Islas Vírgenes es, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), uno de los diez territorios no autónomos de Reino Unido pendientes de descolonización. Los otros nueve son Anguila, Bermudas, Gibraltar, Caimán, Malvinas, Islas Turcas y Caicos, Montserrat, Pitcairn y Santa Elena. Islas Vírgenes es, oficialmente, una colonia.
Su nombre se presta a confusión. Oficialmente se llama Islas Vírgenes. A secas. Pero es conocida como Islas Vírgenes Británicas, para diferenciarlas de Islas Vírgenes de los Estados Unidos y de Islas Vírgenes de Puerto Rico. Cristóbal Colón las llamó así por Santa Úrsula y las once mil vírgenes: de ahí su curioso nombre.
Se trata de un achipiélago de cuarenta pequeñísimas ínsulas en medio del Caribe. Fueron pobladas inicialmente por los arawak. Luego los desplazaron los indios caribe. Más tarde llegaron los colonos españoles, holandeses, ingleses, daneses, franceses… Y al final fue el Reino Unido quien se llevó el gato al agua y se las quedó.
Con el tiempo ha pasado por diversas administraciones. Estuvo bajo la tutela de la Colonia de las Islas de Sotavento y también dentro de San Cristóbal y Nieves. El estatus de colonia separada lo alcanzó en 1960 y el de territorio autónomo en 1967. La soberana de estas ínsulas es la poderosísima reina de Inglaterra, Isabel II.
La economía ha pasado del cultivo de la caña de azúcar y la agricultura básica al turismo de lujo y las finanzas. Su envidiable clima tropical y sus playas caribeñas hacen las delicias de los visitantes. También es un paraíso fiscal con numerosas empresas domiciliadas allí para evitar pagar impuestos. Su renta per cápita es alta.
De los casi 30.000 virgenenses, la gran mayoría es de raza negra (descendiente de esclavos africanos) aunque también hay una minoría blanca. Casi toda su población es cristiana; sobre todo metodistas y anglicanos. El idioma oficial es el inglés y destaca el quimbombó, un estilo musical muy festivo y con trazas de humor.
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