historia. Las prácticas culturales autóctonas fueron barridas por las iglesias y la educación formal y hoy la juventud se identifica con las de Occidente.
Kenia es un país de gran hermosura. Es conocida por su gran biodiversidad en animales y variedad de ecosistemas. Tiene sabanas áridas y semiáridas, costa, bosques, montañas y regiones áridas. La belleza natural de sus paisajes atrae a muchos turistas que vienen de safari. Las mujeres kenianas son las más lindas de África.
El turismo es la gallina de los huevos de oro pero Kenia, aunque pobre y atrasada, es también la nación más industrializada de África oriental. Esta república presume de tener notables literatos en lengua inglesa, suajili y kikuyu así como grandes atletas de fondo, como Catherine Ndereba, Paul Tergat o John Ngugi.
De las cenizas de la desintegrada Somalia surgieron varios estados. Uno de ellos es Puntlandia. Tras la secesión de Somalilandia en 1991, se declaró independiente bajo el nombre de República de Majerteen, aunque la cosa quedó en nada. Desde 1998 Puntlandia es estado autónomo autoproclamado dentro de la inexistente Somalia.
Dado que por entonces no existía nada ni siquiera remotamente parecido a un gobierno somalí, lo cierto es que esa autoproclamación era, en la práctica, una declaración de independencia en toda regla. Así, a pesar de que Puntlandia se considera a sí misma territorio somalí, es, contra su voluntad, independiente de facto.
El Estado de Puntlandia nunca ha pretendido reconocimiento internacional como nación soberana. De hecho sigue usando la moneda y bandera somalíes. Su futuro (independencia definitiva o reingreso en Somalia) puede ser ejemplo para otros reinos de taifas de la zona, como Maajir, Galmudug y Jubalandia, en situación similar.
Puntlandia se encuentra situada en la esquina noreste del territorio somalí. Al oeste hace frontera con Somalilandia, estado independiente de facto con quien se disputa militarmente el control del estado autónomo autoproclamado de Maajir y otras tierras. Al sur limita con Galmudug, otro reino de taifa dentro de la irreal Somalia.
Este estado de facto se ubica en la punta misma del Cuerno de África, en una posición estratégica, con acceso al Mar Rojo y el Oceáno Índico. En sus costas -como en las de Somalia- operan piratas somalíes que asaltan los barcos de la zona. Puntlandia, sin flota ni medios, se ve impotente para hacer nada al respecto.
El somalí y el árabe son las lenguas oficiales y el islam la religión dominante en un país de pastores nómadas que vive en una pobreza total. Puntlandia es independiente pero no quiere serlo. Prefiere formar parte de una nación que ya no existe. En verdad que pocas veces el surrealismo político ha alcanzado cotas tan altas.
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