Por una nueva cultura de la alimentación.

El otro día estaba celebrando yo una fiesta en compañía de unos amigos. Estábamos sentados en mesa, disfrutando de un generoso banquete. Teníamos de todo: la mejor carne, marisco abundante, un buen vino, pescado en abundancia… De todo. De repente se nos acercó un niño. Era negro y por el acento que tenía puede que fuera caribeño, quien sabe si dominicano. Se encontraba sucio y era flaco; estaba en los huesos. Se le veía hambriento. Me pidió por favor si le podía dar un poco de pan para saciar el hambre. Le respondí: «niño, tú lo que necesitas no es pan sino una nueva cultura de la alimentación». Solté una gran carcajada, los comensales rieron conmigo y el niño se quedó con una cara rara.

Estoy orgulloso de cómo me comporté. De un modo progresista y solidario. Exactamente igual que esos partidos intitulados de izquierdas (Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Izquierda Unida (IU), Bloc Nacionalista Valencià (BNV), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Chunta Aragonesista (CHA)…), sindicatos y otras plataformas cívicas que consideran que de lo más progre oponerse al Plan Hidrológico Nacional (PHN) que pretende trasvasar parte de los cuantiosos excedentes de agua del río Ebro (en Aragón y Cataluña) a la España seca (Valencia, La Mancha, Andalucía y Murcia), para que pueda aliviar su dura sequía.

¡Es tan solidario que haya gente que prefiera que cada año haya miles de hectolitros de agua que se pierdan en el mar sin darles ningún uso antes que cederlos a otras tierras para que alivien su sequía…! Dicen, en un acto de infinito progresismo, que no necesitamos el trasvase sino una nueva cultura del agua. Me parece que ni los estómagos de los niños hambrientos del Tercer Mundo se llenan con cultura (¿o sí?) ni tampoco nuestras tierras devastadas por la sequía se pueden regar con cultura. España es, definitivamente, un pueblo cainita. Y aún dicen que aragoneses, catalanes y valencianos somos tres pueblos hermanos. Hermanos sí. Pero como Caín y Abel.

Aragón sucumbe ante el cáncer pancatalanista.

Hace unos días se aprobó en el Parlamento aragonés una inicua, infame, bastarda y villana Ley de Lenguas que considera como idiomas propios del Reino de Aragón el altoaragonés (de lo cual me alegro profundamente) pero también el catalán, aunque no concede rango de oficialidad a ninguna de las dos. La felona iniciativa ha salido adelante con los votos a favor del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y la Chunta Aragonesista (CHA), la oposición del Partido Popular (PP) y Partido Aragonés (PAR), y la abstención de los comunistas de Izquierda Unida (IU).

La infame noticia evidencia que Aragón ha sucumbido a las garras de ese cáncer pancatalanista que se expande sin freno ni remisión. En lugar de oficializar las dos lenguas aragonesas (la norteña y la oriental) han abierto las puertas de par en par no sólo a una lengua extranjera y colonialista sino también a los imperialistas Países Catalanes. De socialistas y CHA nos esperábamos esta postura (como lameculos oficiales de los catalanes, tienen la lengua desgastastada ya hacer tantas limpiezas rectales a los de Barcelona), pero de quien quiero hablar es del siempre cobarde PAR.

Me llama bastante la atención el rechazo a la ley por parte del fariseo PP (catalanista en el gobierno pero anticatalanista cuando está en la oposición) pero sobre todo la atención la bajada de pantalones del PAR. Porque el PAR está en el equipo de gobierno junto con los socialistas y la catalanista CHA. Si realmente el PAR estuviese por la cultura aragonesa, habría roto el pacto de gobierno con los socialistas abocándolos a un gobierno inestable y en minoría en lugar de traicionar a los votantes aragonesistas de forma miserable. Una vez más el PAR se ha vendido, cual puta barata.

Es la historia de siempre: no se puede servir a dos señores ni a dos patrias. Mientras que el pancatalanismo sólo ofrenda nuevas glorias a Cataluña y a nadie más, el aragonesismo, el balearismo o el valencianismo tienen el corazón dividido: la mitad es para su tierra y la otra mitad para España. Y cuando tienes el corazón dividido, se dan dobles lealtades, con lo cual acabarás traicionando a una de tus dos patrias tarde o temprano. Ésta es la razón fundamental por la que el catalanismo avanza y los demás no: los primeros tienen muy claro a quien sirven. Pero los otros no.

Quién le iba a decir al otrora poderoso y altanero Reino de Aragón, esa gran potencia europea que hizo suyo el Mar Mediterráneo y que expulsó a los musulmanes de Al-Andalus, que acabaría convertido en una colonia mansa, dócil y borreguil al dictado de Barcelona, en una marioneta de poca monta en manos de imperialistas catalanistas. Y lo más humillante: por voluntad propia. Desde luego, si el rey Jaime I el Conquistador levantase la cabeza, se volvía a morir del horror y la vergüenza que presenciarían sus ojos en el vencido y conquistado Aragón de 2009.

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