El presidente de Unió Valenciana (UV), Vicent González Lizondo, dispuso de varias oportunidades históricas para potenciar el valenciano. En 1991 pudo haberse convertido en alcalde de Valencia pero en lugar de eso prefirió regalarle la alcaldía a la popular Rita Barberá.
En 1995, tras la derrota del socialista Joan Lerma en los comicios autonómicos, Lizondo pudo haberse convertido en presidente de la Generalitat Valenciana en coalición con el Partido Popular (PP) de Eduardo Zaplana, pero prefirió regalarle la presidencia al murciano.
Lizondo pudo haberle exigido a Zaplana la oficialización del valenciano (Normas de El Puig) y la eliminación del catalán de las escuelas, medios de comunicación y administración, pudo haber exigido la Conselleria de Cultura, Educación y Deporte para valencianizar nuestro Reino.
En su lugar, se conformó con la presidencia de las Cortes, y dos Consellerias menores (Agricultura y Medio Ambiente). Lizondo incumplió así su promesa electoral de erradicar el catalán de las escuelas y traicionó a los votantes. Sin duda, un error histórico que jamás debería repetirse.
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