
Setenta veces siete.
Aquel humilde cristiano fue conducido ante el César, acusado de deshonrar a los dioses de Roma. Una vez admitida su fe cristiana, el emperador lo condenó a muerte. Tomó un denario para decidir de que forma había de morir; si salía cara a los leones y si salía cruz decapitado. El cristiano suplicó fervorosamente un milagro para salvar el cuello. El César lanzó la moneda al aire y cayó de canto. No había duda; aquello era obra de Dios. Pero el César -despótico y cruel- cogió la moneda y la volvió a lanzar. Y de nuevo cayó de canto. Así hasta setenta veces siete. Al final, el atónito emperador decidió perdonarle la vida y al día siguiente se convirtió a la fe de Cristo.
Josué Ferrer.
Nota: Este cuento apareció publicado por vez primera en el libro Cuentos para sonreir (I Premio Algazara de Microrrelatos) de la Editorial Hipálage en el año 2009.
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