La Constitución Española como papel higiénico.

La Constitución Española de 1978 es un fraude vomitivo, un insulto a la ciudadanía, una tomadura de pelo. Yo no puedo acatarla ni lo haré nunca.  Podría aducir muchos motivos y razones de peso pero me limitaré a apuntar sólo uno: es antidemocrática. En España, como en todos los países, predomina la masa ignorante y borreguil. Ese rebaño considera que la democracia consiste únicamente en acudir a votar una vez cada cuatro años pero es mucho más que eso.

El filósofo Montesquieu aseguró que para que exista democracia en una sociedad debe darse un requisito sine qua non, un requerimiento imprescindible sin el cual la democracia simplemente no puede existir jamás: la separación de los poderes. Pero la Carta Magna de 1978 lejos que asegurar la división de los poderes, lo que hace es unirlos, con lo cual la democracia no existe. Invito al lector a que consulte los artículos  70.1. b), 122.3, 124.4 y 159.1 para que se convenza él mismo.

Según estos artículos, los miembros del gobierno (poder ejecutivo) pueden ser también parlamentarios (poder legislativo) y además pueden elegir a dedo a los miembros del Tribunal Constitucional (poder judicial). Es como si el presidente del Real Madrid eligiera a los árbitros que van a pitar los partidos. Esto en la práctica instaura una dictadura disfrazada  de democracia, un teatro para tontos. Esta Constitución, como mucho, sirve para limpiarse el culo en una noche de diarrea.

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