No me considero uno de esos progres de salón que sienten un odio patológico hacia Estados Unidos (EEUU) y apoyan a cualquiera que sea antiamericano, no importa si nazi, comunista o talibán. Yo no soy estadounidense, pero he de decir que me considero hasta cierto punto proamericano en el sentido de que históricamente EEUU ha sido una nación de libertades y la gran defensora de los valores occidentales. Puestos a que haya una superpotencia que rija los destinos del mundo, prefiero mil veces a EEUU antes que a la Unión Europea (UE) o a China.
Vengo observando una peligrosa deriva totalitaria en EEUU bajo el gobierno del presidente Barack Obama. La persecución que el editor de Wikileaks, Julien Assange, está sufriendo es vergonzosa. Las acusaciones de violación y abuso sexual parecen una campaña orquestada por la CIA para encarcelar al hombre que ha destapado los sucios secretos de estado del país. Esto es mucho peor que la caza de brujas de Hollywood en los 50. Estamos viviendo otro caso Dreyfus. ¿Permitiremos que un hombre inocente vaya a prisión? El caso Assange pasará a la historia.
Obama, ese extraño Nobel de la Paz, no sólo no ha cerrado la cárcel de Guantánamo sino que ha guantanamizado toda su patria. Con la Ley de Autorización de Defensa Nacional, se puede detener a cualquier estadounidense de forma indefinida sólo porque haya «sospechas de terrorismo». Detención indefinida. Sin abogado. Sin cargos. Sin juicio. Sin derechos. Una cadena perpetua con tortura incluida para cualquiera que sea «sospechoso de terrorismo». Es decir, manifestantes antisistema, periodistas molestos, activistas de internet…
Finalmente, la ley SOPA. Con la excusa de proteger derechos de autor, se pretende imponer la censura en internet. Al Gobierno realmente le da igual si tú te descargas un disco de Madonna. Lo que quiere es controlar la información, ahogar las protestas, acabar con cualquier oposición ciudadana. Si sale adelante esta ley, el solo hecho de que uno incluya una foto sin permiso del autor en su blog será suficiente para cerrarle la página web. Sin tribunales. Sin juicios. Sin nada. Es la ley mordaza. Es la vuelta a la censura previa. Es el fin de un internet libre.
Y la falta de un apoyo más firme y decidido a Israel frente a la amenza totalitaria de un Irán nuclear es la guinda del pastel. Estoy decepcionado con el presidente Obama. Creo que el norteamericano es un gran pueblo y Estados Unidos una gran nación. Por eso la ciudadanía debe luchar por sus derechos e impedir que su libertad sea secuestrada por una élite plutocrática que pretende instaurar el fascismo. Los norteamericanos tienen que volver a sus raíces fundacionales si de verdad quieren que Estados Unidos sea de nuevo una nación admirada por el mundo.






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