Gales es una de las naciones constituyentes del Reino Unido. Es una patria de raíces celtas y posee una identidad cultural diferenciada. Es un país bilingüe donde son oficiales el inglés y el galés, que todavía es hablado por el 20% del pueblo a pesar de la imposición lingüística anglosajona que ha padecido por siglos.
Gales es uno de los países más bellos del mundo: una inmensidad de praderas, dólmenes, monumentos y castillos, aunque es más conocido por ser una potencia del rugby. Como el resto de naciones constituyentes de Reino Unido, Gales dispone de una selección nacional propia en muchos deportes, como el fútbol o el rugby.
Durante un tiempo el puerto de Cardiff fue el líder mundial en el transporte del carbón, y antes de la Primera Guerra Mundial tenía un tráfico de mercancias más intenso que Londres o Liverpool. La Gran Depresión acabó con buena parte de la industria galesa y hoy el país vive de las telecomunicaciones y de una economía de servicios.
En 1216 Llywelyn el Grande fundó el Principado de Gales. Pero duró poco: su hijo Llewelyn fue el último príncipe de un Gales independiente al ser derrotado por el rey Eduardo I de Inglaterra en el siglo XIII. El país fue incorporado a Inglaterra por el Estatuto de Rhuddlan de 1284 y después por el Acta de Unión de 1536.
Entre 1400 y 1412 el nacionalista Owain Glyndwr restauró la independencia. Pese a tantos siglos de ocupación, no hay un sentimiento antiinglés acusado como el de Escocia o Irlanda. Las relaciones entre Cardiff y Londres son buenas hasta el punto de que el hijo del rey de Inglaterra ostenta el flamante título de príncipe de Gales.
Pero esto empieza a cambiar. Existe un interés creciente por recuperar la lengua y folclore galeses. Desde 1999 el principado dispone de parlamento propio y ahora discute con Londres la devolución de competencias para mejorar el autogobierno. El nacionalismo pide paso. Tras un largo sueño, el dragón galés comienza a despertar.
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