¿Sabías que el hotel más alto de Europa está en Benidorm?

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El Gran Hotel Bali de Benidorm (en La Marina Baixa), inaugurado el 17 de mayo de 2002, es el hotel más alto de Europa. También fue el edificio más alto de España entre 2002 (cuando superó a Torre Picasso) y noviembre de 2006 (fecha en que fue sobrepasado por la madrileña Torre Espacio).

El hotel, de cuatro estrellas, mide 186 metros de altura, cuenta con 52 plantas en las que se encuentran: 776 habitaciones, doce de ellas suites, 68 suites junior y otros diez dormitorios adaptados para personas minusválidas. El hotel está considerado el más seguro de Europa.

El Gran Hotel Bali, que está ubicado en La Cala de Benidorm, empezó a construirse en 1988 con un presupuesto próximo a los 2.000 millones de pesetas, y su estructura quedó terminada diez años después. El artífice de este gran proyecto fue el arquitecto valenciano Antoni Escario.

¿Sabías que un músico valenciano tiene tres récords Guinness por su trabajo?

JOAN GARCES QUERALT

El músico valenciano Joan Garcés Queralt (Benifairó de les Valls, 1914-Faura, 2014) obtuvo en 2006 el récord Guinness por la carrera laboral más larga (67 años de trabajo en ese momento), en este caso, como director de bandas civiles. En 2011 recibió un segundo récord Guinness al ser el director de música más longevo del mundo (97 años de edad). En 2012 batió su propio récord, con una carrera laboral de 73 años en activo. El músico comenzó su labor como director en 1939 y continuó su actividad hasta su fallecimiento en 2014. Fue director, entre otras, de la Unió Musical de Llíria, la banda de la Lira Saguntina, la Banda Municipal de Castelló y la Banda Municipal de Valencia.

Cosas estúpidas que hace la gente blanca.

Estos días hemos sido testigos de un simiesco espectáculo que la prensa se empecina en mostrar como una hazaña. El paracaidista austríaco Felix Baumgartner ha batido el récord mundial de salto al arrojarse al vacío desde la friolera de 39.000 metros de altura. Los periodistas no dudan en calificarlo de héroe.

Pero yo me pregunto: ¿Qué tiene esto de heroísmo? ¿Qué de prodigioso? ¿No es más bien una solemne memez? ¿No hay que estar un poco tocado del ala para atreverse a hacer semejante salvajada? ¿Qué provecho trae esto a la sociedad? ¿Ha descubierto Felix Baumgartner la penicilina? ¿Ha curado el parkinson tal vez?

No, no ha valido para nada más que para obtener sus quince minutos de fama y para entrar en el Libro Guinness de los Récords, donde figuran otras proezas como la plusmarca de mayor cantidad de huevos aplastados en la cara durante un minuto, pedalear hacia atrás con un violín o recibir la patada más fuerte en las bolas.

Alpinismo, paracaidismo, puentismo o ala delta, entre otras, son formas estúpidas de jugarse la vida. Entiendo al piloto de carreras que la arriesga porque algo le puede compensar (dinero, prestigio, un campeonato…) pero ¿en qué piensa un tío que escala una montaña de 8.000 metros sólo para que, acto seguido, vuelva a bajarla?

Yo no siento en absoluto ninguna tristeza por un alpinista que muere en la montaña, ni por ese paracaidista que se espachurra contra el suelo porque no se abrió el paracaidas ni por el choni que se mata en la carretera por conducir a 200 kilómetros por hora… Porque no han muerto sino que ellos mismos se han matado.

Mi mujer, que es negra, me dice que en África la gente es incapaz de comprender por qué los blancos arriesgan sus vidas estúpidamente. En África la picadura de un mosquito puede suponer un contagio de malaria y no tener dinero para una operación de apendicitis, la muerte. Defínitivamente allí valoran la vida más que aquí.

No veo a los negros, a los amarillos o a los amerindios arriesgar sus vidas sin una razón de peso. Esto es más bien propio de gente blanca. Y me pregunto por qué. Para mí la vida es un don, un regalo que Dios nos concede, algo demasiado sagrado, demasiado valioso como para ponerla en juego por quince minutos de fama.

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