Falacia atea: La historia de Jesús es el plagio de la de un mítico dios pagano.

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Una de las preguntas más frecuentes que me hacen los lectores es: «¿Es la historia de Cristo un plagio de la de los antiguos dioses paganos?» Hay muchos cristianos que me han escrito alarmados y confundidos, sobre todo a partir del visionado de la película Zeitgeist, un documental independiente de Peter Joseph, muy popular en internet. Si algo debemos aprender los cristianos es que no debemos creer lo primero que nos digan, no sin antes contrastar la información en fuentes fiables para descubrir si aquello que nos cuentan es verdad o una tomadura de pelo.

Este documental afirma que Jesús es un plagio de dioses paganos anteriores. Así, esta bella historia cristiana de un dios hecho hombre nacido de una virgen rodeado de doce discípulos que muere y resucita al tercer día sería un burdo plagio de la de viejos mitos paganos. Jesús sería en realidad una personificación del dios sol y su biografía un cuento astrológico. El filme menciona una larga lista de divinidades y figuras religiosas, todas ellas supuestos redentores de la humanidad con quienes Jesús de Nazareth tendría sospechosamente mucho en común.

¿Qué hay de verdad en lo que dice esta película? Casi todo es falso. Más falso que un billete de tres euros. Más falso que el beso de Judas Iscariote.  Saca cosas de contexto hasta convertirlas en pretextos, maximiza las semejanzas pero oculta las diferencias y hasta se inventa cosas. No voy a entrar en gran profusión de detalles porque basta con consultar cualquier libro de mitología para destapar que todo es mentira. Pero aún así, y para ilustrar lo que digo, no me resisto a citar unos pocos detalles de este pseudodocumental dignos de ser incluidos en la antología del chiste.

De Horus por ejemplo se dice que nació un 25 de diciembre cuando el mes de diciembre no existe en el calendario egipcio. De Attis que «nació de una virgen», pero la madre de Attis, Nana, quedó embarazada tras ponerse en el pecho el pene cortado de Agdistis, el cual cayó de un árbol. De Krishna se dice que murió y resucitó cuando en realidad era una reencarnación del dios Vishnu. De Dionisio se dice que era «el hijo único de Dios» cuando el dios Zeus tuvo decenas de hijos. De Mitra que tenía doce discípulos, lo cual es mentira. Y así, todo lo demás.

El pseudodocumental trata de forzar similitudes entre Jesús y una larga lista de figuras religiosas:  Buda, Quetzacoatl, Prometeo, Odín, Thor, etc. ¿Pero Quetzacoatl, una serpiente emplumada, fue crucificada? ¿Puede ser Buda el «Hijo de Dios» cuando el budismo es una religión sin dioses? ¿Thor, el dios del trueno que empuñaba un martillo de guerra, se parece a Jesús? La delirante lista menciona como salvadores de la humanidad a Balí, un rey cuya cabeza acabó en el infierno hindú o al demonio Baal. O sea, mentiras, medias verdades y muchos delirios.

La realidad es que:

a) Los supuestos paralelismos entre Jesucristo y los dioses paganos han sido grandemente exagerados, no sólo en este filme sino en muchas versiones descritas por pseudohistoriadores, intelectuales de salón y charlatanes. Decir que Jesús es un plagio de un mítico dios pagano por tener algún mínimo parecido con él es tanto como decir que, ya que Cristo pensaba que 2+2=4, exactamente igual que lo pensaba el dictador Adolf Hitler, esto convierte a Cristo en nazi. ¿Un disparate, verdad? Pues lo del plagio de un mito pagano es una barbaridad mucho mayor aún.

b) Los eruditos a menudo describen ritos paganos con lenguaje que tomaron prestado del cristianismo. En este sentido términos tan clamorosamente cristianos como «bautismo» y «resurrección» a menudo se aplican a los actos de las deidades paganas, incluso aunque tengan muy poco en común con Jesús. De este modo se crea la confusión de pensar que el cristianismo ha plagiado conceptos propios del paganismo, cuando realmente se trata de eruditos modernos que aplican un lenguaje cristiano actual a unos rituales que no manejaban esta terminología en absoluto.

c) La cronología no respalda un plagio cristiano de las religiones místicas. A pesar de que estos dioses paganos son anteriores a Cristo, no lo son los documentos que nos hablan de ellos y que han llegado a nuestros días. Así, la mayoría de eruditos considera que las fuentes disponibles de las deidades paganas datan desde los siglos II, III y IV DC, es decir años después de la finalización del canon del Nuevo Testamento. Por contra, disponemos de manuscritos de los Evangelios de hace aproximadamente 2000 años. Y de copias del Antiguo Testamento más viejas aún.

d) Es altamente  improbable que el apóstol Pablo -con sus estrictas raíces monoteístas y judías- hubiese tomado prestado elementos de las religiones paganas. De hecho, él mismo advirtió a las comunidades cristianas en contra de tales cosas. Lo mismo podemos decir del resto de discípulos, cuya teología de un Dios único y verdadero desafiaba el panteón politeísta romano. Y si leemos a un filósofo y teólogo como San Agustín, veremos que él mismo rechazaba vehemente a los dioses paganos romanos, a los cuales tildaba abiertamente de demonios.

e) La muerte y resurrección de Jesucristo se llevó a cabo dentro de un marco histórico concreto, en un tiempo y lugar específicos. Por el contrario las religiones místicas esencialmente no tenían un carácter histórico. No hablaban de una nación, de una ciudad, de una fecha verificables… En realidad se trata de eternas representaciones universales de acontecimientos anuales en la naturaleza (el día y la noche, los solsticios de invierno y de verano…), no de sucesos históricos propiamente dichos con fecha específica que se hubieran llevado a cabo en un país.

f) Los genuinos paralelismos que permanecen después de haber explicado las exageraciones pueden reflejar una influencia cristiana sobre las religiones paganas y no lo contrario. Así, los autores paganos tomaron elementos cristianos para enriquecer sus historias y no al revés. En conclusión, la historia de Cristo no sólo no constituye plagio alguno de la de los míticos dioses paganos sino que si existe algún ligero parecido entre ambos relatos o bien es meramente accidental o bien fueron los autores paganos quienes plagiaron parcialmente la vida del Señor Jesús.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: El infierno es un castigo desproporcionado, impropio de un Dios compasivo.

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El infierno es un castigo desproporcionado, incompatible con la existencia de un Dios compasivo -dicen los ateos-. Algunos de nuestros adversarios consideran injusto que por unos pecados -todo lo grandes que se quieran-, perpetrados por un tiempo a todas luces breve se reciba un castigo eterno. El teólogo San Agustín ya advertía de lo descabellado de esta afirmación ya que ni siquiera la justicia legal contempla algún caso en que la duración de la pena sea proporcional a la del tiempo transcurrido en la comisión del crimen.  Por ejemplo, empuñar una navaja para matar a alguien puede llevar un minuto o menos… ¿Sería justa una condena en la que el asesino cumpliera un minuto de cárcel? «A nadie se le ocurre pensar que deben suspenderse los castigos del malvado en cuanto se cumple un plazo de tiempo igual al que duró el homicidio, el adulterio, el sacrilegio o cualquier otro crimen. No hay que medir el delito por el tiempo empleado en su comisión, sino por la magnitud de su injusticia o de su perversidad» -afirma el santo-.

El teólogo José de Segovia denuncia que la imaginación popular ha creado un concepto de Dios como de una suerte de Papá Noel cósmico que ofrece el perdón a todo el mundo, en una especie de gracia barata. Muchos piensan que al final habrá como una amnistía general, donde casi todo el mundo entrará en el Reino de los Cielos, pero así fuera ¿por qué en el Nuevo Testamento hay más de 160 advertencias sobre el infierno? ¿Por qué Jesús habló de él en más de 70 ocasiones? La Biblia dice que muchos son los llamados pero pocos los escogidos (Mateo 22:14), que estrecho es el camino que lleva a la salvación y ancho el que conduce a la perdición (Mateo 7:13-14) y que sin santidad nadie verá al Señor (Hebreos 12:14). Si al final puedes llevar la vida que quieras, no importa cuan desviada sea, y vas a entrar en el cielo igualmente ¿no es esto una injusticia para todos los santos y mártires que sufren auténticas penalidades a causa de su fe y que las enfrentan sin temor con la certeza de que les espera el gozo del bien eterno?

Los descreídos estiman temporales los suplicios de los mártires y, en cambio, la felicidad será -dicen- eterna para todos, liberados unos más pronto y otros más tarde. Se trata de una compasión mal entendida, pues si de lo que se trata es de ser compasivo San Agustín se pregunta por qué la misericordia debe limitarse a los humanos y no puede extenderse a los ángeles caídos; es más ¿por qué no ampliar la misericordia a Satanás, encarnación misma del mal? Yo creo que al final de su vida uno recoge lo que siembra. El que no perdona a sus congéneres, que no espere ser perdonado por el Altísimo. El que nunca trató con misericordia a los demás, que no espere la misericordia divina porque con la medida con que midamos seremos medidos (Mateo 7:2). Dios es bueno. No sólo ofrece un castigo eterno para los malvados, también un gozo eterno para los santos. Quienes quieran escapar del suplicio perpetuo, en lugar de esgrimir argumentos contra el Todopoderoso más les valdría acatar sus preceptos, ahora que aún están a tiempo.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: Las cinco vías tomistas son falsas.

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Las cinco vías son cinco argumentaciones racionales a favor de la existencia de Dios incluidas en el libro Suma de Teología, la obra maestra del teólogo y filósofo Santo Tomás de Aquino. Muchos son los pensadores y eruditos ateos que han tratado de desacreditarlas con el transcurrir de los siglos mas todos sin éxito pues las cinco vías tomistas siguen siendo todo un clásico muy utilizado aún hoy. Todas ellas son muy razonables y de un sentido común aplastante. A pesar de ser archiconocidas, he creído oportuno recordarlas aquí, como otra argumentación más -cargada de sensatez- que refuerza la idea de que sí existe el Señor.

Primera Vía: Argumento del Primer Motor Inmóvil. La primera prueba, que tiene su origen en el filósofo Aristóteles y que Tomás ha utilizado por primera vez en la escolástica, parte del hecho de experiencia de movimiento en el mundo; dice que todo lo que está en movimiento debe ser movido por otro, pues nada puede moverse a sí mismo y como no se puede retroceder hasta el infinito en la dependencia de los movidos respecto de sus motores, ha de admitirse finalmente un primer motor que a su vez no sea movido por otro, sino que sea por él por sí mismo movimiento, fuente de movimiento. A este primer motor lo denominamos Dios.

Segunda Vía: Argumento de la causa eficiente. La segunda prueba ve que toda causa en este orden cósmico es a su vez causada; ésta a su vez por otra y así siempre; pues nada puede ser causa de sí mismo. En el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. De nuevo se asienta la imposibilidad de una regresión hasta el infinito en la serie de las causas, que nada explicaría. Por lo tanto debe existir un agente causal, del cual se derivan todas las demás cosas. A esa primera causa es a la que llamamos Dios.

Tercera Vía: Argumento de la contingencia. Todo lo que existe podría no haberlo hecho. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si no hubiera más que ser contingente, ahora no habría nada. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Ese ser necesario es Dios. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como vimos en el punto dos.

Cuarta Vía: Argumento de los grados de perfección. Existen en la naturaleza seres que son más o menos buenos, más o menos inteligentes, más o menos nobles; hay cosas más o menos calientes o más o menos verdaderas. El más o menos se dice tanto de los objetos en sí como de los seres que se aproximan a ellos. Así un objeto está más caliente cuando se acerca al máximo de calor, que es el fuego, y menos cuando se aleja de él. Así como el fuego es lo máximo en calor y la causa de todo lo cálido, igualmente debe existir un ser llamado Dios, que es el máximo grado de bondad, y la causa de que haya bondad, nobleza y otras virtudes en los demás seres.

Quinta Vía: El argumento teleológico. Fue dada ya a conocer por los estoicos y más concretamente por Cicerón y Séneca. Su sentido es: se da orden y finalidad en el mundo; luego debe una suprema inteligencia que explique esta finalidad. Y es que vemos que los cuerpos naturales y los celestes obran de forma ordenada y no caótica, no por azar, sino que intencionadamente buscan un fin concreto. Todas las cosas carentes de inteligencia no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento, como la fecha por el arquero. Por tanto existe alguien inteligente por quien todas las cosas son dirigidas al fin. Y éste no es otro que el Señor.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: No puedo entender a Dios, luego dudo de su veracidad.

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En cierta ocasión charlaba con un ingeniero industrial sobre el cristianismo y él me comentaba que eso de Dios no le entraba en la cabeza, por ejemplo que se pueda mostrar como una zarza ardiente o que cada uno de nosotros estemos dotados de un espíritu es algo que no llega a entender. Yo le repliqué que a mí, como hombre de letras que soy, lo que no me entra en la cabeza es la ingeniería industrial y no por ello digo que sea falsa. Y si un alumno de bachillerato se pasa un día por la Facultad de Medicina y asiste a las clases durante toda la mañana posiblemente tampoco entienda nada o casi nada, lo cual no quiere decir que lo que se imparta en la Facultad sea mentira. No comprender algo no lo convierte en falso.

«Cuando les anunciamos a los infieles los milagros pasados o futuros y se los presentamos como no objeto de experiencia inmediata para ellos, nos exigen una explicación racional; al no poder dársela (sobrepasan la capacidad de la humana inteligencia), tienen por falsas nuestras afirmaciones. Pues bien, ellos nos deberían dar explicación de tantas maravillas como vemos o podemos ver. Si comprueban que esto sobrepasa la capacidad humana, reconozcan que no porque la razón sea incapaz de dar una explicación vamos a negar que algo ha existido o existirá. En realidad, existen tales hechos, de los cuales igualmente la razón no es capaz de dar explicación». Son palabras de San Agustín de Hipona, teólogo de la Iglesia Católica.

Y  menciona ejemplos: en Agrigento, Sicilia, hay una sal que se diluye en presencia del fuego y que con el agua crepita como si fuera fuego; en Arcadia hay una piedra llamada asbesto que una vez encendida no se puede apagar; en Egipto una higuera cuyo tronco en lugar de flotar como los demás troncos se sumerge pero después de estar algún tiempo en el fondo del agua sube a la superficie cuando debería haber aumentado de peso al empaparse de humedad; en la región de Sodoma hay frutos que parecen maduros pero si los muerdes se rompe su corteza y se desvanecen en ceniza y humo; en Persia la pirita quema la mano de quien la aprieta y la blancura interior de la selenita crece y mengua con la luna.

Y hoy en día tenemos otros portentos: los agujeros negros que absorben la luz y hasta el tiempo; una medusa que nunca puede llegar a morir de vieja o el fenómeno poltergeist. El Cosmos está lleno de maravillas, muchas de ellas atentan contra el entendimiento y la lógica del hombre pero no por ello las descartamos como falsas. Puede que no lleguemos nunca a entender el misterio de la Santísima Trinidad, el por qué de un castigo eterno en el infierno o el sufrimiento de los justos en la Tierra pues a ojos de los hombres el proceder de Dios es extraño, sus caminos misteriosos y su mente inabarcable. Pero que no entendamos todo cuanto Dios hace no lo convierte de ningún modo en un ser apócrifo o imaginario. Él es real.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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