Falacia atea: La Biblia no está inspirada por Dios.

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Para los cristianos la Biblia es la Palabra de Dios. Literalmente. Fue inspirada por el Espíritu Santo, que iluminó a los autógrafos originales en los contenidos y palabras, pero no hasta el punto de ser un dictado de mecanografía sino también dando espacio para que aparecieran las distintas personalidades humanas de los autores. Según esta inspiración verbal y plenaria toda la Biblia, con todos sus contenidos, palabras y partes, está inspirada o exhalada por el Señor.

Según el autor Clark H. Pinnock la Biblia es libre de error en sus autógrafos originales, totalmente fiable en historia y doctrina. Su inspiración divina ha dado como resultado que el Libro sea «infalible» (incapaz de enseñar nada engañoso) e «inerrante» (no susceptible de ser probado falso ni equivocado). Su inspiración es «plenaria» (extendiéndose por igual a todas partes), «verbal» (incluyendo la misma forma del lenguaje), y «confluente» (producto de dos agentes, humano y divino).

Nos referimos eso sí a los autógrafos originales de los textos sagrados. Los profetas y apóstoles escribieron sin error alguno. No obstante, en las traducciones posteriores se han introducido pequeñas variaciones o erratas con respecto a los textos originales. Mas se trata de variaciones insignificantes que no desvirtúan el mensaje. Los rollos del Mar Muerto prueban que la Biblia se ha transmitido de generación en generación de una forma prácticamente idéntica durante miles de años.

¿Qué testimonios apuntan a una autoría divina de esta obra?

1) Unidad. La Biblia es una recopilación de sesenta y seis libros y epístolas escritas por aproximadamente cuarenta autores a lo largo de 1.500 años. Ellos escribieron en diferentes períodos históricos, naciones y culturas. Y sin embargo sus obras presentan una armonía total. Lejos de contradecirse, los textos se complementan y enriquecen. De Génesis a Apocalipsis hay una misma unidad de enseñanza, esto es, el plan de Dios para redimir al hombre, que ha caído en el pecado.

2) Conocimiento. La Biblia menciona muchísimas cosas que eran contrarias al pensamiento de la época y que fueron descubiertas  milenios después. Por ejemplo Salmo 8:8 registra que hay senderos en el mar. Eclesiastés 1:6 describe el circuito de los vientos del sur al norte y nuevamente su regreso. Génesis 15:5 menciona que las estrellas son innumerables. Salmo 102:26 describe el envejecimiento de la Tierra y los cielos (la entropía). Job 26:7 declara que la Tierra colgaba sobre nada. Etcétera.

3) Profecía. Sólo en el Antiguo Testamento hay más de trescientas profecías sobre la persona de Jesús. Todas cumplidas. El estudioso Peter W. Stoner calculó matemáticamente que la probabilidad de que un hombre cumpliera todas las profecías de Jesús justo en el momento adecuado sería de 1 en 1,7 x10, lo cual es un número astronómico.  Además, en la Biblia encontramos otras muchas profecías cumplidas sobre Israel, el pueblo judío, las naciones y otros muchos asuntos.

Resumiendo: La Biblia guarda una armonía asombrosa pese a estar redactada por cuarenta autores a lo largo de 1.500 años, es un libro miles de años adelantado a su tiempo y atesora cientos de profecías cumplidas. Todo ello sugiere una autoría sobrenatural. El cristianismo no es una verdad relativa, al estilo del socialismo, el liberalismo o el yoga. Es LA VERDAD. Así, con mayúsculas. Haríamos bien en tomarnos en serio al Rey del Universo, que nos ha de juzgar un día.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: El hombre creó a Dios a su imagen y semejanza.

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La Santa Biblia dice que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza (Génesis 1: 26-27) y efectivamente entiendo que es así en el sentido de que tenemos inteligencia para comprender, libertad para obrar y muy especialmente un espíritu que perdura. Sin embargo no pocos descreídos se atreven a darle la vuelta a esta afirmación: es el hombre el que ha creado a Dios a su imagen y semejanza.

Si así fuera, me pregunto qué sentido tiene inventar un dios que nos prohíbe actividades divertidas y placenteras tales como la fornicación, la pornografía, el adulterio, las orgías, las borracheras y otras cosas semejantes y que nos hace sentir mal si las practicamos. Puestos a crear un ser superior acorde a nuestros gustos y necesidades, tendría más sentido discurrir uno que nos incite a realizar tales cosas.

Cuando lees la Biblia te das cuenta de que Dios no tiene una lógica humana. Tener sexo con una sola mujer y dentro del matrimonio. Los últimos serán los primeros. Creer para ver en lugar de ver para creer. La salvación es un regalo y no tienes que hacer méritos para conseguirla. Es imposible que los hombres inventaran a Jehová porque sus enseñanzas denotan una forma de pensar no humana.

Otra de las razones que argumentan los ateos es el carácter antropomorfo de Yahvé: un anciano de barba blanca. Pero esto no es más que un mero convencionalismo, como cuando lo imaginamos en forma de triángulo con un ojo o al Espíritu Santo como paloma. En realidad Jehová es espíritu, quizás incluso sin una forma definida. Poco importa cuál sea su aspecto porque nadie lo ha visto (1 Juan 4:12).

Lo cierto es que no existe el ateo puro y duro, alguien 100% ateo, porque siempre allá en lo profundo de su ser algo le dice: «¿Y si en el fondo estoy equivocado? ¿Y si existe Dios? ¿Es posible que un Universo tan majestuoso se creara solo?» La voz de la conciencia nos desvela que hay algo más. Es la rúbrica de nuestro Creador. Es como si todos lleváramos un Made in Heaven impreso a fuego en nuestro corazón.

Desde que el mundo es mundo, incluso antes de que Dios se revelase a la humanidad, todas las personas, aun las tribus más primitivas, intuían que hay más de lo que los ojos ven. Hoy sigue pasando igual. Nuestro Hacedor puso eternidad en nuestro corazón (Eclesiastés 3:11), por eso nuestra conciencia lo busca con anhelo pese a que intentemos nublarla con abstrusos razonamientos ateos.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Falacia atea: La ausencia de pruebas sí es prueba de ausencia.

«La ausencia de pruebas no es prueba de ausencia». Esta afirmación fue pronunciada por el conocido divulgador científico Carl Sagan. La frase es de un enorme sentido común ya que porque una cosa no se haya demostrado no significa necesariamente que no exista. Puede significar simplemente que no se ha demostrado… todavía. Me llama mucho la atención que esta idea la popularizase un ateo como Carl Sagan porque precisamente hoy muchos ateos y escépticos esgrimen justo lo contrario, lo que evidencia una cortedad de miras tan brutal que asusta.

«¿Dónde está Dios? Pruébame su existencia» -te dicen-. «Si no has podido demostrarla entonces es porque no existe, porque no es más que un ser imaginario en la mente de los ignorantes». Cosas así las oigo a menudo. Y te lo dicen como si a Dios se le pudiese encerrar en un laboratorio o ponerlo debajo de un microscopio. O como si pudieses obligar a Dios a mostrarse incluso si Él no quiere. Lamentable. Los ateos defienden una idea descabellada: si no está demostrado entonces no existe, que es como decir que la ausencia de pruebas sí es prueba de ausencia.

Veamos qué pasaría si aplicáramos este razonamiento ateo a otras áreas de la vida. La materia oscura se descubrió en el siglo XX. ¿Quiere decir eso que no  existía en el XIX? ¿No existía la gravedad antes de que el físico Isaac Newton la descubriera? ¿O la ciudad de Troya antes de que el arqueólogo Henry Schliemann hallara sus restos? ¿Había una América antes del año 1492? Pero es más… si nada de esto se hubiera descubierto todavía ¿significaría eso que ni la materia oscura ni Troya ni la gravedad ni el continente americano existen a día de hoy?

Hay gente que cree imposible la vida extraterrestre inteligente porque al fin y al cabo ¿dónde están las pruebas? ¿Dónde el platillo volante? ¿Has tocado alguna vez a un alien? La ausencia de pruebas prueba la ausencia. Yo tengo una mente más abierta y considero un atrevimiento negar esta opción de forma tajante… sobre todo si tenemos en cuenta que el 98% del Universo está inexplorado y que ni siquiera hemos logrado salir del Sistema Solar. Quizás sí haya una civilización alienígena pero se encuentra demasiado lejos y por eso no la hemos contactado aún.

Que no tengamos pruebas empíricas de algo no significa necesariamente que ese algo no exista. Puede significar simplemente que no se ha comprobado… todavía. Y que por tanto hay que seguir investigando. ¿O es que acaso nos creemos tan inteligentes como para pensar que ya está  todo descubierto y que lo que no se haya descubierto hasta la fecha no se descubrirá nunca? La ausencia de pruebas no es prueba de ausencia, en palabras del propio Carl Sagan, quien por cierto era ateo. Que tú no puedas ver a Dios con un telescopio no significa que Él no te vea a ti.

¿Pero cómo creer en un Ser que se esconde? La grandeza de la creación revela la existencia de un Creador, por lo que absolutamente nadie tiene excusa para negarlo.  «Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que Él creó, de modo que nadie tiene excusa. A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón» (Romanos 1:20-21).

Que el Universo se haya autocreado sería todavía más increíble que si La Mona Lisa se hubiera pintado ella sola y a sí misma. Cuando ves la grandeza del macroverso, con sus galaxias, espirales y nebulosas, o la del microverso, con los átomos o los genes, te das cuenta de que el más diminuto ser unicelular es mil veces más complejo que el más potente ordenador. La prueba es que puedes construir una computadora pero no darle vida a una célula. La creación es exageradamente compleja y ordenada. Nadie tiene excusa para decir que no hay Dios.

Lo más curioso es que los ateos aceptan cosas no comprobadas y luego nos acusan de irracionales a los creyentes si hacemos lo mismo. Muchos ateos aceptan la Teoría de Supercuerdas, los Universos paralelos, que la velocidad de la luz es constante entre unos puntos A y B o que la vida en la Tierra comenzó en el mar con una célula que apareció casi por arte de magia. Nada de esto ha sido demostrado nunca. No existe ni una sola prueba de tales cosas, sin embargo no pocos ateos las aceptan sin dudar y tan sólo exigen pruebas de la existencia del Señor.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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