Una de las mayores islas del planeta, poblada por apenas 60.000 almas, está llamada a ser estado soberano en los próximos años. En 2008 el 75% del pueblo groenlandés votó a favor de un estatuto de autogobierno que incluye el derecho de autodeterminación. Dinamarca reconoce así el derecho a la secesión de su colonia.
No es el único referéndum celebrado por los groenlandeses. Así, en 1982 votaron abandonar la Comunidad Europea, en la que se integraron en 1972 debido a su vinculación con Dinamarca. Tras un periodo de transición, abandonaron la Comunidad Económica Europea en 1985 aunque siguen siendo miembros de la OTAN.
Groenlandia poco tiene que ver con Dinamarca. Se trata de una isla situada en América y su población de origen inuit tiene más en común con otros pueblos inuit de Canadá, Alaska y Siberia. El 95% de nativos habla el kalaallisut pero la lengua administrativa es el danés. Los groenlandeses son famosos por la caza de focas.
La economía ha sido hasta la fecha el gran impedimento para la independencia. La mitad del presupuesto de Groenlandia depende de los subsidios daneses, lo cual ha traído un elevado nivel de bienestar pero también dependencia de la metrópoli. Por otra parte, existen altas tasas de alcoholismo, violencia doméstica y suicidios.
El cambio climático puede convertir a Groenlandia en una potencia en recursos minerales, ya que el debilitamiento de la capa de hielo en algunas zonas de la isla ha permitido que yacimientos de petróleo y cinc sean rentables. Los recursos, gestionados por el Gobierno de Nuuk, darán alas al nacionalismo inuit en el futuro.
Pocos dudan de que la independencia de Groenlandia es sólo cuestión de tiempo. Además, por primera vez en la historia un estado miembro de la Unión Europea, Dinamarca, reconoce el derecho de autodeterminación para una de sus regiones. El precedente jurídico puede actuar como efecto dominó para otras naciones sin estado.






Mar 02, 2011 @ 23:57:10
Llevo observando desde hace tiempo tú afán por erigir estados por doquier, casi siguiendo aquella máxima del dictador polaco Pilsudski de «dame un estado y os daré una nación». En pleno siglo XXI el futuro no es un mapamundi atomizado de «estados-nación» soberanos e independientes siguiendo el modelo jacobino. Guste o no sólo las economías de escala se pueden permitir ser «estado» al menos en lo que atañe al Derecho Internacional. Los Estados Unidos de América, la República Popular China, India, la Federación Rusa, Brasil, México y en menor medida Australia, Canadá y el Reino Unido pueden llamarse «estados» y actuar como tales en materia de relaciones internacionales: atesorarán en mayor o menor medida un poderío militar, serán suficientes en cuestión de finanzas y políticamente serán gigantes regionales y planetarios. Pocos estados de la Europa continental pueden considerarse tales: la pequeña Alemania y a su rebufo la República francesa. El resto son estados poderosos respecto de sus ciudadanos, pero enanos políticos, incapacitados en materia financiera e impotentes en lo militar. A estos estados pequeños si los comparamos con las economías de escala sólo les queda dos cosas: o convertirse en Suiza o unificarse. Desde luego que los tiros van por la reducción del número de unidades políticas independientes, hacia la desaparición de la kleinstaaterei contemporánea, no hacia la multiplicación de estados, pues el Estado es una moda en proceso de extinción. En cualquier caso se acentuarán los procesos de integración y de interdependencia por medio del federalismo, y las naciones dejarán de regirse por criterios políticos, es decir, «estatales», para ser lo que fueron antes: naciones «naturales» bajo un mismo gobierno. Por un lado las regiones cobran protagonismo, no sólo por la dinámica interna, también por las tendencias globalizadoras, si bien es más factible que en la era de apogeo estatal el que Austria se integre en la Gross Deutschland, o que Portugal vuelva a ser una provincia española. Desde luego que dudo que a los inuit les salga rentable secesionarse de Dinamarca sin antes acordar la entrada en otra entidad política -la Unión Europea, v.q.-.
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Mar 03, 2011 @ 16:07:14
Desde la caída del Muro de Berlín en 1989 se ha iniciado una nueva era que, entre otras cosas, es la era de los nacionalismos. El futuro (y el presente) es la aparición de nuevos estados independientes. Desde 1989 hasta la actualidad han emergido casi una media de dos estados nuevos por año. El último, este mismo 2011, Sudán del Sur.
En tiempos recientes no hemps visto la fusión de estados (con la excepción de las dos Alemanias) y sí el nacimiento de muchas naciones libres. El futuro es más estados. Otra cosa es que haya instituciones supracionales (FMI, Banco Mundial, etc) que son las que realmente imponen las normas.
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Mar 04, 2011 @ 18:03:00
«Otra cosa es que haya instituciones supracionales (FMI, Banco Mundial, etc) que son las que realmente imponen las normas.»
Quienes me prohíben fumar, me limitan la velocidad de circulación, me sangran a impuestos, son los gobiernos elegidos de forma popular. La UE, el FMI, el BM, ONU, OTAN, no son más que organismos al servicios de los gobiernos respaldados por sus respectivos pueblos. Por eso mismo es una falacia hablar de «órdenes impuestas» desde instancias supranacionales o intergubernamentales, pues siguen siendo los gobiernos nacionales los que llevan la batuta.
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