El territorio que actualmente ocupa la Vojvodina perteneció a la Dacia, a Roma, al Imperio Huno, al Kanato Avar, al Reino de los Gépidos, al Reino Franco, al Imperio Bizantino, a la Gran Moravia, a Bulgaria, a Hungría, a Turquía, a los Habsburgo, a Austria, al Imperio Austro-Húngaro, a Yugoslavia y finalmente a Serbia.
La región de Vojvodina, cuya capital es Novi Sad, está situada al norte de Serbia y destaca por su desarrollo y su riqueza, superior a la media nacional. Suma un tercio de la población total de Serbia y aporta el 40% del Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo no puede gestionar su propio dinero y clama que Belgrado le roba.
Su composición étnica es diferente a la del resto del país porque aunque los serbios son mayoría (65%), existen importantes minorías húngaras y eslovacas que, al contrario de lo sucedido en otras zonas de Serbia, ocupan los puestos de poder en la sociedad. La minoría húngara es la más importante (14%) de todas ellas.
Vojvodina poseía una cierta autonomía dentro de Serbia hasta que el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic le quitó la mayoría de competencias para centralizar todo el Gobierno desde Belgrado. Ahora aspira a recuperar su autogobierno y reclama ser un estado federado dentro de una República Federal Serbia.
El caso es curioso porque tras la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, Vojvodina hablaba de la reunificación de la nación serbia (de la cual pasó a formar parte) y hoy, en cambio, se habla de Vojvodina en contraposición a Serbia. De hecho, cada vez más vojvodinos afirman ser una nación con lengua propia.
Hay seis idiomas oficiales: serbio, croata, húngaro, eslovaco, rumano y rusino. El 70% de la gente es ortodoxa aunque también hay católicos y protestantes. Tras la secesión de Kosovo en 2008 ¿puede ser la multicultural Vojvodina el siguiente paso en la fragmentación de Serbia? La caja de Pandora puede abrirse una vez más.
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