Waziristán: los señores de la guerra.

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Waziristán es una región montañosa del noroeste de Pakistán, en la frontera con Afganistán. Administrativamente hablando, está dividido en dos regiones: Waziristán del Norte y del Sur. Estamos hablando de un pequeño territorio de poco más de 11.000 km2 y 700.000 almas. Hablan waziri, una variante del pastún.

El Waziristán -a menudo englobado por los analistas dentro del Pastunistán- es una tribucracia con una visión absolutamente medieval del honor, del islam y la vida. Son los pastunes más extremistas y conservadores, lo cual les lleva a colaborar con los talibanes y con Al-Qaeda, fuerzas terroristas que operan en la zona.

Los waziríes no dejarían de ser otro pueblo de pastores de cabras sacado de la máquina del tiempo de no ser porque tienen en jaque a todo un estado. Nominalmente pertenecieron a Afganistán, India británica y ahora a Pakistán pero a falta de estructura de Estado siempre se autogobernaron mediante clanes y tribus.

¿Cuál es la situación actual? Al menos desde 2006 Waziristán es un estado independiente de facto gobernado por los señores de la guerra, en estrecho contacto con los talibanes, y un bastión terrorista. La falta de control de Pakistán en la región hizo que el Wall Street Journal hablara de «un estado dentro de un estado».

Desde 2004 hasta la actualidad Waziristán está inmerso en una cruenta guerra de guerrillas entre el Ejército de Pakistán -apoyado por los Estados Unidos- y grupos armados religiosos, movimientos armados locales, caudillos, bandoleros y terroristas ocultos en cuevas y escondrijos mil de estas montañas escarpadas y áridas.

Lo de los pastún es un fenómeno digno de estudio. Pareciera que se trata de un pueblo incapaz de entender la vida si no es través de la guerra. Sus tierras son desiertos desolados por la sequía. Sus pueblos humeantes por las bombas. La pobreza y el analfabetismo causan estragos. ¿La solución? ¡Matar en nombre de Alá!

Pastunistán: un pueblo separado por una frontera.

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Los pastunes se encuentran en Afganistán (45% del total de la población, etnia mayoritaria) y Pakistán (16% del total). Los pastunes afganos se hallan en la parte sur y oriental del país y los pastunes pakistaníes en la noroccidental. Entre ambos superan los 40 millones de personas. Su origen se remonta a la noche de los tiempos.

Afganistán nació en el año 1747 como una gran confederación de tribus pastunes. Pero en 1893 sir Mortimer Durand trazó una línea de 2640 km para definir el extremo occidental de la India británica.  Esto desgajó una parte de Afganistán que fue a parar a la India colonial y -a partir del año 1947-, ya de rebote, a Pakistán.

Los colonos británicos actuaron bajo el principio de «divide y vencerás». Así, el pueblo pastún quedó separado por una línea arbitraria trazada por un colono inglés. Esto ha provocado que los pastunes de ambos lados de la frontera tengan más contacto entre ellos que con los connacionales de sus respectivos estados patrios.

El Pastunistán pakistaní proclamó su independencia en 1947 pero ésta no fue renonocida por nadie. Actualmente hay cuatro posibilidades: autonomía, independencia, anexión a Afganistán o incluso romper la unidad de Afganistán y la de Pakistán para crear un Pastunistán independiente situado justo entre ambos estados.

Los pastunes son una tribucracia; un puzzle de docenas de tribus mal avenidas entre sí pero con la misma lengua en común. Tienen una visión medieval de la vida, una sociedad compartimentada en clanes familiares con códigos de honor arcaicos, y un extremismo islamista que les hace simpatizar con los talibanes y Al-Qaeda.

La etnia pastún siempre ha fascinado a Occidente. Quizás por su carácter indómito que hace que sea imposible de someter. Son pastores y montañeses que se han pasado toda la vida escondidos en cuevas y haciendo guerras de guerrillas. A veces contra los imperios invasores. A veces, entre ellos mismos. No se rinden jamás.

Sindh: cuando los inmigrantes marginan a los locales.

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Sindh es un pueblo islámico que a lo largo de los siglos ha padecido la bota opresora de mil y un imperios: musulmanes, mongoles, persas, sijs, británicos… En 1947 renunció a ser independiente para formar parte de un nuevo estado (Pakistán) a cambio de que mantener su autogobierno y del respeto a los derechos civiles.

Pakistán es un estado multicultural en el que la base de la cultura es la lengua. Pero el único idioma oficial en el Estado es el urdu, pese a que sólo lo habla el 6% de pakistaníes. Así lo decidió Liaquat Ali, el primer primer ministro de Pakistán. El urdu es la lengua hablada por los refugiados musulmanes venidos desde la India.

El grueso de estos inmigrantes -llamados muhajires- se instaló en la provincia de Sindh, fronteriza con India. Así, de la noche a la mañana estos recién llegados colonizaron la región, especialmente Karachi, y gozaron de todo tipo de ventajas (empleos, viviendas…) en detrimento de la población local, que vio desplazada su cultura.

En 1972 el idioma sindhi fue reconocido en la provincia por el parlamento local. Esto provocó las airadas protestas de los muhajires, que exigían que el urdu fuera la única lengua oficial. Hubo fuertes tensiones étnicas y hasta asesinatos de sindhis a manos de terroristas urduparlantes, a los que apoyaban los muhajires de Sindh.

El Estado avasalla y margina a este pueblo. Un ejemplo de ello es la injusta distribución del agua, ya que mientras que Punjab está bien provista de recursos hídricos, Sindh se desangra por la sequía. El pueblo sindhi es extranjero en su propia tierra; los inmigrantes marginan a los locales, los forasteros mandan en su casa.

Para rematar, la situación fronteriza con India la hace vulnerable en caso de guerra. Guerra que nunca obedece a intereses sindhis. Y aunque Pakistán destina el 30% de su presupuesto a la defensa, Sindh no se siente seguro. Irónicamente, los sindhis ven las bases militares pakistaníes como una amenaza contra ellos mismos.

Saraikistán: buscando su lugar en el mundo.

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Pakistán es un mosaico de pueblos. Curiosamente todos ellos, a excepción de los punjabis musulmanes, se sienten como ciudadanos de segunda en su propia tierra. Éste es el caso de los saraikis, un grupo étnico de treinta millones de almas con lengua y cultura propia que sigue luchando por encontrar su lugar en el mundo.

Los saraikis viven dentro de la provincia de Punjab (Pakistán) y se sienten discriminados. Reclaman que la mitad sur de la provincia se segregue del Punjab para convertirse en un estado independiente o al menos en una región dentro de Pakistán. Esta región incluiría también porciones del Balochistán y se llamaría Saraikistán.

Tales reivindicaciones existen desde el nacimiento de la República de Pakistán en 1947 y perduran hasta hoy. Los nacionalistas llevaron la agitación a sus cotas máximas en 1960, cuando los manifestantes fueron brutalmente reprimidos. Los disturbios y las manifestaciones, de forma intermitente, han proseguido hasta la fecha.

Los saraikis afirman que los punjabis están haciendo lo imposible por eliminar su lengua y su cultura. Además, también se sienten marginados económicamente. Por eso demandan su propia provincia, pero la partición del Punjab sería muy polémica porque es la región más rica del país y alentaría separatismos en otros lados.

Los saraikis son explotados como mano de obra barata que cultiva algodón en el sur de Punjab. Sin embargo, las industrias textiles están en el norte, controladas por punjabis musulmanes. Los saraikis exigen que su patria deje de ser una tierra agrícola y feudal y que Pakistán desarrolle la región, algo a lo que los punjabis se niegan.

A pesar de que los saraikis son musulmanes, la base de su cultura no es la religión sino la identidad étnico-lingüística. No son tan reivindicativos como los balochis o los pashtún, pero cada vez más están tomando conciencia de pueblo y clamando por sus derechos civiles en un conflicto político y social que desafía a la unidad del Estado.

Punjab: una patria para los sijs.

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Los sijs son una comunidad que practica el sijismo, religión fundada por el gurú Nanak en el siglo XV. Esta creencia defiende un dios panteísta, la reencarnación, rechaza el sistema de castas y hace que los hombres lleven turbantes, pelo largo sin cortar y barba sin afeitar. Todos los hombres se apellidan Singh y las mujeres Kaur.

En 1799 los sijs fundaron un imperio en la histórica región del Punjab. Este reino duró casi medio siglo, hasta las guerras con los británicos (1845-46 y 1848-49), que concluyeron con la derrota sij. La región pasó a ser una colonia del Imperio Británico hasta la independencia de la India en 1947, y la escisión de Pakistán ese año.

Punjab estaba justo en medio y sufrió una partición traumática. Punjab Oriental se lo quedó la India y el Punjab Occidental Pakistán. Muchísimos sijs de Pakistán emigraron a India huyendo de los mahometanos. Dos de las cuatro guerras indopakistaníes (las de 1965 y 1971) tuvieron en el Punjab su principal frente de batalla.

La situación en el Punjab Oriental no es mejor. India dividió el Punjab en dos provincias con criterios étnico-lingüísticos: Punjab Haryana (de mayoría sij y predominio del idioma punjabí) e Himachal Pradesh (mayoría hindú y lengua hindi). En la provincia de Punjab (Pakistán) la mayoría es musulmana y habla punjabí.

Muchos sijs sueñan con un estado independiente, al margen de India y Pakistán. Éste recibiría el nombre de Jalistán y englobaría las tres provincias. De lograrlo, sería un estado de 300.000 km2 y 125 millones de habitantes, de los cuales sólo 25 millones serían sijs. La lengua punjabí sería el pegamento que uniera semejante puzzle.

Es éste un pueblo sufriente y dividido, cuyos derechos, lengua, cultura y religión no son respetados y cuyos territorios han sido repartidos como un pastel por potencias extranjeras. El Punjab es una tierra bella y colorida, conocida en el mundo entero por ser el santuario sij así como el origen geográfico del pueblo gitano.

Bangladesh: el país más machista del mundo.

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Decía el político Nelson Mandela que una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada. Desde luego, Bangladesh no sale muy bien parado porque trata a sus ciudadanos más débiles -los pobres, las mujeres y los niños- como a basura humana.

Éste es uno de los estados más poblados del mundo, con 170 millones de almas. La mayoría habla bengalí y practica el islam suní, aunque hay cerca de un 10% de hindúes y el país es un mosaico de etnias y lenguas. Bangladesh se independizó de Pakistán tras la guerra de 1971, porque era discriminado en lo lingüístico y lo político.

Bangladesh es el país de las calamidades. Tras la independencia, el nuevo estado democrático sufrió de hambrunas, desastres naturales, pobreza generalizada, desigualdades, superpoblación, agitación política, golpes militares y dictaduras. Con el retorno de la democracia en 1991 llegó un cierto progreso y paz.

Bangladesh es, posiblemente, el país más machista del mundo. Las niñas son obligadas a casarse en matrimonios concertados por sus padres. Las violaciones son comunes, así como arrojar ácido sulfúrico en la cara a las mujeres, por ejemplo por rechazar una propuesta de matrimonio o incluso un requerimiento sexual.

Por supuesto, crímenes como violaciones o desfiguraciones están castigados severamente por la ley (desde varios años de cárcel a la pena de muerte), pero en la práctica existe una cierta impunidad, a causa de la corrupción generalizada de la administración, el gobierno y la policía, que demasiado a menudo hacen la vista gorda.

Peor suerte que las mujeres tienen los niños, semiesclavos en las fábricas de textil. Todos los ríos de Bangladesh llegan contaminados desde India; y encima sufre inundaciones por los monzones y ciclones… Todo el mundo se quiere marchar de este país maldito… Para impedirlo, India ha construido una gigantesca valla en la frontera.

Cachemira: entre tres tierras.

Cachemira es un paraíso en llamas. Una de las regiones más hermosas del planeta -hay quien dice que allí estuvo el edén- está sometida a una escalada militar impresionante entre tres potencias nucleares: India, Pakistán y en menor medida China, ya que cada uno de esos estados dispone de una porción de tan bella tierra.

En 1947 la colonia británica de India se iba a independizar del Reino Unido, pero al estar llena de hindúes y musulmanes decidieron partir la colonia en dos estados para evitar conflictos religiosos. Donde hubiese mayoría hindú sería India, y donde hubiese mayoría mahometana Pakistán. Cachemira era fronteriza con los dos.

Al ser de mayoría islámica, en teoría iba a ser para Pakistán. Pero el marahá de Cachemira, Hari Singh, soñaba con la idea de tener una nación independiente. El ejército pakistaní invadió el principado e, incapaz de hacer frente al ataque, Singh pidió ayuda a India a cambio de firmar un tratado de adhesión a aquel país.

A pesar de carecer de petróleo o de grandes recursos naturales que den beneficio económico, es una zona muy codiciada. India y Pakistán han entablado varias guerras por ella (1947, 1965, 1971 y 1999) y viven siempre a un paso del abismo nuclear. India y China también fueron a la guerra por el control de la región en 1962.

Pakistán reclama esta tierra por ser de mayoría islámica. India la reivindica en virtud del tratado de adhesión. China defiende su parte del pastel. Sin embargo nadie se para a preguntar a los afectados qué desean hacer con su patria. Los cachemires están muy hartos de unos y de otros y la mayoría reclama un estado soberano.

El cachemir es un pueblo con una lengua, cultura e identidad propias. Su idioma decae por su ausencia en la educación formal. Su tierra es devastada por los misiles de ejércitos extranjeros. Le gustaría ser independiente pero su nación está repartida entre tres potencias. Todos hablan en su nombre mas nadie quiere oír su voz.

Pakistán: el islamismo atómico.

Pakistán nació en 1947. Aquel año India se iba a independizar de Reino Unido pero tenía un problema: en esa colonia británica había muchos hindúes y muchos musulmanes, y para evitar conflictos religiosos partieron la colonia en dos estados. Donde hubiera mayoría hindú sería India y donde hubiera mayoría islámica Pakistán.

Uno de los problemas para Pakistán fue que una parte de su país -Bangladesh- quedaba muy alejada del resto y en 1971 se acabaría independizando. Y el otro es que una región, Cachemira, que en principio iba a ser para Pakistán pidió su anexión a India en 1947, lo que ha desatado una gran escalada bélica entre ambos países.

Pakistán es un estado artificial creado de la noche a la mañana, un puzzle de etnias (balochs, punjabis, cachemiros, waziristaníes, pastunes…) que nada tiene en común aparte del islam. Esto provoca fuertes tensiones nacionalistas en un país que si no se desintegra es porque está gobernado por la mano de hierro del ejército.

Pakistán es el quinto país más poblado del mundo con casi 200 millones de almas. Posee un gran ejército y es una potencia nuclear. India y Pakistán han sostenido varias guerras (1947, 1965, 1971, 1999) por la fronteriza Cachemira (cada uno controla la mitad de la región) y ambos viven siempre a un paso del armagedón atómico.

Allí todo gira en torno a la religión y cultura mahometana (el 94% de sus habitantes profesa la fe de la media luna). Es una patria atrasada y medieval, con un radicalismo islámico feroz que hace imposible el respeto hacia la libertad religiosa o a los derechos humanos. La principal lengua es el urdu, muy similar al hindi.

Es un país sin historia, pues nunca existió el pueblo pakistaní como tal. Su existencia como estado podría derivar en una guerra atómica con India y una eventual  desaparición podría llevar las cabezas nucleares a manos de terroristas. El futuro de la nación islámica más poderosa militarmente hace temblar al mundo.

India: el país de los contrastes.

India, más que una nación, es una civilización en sí misma, una de las más antiguas y sobresalientes de la humanidad. Por siglos luchó contra macedonios, chinos, mongoles, musulmanes o británicos por la hegemonía asiática. Se independizó del Imperio Británico en 1947 gracias al nacionalista Mahatma Gandhi.

India es un país multirreligioso, multilingüístico y multicultural. En ella han nacido cuatro de las diez grandes religiones de la humanidad (hinduismo, budismo, jainismo y sijismo). Además, hay presencia de musulmanes, cristianos, zoroastrianos, judíos… Los choques entre fundamentalistas están a la orden del día.

El hinduismo es la fe predominante y mantiene un feudal sistema de castas donde el destino de cada quien viene dado en función del estrato social en que nace. Con la excusa de la reencarnación, se argumenta que los ricos lo son como premio por una vida anterior de buenas acciones y que con los pobres y enfermos sucede al revés.

India es un país de contrastes. Dicen de ella que es una gran potencia emergente pero la mitad de su población no dispone de inodoro en su casa. Las élites son extremadamente ricas y los pobres viven con un dólar al día. Allí las vacas no se comen porque se consideran sagradas y mientras, la población se muere de hambre.

Pese a su pobreza y tercermundismo, es una potencia a tener en cuenta.  Es uno de los diez estados más grandes del orbe. Con sus 1200 millones de habitantes es el segundo en población. Dispone de armas atómicas y de uno de los ejércitos más grandes del mundo. China, el separatismo sij y en especial Pakistán son sus peores rivales.

La civilización hindú nos ha dado el número cero, el número pi, el sistema decimal, el ajedrez clásico, el kamasutra, el cultivo y confección de algodón, la forma esférica y rotación de la Tierra, el uso del acero, el empleo de drogas para tratar a los enfermos, el  hindi, etc. Es una de las grandes naciones de todos los tiempos.

Balochistán: un pueblo en pie de guerra.

Enclavada en el sur de Asia hay una nación olvidada que guerrea por ser libre: Balochistán. Se trata de un pueblo en lucha de unos doce millones de almas disperso entre Pakistán (8 millones), Irán (3 millones) y Afganistán (200.000) y que sueña con romper las cadenas de la opresión y poder conformar un estado propio.

El nacionalismo baloch, de inspiración marxista, sostiene que los musulmanes no son una nación (el criterio opuesto a la fundación de Pakistán) y que la identidad étnico-lingüística es más importante que la religiosa. Es un pueblo muy antiguo, de clanes y tribus, de pastores nómadas que habitan las montañas desde hace siglos.

El conflicto no viene solamente por diferencias lingüísticas y culturales sino también económicas. Pakistán margina a propósito a Balochistán, que recibe una porción ínfima de las riquezas del país, para mantenerla en el subdesarrollo. Además, Islamabad efectúa ensayos con armas nucleares en el norte de la provincia.

Hasta la fecha ha habido cinco sangrientas guerras de guerrillas contra Pakistán para crear un estado independiente  (en 1948, 1958-59, 1963-1969, 1973-1977 y desde 2004 hasta hoy) y una contra Irán (2003 a 2009).  El baloch es un pueblo sin amigos, al que sólo India ayuda para debilitar desde dentro a su eterno gran rival.

Un Balochistán independiente tendría el tamaño de la Península Ibérica aunque estaría escasamente poblado por lo árido, escarpado y montañoso de la región así como por la escasez de agua. Pero dispondría de un valor geoestratégico enorme (acceso al mar y frontera directa con las repúblicas de Pakistán, Afganistán e Irán).

A los baloch les ha sido negada una patria, su lengua y cultura son perseguidas, miles de ellos han sido masacrados y otros tantos se han exiliado, sufren una represión bárbara, son oprimidos a diario… El genocidio prosigue y mientras, el mundo mira a otro lado. Es sólo otro conflicto olvidado. Es sólo otro pueblo sin amigos.

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