El espíritu de Arenys de Munt se abre paso en España. Esta localidad catalana celebró el pasado 13 de septiembre una consulta popular sin precedentes. A la pregunta de «¿Está de acuerdo que Cataluña devenga un Estado de derecho, independiente, democrático y social, integrado a la Unión Europea?» el 96% de los votantes se decantó por el sí, con una participación del 41% del padrón, similar a la de los comicios europeos o a la del referéndum que aprobó el Estatuto catalán de 2006.
Ayer, 13 de diciembre de 2009, se volvió a formular la pregunta a la ciudadanía de 166 localidades catalanas. El sí a la independencia ganó de calle con un 94% del total del voto. Como partidario que soy del derecho a la autodeterminación y de la democracia directa, considero esta consulta popular una auténtica fiesta de la democracia que, si bien no tiene valor legal alguno, sí contiene un indudable peso moral y social que debiera hacer reflexionar y mucho a la casta política y a la prensa de Madrid.
El actual Estado Español tiene los días contados. Con el avance imparable de la democracia y las libertades nacionales, cada vez va a ser más difícil para España tener argumentos de cara a una hipotética secesión catalana. Especialmente, a partir del precedente jurídico internacional que supuso la independencia de Kosovo en 2008, la cual sienta un cambio en las reglas del juego: la secesión puede ser unilateral en tiempos de paz mientras cuente con apoyo de un grupo de países que reconozca al nuevo estado.
En los últimos tiempos un sinfín de nuevos estados se ha abierto paso en las entrañas de Europa: Ucrania, Lituania, Eslovaquia, Croacia, Montenegro, etc. España siempre argumenta lo mismo: que no es un caso comparable, que Cataluña no es Montenegro, que son casos distintos, etc. Y puede que tenga razón. Pero yo me pregunto: ¿qué inverosímil excusa pondrán los españoles el día que se independicen Flandes o Escocia? Porque ahí ya estamos hablando de Europa occidental, con una tesitura muy similar a la nuestra.
Yo auguro la desaparición de la actual España. Es cuestión de tiempo que Euskadi y Cataluña sean estados soberanos. Eso no tiene por qué significar la desaparición de España como tal. España puede sobrevivir a esto igual que sobrevivió a la pérdida de Cuba o de Argentina. Pero afectará a las fronteras del actual Estado Español y puede ocasionar un importante efecto dominó en otras autonomías, especialmente si éstas perciben que a Cataluña o a Euskadi les va mejor fuera de España que dentro de ella.










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