Pakistán es un mosaico de pueblos. Curiosamente todos ellos, a excepción de los punjabis musulmanes, se sienten como ciudadanos de segunda en su propia tierra. Éste es el caso de los saraikis, un grupo étnico de treinta millones de almas con lengua y cultura propia que sigue luchando por encontrar su lugar en el mundo.
Los saraikis viven dentro de la provincia de Punjab (Pakistán) y se sienten discriminados. Reclaman que la mitad sur de la provincia se segregue del Punjab para convertirse en un estado independiente o al menos en una región dentro de Pakistán. Esta región incluiría también porciones del Balochistán y se llamaría Saraikistán.
Tales reivindicaciones existen desde el nacimiento de la República de Pakistán en 1947 y perduran hasta hoy. Los nacionalistas llevaron la agitación a sus cotas máximas en 1960, cuando los manifestantes fueron brutalmente reprimidos. Los disturbios y las manifestaciones, de forma intermitente, han proseguido hasta la fecha.
Los saraikis afirman que los punjabis están haciendo lo imposible por eliminar su lengua y su cultura. Además, también se sienten marginados económicamente. Por eso demandan su propia provincia, pero la partición del Punjab sería muy polémica porque es la región más rica del país y alentaría separatismos en otros lados.
Los saraikis son explotados como mano de obra barata que cultiva algodón en el sur de Punjab. Sin embargo, las industrias textiles están en el norte, controladas por punjabis musulmanes. Los saraikis exigen que su patria deje de ser una tierra agrícola y feudal y que Pakistán desarrolle la región, algo a lo que los punjabis se niegan.
A pesar de que los saraikis son musulmanes, la base de su cultura no es la religión sino la identidad étnico-lingüística. No son tan reivindicativos como los balochis o los pashtún, pero cada vez más están tomando conciencia de pueblo y clamando por sus derechos civiles en un conflicto político y social que desafía a la unidad del Estado.
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