La Cova del Parpalló (o cueva del pájaro hirundo riparia, en castellano) se encuentra situada dentro del Paraje Natural Municipal Parpalló-Borrell, espacio natural protegido de 560 ha. en Gandia (La Safor). El paraje está reconocido como Espacio Natural Protegido, Bien de Interés Cultural y, desde 2008, está en proceso de revisión por la Unesco para ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Está a 400 metros sobre el nivel de la mar en la vertiente sur del Mondúver, macizo montañoso del periodo cretáceo. La cueva toma su nombre de un ave que solía habitar muy cerca de la cueva: el parpalló o riparia.
En la Cova del Parpalló se halló la mayor colección de arte paleolítico de Europa. Tanto es así que se suele decir que la Capilla Sixtina del Paleolítico se encuentra en Gandia. Su patrimonio es brutal: miles de útiles en piedra de fuego (sílex), hueso y asta, millones de huesos residuo de la alimentación procedentes de los animales cazados, y sobre todo más de seis mil pequeñas plaquetas de piedra caliza pintadas y grabadas con representaciones simbólicas y dibujos de animales. Se trata de la mayor colección de arte mueble prehistórico de Europa y uno de los mayores yacimientos arqueológicos del Viejo Mundo.
La Cova del Parpalló consta de veintinueve niveles documentados y estuvo habitada de forma permanente durante milenios. Los expertos sostienen que la Cova del Parpalló empezó a ser ocupada por humanos hace unos 23.000–21.000 años en el Paleolítico superior. De esta primera etapa, llamada Gravetiense, ya hay restos de herramientas líticas y plaquetas grabadas. La fase de ocupación más importante es el período denominado Solutrense, entre 15.000y 17.000 años. La siguiente etapa, hasta hace unos 11.000 años, conocida como Magdaleniense, la intromisión humana es similar a la anterior.
Joan Vilanova i Piera descubrió el yacimiento en 1872. Poco después publicó parte del material descubierto. En 1913 Henri Breuil prospectó la cueva y encontró piezas de sílex y la primera plaqueta grabada. En 1914 solicitó excavar la cueva pero el estallido de la Primera Guerra Mundial lo hizo imposible. De 1929 a 1931 Lluís Pericot excavó la cueva con el patrocinio de la Diputació de Valéncia. Él recogió y estudió todo el material prehistórico. Finalmente, el equipo de arqueólogos de Josep Aparicio halló en 2001 en una de las paredes de la cueva el grabado de un caballo con una antigüedad de 18.000 años.
Hoy la entrada de la cueva es una gran grieta de 15 metros de alto por 4 de ancho. La mayoría de plaquetas se custodia en museos, como el Museo de Prehistoria de Valéncia o en el Museo Arqueológico de Gandia. También podemos ver algunas reproducciones en el Centro de Interpretación Parpalló-Borrell. Otras siguen en la cueva y algunos cientos aún bajo los escombros. Desde 1980 la Diputació de Valéncia se encarga de recuperar este valioso material y desde 2014 el Ayuntamiento de Gandia permite visitas guiadas por un arqueólogo por medio de una pasarela flotante que permite un acceso fácil y seguro.
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