Polonia: la nación mártir.

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Polonia proviene de «pole» (campo) y de «polano» (campesino). El nombre es muy apropiado ya que se trata de un histórico pueblo de labradores. Pero sobre todo es un país milenario en constante lucha por su identidad e independencia, símbolo de la insurrección por excelencia y del irrenunciable derecho a ser una nación libre.

Polonia es una gran llanura sin defensas naturales situada entre dos potencias. Fue atacada mil veces, repartida como un pastel, incluso hubo épocas en las que dejó de existir. Invadida por franceses, suecos, prusianos, alemanes, austríacos, austro-húngaros, rusos, soviéticos o turcos, es un auténtico milagro que exista hoy.

El 95% de los polacos es católico, en parte porque la Iglesia Católica ha estado del lado del pueblo cuando ha sido invadido; aquí patria y religión son una misma cosa. Esta sociedad ha sufrido muchísimo y se ve a sí misma como una nación mártir. El polaco Juan Pablo II fue el primer Papa no italiano en casi cinco siglos.

Antes el 35% de la población pertenecía a minorías étnicas pero en 1945 la Unión Soviética se anexionó el oriente de Polonia (donde vivían ucranianos, bielorrusos y lituanos) y a cambio le dio parte de Alemania. Los polacos expulsaron a los alemanes y el resultado actual es una patria algo menor pero homogénea en un 98%.

Aunque se ha desarrollado bastante la industria y la minería, Polonia es todavía un país muy rural y muy contaminado. Es también un estado fuertemente centralista en el que tan sólo Silesia reclama autogobierno y en el que además del polaco, se habla el kashubo, una lengua en peligro de extinción al oeste de Gdansk.

La nación mártir tiene la segunda lengua y literatura eslavas más importantes, tras el ruso. Además, la cultura polaca ha dado al mundo talentos de renombre. Por ejemplo Jan Kochanowsky, Nicolás Copérnico, Frédréric Chopin, Marie Curie, Lech Valesa o Roman Polanski son algunos de sus hijos más ilustres.

2 comentarios (+¿añadir los tuyos?)

  1. ECG.
    Feb 24, 2014 @ 11:59:14

    Es curioso como en casos de naciones católicas oprimidas, religión y nación han acabado siendo sinónimos indisolubles. Es el caso de Polonia, y también el de Irlanda, y guardando las distancias también el de muchas naciones iberoamericanas. Generalmente las iglesias «nacionales» habían sido las protestantes desde su surgimiento, y el catolicismo era visto como algo supranacional, algo complementario a las identidades nacionales, pero al final ha acabado funcionando, como bien apuntas, como base cohesionadora social fundamental en sus respectivos procesos de emancipación respecto a los imperios.

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    • J.Ferrer
      Feb 24, 2014 @ 12:02:10

      Sí, pero en los casos que comentas (Irlanda y Polonia) la Iglesia Católica ha sido nacionalista no tanto por una cuestión territorial sino religiosa (los países opresores eran anglicanos, ortodoxos, protestantes, etc) y por lo tanto la Iglesia Católica actuaba defendiendo su «cuota de mercado» para no perder «clientela» a manos de otras religiones nuevas. Lo de Latinoamérica yo no lo acabo de ver.

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