Falacia atea: Los ateos son más inteligentes que los creyentes.

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Recientemente leí en la prensa que una serie de 63 estudios científicos que se remontan a 1928 han sido analizados por psicólogos de la Universidad de Rochester Northestern y que el trabajo, dirigido por el profesor Miron Zuckerman, es claro: las personas creyentes son menos inteligentes que las ateas.

Siempre me ha llamado la atención esos estudios que cuantifican la inteligencia humana, como si ésta pudiera expresarse en metros o en kilos. Me pregunto también a qué le llamamos inteligencia, porque uno puede ser un genio de las matemáticas pero torpe en la escritura o gobernar una nación sin saber tocar el violín.

De hecho, según la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner existen ocho tipos distintos de inteligencias (lingüístico-verbal, lógica-matemática, espacial, musical, corporal cinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista), lo que explicaría por qué uno puede ser muy bueno en algo pero malo en otra cosa.

A veces algunos ateos se creen en la vanguardia de la intelectualidad, como una especie de superhombres que ha de guiar a la humanidad hacia un nuevo mañana. Se creen superiores intelectualmente y miran por encima del hombro a los creyentes, como a tarados prisioneros de la superstición y la ignorancia. Dan risa.

Creerse más inteligente por ser ateo es tanto como creerse más inteligente por ser pelirrojo o del Manchester United. Si son tan brillantes ¿cómo es que no han descubierto la cura contra el Sida ya? Algunos extremistas ateos me recuerdan a esos neonazis que se creen de una raza superior cuando no tienen ni el graduado escolar.

Si es verdad que los ateos son más listos ¿por qué entonces no acaparan masivamente los Premios Nobel? Sólo los judíos han ganado casi 200 y entre cristianos y judíos han ganado en torno al 75% de Premios Nobel. ¿Por qué fue un cristiano el que inventó el ordenador? ¿Por qué la penicilina no la descubrió un ateo?

Uno podría esperar de estos incrédulos que tanto se vanaglorian de intelectuales, racionales y científicos los más grandes inventos, libros y obras de arte… Pero sólo destacan en arrogancia. No voy a negar la gran inteligencia de algunos ateos pero por lo general quien no tiene nada de lo que enorgullecerse se enorgullece de ser ateo.

 

FUENTE: Por qué dejé de ser ateo de Josué Ferrer.

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Ajedrez.

No sé cómo pueden decir que es un juego aburrido. A mí me parece apasionante del todo. Un juego. Esa es otra. Porque para mí el ajedrez es un juego, no un deporte. Yo entiendo como deporte todas esas competiciones en que debes ejercitar el cuerpo mucho más que la mente. Si no sudas, es que no es un deporte. En cualquier caso, me parece pura emoción. Es un espectáculo glorioso donde pueden competir desde jóvenes hasta ancianos pasando por ordenadores como Deep Blue. ¡A ver que deporte puede ofrecer eso! ¿Cómo pueden decir que aquella partida de 1984 entre Anatoli Karpov y Gari Kasparov que duró seis meses puede ser aburrida? ¡Que lucha de titanes por dominar los tableros del planeta! ¡Pero si la rivalidad de estos dos monstruos, de estos dos fenómenos sobrenaturales llegó incluso a causar un cisma al dividir al mundo del ajedrez en la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) y la Asociación de Ajedrez Profesional (PCA)! Debes estar hecho de una pasta especial para proclamarte campeón del mundo.

El dominio de los competidores ex-soviéticos sobre el resto del mundo es aplastante. Se ve que en Europa del Este los niños en vez de jugar a la pelota en las gélidas calles llenas de nieve optan por quedarse en casa jugando al ajedrez con la calefacción… Si no, no me lo explico, la verdad. Aunque maestros los ha habido de todos sitios (Wilhelm Steinitz, Emmanuel Lasker, Mijail Botvinnik…) Se echa en falta ver de nuevo a campeones hispanos al estilo del mítico José Raúl Capablanca; ojalá que el español Alexei Shirov gane alguna vez un título mundial para su patria. Por cierto, resulta curioso que habiendo nacido el ajedrez en la India sólo el indio Viswanathan Anand haya conseguido conquistar el título de campeón mundial para su país.

El ajedrez debería impartirse como clase en las escuelas porque enseña a pensar y eso es fundamental en el desarrollo personal y profesional de cualquier individuo. Eso es mucho más útil que ir dando botes como si fueras una rana en Educación Física o hacer la voltereta; ¡todo eso no me ha servido en la vida para nada! El ajedrez tiene un gran poder; el de despertar las mentes dormidas, tal vez por eso el ayatolá Rudollah Jomeini o los Talibanes Afganos lo prohibieron. Sólo los grandes maestros pueden dominarlo. Anand cree que para descollar en el juego necesitas una gran mezcla de memoria, cálculo, disciplina e instinto; todas las cualidades que un dictador teme en los otros.

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