Niue: la Roca de Polinesia.

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Poblada originalmente por polinesios procedentes de Tonga, fue el capitán James Cook el primer europeo en pisar Niue, en 1774. La llamó «Isla Salvaje» por la feroz oposición de los nativos a la presencia europea, de la que temían pudiera traer graves enfermedades. Colonizada por Reino Unido, fue traspasada a Nueva Zelanda el año 1901.

En 1974 Niue se constituyó un estado libre asociado a Nueva Zelanda. Esto le permite a la isla ser completamente independiente respecto de sus propios asuntos internos pero delega la defensa y la política exterior en Wellington. Sus ciudadanos poseen dos nacionalidades (la niuana y la neozelandesa) y su reina es la mítica Isabel II de Inglaterra.

Niue es pobre y vive básicamente del turismo y de las ayudas económicas que le da Nueva Zelanda. También acuña monedas de curso legal destinadas a coleccionismo, con motivos de Star Wars, Pokemon, Doctor Who… Tiene sólo 2.000 habitantes (aunque hay otros 20.000 niuanos (o descendientes de ellos) residiendo en Nueva Zelanda).

La población es bilingüe y habla con fluidez inglés y niuano. La mayoría de la sociedad practica el cristianismo protestante y la práctica totalidad de la nación es de etnia polinesia. No obstante, toda esta modernidad se combina con un estilo de vida tradicional en que la gente come cocos en la selva. De hecho, Niue significa «Mirad al coco».

En el país existe un departamento gubernamental responsable de preservar la cultura, las tradiciones y el patrimonio propios. Las danzas desempeñan un papel importante, aunque la mayoría de ellas no tiene acompañamiento musical. Existe un deporte propio llamado tika (similar a la jabalina). El artista y escritor John Pule es su hijo más ilustre.

Esta isla, de 260 km2, es una roca en medio del Pacífico; de hecho se conoce como «la Roca de Polinesia». Su tradicional aislamiento geográfico ha impedido que el sida y la malaria llegaran allí. Niue presume de ser el primer país del mundo en tener cobertura wi-fi en el 100% de su territorio y de ser una de las islas coralinas más grandes del planeta.

Rapa Nui: el último confín de la Tierra.

Rapa Nui es una isla de gran belleza natural famosa por sus moáis y por la misteriosa etnia rapa nui, de lengua y cultura ancestrales. Está tan alejada del resto del mundo que antes de la llegada de colonos europeos, los nativos pensaban que era el único lugar del planeta y más allá, sólo existía un océano infinito.

En este apartado rincón del globo viven casi 4000 personas y la principal fuente de riqueza es el turismo. No obstante, los rapa nui abominan a los forasteros, especialmente los chilenos, que se quedan a vivir largo tiempo. La isla es pequeña y temen una presión migratoria que haga peligrar su cultura polinesia y estilo de vida.

Pascua pasó a ser parte de Chile en 1888, después de que la armada del vecino país comprase los territorios propiedad de residentes extranjeros. El gobierno chileno firmó con el representante de los nativos un tratado de anexión formal, en un episodio donde no primó la negociación sino la amenaza de una invasión militar.

En los últimos cincuenta años, los rapa nui o pascuenses realizaron recurrentes solicitudes de mejoras al gobierno de Santiago de Chile, demandas que fueron sistemáticamente ninguneadas. El desarrollo es una palabra desconocida en la isla, sobre todo en materia de educación, infraestructura, tecnología o recogida de basuras.

Rapa Nui dispone de un aeropuerto en el que pueden aterrizar grandes aeronaves y hasta transbordadores espaciales en caso de emergencia. Sin embargo, sólo se puede viajar a la isla a través del ejército chileno y Aerolíneas LAN. Ninguna otra empresa puede operar allí. Esta política discriminatoria es conocida como «cielos cerrados».

A raíz de la reiteración en las políticas de aislamiento, la casi totalidad de los habitantes de Pascua muestra su deseo de independizarse. Fruto de esta presión, en 2007 Chile concedió el estatus de territorio especial a la isla. Los rapa nui en absoluto se sienten chilenos y todo apunta a que llegará el día en que dejen de serlo.

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