Generación Linux.

ubuntu_logo

Hace días he hecho realidad uno de mis viejos sueños de adolescente: comprarme un ordenador portátil. Hasta la fecha había tenido tres ordenadores fijos pero nunca un portátil. Concretamente, uno de la japonesa Toshiba; para muchos la mejor firma del mercado en este tipo de máquinas.

Pero lo realmente importante es que me he pasado a Linux. Incluso a pesar de que me ofrecían la última versión de Microsoft (el Windows 7). Y lo he hecho por hartazgo. Estoy harto de virus, de programas que se cuelgan, ordenadores que se bloquean… Vamos, que me he cansado de Windows.

Para empezar con Linux no hay virus, troyanos, programas espía u otros archivos maliciosos (al menos, por el momento). Solamente por eso ya vale la pena pasarse a Linux. Pero es que además el Ubuntu va como la seda, es rápido como un tiro y un sistema operativo estable y fiable.

Estoy admirado por los programas libres. Solamente les encuentro ventajas… Al ser gratuitos no tienes que pagar licencia a una empresa privada y al ser de código abierto pueden ser modificados por el usuario (por ejemplo para traducir un programa a la lengua valenciana o adaptarlo a tu gusto).

Hay quien todavía desconfía de ellos, pero no hay motivo. Mozilla Firefox y Open Office ya se han popularizado muchísimo incluso entre los usuarios de Windows. Pero es que hay programas de todo tipo: de audio, vídeo, grabación de DVD, retoque fotográfico, de diseño, de internet… Hay de todo.

Linux es sencillo de usar y fiable. Ya viene predefinido en muchos miniportátiles. Y el día que la Generalitat Valenciana decida ahorrar costes y adaptar la administración y los centros docentes a Linux, vamos a tener la primera generación de jóvenes nacida y criada al calor de la programación libre.