¿Sabías que Joan Fuster fue catalanista, valencianófobo, falangista, borracho, sodomita, efebomaníaco y putero?

Joan_Fuster-Carnet

«Joan Fuster fue siempre un mediocre literato de escaso rigor intelectual, un voluntarista historicista que se presentó como con un tono mesiánico y al que le interesó poco la realidad histórica, la evolución cultural o el devenir humano». Mario Vargas Llosa (Premio Nobel de Literatura 2010).

El escritor Joan Fuster (Sueca 1922-1992) es el principal gurú del pancatalanismo antivalenciano. Defendió que los valencianos no tenemos lengua ni cultura propias, que somos catalanes y pertenecemos a los países catalanes. De la Real Señera dijo que era la bandera «sólo de la ciudad de Valencia», del Himno Valenciano que era «una mierdecita», de la paella que era «una comida de pobres», de las falleras que son «un poco pendones» y de su propia ciudad, Sueca, que lo mejor que se podía hacer con ella «era pasar de largo». En su funeral su ataúd fue envuelto con la márfega catalana y se oyeron varios «¡Viva Cataluña!». Su valencianofobia recibió muchos premios y honores por parte del catalanismo oficial.

Pero la vida de este ilustre traidor al pueblo valenciano es una caja de sorpresas. Muchos de sus seguidores lo veneran por su ideología supuestamente izquierdista y progresista pero ignoran que en su juventud Joan Fuster estuvo afiliado a la Falange. Así, el de Sueca pasó del fascismo español más rancio y cavernícola al fascismo catalán más imperialista y valencianófobo. Además, el autor de Nosotros, los valencianos (Nosaltres, els valencians en catalán) tenía fama en su pueblo de ser alcohólico, sodomita, efebomaníaco y putero. Si un ídolo es el espejo en el que anhelan mirarse sus admiradores para tomar ejemplo, entonces la integridad personal, intelectual y moral de los fusterianos deja bastante que desear.

Batasuna: el que esté libre de pecado…

Mucho se está hablando en estos días de los esfuerzos del Gobierno de España para  blindar  la Ley de Partidos y así impedir cualquier resquicio legal por el que la izquierda  abertzale pudiera presentarse a las elecciones. No cabe la menor duda de la repugnante catadura moral de los integrantes de Batasuna, de su complicidad  y proximidad ideológica con la banda terrorista ETA. Pero… si  ilegalizamos a Batasuna por negarse a condenar el terrorismo  etarra ¿que pasaría si aplicáramos a otros partidos políticos distintos la misma vara de medir?

En los años 80 el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) impulsó el terrorismo de estado con los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). No recuerdo una condena expresa al respecto… ¿Qué hacemos pues? ¿Ilegalizamos al PSOE? Izquierda Unida (IU) y el Partido Comunista de España (PCE) apoyan un movimiento totalitario como el comunismo, que le costó la vida a más de 100 millones de personas en el siglo XX. Y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) tiene miembros que proceden de la banda terrorista Terra Lliure. ¿Prohibimos estos partidos por ley?

Falange es la heredera natural del franquismo. ¿No piensan ilegalizarla? Es más… en su día, el Parlamento Europeo promovió una moción para condenar el franquismo. A pesar de que el Partido Popular Europeo (PPE) condenó dicho movimiento  fascista, los diputados españoles del mencionado grupo se negaron a hacerlo. Y en el Parlamento Español, los únicos fachas que se han negado a condenar el alzamiento nacional han sido los populares. Así pues, ¿a qué esperan para aplicar la Ley de Partidos a una formación que no condena el franquismo como el PP?

Yo no siento ninguna simpatía por Batasuna ni por lo que representa. Y si la ilegalizan por negarse a condenar el terrorismo, me parece correcto. Ahora bien, Batasuna me recuerda a la adúltera de la Biblia a la que querían lapidar los supuestos santos del lugar. Al ver la basura de clase política que tenemos, tan vomitivamente hipócrita, tan de chicha y nabo, tan falsa, tan corrupta, tan inmoral, quizás nuevamente, deberíamos recordar las palabras de nuestro señor Jesucristo cuando le dijo al pueblo: «El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra».

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