Setenta veces siete.

Setenta veces siete.

Aquel humilde cristiano fue conducido ante el César, acusado de deshonrar a los dioses de Roma. Una vez admitida su fe cristiana, el emperador lo condenó a muerte. Tomó un denario para decidir de que forma había de morir; si salía cara a los leones y si salía cruz decapitado. El cristiano suplicó fervorosamente un milagro para salvar el cuello. El César lanzó la moneda al aire y cayó de canto. No había duda; aquello era obra de Dios.  Pero el César -despótico y cruel- cogió la moneda y la volvió a lanzar. Y de nuevo cayó de canto. Así hasta setenta veces siete. Al final, el atónito emperador decidió perdonarle la vida y al día siguiente se convirtió a la fe de Cristo.

Josué Ferrer.

Nota: Este cuento apareció publicado por vez primera en el libro Cuentos para sonreir (I Premio Algazara de Microrrelatos) de la Editorial Hipálage en el año 2009.

2 comentarios (+¿añadir los tuyos?)

  1. GH
    Oct 10, 2010 @ 21:54:35

    A pesar de que la Ciencia esta luchando por demostrar que Dios NO Existe, habemos algunos (que no fanáticos) que creemos aún en la mano que con un pequeño moviemiento puso todo a funcionar, lamento si alguien no comparte mi opinión pero yo no creo en la generación espontanea.
    Saludos

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    • J.Ferrer
      Oct 10, 2010 @ 22:26:35

      Lo más curioso es que con la creación del Universo a manos de Dios sólo hacía falta un milagro. Con la creación del Universo «por azar» hace falta un milagro a cada segundo.

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