Agradecimientos a Pau Garriga (Vinaròs).
Desde 1974 la pequeña isla de Chipre está dividida en dos mitades: al norte, la República Turca del Norte de Chipre y al sur, la República de Chipre. En la mitad septentrional -ocupada militarmente por Turquía- hay musulmanes suníes turcoparlantes y en el sur -la parte libre- cristianos ortodoxos de lengua y cultura griega.
Esta isla mediterránea es pequeña en tamaño pero crucial para la historia de la humanidad. Por allí han pasado fenicios, asirios, persas, macedonios, bizantinos, ingleses, venecianos, turcos… Pese a tantos invasores, ha conservado sus raíces helenas. Es una encrucijada de culturas, a medio camino entre Europa, Asia y África.
En 1925 Chipre fue colonizado por los británicos que usaron a los turcochipriotas como un obstáculo para la autodeterminación de Chipre (antes había tolerancia religiosa y vivían unidos). En 1960 el país se independizó del Reino Unido. Desde hace centurias y hasta hoy, Grecia y Turquía miden sus fuerzas por controlar la isla.
La Constitución prohíbe la unión con otro país o la partición de la isla, pero lo segundo es un hecho desde 1974 porque un 37% del país está bajo ocupación militar turca, una especie el Muro de Berlín del Sur. Así, la República de Chipre -la parte meridional libre- abarca toda la ínsula en teoría pero sólo la mitad en la práctica.
El grecochipriota se considera el más puro y antiguo de los dialectos del griego (casi ininteligible para un ateniense, por cierto). Algunos sueñan con la enosis o anexión a Grecia, pero en el norte miran a Ankara. Los sureños reivindican unir la ínsula y acabar con la ilegal ocupación turca y con las bases militares inglesas del sur.
La reunificación es cuestión de tiempo. Sobre todo desde que la parte sur ingresó en 2004 en la Unión Europea (UE) y desde que se ha descubierto en aguas del Mediterráneo, entre Chipre e Israel, un gigantesco yacimiento de petróleo y gas que podría convertir a ambos estados en dos de los mayores exportadores del mundo.
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